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VIAJE APOSTÓLICO A ZIMBABUE, BOTSUANA,
LESOTO, SUAZILANDIA Y MOZAMBIQUE

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
DURANTE SU VISITA AL REY MOSHOESHOE II
EN EL «ROYAL PALACE» DE MASERU*

Jueves 15 de septiembre de 1988

 

Majestad el Rey Moshoeshoe II,
Majestad la Reina Mamohato,
Excelentísimo Presidente del Consejo Militar y del Consejo de Ministros, hermanos Obispos,
miembros del Consejo Militar y Ministros del Gobierno,
señor Juez Supremo,
miembros del Cuerpo Diplomático,
distinguidos empleados del Gobierno,
pueblo amado de Lesotho:

A todos vosotros os digo: Paz, alegría, prosperidad.

1. Me proporciona gran gozo estar en Lesotho. En verdad, como dice el Salmista en la Biblia ¡Este es el día que hizo el Señor, alegrémonos y gocemos en él! (Sal 118, 24). Gracias, Majestad, por sus palabras de bienvenida. Aprecio la amable invitación que me hizo para visitar vuestro País y estoy también agradecido a los obispos católicos de Lesotho que me han invitado igualmente para que viniera. Mi agradecimiento se dirige también hacia los que han participado generosamente en la preparación de esta visita.

Extiendo mi cordial saludo al amado pueblo de esta tierra. Es un placer estar con vosotros. He venido con un espíritu de amistad y estima, agradecido a Dios por esta oportunidad de hablar con vosotros y de aprender de vosotros, deseando ser para todos un servidor de unidad y paz.

2. He venido también como un servidor de Jesucristo, como Pastor supremo de la Iglesia Católica. En este servicio al Señor deseo orar con mis hermanos y hermanas en Cristo, confirmarles en su fe y esperanza y animarles en su amor hacia nuestro Redentor.

Ha sido una alegría especial para mí celebrar la beatificación del padre Joseph Gérard, uno de los primeros misioneros católicos en el pueblo de Basoto y hombre de gran amor a Dios y a vuestros antepasados, siervo de Cristo que anhela ser amigo de todos. El mismo gozó de la amistad del ínclito fundador de esta nación, Su Majestad el Rey Moshoeshoe I.

La Iglesia Católica acaba de conmemorar aquí el CXXV aniversario de la llegada a Lesotho del padre Gérard y sus compañeros. Este acontecimiento y las múltiples bendiciones que el Señor ha derramado sobre la Iglesia aquí, en los años sucesivos, manifiestan la providencia y fidelidad de Dios hacia su pueblo. La memoria de la providencia amorosa de Dios en el pasado estimula a los seguidores actuales de Jesucristo en sus esfuerzos por serle fieles. La beatificación del padre Gérard es, ciertamente, un signo elocuente del pronto crecimiento y vigor de la Iglesia.

3. Estoy contento ante los esfuerzos que está realizando la Iglesia Católica en Lesotho por promover la comprensión y la comunión. Y estoy feliz de que me haya sido posible reunirme con los líderes de otras Comunidades eclesiales en el transcurso de esta visita, ya que si los seguidores de Jesucristo deben ser servidores de la reconciliación en el mundo, deberán también realizar todo esfuerzo por restaurar entre ellos la completa comunión en la fe y en la caridad por la que Él mismo oró.

Sé, también, que los ciudadanos de Lesotho comparten este interés por la unidad y la paz, ya que forma parte de vuestra herencia nacional desde los días del Rey Moshoeshoe I, líder que escogió como medio de gobierno el camino de la tolerancia y el perdón, el diálogo y la persuasión. Estos principios que continúan inspirándoos como nación son dignos de admiración y apoyo. Puedo aseguraros que la Iglesia está siempre dispuesta por su parte para consolidar esta benemérita tradición.

4. Uno de mis objetivos, como Pastor Supremo de la Iglesia, es promover el diálogo y el entendimiento entre los pueblos. Es una de las razones que subyace en las visitas a los países del mundo, y una de las esperanzas al venir a Lesotho.

De hecho, la Iglesia en su totalidad desea un ulterior diálogo entre todos los hombres y mujeres.

La cariñosa bienvenida que me habéis dispensado expresa vuestra propia apertura y aprecio del diálogo. En estos días de mi visita, ha habido oportunidades de gozar los frutos del diálogo, escuchando y hablando recíprocamente. Nos hemos involucrado en el diálogo más importante de todos, el diálogo que es oración, nuestra conversación y comunión con Dios.

5. Os aseguro mi profundo interés por la cultura de Lesotho. Vuestra cordial bienvenida es una expresión de vuestra hospitalidad y bondad. Pido para que mi visita sirva y anime al bienestar de todo el pueblo de Lesotho. De forma especial, ofrezco mi apoyo en la oración a los pobres y enfermos, y a los que no han podido tomar parte en los acontecimientos de estos días. Que conozcan y experimenten la abundante misericordia de Dios. Invoco los dones de paz y alegría que vienen del Señor nuestro Dios sobre todo el amado pueblo de Lesotho.


*L'Osservatore Romano, edición Semanal en lengua española, n.43 p.15.



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