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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
DURANTE LA VISITA AL BELÉN DE LOS BARRENDEROS DE ROMA

 Fiesta del Bautismo del Señor
Domingo 9 de enero de 2000

 

Queridos hermanos: 

Doy gracias al Señor, que también este año me ha brindado la oportunidad de visitar el belén que habéis preparado, como siempre, con gran sensibilidad y creatividad. Al expresaros mi gratitud por vuestra cordial acogida, dirijo un deferente saludo al señor alcalde, a las autoridades presentes, al presidente, a los dirigentes y a todo el personal de la Empresa municipal del ambiente (AMA), así como a sus respectivos familiares.

Estamos al comienzo del 2000, el Año jubilar, durante el cual afluirán a la ciudad grandes multitudes de peregrinos y visitantes, como se ha visto en estos primeros días. Esto implicará para vosotros un mayor empeño. En efecto, vuestro trabajo es muy importante para la comunidad:  de vuestro servicio depende, en gran parte, el rostro que la ciudad presenta a quienes viven en ella y a cuantos vienen de fuera. Estoy seguro de que realizaréis vuestra tarea con gran sentido de responsabilidad, a fin de que la ciudad esté siempre limpia y ordenada. Aunque esto os cueste un poco de sacrificio, hacedlo de buen grado, conscientes de las ventajas que el movimiento de peregrinos y turistas produce a toda la comunidad ciudadana.

Gracias a vuestro servicio, Roma podrá estar, también en esta ocasión, a la altura de las tradiciones que la califican como ciudad acogedora y hospitalaria. De este modo, con vuestra cooperación, que ciertamente requiere una disponibilidad generosa, daréis una contribución significativa al éxito del jubileo, y por eso, ya desde ahora, os lo agradezco de corazón.

La Virgen os acompañe siempre y os proteja. A ella os encomiendo en la oración, a la vez que os bendigo de corazón a vosotros y vuestro trabajo, así como a vuestros familiares y seres queridos.

¡Feliz año nuevo y feliz jubileo!



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