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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 30 de septiembre de 2001

 

Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Acaba de concluir en la basílica de San Pedro la celebración introductoria de los trabajos de la X Asamblea general ordinaria del Sínodo de los obispos. Esta importante reunión eclesial se desarrollará durante todo el mes de octubre, mes misionero, muy propicio para reflexionar en la misión de los obispos en el ámbito de la nueva evangelización.

2. Octubre es el mes en que se venera a María santísima, Reina del santo rosario. En la actual situación internacional, invito a todos —personas, familias y comunidades— a rezar el rosario, si es posible cada día, por la paz, para que el mundo sea preservado del inicuo flagelo del terrorismo. La terrible tragedia del pasado 11 de septiembre se recordará como un día tenebroso en la historia de la humanidad. Ante esta realidad, la Iglesia quiere ser fiel a su carisma profético, recordando a todos los hombres su deber de construir un futuro de paz para la familia humana. Ciertamente la paz no está separada de la justicia, pero debe alimentarse siempre de la clemencia y el amor.

No podemos por menos de recordar que judíos, cristianos y musulmanes adoran a Dios como el Único. Por tanto, las tres religiones tienen la vocación a la unidad y a la paz. Quiera Dios conceder que los fieles de la Iglesia estén en primera línea en la búsqueda de la justicia, en la erradicación de la violencia, y sean artífices de paz. Que la Virgen María, Reina de la paz, interceda por la humanidad entera, para que el odio y la muerte no tengan nunca la última palabra.

3.Mi pensamiento va, por último, a las familias italianas, mientras se aproxima el encuentro que se celebrará en la plaza de San Pedro el sábado 20 y el domingo 21 de octubre, con ocasión de la beatificación de los esposos Luis y María Beltrame Quattrocchi. Queridas familias, por primera vez dos esposos llegarán juntos, como pareja, a la meta de la beatificación, y espero que para tan feliz circunstancia acudáis realmente en gran número. Este acontecimiento tiene lugar veinte años después de la publicación de la exhortación apostólica Familiaris consortio, que puso de relieve el papel de la familia, particularmente amenazado en la sociedad actual. También en Italia, donde la familia es desde siempre el punto de referencia y el recurso principal, están aumentando las tendencias a la disolución y afloran intentos de equiparar la institución familiar fundada en el matrimonio con otras formas de convivencia. Por eso es preciso que las familias y sus asociaciones impulsen un nuevo compromiso con vistas a una defensa eficaz de los valores familiares.

Que María, a quien nos disponemos a invocar con el rezo del Ángelus, escuche estas diversas intenciones de nuestra oración de hoy.

 



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