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VIAJE APOSTÓLICO A ESPAÑA 

SALUDO DEL PAPA JUAN PABLO II 
A LOS COLABORADORES
DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE ESPAÑA

Madrid - Domingo 31 de octubre de 1982

 

1. Queridos colaboradores y empleados de la Conferencia Episcopal:

Después de celebrar el encuentro con los obispos españoles, en la nueva Casa de la Iglesia que se acaba de inaugurar, siento una gran alegría al estar ahora entre vosotros, sacerdotes, religiosos, religiosas, miembros de institutos seculares y seglares, que colaboráis en las tareas de la Conferencia Episcopal Española.

2. Vuestro trabajo tiene que estar verdaderamente al servicio de la Iglesia. Es muchas veces una tarea ardua, no aparente, sencilla, falta de compensaciones y de contactos personales. Tiene, sin embargo, un gran valor pastoral; porque significa una contribución imprescindible a la tarea evangelizadora de la Iglesia en España.

Vuestra especialización en los distintos campos pastorales ha de ser una ayuda, para que los obispos puedan llevar a cabo con mayor eficacia su misión de magisterio, de gobierno y de santificación en las Iglesias locales. Por otra parte, es una colaboración preciosa que facilita a los Pastores poder iluminar, con mayor coordinación y competencia, los distintos aspectos religiosos y apostólicos de la Iglesia española.

3. La labor que realizáis tiene que estar presidida por un testimonio de entrega y de fidelidad a la Iglesia. Los obispos, al llamaros a desempeñar esta delicada misión, han puesto su confianza en vosotros y os han hecho participar de sus preocupaciones pastorales. Esta confianza exige de vosotros una respuesta generosa, una discreción constante, una ejemplaridad de vida que reflejen vuestra responsabilidad eclesial.

El estilo de vuestro trabajo ha de caracterizarse por la disponibilidad para servir a las personas y a las instituciones pastorales; así como a cuantos se acercan a vosotros esperando una respuesta que traduzca el sentir de la Iglesia.

Debéis buscar siempre la unidad entre vosotros y entre las distintas comisiones episcopales, para que los resultados de los trabajos sean más útiles y eficaces. Vuestra tarea, diversificada según los distintos campos de la vida eclesial, ha de constituir un conjunto armónico impregnado de un espíritu de auténtica fraternidad.

4. Las comunidades locales esperan de vosotros ayuda solícita y generosa; para poner en marcha los programas de acción pastoral establecidos por las decisiones que vuestros obispos adoptan colegialmente. De ahí que os tengáis que esforzar por hacer vuestro trabajo con seriedad, competencia y sentido eclesial.

Hace falta un continuo afán de superación, para que la tarea que lleváis entre manos adquiera cada día mayor calidad; y responda adecuadamente a las necesidades y exigencias de la acción de la Iglesia en la nueva sociedad española.

5. Sé que vuestros obispos aprecian la dedicación que prestáis a la Conferencia Episcopal. Yo también quiero agradeceros este servicio, alentándoos a seguir colaborando con la Iglesia en esta misión concreta que os ha sido encomendada.

Mi agradecimiento se dirige también a los seglares que, con su trabajo, contribuyen de manera importante a la buena marcha de las tareas que se desarrollan en esta casa. Estad convencidos de que vuestra colaboración es muy valiosa para la organización y funcionamiento de este organismo eclesial. Por ello os animo a seguir trabajando con entusiasmo humano, con sentido profesional y cristiano conscientes de que estáis en el centro mismo desde el que se impulsa la acción pastoral de la Iglesia en España.

6. La nueva organización de la Casa de la Iglesia, los nuevos medios que se ponen en manos de todos vosotros, facilitarán el trabajo, constituyendo un estímulo para vuestras actividades.

Al inaugurar esta casa, estoy seguro de que encontraréis en ella un magnífico instrumento para intensificar la vida pastoral de la Iglesia española.

Os reitero la alegría de estar hoy con vosotros y quiero a la vez hacer llegar a vuestras familias una palabra de afecto y de reconocimiento. A ellas y a vosotros imparto gustosamente mi Bendición Apostólica.  

 



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