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MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS PARTICIPANTES EN LA CONSULTA
DE LA ORDEN ECUESTRE DEL SANTO SEPULCRO

 

Ilustres señores y gentiles señoras;
amadísimos hermanos y hermanas: 

1. Me alegra dirigiros un afectuoso saludo en esta circunstancia, en la que se ha reunido la Consulta de la benemérita Orden ecuestre del Santo Sepulcro. Saludo en especial y expreso mi gratitud al cardenal Carlo Furno, gran maestre de la Orden, que sigue con gran interés vuestras actividades.

Por medio de vosotros, amadísimos miembros del Gran Maestrazgo y lugartenientes, quiero manifestar mi aprecio a todos los caballeros y a las damas del Santo Sepulcro, que trabajan en favor de los cristianos en Tierra Santa. Os felicito a todos, a la vez que os animo, por la ayuda que brindáis a las instituciones del Patriarcado latino de Jerusalén y por todas las demás iniciativas que promovéis generosamente.

2. "Crecer para servir, servir para crecer", es un lema que apreciáis mucho. Constituye un objetivo que cada miembro de vuestra Orden debe perseguir con empeño. Son múltiples y, a veces, enormes las necesidades que hay que afrontar para promover la justicia y la paz en la región de Oriente Próximo, marcada por una persistente y grave crisis social y económica. Las anheladas perspectivas de pacificación y reconstrucción requieren la colaboración responsable de todos:  de los Gobiernos y de las instituciones religiosas, de las organizaciones humanitarias y de todas las personas de buena voluntad.

En este contexto se sitúa vuestra acción humanitaria y espiritual, que concierne a un sector muy vital, como es el de la juventud. La ayuda a los cristianos de Tierra Santa se realiza, de manera concreta, proporcionando a los muchachos y a los jóvenes una formación escolar adecuada. A este propósito, deseo que se facilite, cada vez con mayor seguridad y estabilidad, la educación cristiana en las escuelas, en un clima de respeto y colaboración entre los diversos componentes de la sociedad.

El apoyo financiero de la Orden es igualmente importante para "ayudar a las obras y las instituciones de culto, caritativas, culturales y sociales de la Iglesia católica en Tierra Santa, particularmente las del Patriarcado latino de Jerusalén y las que se hallan en él" (Estatuto, art. 2).

3. Amadísimos hermanos y hermanas, salir al encuentro de las necesidades de la Iglesia en Tierra Santa forma parte de vuestra misión; pero es aún más necesario dar un testimonio coherente de fe. Por tanto, que vuestra primera preocupación sea tender a la santidad, que es la vocación universal de todos los cristianos.

Sed constructores de amor y de paz, inspirándoos, tanto en la vida como en las obras, en el Evangelio y, especialmente, en el misterio de la pasión y resurrección de Cristo. Que vuestro modelo sea María, la Madre de los creyentes, siempre dispuesta a cumplir con alegría la voluntad de Dios. Invocadla cada día con la hermosa y tradicional oración del rosario, que ayuda a contemplar a Cristo con la mirada de su santa Madre. Esto será para vosotros fuente de crecimiento, como sucedió con el beato Bartolo Longo, vuestro ilustre hermano.

Con estos sentimientos, a cada uno os imparto de corazón una especial bendición apostólica, que de buen grado extiendo a los miembros de toda la Orden ecuestre del Santo Sepulcro y a sus respectivas familias.

Vaticano, 16 de octubre de 2003

JUAN PABLO II



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