EVANGELII GAUDIUM - page 22

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cuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces
de los caminos para invitar a los excluidos. Vive
un deseo inagotable de brindar misericordia, fru-
to de haber experimentado la infinita misericor-
dia del Padre y su fuerza difusiva. ¡Atrevámonos
un poco más a primerear! Como consecuencia, la
Iglesia sabe « involucrarse ». Jesús lavó los pies a
sus discípulos. El Señor se involucra e involucra
a los suyos, poniéndose de rodillas ante los de-
más para lavarlos. Pero luego dice a los discípu-
los: « Seréis felices si hacéis esto » (
Jn
13,17). La
comunidad evangelizadora se mete con obras y
gestos en la vida cotidiana de los demás, achica
distancias, se abaja hasta la humillación si es ne-
cesario, y asume la vida humana, tocando la carne
sufriente de Cristo en el pueblo. Los evangeliza-
dores tienen así « olor a oveja » y éstas escuchan
su voz. Luego, la comunidad evangelizadora se
dispone a « acompañar ». Acompaña a la huma-
nidad en todos sus procesos, por más duros y
prolongados que sean. Sabe de esperas largas y
de aguante apostólico. La evangelización tiene
mucho de paciencia, y evita maltratar límites. Fiel
al don del Señor, también sabe « fructificar ». La
comunidad evangelizadora siempre está atenta
a los frutos, porque el Señor la quiere fecunda.
Cuida el trigo y no pierde la paz por la cizaña.
El sembrador, cuando ve despuntar la cizaña en
medio del trigo, no tiene reacciones quejosas ni
alarmistas. Encuentra la manera de que la Palabra
se encarne en una situación concreta y dé frutos
de vida nueva, aunque en apariencia sean imper-
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