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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
EN EL CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE GIORGIO LA PIRA


Lunes 26 de abril de 2004

 

Señor cardenal;
ilustres representantes de la Asociación nacional de municipios italianos:

1. Me alegra daros una cordial bienvenida a este encuentro, que se sitúa en el marco de las celebraciones por el centenario del nacimiento del profesor Giorgio La Pira. Os saludo a cada uno de vosotros y a las ciudades que aquí representáis. En particular, saludo al cardenal Ennio Antonelli, arzobispo de Florencia, así como al alcalde de esa ciudad y presidente de la Asociación, señor Leonardo Domenici, al que agradezco las palabras que me ha dirigido, aludiendo al servicio que prestó Giorgio La Pira a la causa de la convivencia fraterna entre las naciones. A este propósito, he apreciado que, precisamente para recordar de modo efectivo su esfuerzo encaminado a favorecer la amistad entre los pueblos que se inspiran en Abraham —judíos, cristianos y musulmanes—, vuestra asociación haya decidido dar una ayuda concreta al Hospital infantil de la Cáritas de Belén.

2. Os expreso mi aprecio cordial por este generoso gesto, que honra la memoria de Giorgio La Pira, figura eminente de la política, de la cultura y de la espiritualidad del siglo recién transcurrido.

Ante los poderosos de la tierra expuso con firmeza sus ideas de creyente y de hombre amante de la paz, invitando a sus interlocutores a un esfuerzo común para promover ese bien fundamental en los diversos ámbitos:  en la sociedad, en la política, en la economía, en las culturas y entre las religiones.

En la teoría y en la praxis política, La Pira sentía la exigencia de aplicar la metodología del Evangelio, inspirándose en el mandamiento del amor y del perdón. Siguen siendo emblemáticos los "Encuentros para la paz y la civilización cristiana", que organizó en Florencia de 1952 a 1956, con el fin de favorecer la amistad entre cristianos, judíos y musulmanes.

3. En una carta a su amigo Amintore Fanfani, escribió palabras de una sorprendente actualidad:  "Los políticos son guías civiles, a los que el Señor confía, a través de las técnicas cambiantes de los tiempos, el mandato de guiar a los pueblos hacia la paz, la unidad y la promoción espiritual y civil de cada pueblo y de todos juntos" (22 de octubre de 1964).

Fue extraordinaria la experiencia de La Pira como hombre político y creyente, capaz de unir la contemplación y la oración con la actividad social y administrativa, con una predilección por los pobres y por los que sufren.

Que este luminoso testimonio, queridos alcaldes, inspire vuestras opciones y vuestras acciones diarias. Siguiendo el ejemplo de Giorgio La Pira, poneos generosamente al servicio de vuestras comunidades, con una atención especial a los jóvenes, favoreciendo también su progreso espiritual. Cultivad sin cesar los valores humanos y cristianos que forman el rico patrimonio ideal de Europa.

Ha dado vida a una civilización que, a lo largo de los siglos, ha favorecido el nacimiento de sociedades auténticamente democráticas. Sin fundamentos éticos, la democracia corre el riesgo de deteriorarse con el tiempo e, incluso, de desaparecer.

Gracias a la contribución de todos, se puede hacer realidad el sueño de un mundo mejor. Dios conceda a la humanidad que se realice esta profecía de paz. Acompaño este deseo con la oración, a la vez que os bendigo a todos de corazón.

 



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