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AUDIENCIA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A UNA DELEGACIÓN DE BULGARIA CON MOTIVO DE LAS CELEBRACIONES
EN HONOR DE SAN CIRILO Y SAN METODIO*

Lunes 24 de mayo de 1999

 

Señor primer ministro;
excelencias;
queridos amigos:

Con alegría acojo a vuestra delegación de Bulgaria que, como todos los años, viene a Roma para honrar a san Cirilo y san Metodio, cuyo recuerdo está muy vivo en vuestro país y en toda la región.

Con la presencia hoy aquí de pastores católicos y ortodoxos, «constatamos que el legado de los hermanos de Salónica es y sigue siendo (...) más profundo y fuerte que cualquier división» (Slavorum Apostoli, 25), demostrando que las dos tradiciones, occidental y oriental, nacieron en el seno de la única Iglesia de Cristo. En efecto, san Cirilo y san Metodio contribuyeron a implantar y difundir la fe y la cultura cristianas en el mundo eslavo; unidos fielmente al Sucesor de Pedro, dejaron a varios pueblos un rico patrimonio, que todos se han esforzado por conservar con fervor a lo largo de los siglos, sobre todo gracias a la presencia activa de las corrientes monásticas y de la piedad popular. Quiera Dios que el culto a san Cirilo y san Metodio, a quienes manifestáis vuestra profunda devoción con vuestra presencia en Roma, contribuya a aumentar la fe de vuestro pueblo, así como la fraternidad en Cristo y la solidaridad con todos los hombres.

Al anunciar el Evangelio, esos santos hermanos supieron respetar los valores humanos y morales auténticos y las diversidades culturales, dejando a cada pueblo su originalidad y abriendo el camino a la unidad entre culturas diferentes. Despertaron en sus contemporáneos la conciencia de ser hombres abiertos, que acogen a todos. Actuando de este modo, fueron en cierto modo promotores de una Europa unificada y de una paz profunda entre todos los habitantes del continente, mostrando los fundamentos de un nuevo arte de vivir juntos, en el respeto de las diferencias, que no constituyen un obstáculo para la unidad. Que estos grandes santos de vuestra tierra sean modelos de vida humana y cristiana para todos los búlgaros, llamados a comprometerse cada vez más, junto con sus hermanos de la región, en el camino de la paz y la reconciliación, dando así una contribución notable a la construcción de la Europa de las naciones.

Al término de nuestro encuentro, os agradezco vivamente vuestra amable visita, y expreso mis mejores deseos a vuestra delegación, por medio de la cual dirijo mi cordial saludo a las autoridades y al pueblo búlgaros, asegurándoles la oración ferviente del Obispo de Roma. Encomendándoos a todos a la intercesión de san Cirilo y san Metodio, pido al Señor que os conceda los beneficios de sus bendiciones.


*L'Osservatore Romano. Edición semanal en lengua española, n.23, p.6 (p.298).



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