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ALOCUCIÓN DEL PAPA JUAN PABLO II
A UN GRUPO DE PERIODISTAS CATÓLICOS


Viernes 6 de diciembre de 2002 

 

Queridos amigos en Cristo: 

Me complace tener esta oportunidad de encontrarme con vosotros, miembros de la Unión católica internacional de la prensa, al celebrar vuestra organización su 75° aniversario. En esta feliz ocasión, os expreso a todos mi más cordial saludo y mis mejores deseos, y agradezco al arzobispo John Foley, presidente del Consejo pontificio para las comunicaciones sociales, las amables palabras que me ha dirigido en vuestro nombre.

Desde su fundación, la Unión ha tenido un crecimiento y  desarrollo  notables. Lo pone de manifiesto el hecho de que vuestro primer congreso mundial, celebrado en 1930, reunió a 230 periodistas católicos de 33 países diferentes, mientras que el último, que tuvo lugar el año pasado, convocó a 1080 periodistas católicos procedentes de 106 países de todo el mundo. Ciertamente, este incremento numérico ha ido acompañado por una conciencia cada vez más profunda de la importancia de vuestra identidad católica en el ámbito del periodismo, especialmente en el contexto de nuestro mundo, en rápida transformación.

Podemos preguntarnos:  ¿qué significa ser periodista católico profesional? Significa simplemente ser una persona íntegra, un hombre cuya vida personal y profesional refleja las enseñanzas de Jesús y del Evangelio. Significa luchar por los más altos ideales de excelencia profesional, siendo hombres o mujeres de oración que tratan de dar siempre lo mejor que tienen. Significa tener la valentía de buscar y comunicar la verdad, incluso cuando la verdad es molesta o no se la considera "políticamente correcta". Significa ser sensible a los aspectos morales, religiosos y espirituales de la vida humana, aspectos que a menudo se tergiversan o ignoran deliberadamente. Significa informar no sólo sobre los delitos y las tragedias que ocurren, sino también sobre las acciones positivas y edificantes realizadas en favor de las personas necesitadas:  los pobres, los enfermos, los discapacitados, los ancianos y los que, de cualquier modo, se ven olvidados por la sociedad. Significa ofrecer ejemplos de esperanza y heroísmo a un mundo que los necesita desesperadamente.

Queridos amigos, estos son algunos de los aspectos que deben caracterizar vuestra vida profesional de periodistas católicos. Y este es el espíritu que la Unión católica internacional de la prensa debe esforzarse siempre por encarnar en sus miembros y en sus actividades. Con mi cordial felicitación por el 75° aniversario de vuestro distinguido servicio a estos ideales, pido a Dios que vuestra organización siga siendo fuente de fraternidad y apoyo para los católicos que trabajan en el mundo del periodismo. Que os ayude a fortalecer vuestro compromiso con Cristo en vuestra profesión y a través de ella. Con afecto en el Señor, os imparto cordialmente a vosotros y a vuestras familias mi bendición apostólica.



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