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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II 
A TEODORO BUSTAMANTE MUÑOZ
EMBAJADOR DE ECUADOR ANTE LA SANTA SEDE*

20 de diciembre de 1979

 

Señor Embajador,

Con viva complacencia doy la más cordial bienvenida a Vuestra Excelencia quien, en este acto solemne, presenta sus Cartas Credenciales como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario del Ecuador ante la Santa Sede.

He escuchado con agrado sus deferentes expresiones, a través de las cuales ha querido poner de relieve no sólo las buenas relaciones existentes entre su País y la Santa Sede, sino también la trayectoria cristiana de la Nación, en consonancia con su vinculación a la Iglesia católica.

Es para mí sumamente confortador constatar asimismo en sus palabras cómo esta operante afinidad, tan enraizada en la historia, ha ido modelando, es más, dando vida al ánimo del pueblo ecuatoriano, en sus creencias y en sus aptitudes. Es pues de desear que se consolide ulteriormente, por encima de vicisitudes de todo orden, teniendo siempre por sustrato el recíproco respeto y la mutua colaboración, y por objetivo el progresivo perfeccionamiento de las personas y de la sociedad. Sólo así la Iglesia podrá dar cumplimiento a la propia misión, que es de carácter universal: hacer realidad entre los hombres el evangelio de verdad, de fraternidad y de paz.

No es otra la finalidad de mis reiteradas llamadas en favor del hombre, bien sea en su dimensión humana, bien sea en la espiritual, a las que ha hecho Usted referencia en su discurso, con palabras merecedoras de reconocimiento y de gratitud. Tanto más cuanto que, en mis encuentros con los Obispos en su reciente visita “ ad limina ”, he podido comprobar cómo la Iglesia en el Ecuador no escatima esfuerzos ni sacrificios, cuando se trata de promover los valores que ennoblecen la dignidad de la persona humana.

Nada ni nadie puede sentirse ajeno a la Iglesia en la obra de “ santificar a los hombres y de perfeccionar e impregnar de espíritu evangélico el orden temporal ”. De ahí que ella ponga un particular esmero en cultivar y potenciar, aparte asociaciones específicamente de apostolado, otras instituciones vivas como son los centros escolares, donde a la par que conocimientos se ofrece a los niños y a los jóvenes una información moral y espiritual, que sin duda alguna tendrán una beneficiosa repercusión en la vida comunitaria.

Haciendo votos para el feliz desarrollo de la misión que ahora inicia Vuestra Excelencia, y rogándole que transmita mi deferente saludo al Señor Presidente de la Nación, invoco sobre todos los amadísimos hijos ecuatorianos las mejores bendiciones del Altísimo.


*AAS 71 (1979), p. 1549-1550.

Insegnamenti di Giovanni Paolo II, vol. II, 2 1979 pp.1472-1473.

L’Attività della Santa Sede 1979 p.934.

L'Osservatore Romano 21.12.1979 pp.1, 2.

L'Osservatore Romano. Edición semanal en lengua española n.52 p.6

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