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FREDRICH OVERBECK (1789-1869)
ACUARELA SOBRE CARTÓN - MUSEOS VATICANOS

NOVENA ESTACIÓN
Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén
      

V /. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R /. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelio según San Lucas. 23, 27-31

Lo seguía un gran gentío del pueblo
y de mujeres que se daban golpes y lanzaban lamentos por él.
Jesús se volvió hacia ellas y les dijo:
"Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí,
llorad por vosotras y por vuestros hijos,
porque mirad, llegará el día que dirán:
Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz
y los pechos que no han criado.
Entonces empezarán a decirles a los montes:
¡Desplomaos sobre nosotros! y a las colinas: ¡Sepultadnos!
porque si así tratan al leño verde, ¿qué pasará con el seco?".

MEDITACIÓN

El cortejo del condenado avanza.
Por escolta: soldados y un puñado de mujeres llorando,
mujeres venidas de Galilea a la ciudad santa con él y los discípulos.
Conocen a aquel hombre.
Han escuchado su palabra de vida,
lo aman como maestro y profeta.
¿Esperaban que fuese el liberador de Israel? (Lc 24, 21).
No lo sabemos, pero ahora lloran a aquel hombre
como se llora a una persona querida,
como él lloró al amigo Lázaro.
Él las une a su sufrimiento,
una nueva luz ilumina su dolor.
La voz de Jesús habla de juicio,
pero llama a la conversión;
anuncia dolores,
pero como dolores de parturienta.
El madero verde recobrará la vida
y el leño seco será partícipe de ello.

ORACIÓN

Jesús, Rey de gloria, coronado de espinas,
con el rostro cubierto de sangre y salivazos,
enséñanos a buscar incesantemente tu rostro (Sal 27, 8-9)
para que su luz ilumine nuestro camino (Sal 89, 15);
enséñanos a vislumbrarlo bajo el semblante del hombre
marcado por la enfermedad,
derribado por el desaliento,
envilecido por la injusticia.
Haz que en nuestros ojos se impriman
los rasgos de tu rostro amado;
del que los "más pequeños de tus hermanos" (Mt 25, 40)
son un reflejo luminoso,
sacramento de tu presencia entre nosotros.

Jesús,
acompañado al monte de la Calavera
por un cortejo de mujeres en llanto:
ellas han conocido tu rostro de luz, tu palabra de gracia.

R /. A ti la alabanza y la gloria por los siglos.

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Eia mater, fons amoris,
me sentire vim doloris
fac, ut tecum lugeam.

   

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