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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL EMBAJADOR DE GAMBIA ANTE LA SANTA SEDE
*

Lunes 26 de noviembre de 1984 

 

Señor Embajador:

Me complazco en recibir de usted, Excmo. Señor, las Cartas que le acreditan como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la República de Gambia. Le agradezco el caluroso saludo que me ha transmitido del Exmo. Alhaji Sir Dawda Kairaba Jawara. Correspondo a sus buenos deseos y le ruego a usted que prometa a Su Excelencia mis oraciones por el bien de todos los ciudadanos de su Nación.

He notado con satisfacción su alusión a la Carta de los Derechos de la Familia de la Santa Sede. Con este documento, dirigido principalmente a los gobernantes y responsables del bien común, la Iglesia destacaba los derechos esenciales que están grabados en la conciencia humana e iluminados más aún por la Revelación divina. Al insistir en la aportación insustituible de la familia en la sociedad, la Iglesia se propone hacer cuanto le es posible por estimular, sostener y ayudar a las famillas a desempañar sus propios deberes, especialmente en la promoción de cuanto pueda favorecer la estabilidad del vínculo matrimonial e incrementar el bien de los hijos.

Me da alegría especial el que haya afirmado que su País esta empeñado en promover y salvaguardar los deberes humanos fundamentales de cada persona y cada familia.

Permítame aprovechar esta ocasión para repetir lo que dije en mi Exhortación Apostólica Familiaris consortio: «Ante la dimensión mundial que hoy caracteriza a los diversos problemas sociales, la familia ve que se dilata de una manera totalmente nueva su cometido ante el desarrollo de la sociedad; se trata de cooperar también a establecer un nuevo orden internacional, porque sólo con la solidaridad mundial se pueden afrontar y resolver los enormes y dramáticos problemas de la justicia en el mundo, de la libertad de los pueblos y de la paz de la Humanidad» (n. 48).

Tengo firme esperanza de que su País continuará fomentando esta solidaridad mundial en la Comunidad de las naciones, basada en una vida familiar sana y vigorosa, de modo que disminuyan las tensiones que amenazan actualmente a la Comunidad internacional.

Exmo. Señor: puede estar seguro de la ayuda y cooperación de la Santa Sede en su misión.

Para usted y para la noble Nación a quien representa pido copiosas bendiciones a Dios Todopoderoso. Dios bendiga a Gambia.


*L'Osservatore Romano. Edición semanal en lengua española n. 50 p.19 (p.819).

 



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