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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS PROFESORES Y ALUMNOS
DEL COLEGIO DE DEFENSA DE LA OTAN*


Jueves 7 de febrero de 1980

 

Queridos amigos:

En años anteriores el Colegio de Defensa de la OTAN se reunió varias veces en esta sala, y hoy tengo la alegría de recibiros al final de vuestra 55ª reunión.

Me ha complacido mucho saber que vuestra reunión ha tratado de objetivos culturales y morales, con el empeño de lograr una mayor solidaridad internacional. No hay duda de que existe relación estrecha entre estas realidades y la gran causa de la paz, de la paz edificada sobre la verdad del hombre.

En mi Mensaje para la Jornada mundial de la Paz, a primeros de este año, hice un llamamiento a cuantos quieren garantizar la paz sobre la tierra. Convoqué a hacer un esfuerzo "para consolidar desde dentro el edificio, inestable y continuamente amenazado de la paz restituyéndoles su contenido de verdad" (núm. 1). Y creo que: vosotros estáis en situación de promover la paz "a 'través de su fuente principal que es la verdad.

Por medio de la observación y el estudio podéis constatar el hecho de que todas las formas de no-verdad militan contra la paz. Nunca resulta esto tan evidente como cuando se tiene un ideal equivocado del hombre y de la fuerza que actúa dentro de él. En este contexto afirmé en mi Mensaje para la Paz: "La primera mentira, la falsedad fundamental es la de no creer en el hombre, en el hombre con todo su potencial de grandeza" (núm. 2).

El hecho de comprender la dignidad que compartimos en la familia humana, nos lleva a todos a estar dispuestos al diálogo sincero y continuo. Contra todo reto, la verdad sobre la humanidad debe sostener la esperanza de todos los hombres, llamando a la coexistencia pacífica de todos los seres humanos. Aquí vemos la necesidad apremiante de una mayor sinceridad en la familia humana, la necesidad de renovar el esfuerzo por rechazar la desconfianza tan deplorable y la sospecha que culminan en la escalada vertiginosa de la carrera de armamentos.

Y así está claro que se deben alentar, sostener y promover todas las iniciativas —grandes y pequeñas— conducentes a la hermandad, solidaridad internacional, amistad, respeto mutuo, basadas en una misma naturaleza y un mismo destino.

Cuando, para expresar claramente la verdad sobre el hombre, añadimos una interpretación honrada y luminosa de la historia, la cual hace ver que en la práctica la causa de la paz y la justicia nunca han triunfado cuando ha estado acompañada por luchas violentas y represiones de las más profundas aspiraciones humanas, nos reafirmamos en la convicción de que la verdad sobre el hombre alcanza los caminos de la paz y es condición de todo progreso en el mundo moderno.

Que Dios todopoderoso sostenga vuestros corazones en la paz e infunda paz en vuestros hogares. Que os dé visión profunda y valentía decidida para lograr las metas de la verdad y el poder de la paz.

Y la paz que irradia de la sonrisa de los niños convenza al mundo de la verdad que nos hace libres.


*L'Osservatore Romano. Edición semanal en lengua española, n.14, p.8.

 



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