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MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
CON OCASIÓN DE LA FIRMA
DEL «ACUERDO GLOBAL DEFINITIVO» ENTRE ECUADOR Y PERÚ*

 

A los excelentísimos
señores presidentes
de la República del Ecuador y de la República del Perú

Me complace hacerme presente espiritualmente en el momento solemne de la firma del Acuerdo global y definitivo entre Ecuador y Perú, con el que se concluye el proceso de paz iniciado con la «Declaración de paz de Itamaraty», del 17 de febrero de 1995.

Me uno a la alegría de vuestros nobles pueblos, tan queridos por mí, que están unidos por muchos vínculos comunes de fe cristiana y de cultura, los cuales ven hoy cómo se cierra un capítulo doloroso de la historia de sus relaciones y se abren perspectivas duraderas de paz.

El Acuerdo tiene un alto significado, tanto para el continente americano, a la búsqueda de una integración cada vez mayor, como para toda la comunidad internacional.

Deseo congratularme vivamente con el señor presidente del Ecuador, doctor Jamil Mahuad, y con el señor presidente del Perú, ingeniero Alberto Fujimori, por el logro alcanzado.

Quiero expresar una especial gratitud a los países garantes del «Protocolo de paz, amistad y límites de Río de Janeiro » —Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos— y a sus jefes de Estado, que han manifestado una continua disponibilidad para ayudar a las partes y cuya activa colaboración, coordinada de modo eficaz por el señor presidente Henrique Cardoso, ha permitido de modo determinante llegar al destino.

Mi pensamiento se dirige también a las comunidades católicas en Ecuador y Perú, que, bajo la guía de sus pastores, con iniciativas oportunas —como, por ejemplo, las jornadas de oración por la paz— han sabido promover una auténtica «pedagogía de la paz». No dudo de que continuarán por este camino.

Deseo vivamente que vuestras naciones hermanas no dejen de avanzar, con voluntad firme y perseverante, por las vías trazadas por este Acuerdo, confiando a todos a la intercesión de santa Marianita de Quito, de santa Rosa de Lima y, sobre todo, de la santísima Virgen María, Reina de la paz, tan amada y venerada por las poblaciones de ambos países.

Sobre vuestras personas, señores presidentes, y vuestros colaboradores, sobre todo Ecuador y Perú, así como sobre quienes están ahí presentes, invoco de corazón la bendición de Dios omnipotente.

Vaticano, 23 de octubre de 1998.

IOANNES PAULUS PP. II


*Insegnamenti di Giovanni Paolo II, vol. XXI, 2 pp. 811-812.

L'Osservatore Romano 28.10.1998 p.1.

L'Osservatore Romano. Edición semanal en lengua española, n.44, p.1 (p.601).



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