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DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
AL DEDICAR UN PATIO DE LA BASÍLICA VATICANA
A SAN GREGORIO EL ILUMINADOR


Viernes 22 de febrero de 2008

 

Queridos hermanos y hermanas:

Dirijo mi cordial saludo a todos los presentes. En primer lugar, saludo al cardenal Angelo Comastri, arcipreste de la basílica de San Pedro, y al cardenal Giovanni Lajolo, presidente de la Gobernación. Saludo, asimismo, al patriarca Nerses Bedros XIX, a quien agradezco las amables palabras con las que ha interpretado los sentimientos comunes. Extiendo mi saludo a los arzobispos, obispos y personalidades religiosas de toda la Iglesia armenia católica. Saludo, además, a las personalidades políticas, a las delegaciones y a cuantos han querido participar en esta significativa ceremonia, durante la cual bendeciré la placa toponomástica de este patio. Aprovecho de buen grado la ocasión para abrazar con amor fraterno a la Iglesia apostólica armenia, así como a la nación armenia y a todos los armenios esparcidos por el mundo.

Esta es sin duda una circunstancia providencial, que nos brinda la oportunidad de encontrarnos aquí, junto a la tumba del apóstol san Pedro, para recordar a otro gran santo, al que en este momento se dedica el así llamado cortilone. Me complace recordar que mi venerado predecesor Juan Pablo II, pocos meses antes de su muerte, bendijo la estatua de san Gregorio el Iluminador, colocada precisamente aquí. Este gran santo, hace más de diecisiete siglos, hizo de los armenios un pueblo cristiano, más aún, el primer pueblo que fue oficialmente cristiano. La conversión de los armenios fue un acontecimiento que marcó de modo profundo la identidad armenia, no sólo a nivel personal, sino también nacional.

El término "Iluminador", con el que se denomina a este santo, tan apreciado por vosotros, pone de relieve la doble función que san Gregorio tuvo en la historia de la conversión armenia. En efecto, "iluminación" es un término que se usa en el lenguaje cristiano para indicar el paso de las tinieblas a la luz de Cristo. Y, en verdad, Cristo es el gran iluminador que irradia su luz sobre toda la existencia de quien lo acoge y lo sigue fielmente.

Ahora bien, san Gregorio fue llamado el iluminador precisamente porque en él se reflejaba de modo extraordinario el rostro del Salvador. La palabra "iluminación" reviste también un ulterior significado en la acepción armenia; indica la luz que deriva de la difusión de la cultura a través de la enseñanza. Y esto nos hace pensar inmediatamente en los monjes maestros que, siguiendo los pasos de san Gregorio, continuaron su predicación, propagando de ese modo la luz de la verdad evangélica, que revela al hombre la verdad de su mismo ser y desarrolla sus ricas potencialidades culturales y espirituales.

Queridos hermanos y hermanas, gracias una vez más por haber participado en este encuentro. Al inaugurar el "Patio de san Gregorio el Iluminador", oremos para que el pueblo armenio, por intercesión de este ilustre y benemérito hijo suyo, siga caminando por las sendas de la fe, dejándose guiar, como ha hecho a lo largo de los siglos, por Cristo y por su Evangelio, que ha marcado de modo indeleble su cultura. Con este deseo, que encomiendo a la intercesión de la Virgen María, imparto a todos mi bendición.



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