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Vía Crucis - Siglo XX
Archivo Casa Generalicia S.V.D.- Roma

NOVENA ESTACIÓN
Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén
      

V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Del Evangelio según san Lucas 23, 27-28

Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por él. Jesús, volviéndose a ellas, dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos».

MEDITACIÓN

El amor infunde a las mujeres, a las madres, una inmensa capacidad de aguante en el sufrimiento. Sufren por culpa de los hombres, sufren por sus hijos. Recordemos a las madres de tantos jóvenes perseguidos y hechos prisioneros por causa de Cristo. ¡Cuántas largas noches de insomnio han pasado llorando esas madres! Recordemos a las madres que, corriendo el riesgo de ser arrestadas o perseguidas, han perseverado en la oración en familia, cultivando en el corazón la esperanza de tiempos mejores.

ORACIÓN

Jesús, al igual que, a pesar de tus sufrimientos, te preocupaste de dirigir tu palabra a las mujeres en la vía de la cruz, haz que también hoy se escuche tu voz llena de consuelo y de luz para tantas mujeres que sufren.

Tú las exhortas a no llorar por ti, sino por ellas mismas y por sus hijos.

Llorando por ti, lloran sufrimientos que traen la salvación a la humanidad y son, por tanto, causa de gozo. En cambio, deberían llorar por los sufrimientos causados por los pecados, que las convierten a ellas, a sus hijos y a todos nosotros en leños secos que merecen ser echados al fuego.

Tú, Señor, enviaste a tu Madre a Lourdes y a Fátima para recordarnos este mismo mensaje:  «Haced penitencia y rezad para apaciguar la ira de Dios». Haz que acojamos de una vez con corazón sincero esta invocación llena de dolor.

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Eia, mater, fons amoris,
me sentire  vim doloris
fac, ut tecum lugeam.

 

© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana

   

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