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CARTA DE SU SANTIDAD JUAN XXIII
A LA DIÓCESIS DE CÓRDOBA CON MOTIVO DEL IV CENTENARIO
DE LA LLEGADA DE LA IMAGEN DE MARÍA SANTÍSIMA DE ARACELI
DESDE ROMA A LUCENA

 

En el IV Centenario de la Virgen de Araceli, desde esta Roma de la que un día fue llevada esa bendita imagen, Nos es grato dirigiros a vosotros, queridos hijos de Lucena y de la Diócesis de Córdoba, un saludo paterno con que testimoniaros nuestro afecto y exhortaros a celebrar estas fiestas jubilares en el mayor fervor de vida cristiana. Bien sabemos cómo vuestros corazones se sienten encadenados a ese devoto santuario de Aras, relicario en que se custodia tan rico tesoro, desde el que hace cuatro siglos, por la manos de María, están lloviendo las gracias del cielo sobre vuestras campiñas y hogares.

La historia religiosa de vuestra comarca ha recibido de su influjo espiritual fisonomía propia, rica en manifestaciones de fe y de piedad mariana.

En las proximidades del Concilio Vaticano II la Virgen de Araceli, como otrora en los tiempos del Concilio de Trento, es portadora de mensajes de misericordia y ternura maternal, de pureza de alma y de renovación de costumbres. Ella muestra el camino seguro para seguir a Jesús con una conciencia delicada y recta, con una práctica religiosa constante y sincera y, como fruto de todo ello, con la observancia de la justicia y caridad en la aplicación de la doctrina social de la Iglesia.

Que viváis, amadísimos Hijos, en toda su profundidad y extensión la realidad espiritual de estas conmemoraciones a fin de que vuestro homenaje a la Santísima Virgen le sea agradable. Tales son, estamos seguros de ello, vuestros deseos, pues tenéis bien presente, al honrar a María, que, como decía el Beato Juan de Ávila, "los que no gozan el fruto de su vientre, no viven con la vida que trajo, ni reciben el perdón ni su gracia; éstos no la alaban ni la aman, y si la aman no es de verdad, porque aquel que de verdad la ama, oye y guarda sus palabras".

A la poderosa intercesión de "la Reina de esas Tierras" confiamos todas vuestras intenciones y necesidades, para que las presente ante nuestro Señor Jesucristo, mientras le pedimos que os bendiga con la bendición materna de la cual es prenda la Nuestra que de corazón otorgamos a Lucena, a su comarca y a toda la Diócesis de Córdoba.

El Vaticano, 17 de abril de 1962.

IOANNES XXIII PP.



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