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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 25 de septiembre de 1988

 

La hora nos invita a elevar el pensamiento a la Santa Virgen con el rezo del Ángelus. Están espiritualmente cercanos a nosotros los nuevos Beatos, que en el cielo son ahora corona de María, hacia la cual orientaron generosamente sus vidas mientras estaban en camino aquí en la tierra.

La devoción a la Virgen tuvo gran espacio en la vida de Francesco Faà di Bruno y en Josefa Naval Girbés, los cuales, privados durante la infancia del afecto de la madre terrena, encontraron consuelo en la total entrega de sí a la solicitud de la Madre celeste. En el rostro de María, cuya imagen tenía siempre sobre su mesa de trabajo, el p. Pro buscó el secreto de una serenidad constante en medio de tantas pruebas y dificultades de las que estuvo llena su vida. La devoción a María fue el alma del apostolado del p. Janssoone Bollengier, fervoroso y asiduo peregrino al santuario de "Notre-Dame-Du-Cap". Es sabido que el cardenal Dusmet quiso edificar al Este y Oeste de Catania dos santuarios marianos, como "centinelas en la avanzadilla" de la ciudad. El p. Junípero Serra, por su parte, promovió entre los nativos de América la devoción a la Inmaculada mucho antes de que la Iglesia llegara a proclamar oficialmente tal dogma.

El ejemplo de estos hermanos nuestros, que nos precedieron en el camino de la fe, sea para nosotros estímulo para perseverar en esa misma vía, asidos a la mano de María Santísima.



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