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Sor ELENA MARIA MANGANELLI, O.S.A.
VIA CRUCIS
LECCETO (SIENA) 2011

SEGUNDA ESTACIÓN
Jesús con la cruz a cuestas

Jesús lleva la cruz, carga con el peso de la verdad

 

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.
 

Lectura del Evangelio según san Juan 19, 6-7. 16-17

Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron: «¡Crucifícalo, crucifícalo!». Pilato les dijo: «Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él». Los judíos le contestaron: «Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha hecho Hijo de Dios»…

Entonces [Pilato] se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota).

Pilato vacila, busca un pretexto para soltar a Jesús, pero cede a la voluntad que prevalece y alborota, que apela a la Ley y lanza insinuaciones.

Una vez más se repite la historia del corazón herido del hombre: su mezquindad, su incapacidad para levantar la mirada fuera de sí mismo, para no dejarse engañar por las ilusiones del pequeño provecho personal y elevarse, impulsado por el vuelo libre de la bondad y la honestidad.

El corazón del hombre es un microcosmos.

En él se deciden los grandes retos de la humanidad, se resuelven o se acentúan sus conflictos. Pero la opción es siempre la misma: tomar o perder la verdad que libera.

Humilde Jesús,
en el transcurso cotidiano de la vida
nuestro corazón mira hacia abajo,
a su pequeño mundo,
y, completamente embebido en la búsqueda del propio bienestar,
permanece ciego ante la mano del pobre y del indefenso
que mendiga nuestra escucha y pide auxilio.
A lo sumo se conmueve, pero no se mueve.

Ven, Espíritu de la Verdad,
abraza nuestro corazón y atráelo hacia ti.
«Conserva sano su paladar interior,
para que pueda gustar y beber
la sabiduría, la justicia, la verdad, la eternidad».[1]

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Cuius animam gementem,
contristatam et dolentem
pertransivit gladius.

 

[1] Cf. Tratados sobre el Evangelio de san Juan, 26, 5.

 

© Copyright 2011- Libreria Editrice Vaticana

 

 

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