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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS REDACTORES Y COLABORADORES
DE LA ENCICLOPEDIA CATÓLICA RUSA


Martes 23 de abril de 2002

 

Venerados hermanos en el episcopado;
estimados académicos y profesores;
amadísimos hermanos y hermanas: 

1. Es para mí motivo de alegría espiritual acogeros hoy en esta audiencia especial. Habéis venido para presentar al Papa el primer volumen de la gran Enciclopedia católica rusa, fruto de vuestro esfuerzo y de vuestro amor a la Iglesia. ¡Gracias de corazón!

Saludo con afecto fraterno al querido monseñor Tadeusz Kondrusiewicz, arzobispo metropolitano de la Madre de Dios en Moscú. Me complace la iniciativa, acogida y sostenida por él, de ofrecer al pueblo ruso este significativo don que ilustra la tradición, la vida y la doctrina de la Iglesia católica. Al dirigirme a él, deseo enviar mi afectuoso saludo a los pastores y a los fieles católicos de la Federación rusa.

Expreso, además, mi agradecimiento al cualificado equipo de estudiosos, académicos, redactores y colaboradores que, coordinados por el padre Gregorio Ciorok, han iniciado con laudable competencia esta benemérita empresa.

Mi gratitud se extiende a cuantos, con clarividente generosidad, han sostenido la realización práctica de la obra. ¡El Señor recompense abundantemente a cada uno!

2. Queridos hermanos, me alegra que, a pesar de las dificultades, hayáis concluido felizmente esta primera etapa de vuestro programa. La enciclopedia que habéis preparado constituye una importante contribución que los católicos desean ofrecer a las personas de lengua rusa que quieran profundizar los tesoros que Dios ha concedido a los hombres mediante su Iglesia. Con esta obra, la comunidad católica presente en tierra rusa desde hace muchos siglos quiere reafirmar su voluntad de contribuir a ilustrar la gran cultura rusa, a fin de entablar con ella un diálogo provechoso y fecundo, para bien del pueblo que la expresa.

Espero que vuestro esfuerzo contribuya a la profundización del conocimiento recíproco y la estima entre cuantos viven el Evangelio de Cristo en vuestra amada patria. En efecto, las fuentes comunes de la fe y las respectivas tradiciones legítimas dan testimonio del mandato del Señor Jesús de llevar el Evangelio a todos los lugares de la tierra (cf. Mt 28, 19-20).

Con estos sentimientos, invocando la intercesión de María, Madre de la Iglesia, y de san Cirilo y san Metodio sobre todo el amado pueblo ruso, os imparto a vosotros y a vuestras comunidades mi cordial bendición, propiciadora de abundantes frutos espirituales.



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