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 DISCURSO DE SU SANTIDAD PABLO VI
AL REY HUSSEIN DE JORDANIA*


Sábado 29 de abril de 1978

 

Majestad:

Nos proporciona gran placer dar nuestra más cordial bienvenida a Vuestra Majestad y a las distinguidas personalidades que os acompañan.

Este encuentro nos trae a la mente la amable visita que nos hicisteis en mayo de 1964 y, sobre todo, los días inolvidables de nuestra peregrinación a Tierra Santa, durante la que Vos y vuestro pueblo nos tributasteis un recibimiento muy caluroso y espontáneo.

Aprovechamos esta ocasión para renovar al noble pueblo de vuestro reino nuestros fervientes deseos de prosperidad y paz, con la bendición del Altísimo. Abrigamos la esperanza de que el desarrollo económico y social que está llevando a cabo vuestro país, bajo la guía sapiente de quienes lo gobiernan, vaya siempre al unísono con el profundo espíritu religioso y moral de todos los ciudadanos y, en especial, de la generación joven ya desde el primer momento de su educación.

Vuestra Majestad puede estar seguro de la lealtad con que la comunidad católica de Jordania contribuirá, dentro de su propio campo, a ese progreso en colaboración con las autoridades y con sus compatriotas.

El problema de la paz en ese Oriente Medio tan turbado es fuente de viva preocupación y de inquietud constante de la Santa Sede, como usted sabe. Conociendo el afán de Vuestra Majestad por lograr una paz fundada en el reconocimiento equilibrado y justo de las demandas legítimas de las distintas partes, deseamos manifestaros nuestro fuerte deseo de que los líderes a quienes compete lleguen con decisión a dominar los puntos cruciales del conflicto y encontrar solución rápida, poniendo a contribución sabiduría y buena voluntad. Y en especial manifestamos una vez más la esperanza de que se ponga fin, según justicia, a la triste situación de los palestinos; y de que Jerusalén, Ciudad Santa para las tres grandes religiones monoteístas del judaísmo, cristianismo e islam, llegue a ser de verdad "un lugar elevado" de paz y encuentro de pueblos de todas las partes del mundo que, a pesar de su diversidad, se unen y hermanan en el culto que ofrecen a un solo y único Dios.

Con estos deseos rogamos al Todopoderoso que conceda a Vuestra Majestad, a la familia real y a todo el Reino de Jordania su protección y abundancia de favores.

 


*ORe n.20 p.11.

 



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