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FREDRICH OVERBECK (1789-1869)
ACUARELA SOBRE CARTÓN - MUSEOS VATICANOS

DÉCIMA ESTACIÓN
Jesús es crucificado
  

V /. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R /. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelio según San Lucas. 23, 33. 47b

Cuando llegaron al lugar llamado "La Calavera",
lo crucificaron allí, a él y a los dos malhechores,
uno a la derecha y otro a la izquierda.
El centurión daba gloria a Dios diciendo:
"Realmente, este hombre era justo".

MEDITACIÓN

Una colina fuera de la ciudad, un abismo de dolor y humillación.
Levantado entre cielo y tierra está un hombre:
clavado en la cruz,
suplicio reservado a los malditos de Dios y de los hombres.
Junto a él otros condenados
que no son dignos ya del nombre de hombre.
Sin embargo Jesús,
que siente que su espíritu lo abandona,
no abandona a los otros hombres,
extiende los brazos para acoger a todos,
al que nadie quiere ya acoger.
Desfigurado por el dolor,
marcado por los ultrajes,
el rostro de aquel hombre
le habla al hombre de otra justicia.
Derrotado, burlado, denigrado,
aquel condenado devuelve la dignidad a todo hombre:
a tanto dolor puede llevar el amor,
de tanto amor viene el rescate de todo dolor.
"Verdaderamente aquel hombre era justo" (Lc 23, 47b).

ORACIÓN

Jesús,
de entre tu pueblo,
sólo un pequeño rebaño,
al cual el Padre se ha complacido en dar su Reino (Lc 12, 32),
te ha reconocido como Dios y Salvador,
pero tu Espíritu muy pronto hará de ellos testigos
"en Jerusalén, en toda Judea y
Samaria y hasta los confines de la tierra" (Hch 1, 8).
Concede a los que anuncian tu Palabra en el mundo entero,
la audacia (Flp 1, 14) y la libertad (Flm 1, 8) gloriosa,
gracias a las cuales tu Espíritu irrumpe con la fuerza de la Pascua
y el lenguaje de la cruz, escándalo a los ojos del mundo,
se convierte en sabiduría para los que creen (1 Co 1, 17 ss).

Jesús,
tu muerte, oblación pura para que todos tengan la vida,
ha revelado tu identidad de Hijo de Dios e Hijo del hombre.

R /. A ti la alabanza y la gloria por los siglos.

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Fac ut ardeat cor meum
in amando Christum Deum,
ut sibi complaceam.

    

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