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MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL MOVIMIENTO "FOI ET LUMIÉRE"

 

A los queridos minusválidos de "Foi et Lumiére" reunidos en Lourdes,
y a sus familiares y amigos:

Con el pensamiento y la oración me presento en vuestra gran concentración de peregrinos junto a la gruta de Lourdes, en estos días santos para toda la Iglesia y que a vosotros os proporcionan una paz y una luz nuevas en vuestro camino de cruz.

Habiendo amado Jesús a los suyos, los amó hasta el fin. Este amor es también para vosotros, ante todo para vosotros que formáis parte de "los pobres", de los que se ven limitados en el espíritu o en el cuerpo, pero que comprenden mejor muchas veces la necesidad de relaciones sencillas y verdaderas, de amistad fiel, de servicio gratuito, de confianza a toda prueba. Entrad, pues, con Jesús en esta caridad que se recibe y se da.

Atravesáis con El momentos muy lúgubres que os acercan a la noche de la agonía y al Viernes Santo: soledad, dificultad de comunicación, temor de no recibir de los demás la comprensión y amor a que aspiráis, condicionamientos de toda clase impuestos por la enfermedad y por el tipo de vida. Jesús os invita a poner toda la confianza en el Padre celestial, a ofrecer con amor lo que os hiere, a perdonar a los otros si es preciso, a esperar pacientemente la luz que no puede dejar de llegaros. Estáis al pie de la cruz con María, Madre de Jesús. Os acercáis a Ella con Santa Bernardita, tan sencilla, humilde, pobre y serena.

Y en fin, participaréis del gozo de Pascua. Dios ha resucitado a Jesús, su Hijo muy amado; lo ha hecho Señor y Salvador de todos porque es el Hijo único de Dios, y lo ha hecho sentarse a su diestra para siempre en la luz. Y a vosotros os concede ser sus hijos ya; el bautismo, el perdón y la comunión son otros tantos signos que ponen de manifiesto su amor e introducen en vosotros la vida de Cristo glorioso uniéndoos a su Cuerpo. Os renueva el corazón por su Espíritu Santo. Os promete que transfigurará totalmente vuestro ser, cuerpo, inteligencia y espíritu, en un encuentro cara a cara.

Os habéis situado ya en el corazón de la Iglesia para vivir esta Pascua, este paso del Señor, con todos vuestros hermanos y hermanas cristianos. ¡Cantad con ellos las maravillas del Señor! ¡Ofreced gratuitamente la alegría que gratuitamente recibís! Los que os rodean os prestan gran ayuda y cariño, ¡pensad en la aportación específica que podéis brindarles vosotros también! Y el Papa, el Sucesor de Pedro, que ha querido deciros una vez más el amor privilegiado de Dios, cuenta igualmente con vuestra oración.

Me dirijo asimismo a los padres, educadores, bondadosos acompañantes y amigos. tan numerosos en Lourdes. Tendría mucho que deciros. Pero el largo documento que la Santa Sede publicó ya el 4 de marzo último para "todos los que se dedican al servicio de los minusválidos" en este año consagrado a ellos en el mundo entero, os ha mostrado la "solicitud activa y vigilante" de la Iglesia. Su lectura reforzará las convicciones que ya poseéis sobre la dignidad y el valor único de cada vida humana, sobre el clima de respeto y amor de que debe rodearse a los minusválidos, sobre los esfuerzos de integración, normalización y personalización que se debe hacer por ellos.

Hoy quisiera sobre todo expresar la compresión, amor y aliento de la Iglesia a quienes les acompañan tan de cerca toda la vida. El acoger y haceros cargo del hijo o amigo herido en su inteligencia o su psiquismo os han puesto en un camino difícil y exigente que cada día trae sus "sombras" y "luces". Habéis comprendido toda la importancia que tiene el ambiente de la familia para el minusválido y, cuando ello no es posible, el ambiente de una institución o una comunidad pequeña que se parezca al modelo familiar, donde las relaciones personalizadas y el calor humano les permitan satisfacer como conviene su honda necesidad de amistad y seguridad y desarrollar sus cualidades humanas, morales y espirituales en la medida de lo posible.

 Es de desear que muchos "educadores voluntarios" acudan a ayudaros; que los vecinos integren cada vez más a estos minusválidos en las relaciones normales, en vez de marginarlos; que la sociedad entera se muestre crecientemente solidaria con vuestra entrega y contribuya a proporcionar los medios adecuados.

Pero espero también que la fe cristiana os ayude a soportar vuestra prueba con valentía, serenidad y amor, pues sois para esos niños testimonios y cooperadores de la ternura de Dios. La herida que también vosotros lleváis es participación en la pasión de Cristo que tomó sobre sí el sufrimiento inocente; es igualmente una invitación continua a amar gratuitamente, a abrirse al don de Dios, es un llamamiento a la esperanza. Os preocuparéis de iniciarlos vosotros mismos en estas realidades de las que están misteriosamente cerca, y la Iglesia os secundará con una catequesis adecuada. Les ayudará a ser ellos también de los que dan y colaboran en su medida a un mundo más humano.

Que las comunidades de "Foi et Lumiére" y las otras obras en favor de los minusválidos mentales os ayuden a seguir disfrutando y a proporcionar a otros padres el apoyo necesario en la vida cotidiana, después de esta gran concentración gozosa y estimulante de Lourdes. El Espíritu Santo os dé su fuerza y su paz. Y María, Nuestra Señora de Lourdes, mantenga vuestro corazón vuelto al Salvador con esperanza.

Como mi predecesor Pablo VI, imploro para todos vosotros, queridos hijos e hijas minusválidos, familiares y amigos, las bendiciones de Cristo muerto y resucitado por nosotros.

Vaticano, 6 de abril de 1981

IOANNES PAULUS PP. II



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