EVANGELII GAUDIUM - page 204

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270. A veces sentimos la tentación de ser cris-
tianos manteniendo una prudente distancia de
las llagas del Señor. Pero Jesús quiere que toque-
mos la miseria humana, que toquemos la carne
sufriente de los demás. Espera que renunciemos
a buscar esos cobertizos personales o comuni-
tarios que nos permiten mantenernos a distan-
cia del nudo de la tormenta humana, para que
aceptemos de verdad entrar en contacto con la
existencia concreta de los otros y conozcamos
la fuerza de la ternura. Cuando lo hacemos, la
vida siempre se nos complica maravillosamente
y vivimos la intensa experiencia de ser pueblo, la
experiencia de pertenecer a un pueblo.
271. Es verdad que, en nuestra relación con
el mundo, se nos invita a dar razón de nuestra
esperanza, pero no como enemigos que señalan
y condenan. Se nos advierte muy claramente:
«Hacedlo con dulzura y respeto » (
1 Pe
3,16), y
« en lo posible y en cuanto de vosotros depen-
da, en paz con todos los hombres » (
Rm
12,18).
También se nos exhorta a tratar de vencer « el
mal con el bien » (
Rm
12,21), sin cansarnos « de
hacer el bien » (
Ga
6,9) y sin pretender aparecer
como superiores, sino « considerando a los de-
más como superiores a uno mismo » (
Flp
2,3). De
hecho, los Apóstoles del Señor gozaban de « la
simpatía de todo el pueblo » (
Hch
2,47; 4,21.33;
5,13). Queda claro que Jesucristo no nos quiere
príncipes que miran despectivamente, sino hom-
bres y mujeres de pueblo. Ésta no es la opinión
de un Papa ni una opción pastoral entre otras po-
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