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ALOCUCIÓN DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A UNA DELEGACIÓN INTERRELIGIOSA DE INDONESIA


Jueves 20 de febrero de 2003

 

Eminencia; distinguidos amigos: 

Me complace saludaros, miembros de la delegación interreligiosa de Indonesia. Vuestra presencia aquí me recuerda vivamente la visita pastoral que realicé a Indonesia, en 1989, una ocasión llena de afecto y aprecio mutuos, que me permitió experimentar personalmente la variedad de vuestra rica herencia cultural y religiosa.

En este tiempo de gran tensión para el mundo, habéis venido a Roma, y me alegra tener esta ocasión de hablaros. Con la posibilidad real de la guerra que se vislumbra en el horizonte, no debemos permitir que las cuestiones políticas se conviertan en una fuente de ulterior división entre las religiones del mundo. En efecto, ni la amenaza de la guerra ni la guerra en sí misma deberían sembrar la discordia entre cristianos, musulmanes, budistas, hinduistas y los miembros de otras religiones. Como líderes religiosos comprometidos en favor de la paz, deberíamos trabajar juntos con nuestro pueblo, con los creyentes de las demás religiones y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, para promover la comprensión, la cooperación y la solidaridad. Al inicio de este año, dije:  «La guerra es siempre una derrota de la humanidad"» (Discurso al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, 13 de enero de 2003, n. 4:  L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 17 de enero de 2003, p. 3). También es una tragedia para la religión.

Oro fervientemente a Dios para que nuestros esfuerzos por promover la comprensión y la confianza mutuas den abundantes frutos y ayuden al mundo a evitar el conflicto, porque, con el compromiso y la cooperación continua, las culturas y las religiones lograrán «echar por tierra las barreras que dividen a los unos de los otros, fomentar la recíproca comprensión y perdonar a cuantos nos hayan injuriado» (Pacem in terris, V). Este es el camino que lleva a la verdadera paz en la tierra. Trabajemos y oremos juntos por esta paz.

Sobre vosotros y sobre el amado pueblo de Indonesia invoco abundantes bendiciones divinas.

 



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