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Vía Crucis - Siglo XX
Archivo Casa Generalicia S.V.D.- Roma

DECIMOCUARTA ESTACIÓN
Jesús es bajado de la cruz y puesto en el sepulcro
   

V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Del Evangelio según san Marcos 15, 46

José de Arimatea compró una sábana y, bajando a Jesús, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro, excavado en una roca.

MEDITACIÓN

Jesús eligió no descender vivo de la cruz sino resucitar del sepulcro. Muerte verdadera, silencio auténtico, la Palabra de vida calla durante tres días.

Imaginemos el desconsuelo de nuestros progenitores ante el cuerpo sin vida de Abel, la primera víctima de la muerte.

Pensemos en el dolor de María, acogiendo en su regazo a Jesús, el cual, reducido a un cúmulo de llagas, gusano más que hombre, ya no puede corresponder a la mirada de amor de su madre. Ahora ella debe depositarlo en las gélidas piedras del sepulcro, después de haberlo rápidamente limpiado y arreglado. Ahora sólo queda esperar. Parece interminable la espera del tercer día.

ORACIÓN

Señor, los tres días nos parecen muy largos. Nuestros hermanos fuertes se cansan, los débiles flaquean cada vez más, mientras los prepotentes se yerguen jactanciosos. Señor, concede perseverancia a los fuertes, zarandea a los débiles y convierte todos los corazones.

¿Hacemos bien en tener prisa y pretender ver rápidamente una victoria de la Iglesia? ¿Acaso no es nuestra victoria lo que tenemos ansia de ver? Señor, haznos perseverantes para estar junto a la Iglesia del silencio y aceptar desaparecer y morir como el grano de trigo.

Haznos escuchar tu palabra, Señor: «No tengáis miedo. Yo he vencido al mundo. No falto nunca a la cita. Estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo». Señor, aumenta nuestra fe.

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Quando corpus morietur,
fac ut animæ donetur
paradisi goria. Amen.

 

 

El Santo Padre dirige su palabra a los presentes.

Al final del discurso, el Santo Padre imparte la Bendición Apostólica:

BENDICIÓN

V.  Dominus vobiscum.
R. 
Et cum spiritu tuo.

V. Sit nomen Domini benedictum.
R. 
Ex hoc nunc et usque in sæculum.

V. Adiutorium nostrum nomine Domini.
R. 
Qui fecit cælum et terram.

V. Benedicat vos omnipotens Deus,
 Pater, et Filius, et Spiritus Sanctus.

R. Amen.

 

© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana

           

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