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DISCURSO DE SU SANTIDAD PABLO VI
AL PRIMER MINISTRO DE LIBIA
*

Miércoles 30 de abril de 1975

 

Con gusto Nos recibimos la visita de Su Excelencia, la cual, al cabo de un período de poco más de un año, Nos permite una vez más intercambiar ideas y puntos de vista en la misma atmósfera de franca cordialidad que caracterizó la visita que Nos hizo Su Excelencia en febrero del año pasado.

En aquella ocasión Nos expresamos Nuestro aprecio por la elevada consideración de los valores espirituales y religiosos manifestada por Su Excelencia, a la vez que confirmó por ambas partes un deseo sincero de diálogo esperanzador y leal. Hoy Nos podemos, observar con satisfacción que tales sentimientos han empezado a dar resultados positivos: las relaciones de mutua comprensión se han concretado más, y la Iglesia católica, enviando personal religioso para asistir en los hospitales, ha tenido la posibilidad de ampliar aún más su colaboración en orden al progreso, al desarrollo y al bienestar de la nación Libia. De este modo, las religiosas, cumpliendo generosamente su misión de ayudar a los enfermos que sufren, son al mismo tiempo prueba fehaciente del espíritu de fraternidad con los musulmanes y con todos los hombres, que anima a los cristianos.

Como usted ha podido ver, Nos tenemos muy presentes las cuestiones referentes a la situación en el Oriente Medio. Al final de este encuentro y consciente de las dificultades que existen actualmente en el camino hacia la paz, Nos queremos reiterar Nuestro deseo de que todas las partes interesadas esfuerzan al máximo por llegar – mediante negociaciones leales – a soluciones justas y estables, que tengan en cuenta el aspecto religioso y espiritual del problema.


*L'Osservatore Romano, edición en lengua española, n.19, p.4.

 



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