EVANGELII GAUDIUM - page 208

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comodidad, la flojera, la tristeza insatisfecha, el
vacío egoísta. Se trata de una actitud autodestruc-
tiva porque « el hombre no puede vivir sin es-
peranza: su vida, condenada a la insignificancia,
se volvería insoportable ».
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Si pensamos que las
cosas no van a cambiar, recordemos que Jesucris-
to ha triunfado sobre el pecado y la muerte y está
lleno de poder. Jesucristo verdaderamente vive.
De otro modo, « si Cristo no resucitó, nuestra
predicación está vacía »
(
1 Co
15,14). El Evange-
lio nos relata que cuando los primeros discípu-
los salieron a predicar, « el Señor colaboraba con
ellos y confirmaba la Palabra » (
Mc
16,20). Eso
también sucede hoy. Se nos invita a descubrirlo,
a vivirlo. Cristo resucitado y glorioso es la fuente
profunda de nuestra esperanza, y no nos faltará su
ayuda para cumplir la misión que nos encomienda.
276. Su resurrección no es algo del pasado; en-
traña una fuerza de vida que ha penetrado el mun-
do. Donde parece que todo ha muerto, por todas
partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrec-
ción. Es una fuerza imparable. Verdad que muchas
veces parece que Dios no existiera: vemos injusti-
cias, maldades, indiferencias y crueldades que no
ceden. Pero también es cierto que en medio de la
oscuridad siempre comienza a brotar algo nuevo,
que tarde o temprano produce un fruto. En un
campo arrasado vuelve a aparecer la vida, tozuda
211
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Mensaje final
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L’Osservatore Romano
(23 octubre 1999), 5.
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