EVANGELII GAUDIUM - page 209

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e invencible. Habrá muchas cosas negras, pero el
bien siempre tiende a volver a brotar y a difun-
dirse. Cada día en el mundo renace la belleza, que
resucita transformada a través de las tormentas
de la historia. Los valores tienden siempre a re-
aparecer de nuevas maneras, y de hecho el ser
humano ha renacido muchas veces de lo que pa-
recía irreversible. Ésa es la fuerza de la resurrec-
ción y cada evangelizador es un instrumento de
ese dinamismo.
277. También aparecen constantemente nue-
vas dificultades, la experiencia del fracaso, las
pequeñeces humanas que tanto duelen. Todos
sabemos por experiencia que a veces una tarea
no brinda las satisfacciones que desearíamos, los
frutos son reducidos y los cambios son lentos, y
uno tiene la tentación de cansarse. Sin embargo,
no es lo mismo cuando uno, por cansancio, baja
momentáneamente los brazos que cuando los
baja definitivamente dominado por un descon-
tento crónico, por una acedia que le seca el alma.
Puede suceder que el corazón se canse de luchar
porque en definitiva se busca a sí mismo en un
carrerismo sediento de reconocimientos, aplau-
sos, premios, puestos; entonces, uno no baja los
brazos, pero ya no tiene garra, le falta resurrec-
ción. Así, el Evangelio, que es el mensaje más
hermoso que tiene este mundo, queda sepultado
debajo de muchas excusas.
278. La fe es también creerle a Él, creer que
es verdad que nos ama, que vive, que es capaz
de intervenir misteriosamente, que no nos aban-
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