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DISCURSO DEL SANTO PADRE PABLO VI
AL NUEVO EMBAJADOR DE LA REPÚBLICA DE GUATEMALA
ANTE LA SANTA SEDE*

Jueves 22 de diciembre de 1966

 

Señor Embajador:

Nos cabe la alegría de recibir en estos momentos de manos de Vuestra Excelencia las Cartas Credenciales con que el Excelentísimo Señor Presidente de la República de Guatemala le acredita en cualidad de Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de su País ante esta Santa Sede.

Les hermosas palabras que con tal motivo Vuestra Excelencia acaba de pronunciar Nos merecen la más viva gratitud: así se lo expresamos pues vemos en ellas los nobles propósitos que le animan para el ejercicio del alto cargo con que se apresta a fomentar y continuar las felices relaciones existentes entre Guatemala y la Santa Sede. Para ello puede contar con el sincero apoyo por parte Nuestra y con la comprensión y ayuda de Nuestros colaboradores.

Sabemos además que tan laudable tarea ha de encontrar el aplauso del católico Pueblo Guatemalteco cuyas tradiciones religiosas tanto apreciamos, cuyo caminar cristiano acompañan y estimulan celosos Pastores, cuyo porvenir está continuamente en el centro de Nuestro interés y de Nuestra oración al Todopoderoso. Sí, en medio de la atención que, como a Padre universal, las almas confiadas por Jesucristo Nos reclaman, tenemos puestos los ojos con especial amor en Guatemala invocando sobre su tierra bella y bravía, de volcanes, cordilleras y ríos caudalosos la asistencia amorosa del Cielo, sobre su industriosa población la armonía y la paz en la fraterna convivencia y participación justa de las riquezas patrias, sobre cada uno de sus bogares y familias la perseverancia en la fe católica y en la práctica consciente de la vida cristiana.

Trasmitid, Señor Embajador, al Excelentísimo Señor Presidente de la República la gratitud con que acogemos sus votos y al mismo tiempo manifestadle los fervientes deseos que formulamos por el feliz éxito de su mandato, por el mayor bienestar de todos los hijos de tan nobilísimo País y por la grandeza de Guatemala. A toda ella, y en particular a Vuestra Excelencia y a su distinguida familia, impartimos de corazón, en prenda de las del Cielo, Nuestra Bendición Apostólica.


*AAS 59 (1967), p.46.

Insegnamenti di Paolo VI, vol. IV, p.439-440.

L'Osservatore Romano 23.12.1966, p.1.

L’Attività della Santa Sede 1966, p.806-807.

                 



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