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DISCURSO DEL PAPA PABLO VI
AL NUEVO EMBAJADOR DEL PERÚ
ANTE LA SANTA SEDE*

Jueves 23 de junio de 1977

 

Señor Embajador:

En este acto de presentación de las Cartas que lo acreditan como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario del Perú ante la Santa Sede, nos es grato dar a Vuestra Excelencia nuestra más cordial bienvenida.

Hemos escuchado vivamente complacido sus expresivas palabras. Vemos en ellas un claro testimonio no sólo de los sentimientos religiosos que animan al Pueblo peruano, sino también de leal reconocimiento a la fructuosa presencia de la Iglesia en su País, habiendo ella compartido en todo momento la trayectoria humana y espiritual que le ha dado una propia configuración.

Como acaba de observar Vuestra Excelencia, la Iglesia en el desarrollo de su quehacer específico, lejos de obrar a impulso de móviles temporales, sigue poniendo a disposición de la sociedad humana las luces y energías que brotan sin cesar de su misión salvadora. Y no otro es nuestro pensamiento, al que también ha aludido Vuestra Excelencia, cuando año tras año hemos hecho un repetido llamamiento a no ahorrar esfuerzos en favor de la causa de la paz.

Inquietudes, esperanzas y afanes convergen hoy más que nunca hacia este apremiante objetivo. A medida que se le dé aliento y vigor, irán surgiendo y adquiriendo consistencia iniciativas que, superando miras discordantes con la dignidad de la persona humana, se orienten decididamente a dotar al hombre de los recursos necesarios a la expansión integra de sus aptitudes y sostenerlo en su aspiración por lograr una convivencia fraterna, en medio de una comunidad cada vez más justa, más libre y más auténticamente humana.

Sabemos muy bien que estos ideales han hallado eco insistente en el Perú. En este sentido nos alegramos de ver cómo la Iglesia, Pastores y fieles, están desplegando una intensa actividad, solidaria con todo cuanto tiende a promover el bien común, pero atenta sobre todo al progreso cultural, moral y también material de los más necesitados.

Señor Embajador, con nuestra benevolencia y nuestros mejores votos por el feliz cumplimiento de la misión que le ha confiado el Señor Presidente del Perú, a quien agradecemos su deferente saludo, rogamos a Vuestra Excelencia se haga intérprete de nuestros mejores deseos ante las Autoridades y ante todos nuestros amadísimos hijos peruanos, sobre quienes invocamos copiosas bendiciones divinas.


*AAS 69 (1977), p.485-486.

Insegnamenti di Paolo VI, vol. XV p.643-644.

L'Osservatore Romano 24.6.1977, p.1.

L’Attività della Santa Sede 1977 p.200.

L'Osservatore Romano, edición en lengua española, n.26, p.8.



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