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MENSAJE DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II
A LOS LIBANESES CON OCASIÓN DE SU INMINENTE VISITA

 

Queridos hermanos y hermanas del Líbano:

Si Dios quiere, dentro de poco tiempo iré a vuestro país para un viaje apostólico, que deseo realizar desde hace mucho tiempo. Agradezco profundamente a los patriarcas y a los obispos su invitación fraterna. Agradezco a las autoridades del país las medidas adoptadas, para facilitar las diferentes etapas de mi visita. Doy las gracias también a todos los libaneses, que se están dedicando a preparar mi llegada. Conociendo la hospitalidad libanesa, sé que puedo contar con la calurosa acogida de todo el pueblo.

Mi viaje al Líbano será para mí una peregrinación por vuestra tierra, que forma parte de la región por donde pasó el Redentor hace dos mil años. Con el espíritu de la visita que Jesús realizó a Tiro y Sidón, este viaje tiene una finalidad profundamente religiosa y humana. Celebraré con vosotros la fase conclusiva de la Asamblea especial para el Líbano del Sínodo de los obispos, entregándoos la exhortación apostólica postsinodal.

Ya desde ahora quiero expresar mi profundo afecto a todos los fieles de la Iglesia católica, niños, jóvenes y adultos, así como a los miembros de las demás comunidades. Ruego especialmente por los enfermos y las personas que afrontan dificultades en su vida diaria. Encomiendo al Altísimo la actitud valiente del pueblo libanés por el camino de la reconciliación nacional y la reconstrucción social, con una unidad y una colaboración cada vez más intensas. Confío en que encontraréis en el amor a vuestra tierra la energía necesaria para vencer las divisiones y superar todos los obstáculos que puedan presentarse.

A vosotros, hermanos y hermanas de la Iglesia católica, y a todos vosotros, hombres y mujeres de buena voluntad, os invito a prepararos espiritualmente para las diferentes manifestaciones religiosas que viviremos juntos, a fin de agradecer al Señor la esperanza que nos da y aceptar valientemente la llamada del Salvador a una conversión cada vez más profunda de los corazones y las mentes.

Que Dios os bendiga a todos, para que hagáis reflorecer vuestra tierra, construyáis el futuro y deis a vuestros hijos un país donde reinen la paz y la concordia entre todos sus habitantes.

¡Que Dios bendiga al Líbano!

Vaticano, 1 de mayo de 1997

JOANNES PAULUS PP. II

 



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