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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS PARTICIPANTES EN EL SIMPOSIO
SOBRE "UNIVERSIDAD E IGLESIA EN EUROPA"

Castelgandolfo
S
ábado 19 de julio de 2003

 

Venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
ilustres señores rectores y profesores;
amadísimos jóvenes universitarios: 

1. Me alegra mucho acogeros con ocasión del simposio "Universidad e Iglesia en Europa", organizado por el Consejo de las Conferencias episcopales de Europa y por la Comisión episcopal italiana para la Universidad, en colaboración con el Ministerio para la Universidad. Agradezco cordialmente a monseñor Amédée Grab las palabras con que ha introducido este encuentro, y a las autoridades civiles y académicas su grata presencia. A todos, profesores, capellanes y alumnos, doy mi cordial bienvenida.

Os habéis dado cita en Roma con ocasión del VII centenario de la universidad más antigua de la ciudad, "La Sapienza". Desde Roma vuestro horizonte se ensancha en estos días a toda Europa, para reflexionar sobre la relación entre Universidad e Iglesia, al inicio del tercer milenio.

2. Esta relación nos conduce directamente al corazón de Europa, allí donde su civilización ha llegado a expresarse en una de sus instituciones más emblemáticas. Nos hallamos en los siglos XIII y XIV:  la época en la que toma forma el "humanismo", como acertada síntesis entre el saber teológico, el filosófico y las demás ciencias. Síntesis inimaginable sin el cristianismo y, por tanto, sin la obra secular de evangelización realizada por la Iglesia en el encuentro con las múltiples realidades étnicas y culturales del continente (cf. Discurso al V Simposio de los obispos de Europa, 19 de diciembre de 1978, n. 3).

Esta memoria histórica es indispensable para fundar la perspectiva cultural de la Europa de hoy y de mañana, en cuya construcción la Universidad está llamada a desempeñar una función insustituible.

Como la nueva Europa no puede proyectarse sin tomar de sus raíces, lo mismo puede decirse de la Universidad, pues es el lugar, por excelencia, de la búsqueda de la verdad, del análisis esmerado de los fenómenos en la constante aspiración a síntesis cada vez más perfectas y fecundas. Y, como Europa no puede reducirse a un mercado, del mismo modo la Universidad, aun debiendo insertarse bien en el entramado social y económico, no puede subordinarse a sus exigencias, so pena de perder su naturaleza, que sigue siendo principalmente cultural.

3. Así, la Iglesia en Europa mira a la Universidad con la estima y la confianza de siempre, comprometiéndose a dar su multiforme contribución. Ante todo, con la presencia de profesores y alumnos que sepan conjugar la competencia y el rigor científico con una intensa vida espiritual, de modo que animen con espíritu evangélico el ambiente universitario. En segundo lugar, mediante las universidades católicas, en las que se actualiza la herencia de las antiguas universidades, nacidas ex corde Ecclesiae. Además, deseo reafirmar la importancia de los llamados "laboratorios culturales", que oportunamente constituyen una opción prioritaria de la pastoral universitaria a nivel europeo. En ellos se mantiene un diálogo constructivo entre fe y cultura, entre ciencia, filosofía y teología, y la ética se considera exigencia intrínseca de la investigación con vistas a un auténtico servicio al hombre (cf. Discurso a los participantes en el encuentro mundial de profesores universitarios, 9 de septiembre de 2000, n. 5).

A vosotros, profesores, os aliento; a vosotros, alumnos, os exhorto a aprovechar con empeño vuestros talentos; a todos os deseo que colaboréis siempre en la promoción de la vida y la dignidad del hombre.

Dentro de poco encenderé la antorcha que con relevos será llevada a la iglesia de San Ivo en la Sapienza, pasando por las diversas sedes universitarias de Roma: es un modo de destacar el significado y el valor del VII centenario de la universidad "La Sapienza".

María santísima, Sede de la sabiduría, vele siempre sobre vosotros. Os acompaño con mi oración y mi bendición.

Saludo a los profesores y a los alumnos de lengua francesa, expresándoles mis mejores deseos para sus investigaciones y para su participación en la animación cristiana del mundo universitario.

Saludo cordialmente a los participantes de lengua inglesa, y los animo a promover en sus universidades el estudio de las raíces cristianas de Europa.

Saludo a todos los participantes de lengua alemana. Que la comunión y el trabajo en común a la luz de Cristo realicen la nueva evangelización en el ámbito de las universidades.

A los profesores y estudiantes de lengua española les dirijo un cordial saludo, animándolos a trabajar siempre por la promoción integral de la persona humana.

Saludo cordialmente a los profesores y alumnos procedentes de Polonia, Ucrania, Rusia y Bielorrusia. Sed, en vuestras universidades, portadores del mensaje cristiano, que orienta al hombre en el camino de la auténtica libertad.

 



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