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ORDENACIÓN EPISCOPAL DE MONSEÑOR JOSEF TOMKO

HOMILÍA DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II

Capilla Sixtina
Sábado 15 de septiembre de 1979

 

Queridos hermanos y hermanas:

1. He aquí a nuestro hermano José, a quien el Espíritu Santo "constituye" (cf. Ef 4, 11) hoy obispo de la Iglesia; mediante mi servicio, lo agrega al círculo de este Colegio que, con la sucesión de los Apóstoles, recibe no sólo los signos vivos de todo el Pueblo de Dios, sino también un particular poder sacerdotal, magisterial y pastoral en relación a los demás.

Este es un momento solemne e importante no sólo para el obispo que es consagrado, sino para toda la Iglesia. Nuestro hermano José debe asumir el importante cargo de Secretario General del Sínodo de los Obispos, del órgano que, según la decisión del último Concilio, se ha convertido en una expresión especialmente provechosa y en el instrumento de la colegialidad episcopal.

2. Y he aquí que en este momento se desarrolla un diálogo singular entre el nuevo ordenando y Cristo, viviente en la Iglesia, cuyas tres etapas están trazadas por las lecturas de la liturgia de la Palabra de hoy.

En la primera etapa somos testigos de cuanto dice el que nos conoce eternamente, el que sabe lo que hay en cada hombre (cf. Jn 2, 25): "Antes de que te formara en las maternas entrañas te conocía" (Jer 1, 5), y el hombre llamado por El, parece responder: "¡Ah, Señor Yavé! No sé hablar" (Jer 1, 6) ; a su vez, el Señor del corazón humano dice: "Irás adonde te envíe yo y dirás lo que yo te mande. No los temas, que yo estaré contigo, para protegerte" (Jer 1, 7-8). Esta es la primera etapa.

3. En la segunda etapa sólo habla él Señor y el llamado escucha. El Señor, en su discurso, manifiesta las exigencias con las palabras del Apóstol Pablo en la carta a Timoteo: "Te amonesto que hagas revivir la gracia de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos... soporta con fortaleza los trabajos por la causa del Evangelio, en el poder de Dios... Cristo aniquiló la muerte y sacó a luz la vida y la incorrupción por medio del Evangelio... Retén la forma de los sanos discursos que de mí oíste, inspirados en la fe y en la caridad de Cristo Jesús. Guarda el buen depósito por la virtud del Espíritu Santo, que mora en nosotros" (2 Tim 1, 6-8. 13-14).

Estas palabras provienen de Pablo que se las dirigió a Timoteo. Se encierra en ellas una expresión espléndida de la sucesión apostólica. La consagración episcopal, que recibe hoy de las manos de Juan Pablo, Obispo de Roma, nuestro hermano José, forma parte y es un nuevo eslabón de ella.

4. Finalmente, la tercera etapa. En el Evangelio habla Cristo mismo. A las exigencias expresadas hace poco añade su propio ejemplo y modelo. "Yo soy el Buen Pastor; el Buen Pastor da su vida por las ovejas... Yo soy el Buen Pastor y conozco a las mías, y las mías me conocen a mí, como el Padre me conoce y yo conozco a mi Padre" (Jn 10, 11. 14-15).

Las palabras de Cristo resuenan con un eco especial en el alma de cada uno de los que, junto con la imposición de las manos, recibe la función pastoral, la solicitud y la responsabilidad. Precisamente con esta alegoría suya, con este ejemplo, Cristo obliga muy profundamente a cada uno de nosotros. Quiere que seamos como El es: el Buen Pastor.

He aquí las tres etapas del diálogo que, durante la liturgia de hoy, tiene lugar entre Cristo, viviente en la Iglesia, y nuestro hermano José, que recibe la ordenación episcopal. Sería difícil añadir algo más a estas palabras del Señor. Están llenas de sabiduría y de amor supremo. Nosotros todos que escuchamos, tratemos de ayudar a nuestro hermano con la oración, para que estas palabras se conviertan en el programa de su vida y en el contenido de su nuevo ministerio en la Iglesia.

5. De modo especial lo ayudan con la oración las personas más cercanas a él, sobre todo sus padres, su hermana y su cuñado, y otros familiares, que han podido venir aquí desde la nativa Eslovaquia; luego sus hermanos en el sacerdocio, los peregrinos de Kosice, Presov, Trnava y Bratislava, otros peregrinos provenientes de toda Europa, y también del Canadá, Estados Unidos de América y Australia, como también los que espiritualmente se unen a nosotros en este momento importante.

Mis pensamientos, junto con los del nuevo obispo, se dirigen ahora hacia los lugares de donde él proviene. hacia el declive meridional de los Tatra, de los que no queda lejos Udavské, su nido natal: la Iglesia de la que proviene y en la que entró mediante el bautismo y la confirmación, mediante el ambiente cristiano de su familia, el ejemplo de los padres, la amistad de los coetáneos. Nuestros pensamientos se dirigen también a la parroquia donde, en medio de la comunidad cristiana, dio los primeros pasos, y donde ciertamente oyó las primeras palabras de la llamada de Cristo al sacerdocio.

Hoy abrazamos de modo especial, con el recuerdo y el amor, a todo ese país y a toda la nación, porque hoy es el día de María Virgen Dolorosa, que en Eslovaquia, precisamente en este día, es venerada como la principal Patrona celeste. Estando presente bajo la cruz, Ella se unió del modo más pleno a su Hijo, nuestro Redentor. Estando presente bajo la cruz, es para nosotros el modelo más espléndido de la fortaleza materna, cuando con intrépida fuerza de espíritu parece repetir: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38). Estando presente bajo la cruz, nos acepta a cada uno como hijos suyos, lo mismo que aceptó a Juan.

Así Ella acepta hoy también a este hijo de la tierra eslovaca que recibe en la Capilla Sixtina en Roma, de las manos del Papa, la consagración episcopal. Y parece decir a todos los hijos e hijas de la lejana Eslovaquia: ¡Permaneced conmigo! ¡Permaneced con Cristo! Sed hijos del amor supremo con el que Dios mismo "amó tanto al mundo, que le dio su unigénito Hijo, para que todo el que crea en El no perezca, sino que tenga la vida eterna" (Jn 3, 16).

Hay aquí hermanos del nuevo arzobispo, procedentes de Bohemia, sus compañeros de estudio en el Pontificio Colegio Nepomuceno, que también le acompañan con sus oraciones. También a la querida nación hermana checa va en este momento el recuerdo de todos nosotros y la seguridad de que siempre está muy cerca del corazón del Papa.

 



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