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SYNODUS EPISCOPORUM
BOLETÍN

de la Comisión para la información de la
X ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA
 DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS
30 de settiembre-27 de octubre 2001

"El Obispo: servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo"


El Boletín del Sínodo de los Obispos es solo un instrumento de trabajo para uso periodístico y las traducciones no tienen carácter oficial.


Edición española

13 - 06.10.2001

RESUMEN

DÉCIMA CONGREGACIÓN GENERAL (SÁBADO, 6 DE OCTUBRE DE 2001 - POR LA MAÑANA)

A las 9:00 horas de hoy sábado 6 de octubre de 2001, memoria facultativa de S. Bruno de Calabria, sacerdote, Fundador de los Cartujos, en presencia del Santo Padre, con el canto de la Hora Tertia, ha iniciado la Décima Congregación General, para la Audición de los Oyentes I, la primera Audición para las intervenciones de los Oyentes y la continuación de las intervenciones de los Padres Sinodales en el Aula sobre el tema sinodal El obispo: servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo. Presidente Delegado de turno S. Em. R. Card. Ivan DIAS, Arzobispo de Bombay.

En esta Congregación General, que se ha concluido a las 12,30 horas con la oración del Angelus Domini, estaban presentes 228 Padres.

AUDICIÓN DE LOS OYENTES I

Intervinieron los siguientes Oyentes:

Publicamos a continuación los resúmenes de las intervenciones:

Sra. Theresa EE-CHOI, O.C.D.S., Miembro del Consejo Pontificio para los Laicos (Malasia).

Los tremendos ataques terroristas de Nueva York y Washington causaron un gran dolor y una gran tristeza a todos nosotros. En el Congreso Mundial de los Periodistas Católicos, aprobamos una resolución que condena el terrorismo y cualquier otro acto de violencia contra las poblaciones civiles.

La Pascua pasada, Santo Padre, usted nos recordó el mal terrible del racismo. El racismo es un pecado. Es un cáncer imparable que sólo puede terminar acabando con todos, incluidos aquellos mismos que dentro de sí ampararon al racismo.

¿Existe un tratamiento para esta enfermedad? A principios del Tercer Milenio de la Era Cristiana, Su Santidad nos ha dicho que "la santidad es más que nunca una urgencia pastoral" (Novo millennio ineunte, nº 30). Santidad significa integridad; significa sentido de complemento, de plenitud, donde Dios, los seres humanos y la creación toda son vistos y considerados como impregnados por la entrañable presencia de Dios.

Y por eso tenemos una gran necesidad de modelos de vida cristianos. Necesitamos obispos que tengan asumido, claramente, el mensaje que intentan difundir entre los laicos, viviéndolo de forma concreta. También necesitamos obispos preparados para escuchar a los que van a servir. La autoridad en la Iglesia no existe para tener poderes, sino más bien para dar poder. La autoridad de la Iglesia consiste en meter en marcha el potencial de las personas que tiene la responsabilidad de servir. Hoy, en la Iglesia, encontramos en los laicos un gran depósito de talentos y capacidades que sólo esperan ser llamados al servicio del Reino.

Los laicos necesitan ser invitados y desafiados, y no porque en muchos lugares haya un número cada vez menor de sacerdotes y religiosos, sino porque la vocación laica es un seguimiento auténtico del mensaje del Evangelio.

Lo que más nos gustaría conseguir en este Sínodo es la renovación de un compromiso por la santidad, es decir, por la integridad y el diálogo, en unión viva con Cristo, donde escuchar es más importante que hablar.

[00174-04.05] [vo001] [Texto original: inglés]

Revdo. P. Jorge ORTIZ GONZÁLEZ, M.Sp.S., Superior General de los Misioneros del Espíritu Santo y Presidente de la Conferencia de los Institutos Religiosos en México (México).

En una iglesia de comunión, el obispo desempeña un papel importante para construir relaciones de comunión entre presbíteros, religiosos/as y laicos a través de un diálogo cercano, abierto y auténtico. Es necesario subrayar la urgencia y necesidad del diálogo incansable. Un diálogo que en este momento toma el nombre de esperanza (cf IL 30).

Este diálogo de la caridad con todo el pueblo de Dios lo lleva a escuchar, informarse, encontrar y acoger personalmente, discernir, de modo que las reflexiones, los programas y las decisiones puedan ser más compartidos (cf id 14).

Se trata de llegar al conocimiento efectivo de cada realidad, de esa "iglesia comunión de personas y de rostros donde cada uno es irrepetible y donde ninguna individualidad es cancelada". Ahí es donde se ofrece un diálogo como presencia, testimonio, autenticidad, búsqueda apasionada y libre de la verdad ( cf id 83 ).

Buscará dialogar con todos sus fieles para apreciar, valorar, reconocer y sostener integralmente su caminar cristiano, de acuerdo con su propia vocación y responsabilidades. Un dialogo de comunión en donde el obispo anima a sus hermanos/as y en donde es enriquecido y alentado por la fe, el testimonio y la entrega de quienes día a día quieren comprometerse en el establecimiento del Reino ( cf id 106).

Para el obispo, promotor y responsable primero de la nueva evangelización, el diálogo será un método de comprensión recíproca, de testimonio evangélico, especialmente el de la caridad, en todo y sobre todo. Una evangelización imbuida de auténtica caridad que fundamente el diálogo, permitirá de modo más transparente el que Cristo sea reconocido en sus discípulos (cf id 130).

Todos los trabajos y esfuerzos en favor de la paz también forman parte integrante de la tarea de la evangelización. Por ello, la promoción de una auténtica cultura del diálogo y de la paz es, al mismo tiempo, un objetivo fundamental e importante de la acción pastoral de un obispo (cf id 142).

[00175-04.03] [ud002] [Texto original: español]

Revdo. Hno. Alvaro RODRÍGUEZ ECHEVERRÍA, F.S.C., Superior General de los Hermanos de las Escuelas Cristianas y Presidente de la Unión de los Superiores Generales U.S.G. (Costa Rica).

Mi intervención se refiere a cuanto dice el número 92 del Instrumentum Laboris, en particular al cuidado de los carismas religiosos que ha de caracterizar el ministerio episcopal. Al respecto me parece importante recordar que según las estadísticas publicadas en el Instrumentum Laboris del Sínodo sobre la Vida Consagrada, el 82,2% de la vida religiosa es laical. El Vaticano II a su vez afirma: "La vida religiosa laical, tanto de varones como de mujeres constituye en sí misma un estado completo de profesión de los consejos evangélicos" (PC 10), sin embargo la vida religiosa laical no siempre es valorada y comprendida por los otros miembros del pueblo de Dios o es considerada como incompleta o de segundo orden. Me parece importante que los obispos conozcan la realidad de la vida consagrada laical, aprecien y favorezcan esta vocación original que enriquece la variedad de dones de la Iglesia, reconozcan su "ministerio eclesial" y faciliten el que puedan participar abiertamente en los diversos organismos y consejos en que se estudian y deciden tanto los planes de pastoral, como la naturaleza y propuestas de la vida religiosa, tanto a nivel universal como local. Por parte de los religiosos Hermanos es importante, también, conocer la realidad de la Iglesia local y diocesana e insertarse de forma creativa, evitando estar en ella como un cuerpo extraño. La U.S.G. espera que la comisión especial constituida para estudiar el caso particular de los Institutos mixtos pueda aportar lo antes posible una solución que responda al deseo manifestado por los Padres Sinodales (VC 61).

Ciertamente no faltan a las congregaciones laicales los desafíos, particularmente en un momento histórico, en el que algunos se preguntan si el ciclo vital de la vida religiosa ha terminado. Me parece que debemos partir de una vida religiosa que no se centra en ella misma sino que se abre a las necesidades del mundo desde la óptica de un Dios que quiere que todos se salven (1Tim 2,4). Aquí es en donde necesitamos el apoyo y la guía de nuestros obispos para que nuestra vida religiosa pueda ser no solo memoria del pasado, sino sobre todo profecía del futuro (NM 3).

[00043-04.04] [UD003] [Texto original: español]

Revdo. P. Robert P. MALONEY, C.M., Superior General de la Congregación de la Misión (Estados Unidos de América).

Mientras leo Instrumentum Laboris, que está lleno de esperanza, veo que es imposible para un obispo llevar a cabo la enorme lista de tareas a él encomendadas. Entonces me pregunto, si Vicente de Paul estuviese vivo hoy, ¿qué prioridades hubiese puesto ante los obispos? Yo les sugiero a ustedes dos:

1. Sé un padre y un hermano para los pobres de tu diócesis (Instrumentum Laboris, 141). Haz que la opción prioritaria de la Iglesia por los pobres brille como un faro de esperanza en tu persona. Ve a buscar tuú mismo a Jesús en la persona de los pobres. En el día del juicio este es el principal criterio por el cual tú, y todos nosotros, seremos evaluados. "Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber" (Mt 25:35). Por tanto te insto a que seas un padre, incluso un hermano, para los pobres. Deja que tu diócesis sea un lugar donde la Iglesia sea realmente la Iglesia de los pobres. Despierta la preocupación de sus miembros, especialmente de los más pudientes, para que trabajen contigo en el servicio de los pobres. Une jóvenes y viejos, hombres y mujeres, clero y laicos, ricos y pobres en el servicio de los más necesitados. Reza con los pobres. Come con los pobres. Proyecta con los pobres, para que puedan tener una voz en su proprio futuro. Celebra la Eucaristía con ellos. Comparte la Palabra de Dios con ellos. Comunícales tu propia convicción de que el Reino de Dios está aquí y que es para ellos. Y puesto que las mujeres y los niños son casi siempre los más pobres entre los pobres, quédate a su lado en la batalla por los derechos humanos básicos. Sé un padre y un hermano para los pobres de tu diócesis.

2. Sé un padre y un hermano para los sacerdotes de tu diócesis (Instrumentum Laboris, 86). Está dispuesto a decirles, como Jesús dijo a sus apóstoles en el capítulo 15 de sa Juan (15,15): "A vosotros os he llamado amigos". Sobre todo, escúchalos. Sé para ellos un ministro de la palabra de salvación de Dios, de Su palabra de aliento. Reza con ellos, tanto en la Eucaristía como en otras formas de silenciosa y meditativa oración. Come con ellos. Diviértete con ellos. Ofréceles una rica y continua formación. Planifica con ellos. Decide con ellos como pueden poner en marcha los párrocos de tu diócesis proyectos creativos y eficaces al servicio de los pobres. Sé un padre y un hermano con tus sacerdotes.

[00176-04.03] [un004] [Texto original: inglés]

Revda. Hna. Rita BURLEY, A.C.I., Superiora General de las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y Presidente de la Unión Internacional de las Superioras Generales U.I.S.G. (Gran Bretaña).

Uno de los deberes pastorales del Obispo es el de "fomentar, proteger y cuidar la vida religiosa", con "particular interés" por los Institutos religiosos de Derecho Diocesano (IL92; VC 48).

Más de la mitad de todos los institutos religiosos de mujeres son de derecho diocesano. Su número sigue aumentando, especialmente en África, Asia y América Latina. Fueron fundados por Obispos, sacerdotes, ex religiosos, movimientos eclesiales, cofradías y laicos individuales.

Ofrecen una rica contribución a la obra evangelizadora local, generalmente en lugares aislados y en situaciones peligrosas.

Sin embargo, muchos de estos Institutos están afrontando difíciles situaciones. Muchas veces carecen de apropiadas oportunidades para una completa formación humana, espiritual, religiosa y pastoral. Frecuentemente las hermanas no poseen la preparación profesional necesaria para ser autónomas en la gestión de su trabajo y de las fuentes de ingreso. Puede que no tengan contratos que respeten sus deberes religiosos y que tampoco reciban una remuneración adecuada por su ministerio pastoral. Estas situaciones amenazan la vida religiosa y las actividades apostólicas eficaces de los Institutos, y merecen la compasión y la ayuda práctica del Obispo.

El Obispo es también responsable de la aprobación de nuevos Institutos en su diócesis (cfr. MR 51). Existen ya unos 3000 Institutos religiosos femeninos. Muchos son muy pequeños, algunos no son más viables, algunos no están bien definidos. Antes de que sean aprobados otros nuevos, es necesario un atento discernimiento. Tal vez habría que hacerse algunas reflexiones sobre el desarrollo de una estructura supra-diocesana, que, respetando los derechos del Obispo Local, pueda dar consejos prácticos para estas iniciativas, y de esta forma dar asistencia en este sector.

[00177-04.02] [ud005] [Texto original: inglés]

Sra. Anne-Marie PELLETIER, Docente en la "Ecole-Cathédrale" (París, Francia).

Los párrafos 14, 41 y 46 del Instrumentum laboris subrayan con gran fuerza la responsabilidad del obispo como administrador de la Palabra de Dios. Este encargo, en la actualidad, asume un especial relieve y define una tarea urgente. En efecto, un número creciente de cristianos abre el libro de las Sagradas Escrituras sin tener las herramientas para darles una lectura verdaderamente cristiana. Algunos afrontan el texto según una problemática exclusivamente crítica, no llegan a reconocerlo como Palabra de Dios. Otros se conforman con una lectura afectiva y proyectiva que empobrece peligrosamente el mensaje bíblico.

En estas condiciones, se hace cada vez más necesario que el ministerio episcopal se preocupe por preparar a los bautizados para una lectura completa de la lectio divina, al ser nosotros mismos, según el ejemplo de los padres de la Iglesia, los que repartimos el pan de la Palabra de Dios.

[00178-04.03] [vd006] [Texto original: francés]

Sr. Martial Assandé EBA, Presidente del Consejo Parroquial de San Juan en Cocody, Arquidiócesis de Abiyán (Costa de Marfil).

El ministerio de los Apóstoles y sus sucesores, los Obispos, a los que se añaden los sacerdotes y los diáconos, emana del de Cristo, "a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo".(Jn 10,35), "el buen pastor que da la vida por sus ovejas".

El fin de esta consagración y misión es la de hacer que todos los cristianos sean un pueblo sacerdotal: el sacerdocio ministerial asumido por los Obispos, sacerdotes y diáconos, está entonces al servicio del sacerdocio común a todos los bautizados.

El Directorio Ecclesiae Imago habla del Obispo como del "Padre de la Iglesia, ya que es ministro del origen sobrenatural de los cristianos". Por eso el Obispo es para los laicos el padre de la Iglesia Familia de Dios.

En esta Iglesia Familia de Dios, los laicos tendrán un lugar muy definido, como en nuestras familias africanas, donde cada uno, conociendo y manteniendo su lugar, se siente reconocido, respetado y amado.

A efectos de una colaboración sana y sincera, se impone una formación adecuada de los laicos.

Tal formación tendrá lugar en las escuelas y en los centros de formación bíblica y pastoral (el ejemplo de la Universidad Católica de África Occidental en Abiyán, Costa de Marfil) o en las universidades Católicas con competencias extendidas (por ejemplo, la Universidad Católica de Abiyán-Bingerville) para las ciencias humanas (psicología, sociología etc.) y morales para los futuros esposos, el derecho civil y canónigo, la eclesiología o la teología sobre la Iglesia: su jerarquía, sus estructuras, su funcionamiento.

A fin de evitar amalgamas a menudo desagradables, el pueblo de Dios necesita conocer lo que hace que la Iglesia Católica sea específica en relación con otras confesiones religiosas y las instituciones del Estado en las que viven los laicos. Sería urgente educar a los jóvenes, futuro de la Iglesia, para esta cultura jerárquica de la misma.

Impregnados de estos diversos conocimientos intelectuales, morales y espirituales, los laicos, conjuntamente con el Obispo, podrán desempeñar con coraje su papel de colaboradores, vigilando para que el Reino de Dios alcance cada diócesis.

[00179-04.03] [vd007] [Texto original: francés]

Revdo. P. Antonio BRAVO, Responsable General del Instituto "Prado" (Francia).

En una sociedad, que añora de nuevo al padre según los sicólogos, los presbíteros necesitamos una autoridad apostólica en la cual se aúne la ternura de la madre y la entereza del padre, en el don de si mismo con el Evangelio; como lo recuerda la experiencia de S. Pablo (Cf. I Tes 2, 5 - 9). EI Instrumenturn Laboris recuerda que el Obispo será padre, hermano y amigo para sus presbíteros (n.86 - 88). En los números 38 al 40 afirma como la Trinidad Santa es la fuente que modela su identidad, su ser, su misión y sus relaciones.

EL OBISPO, REFLEJO DEL PADRE. Misión del Obispo será engendrar sin cesar a sus presbíteros por medio del Evangelio, para que sean testigos de la verdad, de la esperanza y de la vida. Su autoridad paterna deberá conjugar el bien del Pueblo de Dios con el desarrollo de la vocación y de los dones de cada presbítero. Un padre vela y promueve el crecimiento de sus hijos. Los defiende ante los peligros. Les marca horizontes y, llegado el momento, los corrige para que se encaminen hacia su plenitud vocacional. Tarea suya es promover la vida espiritual del presbiterio, integrando los diferentes carismas e itinerarios espirituales, como lo recuerda el Magisterio pontificio.

EL OBISPO, REFLEJO DEL PRIMOGÉNITO. La novedad de la fraternidad entre Obispos y presbíteros, que tiene dimensiones sacramentales, debería desplegarse, a mi entender, en estos campos:

Juntos, Obispos y presbíteros, estamos urgidos a caminar como discípulos de Aquel que es la Palabra encarnada, la Verdad liberadora. Somos hermanos en el discipulado.

Juntos debemos escuchar el grito de la humanidad, en particular de los pobres, así corno sus esperanzas y luchas legítimas, para acoger y discernir la palabra que Dios nos dirige en su historia.

Juntos, sin por ello debilitar la autoridad apostólica, estamos llamados a discernir los caminos del Espíritu Creador en los signos de los tiempos, ya sean positivos o negativos. Nuestra acción pastoral debe nacer de la escucha y la contemplación.

EL OBISPO EN LA COMUNIÒN DEL ESPÍRITU. Cristo llamó a los suyos amigos. La amistad comporta presencia, cercanía, intimidad, reciprocidad, comunión y una profunda castidad de corazón. La reciprocidad implica dar y recibir. Solo quien es pobre y humilde puede enriquecer a los demás y dejarse enriquecer por los otros. La castidad de corazón evita que la autoridad pueda deslizarse hacia el autoritarismo, y la comunión se convierta en peligrosa uniformidad.

[00180-04.04] [ud008] [Texto original: español]

Revdo. P. Jesús María LECEA SÁINZ, S.P., Presidente de la Unión de las Conferencias Europeas de los Superiores Mayores y Presidente de la Conferencia Española de los Superiores y Superioras Mayores (España).

El Instrumentum laboris habla de un "estilo pastoral confirmado por la vida" donde "el obispo será fiel a su misión recordando que su responsabilidad personal de pastor es participada por todos los fieles en virtud del bautismo, en los modos que les son propios, por algunos en virtud del orden sagrado y por otros a raíz de la especial consagración por los consejos evangélicos". Con estas palabras se apunta, a mi entender, claramente a un estilo pastoral del obispo profundamente marcado por la corresponsabilidad. La vida religiosa de Europa siente el mayor y mejor estímulo para la tarea evangelizadora y testimonial que le es propia y para su integración a la vida de la Iglesia particular y universal, con todo el Pueblo de Dios, amado y guiado por sus pastores, en este ambiente y estilo de pastoral. La corresponsabilidad, como plasmación de un "estilo pastoral confirmado por la vida", que también es de desear sea "afectiva y efectiva", es el estilo adecuado a los tiempos actuales, en los que las gentes, corno personas y también como miembros de la Iglesia, van adquiriendo junto al conjunto de la sociedad mayores niveles de desarrollo, de cultura y de saberes y se sientes por ello impulsas a desear una mayor participación responsable en todo lo que les concierne social y religiosamente. Encontramos así una feliz coincidencia entre las aspiraciones de muchos a un protagonismo responsable y la voluntad eclesial de una creciente corresponsabilidad de todos los miembros de la Iglesia. Cuando entre las religiosas y religiosos de Europa se plantea cómo llevar a cabo una presencia eclesial, esta misma sensibilidad es la que aflora hoy con fuerza. Y aún me atrevería a señalar que es en la vida religiosa femenina donde de forma peculiar se entrelaza dicha sensibilidad con su voluntad de estar presentes en tantas acciones de Iglesia, calladas muchas de ellas, pero también marcadas algunas por una generosa y hasta arriesgada intrepidez evangélica. Trabajar en la línea descrita de corresponsabilldad es, además, dar vida real a la imagen paulina de Iglesia-cuerpo, tan intuitiva, concreta y a la vez hermosa, cuya cabeza es Cristo, el Señor. La vida del cuerpo, su buena salud, está en el vigor y robustez de cada uno de sus miembros, cada cual ejerciendo su función y todos vitalmente articulados entre si. Las circunstancias del momento presente, de todos sobradamente conocidas, y la fidelidad al Evangelio, que nos ha sido transmitido por Tradición apostólica para proclamarlo vida y salud de todo hombre y mujer, requieren la conjunción corresponsable de todos los miembros de la Iglesia, cada cual "en los modos que le son propios", matiza el IL. La precisión de respetar la peculiaridad de cada uno no esta para quitar fuerza al principio que la rige: "Los presbíteros, los religiosos y los laicos no son simplemente ayudantes del obispo sino sus colaboradores".

[00181-04.02] [ud009] [Texto original: español]

Revda. Hna. Mary Sujita KALLUPURAKKATHU, S.N.D., Superiora General de las Hermana de Nuestra Señora (India).

El Santo Padre ha dado incesantemente una excepcional importancia a la dignidad de las mujeres, reconociendo su "genio femenino" para la creación de un mundo más justo. Nosotras, religiosas de hoy, representamos en la Iglesia una formidable fuerza espiritual y apostólica. Nuestro acceso a la información y a la instrucción nos ha ofrecido mayores ocasiones para participar en la vida y la misión de la Iglesia y del mundo en este nuevo milenio. Las religiosas tienen que ser vistas y aceptadas como algo más que una fuerza-trabajo de la Iglesia.

- La Iglesia del tercer milenio vibrará con nuevo vigor y esperanza, si se ve a sí misma con los ojos de las mujeres.

- Reconoced conscientemente y promoved el rostro femenino de la comunión, de la colegialidad y del diálogo.

- La formación de los sacerdotes debe tomar en consideración el problema de la promoción de las relaciones colegiales con las mujeres de la Iglesia. Allí donde hay dominio y control, ningún tipo de comunión es posible.

- Profundamente sensibles al esfuerzo de las mujeres, ¿cuáles de las viejas estructuras queremos sacrificar? Cuáles nuevas estructuras nos proponemos crear para garantizar que las mujeres tengan poder en la Iglesia?

Estamos felices por dedicarnos con celo al servicio de la Iglesia, aún en las situaciones más difíciles, porque consideramos que el poder creativo femenino del Espíritu obra entre nosotros y nos anima a llevar a nuestro mundo nueva vida y esperanza. Que nuestra Madre Iglesia siga encontrando expresiones concretas de confianza hacia las propias hijas para potenciar a toda la Iglesia.

[00182-04.03] [UD010] [Texto original: inglés]

Sr. Giuseppe CAMILLERI, Sociedad de la Doctrina Cristiana (Malta).

El Instrumentum laboris afirma que la Iglesia brinda un mensaje fundado en las "certezas de la fe" (nº 17) a un mundo que no ya no tiene confianza y hasta padece desesperación. Es muy importante que los Obispos consideren fundamental esta frase, si quieren dar esperanza en nuestro mundo secularizado.

La historia ha demostrado el esplendor de la Iglesia. El número de sus miembros ha crecido de modo impresionante. Los cristianos se sentían seguros y protegidos por una Iglesia que se cuidaba de sus vidas desde la cuna hasta la tumba, asegurándoles la salvación eterna. Muchos pensaban que las cosas habrían permanecido inmutables para siempre. Sin embargo, las cosas han empezado a cambiar. La ciencia ha puesto de relieve "el fin de todas las certezas". No-realistas, crítico-realistas, positivistas, relativistas y pluralistas liberales, todos contribuyeron a que el lenguaje de la religión cristiana se viera despojado de sus contenidos de verdad. A medida que el proceso seguía adelante, para muchos la enseñanza cristiana se hacía cada vez más exhortadora y cada vez menos doctrinal. Muchos, en el seno de la Iglesia, y con razón, rechazaron el triunfalismo, pero cometieron el error de rechazar con éste también la certeza de la fe. No tiene que asombrarnos el hecho de que hoy una gran parte del pueblo de Dios se encuentre desorientado, sobre todo por el público desacuerdo de alguno teólogos. La gente nos está pidiendo que le devolvamos su certeza de la fe.

Más frustrante aún es la posición de los catequistas, porque están presionados para facilitar una formación abierta, desprovista de base doctrinal. Lo mismo vale para las escuelas católicas. Para ser la esperanza del mundo, la Iglesia tiene que seguir a su divino Fundador. Cristo ha afirmado: "Yo he vencido al mundo" (Jn 16,33). Evidentemente, no hay triunfalismo por parte de Jesús, sino una base segura para la certeza de la fe. Cuando decidimos lo que se debe enseñar, arriesgamos el mensaje.

Tendría que haber una certeza "para hoy". El desarrollo de la doctrina no es un pretexto para que no se trasmita la certeza de la fe. La certeza de la fe tiene que ver con la verdad revelada, mientras que el desarrollo de la doctrina está relacionado con la búsqueda permanente de la explicación de la verdad. Puesto que la Iglesia tiene que ser la "sal de la tierra" y la "luz del mundo" (Mt 5,13ss) para la humanidad de todos los tiempos y de todos los lugares, la certeza de su enseñanza ¿no tendría que depender de la palabra de su Fundador y no del capricho de algunos teólogos o de la investigación sociológica?

La transmisión de la certeza de la fe no es, en esencia, un ejercicio intelectual. De hecho, sólo los santos pueden trasmitir esa certeza, porque viven lo que predican. El Obispo debería hacer hincapié en la certeza de las verdades reveladas, utilizando un lenguaje idóneo que refleje las hermenéuticas más recientes de lengua y doctrina, siempre según la línea del Magisterio.

[00183-04.04] [vd011] [Texto original: inglés]

Sra. Maria Christina NORONHA DE SA', Responsable de la Pastoral de Juventud en la Arquidiócesis de São Sebastião do Rio de Janeiro (Brasil).

1. Hablo desde mi experiencia de Iglesia, desde hace 30 años responsable de parte de la pastoral social de la Arquidiócesis de Río de Janeiro (niños de la calle y jóvenes con necesidades). Entre estos jóvenes, desaparece la parte más rica de la humanidad y se pierde la capacidad de compasión y solidaridad. Cristo está allí. La humanidad más divina está guardada en el corazón de estos niños. Aquí la Iglesia cumple su tarea profética, junto a todos aquellos que nacen en los comederos de las calles del mundo. Es imporante superar la dicotomía entre asistencia y cambio social, es necesario convertir al mundo.

El hombre y su salvación son parte integrante del diseño de Dios. Ya no es posible anunciar Su Nombre sin proclamar la vocación humana. Y cada uno debe ser causa de felicidad y de salvación para el otro.

2. Pidamos a los Obispos que nos ayuden a descubrir y a vivir el sentido de la Iglesia, presencia visible de Cristo, vencedor de la muerte y del pecado. La Iglesia debe ser una realidad viva, más allá de las estructuras y de los proyectos humanos, misterio unitario de comunión. La eclesiología de la Lumen gentium es más que actual y requiere una posterior profundización. Tenemos necesidad de obispos que sean auténticos formadores de la fe.

3. Los Obispos saben que no están solos. Así pueden contar con sus fieles, en la complementariedad de la comunión. María, en las bodas de Caná, supo recoger las necesidades de la gente e indicárselas a Jesús. La Magdalena, al escuchar la voz del resucitado, supo identificar al Señor y fue anunciadora de su victoria. Nosotras, las mujeres, no queremos el sacerdocio ni pretendemos un conflicto de poderes. Queremos ofrecer nuestra sensibilidad y vivir la aventura de la comunión, enriqueciendo la misión común de la Iglesia, de la cual los Obispos, con el Santo Padre, son los Maestros, los Sacerdotes y los Pastores.

[00196-04030] [ud012] [Texto original: italiano]

Sr. Myroslaw MARYNOVICH, Responsable del Instituto de Religiones y Sociedades de Lviv (Ucrania).

Como se ha observado diversas veces, los puntos 84 y 85 del Instrumentum Laboris no mencionan las Iglesias Católicas Orientales en el marco de la Iglesia Universal. De aquí que toda la visión parezca estar muy simplificada respecto a la situación actual en la Iglesia. El problema del lugar de las Iglesias Católicas Orientales dentro de la Iglesia Universal no es, obviamente, sencillo y debemos rezar más al Señor en nuestra búsqueda de una comprensión más clara y menos ambigua. Esta cuestión es, de todas formas, extremamente importante para los laicos de nuestra Iglesia. Cuestiones de este tipo es mejor que se solucionen en las aulas sinodales que no que lo hagan los demagogos de a pie. Hago un llamamiento a los miembros más venerables del presente Sínodo para que se den pasos en adelante hacia su significativa aclaración. Su base teológica ha sido formulada de forma sucinta en el punto 84 del Instrumentum laboris: "Cada fiel... en la celebración de la Eucaristía siempre tiene que sentirse en su Iglesia". A menudo noto que a la plenitud ortodoxa le falta todavía un elemento estructural clave de la Iglesia universal, esto es, la autoridad del Santo Padre. Sin confesarlo nunca, la ortodoxia a veces desea tener a alguien más arriba de sus actuales estructuras, alguien que pueda aliviar algunas tensiones en su interior. Siguiendo las discusiones sinodales, tengo la impresión que el catolicismo vaya perdiendo cada vez más el otro elemento clave de la Iglesia universal (como yo lo entiendo), esto es, la colegialidad, o sinodalidad, en el proceso de decisión. No es nada pesimista esta tendencia. Por el contrario, esta convergencia es signo del mutuo deseo de los cristianos por conseguir una unidad en el seno de la Iglesia universal con su naturaleza inter-complementaria. Por eso, el hecho de que los obispos estén juntos constituye un signo de esperanza para el mundo.

[00195-04.04] [UD013] [Texto original: inglés]

INTERVENCIONES EN EL AULA (CONTINUACIÓN)

Después intervinieron los siguientes Padres:

Publicamos a continuación los resúmenes de las intervenciones:

S.E.R. Mons. Charles Maung BO, S.D.B., Obispo de Pathein (Myanmar)

Opinamos que el Instrumentum laboris es una lectura espiritual de la vida y el ministerio del obispo muy enriquecedora. Les estamos agradecidos a todos los que se dedicaron con amor y espiritualidad a la redacción de este documento.

Y con gran interés estamos esperando un tratamiento aún más completo de los diversos aspectos de la vida del obispo por parte del Santo Padre: será una especie de vademecum en las manos de cada obispo.

Este sínodo es particularmente instructivo para nosotros, obispos de Myanmar. Por esto, le damos las gracias a la Federación de las Conferencias Episcopales de Asia por su gran esfuerzo dirigido a ayudar a los obispos para que lleguen a ser guías eficaces, facilitándoles a los recién ordenados algunos meses de formación y orientación durante la temporada entre la elección y la ordenación.

A partir de aquí, y asegurando a la vez que los planes de los obispos anteriores y sus consejos pastorales sigan siendo llevados a la práctica, quizás podamos establecer unos plazos precisos para el mandato episcopal. Un plazo de diez o quince años, renovable una sola vez, le daría al nuevo obispo una idea clara de su posición al principio de su ministerio, permitiéndole elaborar sus planes en consecuencia. Él puede decidir el mejor modo de trabajar, durante aquellos años, para llegar a algo concreto durante su mandato. Al saber que tendrá que dejar su lugar a otro, será incluso más cauteloso en su forma de vida y en los hábitos laborales. Según nuestra opinión es importante que un hombre deje lugar a otro, mientras pueda ser activo en otro sitio. Ocupando un puesto durante demasiado tiempo, hasta una edad avanzada, se llega a una condición mental por la que es difícil abandonarlo todo, aunque sea evidente que es lo que tendría que hacer. De esta forma, el daño que se puede causar es inmenso.

Por lo que se refiere al traslado del obispo de una diócesis a otra, ello crea ciertamente grandes dificultades: un obispo no es una guía sólo en el ámbito pastoral, sino también es el que preside los programas de educación y desarrollo.

Hay que reflexionar atentamente, antes de trasladar a un obispo a otra diócesis.

[00153-04.04] [in127] [Texto original: inglés]

S.E.R. Mons. Peter FERNANDO, Obispo de Tuticorin (India)

En un país de sabios y de "rishis" como la India, la imagen del obispo como persona del Espíritu y hombre de Dios, profundamente enraizado en la experiencia divina, es muy apropiada para su ministerio episcopal. El obispo será siempre alguien que sirve y da su vida por los otros, y a través de él, Jesús, el Supremo Gurú, es a la vez el modelo y la fuente. Vivir esta gracia del ministerio episcopal requiere, por parte del obispo, una espiritualidad de comunión. El fundamento y la fuente de esta comunión están en la íntima y constante comunión del obispo con el Dios, Uno y Trino, en la oración cotidiana y en la celebración de los sacramentos, en particular, de la Eucaristía, que él celebra para su pueblo.

El sacramento de la reconciliación tiene un lugar significativo en la vida de santidad del obispo. Él promueve la práctica entre sus sacerdotes y sus fieles. Meditar acerca de la Palabra de Dios en la oración cotidiana, en la liturgia de las horas, y anunciar la Palabra de Vida a su rebaño son requisitos de santidad para el obispo.

La comunión fundancional con el Dios Uno y Trino confluye en la comunión con los hermanos en el episcopado de la región y de la provincia eclesiástica o de los organismos episcopales nacionales y continentales, y está orgánicamente ligada al colegio universal de los obispos en comunión con el sucesor de Pedro.

El obispo como Pastor, cabeza de la Iglesia particular, vive la comunión espiritual de forma concreta manteniendo una relación entrañable y paternal con sus sacerdotes. Él inspira y guía al presbiterio escuchando atentamente y con solícita disponibilidad. Tiene una relación entrañable con cuantos se sienten solos o abandonados o en crisis. Además se mide con ellos y les corrige con un cuidado afable que demuestra su auténtico respeto por ellos. El obispo demuestra la misma relación paternal con sus seminaristas, ofreciéndoles estímulo y guía. Sostiene y guía el seminario en su diócesis o región con la adecuada atención. Otra tarea importante que le corresponde es la de la promoción de las vocaciones al sacerdocio y el cuidado por la formación completa del futuro sacerdote.

El obispo cuida la comunión con los religiosos respetando el carisma y, al mismo tiempo, llamándolos a trabajar por la misión de Cristo en la diócesis para el testimonio eficaz y el servicio.

Igualmente importante es la comunión del obispo con los fieles laicos. Debe ser para su pueblo un modelo de santidad y un padre en sus luchas cotidianas. La santidad del obispo está íntimamente relacionada con la triple función de guiar, santificar y enseñar. Él sigue las huellas del Pastor, Cabeza en el cumplimiento del triple ministerio. En el espíritu de comunión, se esfuerza por edificar la Iglesia en cuanto servidor del Evangelio para la esperanza del mundo.

[00154-04.03] [IN128] [Texto original: Inglés]

S. Em. R. Card. Joseph RATZINGER, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

El munus docendi confiado al Obispo es un servicio al Evangelio y a la esperanza. La esperanza tiene un rostro y un nombre: Jesucristo, el Dios-está-con-nosotros. Un mundo sin Dios es un mundo sin esperanza. Estar al servicio de la esperanza quiere decir anunciar a Dios con su rostro humano, con el rostro de Cristo. El mundo no está sediento por conocer nuestros problemas eclesiales, sino el fuego que Jesús ha traído a la tierra (Lc 12,50). Sólo si nos hemos vuelto contemporáneos de Cristo, y este fuego arde dentro de nosotros, el Evangelio que anunciamos tocará los corazones de nuestros contemporáneos. Este anuncio exige el coraje de la verdad y la disponibilidad para sufrir en nombre de la verdad (cfr. Ts 2,2). Entrar en la sucesión apostólica implica entrar también en esta lucha por el Evangelio. En nuestra cultura agnóstica y atea, el Obispo, maestro de la fe, está llamado a comprender los espíritus y los signos de los tiempos. El problema central de nuestro tiempo es que la figura histórica de Jesucristo ha sido vaciada de su sentido. Un Jesús empobrecido no puede ser el único Salvador y mediador, el Dios-con-nosotros: Jesús es reemplazado con la idea de los "valores del reino" y se convierte así en esperanza vacía. Tenemos que regresar con claridad al Jesús de los Evangelios, ya que Él es también el auténtico Jesús histórico (cfr. Jn 6,68). Si los obispos tienen el valor de juzgar y decidir con autoridad en esta lucha por el Evangelio, la tan auspiciada descentralización se realizará de forma automática. No se trata de decidir sobre las cuestiones teológicas de los especialistas, sino sobre el reconocimiento de la fe bautismal, fundamento de toda teología. La fe es el verdadero tesoro de la Iglesia (cfr. Mt 13,45s).

[00173-04.03] [in145] [Texto original: italiano]

S.E.R. Mons. Andrew CHOI CHANG-MOU, Arzobispo coadjutor de Kwangju (Corea)

Desarrollar el oficio de obispo en la Iglesia local.

La Iglesia en Corea creció bajo violentas persecuciones.

Cinco puntos sobre los cuales debería detenerse cada obispo:

Somos llamados sucesores de los apóstoles y los somos.

Nadie puede dar lo que no tiene.

Produce más alegría dar que recibir.

Sin mí nada podéis hacer.

No tengas miedo pequeño rebaño.

[00155-04.03] [IN129] [Texto original: plurilingüe]

S.E.R. Mons. Paul Josef CORDES, Arzobispo titular de Naisso y Presidente del Pontificio Consejo "Cor Unum".

La gran difusión de agencias de ayuda, activas en muchos países y, frecuentemente, en competición entre ellas, ha provocado una fuerte objetivación de su trabajo. Las instituciones de caridad contratan especialistas, elaboran programas, crean proyectos. Fuentes de financiación no eclesiales implican la exclusión de finalidades pastorales y espirituales y obligan a una limitación de la ayuda a la dimensión social. La legislación fiscal y el control de los medios de comunicación llevan a utilizar a todas las personas y técnicas ofrecidas por el mercado.

Esta tendencia no es totalmente negativa en sí misma; de hecho refuerza la eficacia de la ayuda prestada por la Iglesia católica y le confiere una resonancia pública positiva. Sin embargo, contribuye indudablemente también a la secularización. De esta manera, de facto, muchos programas de caridad cristiana actualmente son intercambiables, y no pocas veces, con los de la "Cruz Roja" o los de las "Naciones Unidas"; la gestión cristiana influye poco en los objetivos que se persiguen.

En consecuencia, algunas instituciones eclesiales se consideran exclusivamente como agencias humanitarias y filantrópicas. No es un secreto que quisieran liberarse del vínculo eclesial como de un lastre ideológico que obstruía su propia independencia y tenacidad. Quisieran ser como cualquier organización no gubernamental (ONG) y, más aún exclusivamente una fuerza política.

Tal pérdida de identidad eclesial lleva a una grave reducción. Sabemos que la eclesiología se interroga sobre las funciones eclesiales fundamentales. Nombra, por lo tanto, el terno MARTYRIA, LEITOURGIA y DIAKONIA. Explica que estos tres sectores son diferentes, pero en la vida concreta de la Iglesia no pueden ser ejercidos como si corrieran por rieles paralelos.

Más grave aún sería, sin embargo, una secularización de este tipo, ya que perdería de vista a Jesús, el modelo bíblico de cada forma de amor al prójimo. Cuando el Señor curaba a los enfermos y saciaba a los hambrientos, su acción estaba siempre en relación constante con el anuncio del reino de Dios. En la superación de la necesidad humana se experimentaba la presencia del reino de Dios. De esta manera, aún hoy la actividad caritativa sustenta de manera insustituible la credibilidad de la misión eclesial.

Por lo tanto, el Obispo, garante de esta misión y su primer agente, tiene una responsabilidad en todos los servicios caritativos, en su diócesis y en el ámbito nacional, que no puede delegar.

[00159-04.04] [IN133] [Texto original: italiano]

S.E.R. Mons. Michael Kpakala FRANCIS, Arzobispo de Monrovia (Liberia)

El tema de este Sínodo Ordinario, "El Obispo: Servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo", resulta especialmente oportuno en este momento de la vida de la Iglesia. Vuelve a llamar nuestra atención hacia lo que es el obispo y lo que esperamos de él, no sólo como miembro episcopal, sino también, y sobre todo, en su relación con Dios y su pueblo.

Como Colegio, bajo el Obispo de Roma, tiene el deber de promocionar el Reino de Dios en este mundo. Somos mensajeros de la Buena Nueva en todo el mundo. Sin embargo, podremos serlo sólo a condición de que seamos Pastores del Señor santos, sinceros, comprometidos y solícitos. No se pondrá nunca suficientemente el acento sobre la vida espiritual del obispo.

El Colegio Episcopal, cuya Cabeza es el Romano Pontífice, comparte la responsabilidad de custodiar la Iglesia universal. Las preocupaciones de cada Iglesia local deberían ser las de todas las Iglesias locales, por lo cual, como Colegio, tendríamos que hacer todo lo posible para promocionar el Reino de Dios en este mundo. Los sufrimientos y las alegrías de todas y cada una de las Iglesias nos tienen que afectar a todos. Con nuestra solicitud por cada Iglesia local lograremos expresar de forma tangible la presencia de Jesucristo entre nosotros, como realidad de salvación.

La administración central de la Iglesia siempre debe atender a cada Iglesia local, con sus diferencias y necesidades respecto a la Iglesia universal. Vivimos en una Iglesia y somos una Iglesia que abarca pueblos de todas las razas, culturas y naciones, distintas entre sí en muchos aspectos. Quienes establecen las prioridades y toman las decisiones concernientes a la Iglesia universal, en todo el mundo, tienen que ser siempre conscientes de las situaciones particulares vividas por cada Iglesia y tenerlas en cuenta. Por otro lado, las Iglesias locales tienen que mostrarse sensibles ante la necesidad de conservar la unidad de la Iglesia universal. Es importante dialogar y escucharse mutuamente, y asimismo importantes son la cooperación, la colaboración y la comunicación entre las Iglesias locales, por un lado, y la Iglesia universal, por otro.

Todos los obispos, como miembros del Colegio Episcopal, cuya Cabeza es el Obispo de Roma y Sucesor de Pedro, comparten la responsabilidad de la Iglesia universal, esto es: que la misión que Jesucristo confió a los apóstoles, hace dos mil años, siga siendo proclamada y se lleve la Palabra al Reino de Dios. Es necesario que las Iglesias locales que más bienes materiales poseen los compartan con aquellas que no los tienen.

Finalmente, de este Sínodo esperamos un programa que nos indique el camino a lo largo del cual, como Pastores, guiaremos a nuestro rebaño en el siglo XXI.

[00157-04.05] [in131] [Texto original: inglés]

S. Em. R. Card. Giovanni Battista RE, Prefecto de la Congregación para los Obispos.

El Instrumentum Laboris cita varias veces la imagen del Buen Pastor. Es la imagen que representa mejor al Obispo y que ha inspirado a lo largo de los siglos a muchos Obispos; ella recuerda un deber que llega hasta a "dar la vida". ¿En qué sentido "dar la vida"?

También en el siglo que hace poco ha acabado, muchos Obispos han derramado la sangre por ser fieles a Cristo. Otros, aunque no hayan llegado al martirio, igualmente han pagado un alto precio por su fidelidad. Algunos de estos últimos están presentes en esta Aula sinodal. El camino del martirio, sin embargo, permanece siempre excepcional.

Pero el "Bonus Pastor dat vitam pro ovibus suis" vale para todos nosotros, ya que cada Obispo tiene que dar la vida entregándose a sí mismo de manera total cada día: corazón, mente, energías y sufrimientos por el bien de los fieles confiados a sus cuidados pastorales. Y hoy se le pide mucho a un Obispo:

Un Obispo, para ser testimonio de esperanza, debe, ante todo, tener conciencia de los desafíos que la sociedad actual "descristianizada" lleva en sí misma y debe tener el coraje de afrentarlos con fidelidad y coherencia.

Un Obispo tiene que ser guía, un líder espiritual que indica con la palabra y con el testimonio el camino que hay que recorrer

2) Es un verdadero sembrador de esperanza sólo el Obispo que dedica una especial atención al clero, estableciendo con cada sacerdote una relación cordial, directa, sencilla, de confianza y familiaridad.

Es fundamental que el Obispo esté cerca de sus sacerdotes, de quienes debe ser un padre que educa, anima, guía y corrige, pero debe ser también hermano mayor y amigo. Cada sacerdote necesita sentirse amado por su Obispo.

Para ser un eficaz testimonio de esperanza, el Obispo debe suscitar la colaboración a su alrededor. Es importante el diálogo, es importante que el Obispo esté acompañado en la elaboración de las decisiones y sepa escuchar, pero luego tiene que ser él quien decida según su conciencia, en plena verdad y libertad ante Dios y no en base al peso numérico de los consejeros.

Se ha hablado en estos días de varios aspectos de la colegialidad. Quisiera poner de relieve uno de ellos a nivel local: podría resultar de eficacia pastoral que el Metropolita desarrollase un papel más marcado, promoviendo una mayor colegialidad a nivel local entre los Obispos sufragáneos, con una intensa coordinación pastoral. Frecuentemente las disposiciones del Código relativo a los Metropolitas son desatendidas y su papel se ha vuelto insignificante.

La cercanía y la mayor afinidad de las comunidades eclesiales de un mismo metropolita pueden facilitar algunas iniciativas pastorales comunes.

Son muchos los problemas que pesan sobre un Obispo. Por esto debe tener cuidado en cultivar un tenor de vida que favorezca la serenidad y el equilibrio, de manera que siempre se pueda encontrar en él bondad, comprensión, esperanza, estímulo y ser para todos un "buen pastor" que infunde esperanza.

[00164-04.03] [IN137] [Texto original: italiano]

S. Em. R. Card. Lubomyr HUSAR, M.S.U., Arzobispo Mayor de Lviv de los Ucranianos (Ucrania).

Requerida la "misión" de las Iglesias Orientales en comunión con la Sede de Roma para que informara a las Iglesias latinas sobre el patrimonio espiritual de la tradición bizantina, nos detendremos en algunos elementos característicos que contribuyen a la identidad del Obispo. El primero es la calificación primordial de "hombre del Espíritu Santo", para quien su función es, fundamentalmente, la de guía espiritual del clero y de los fieles. Refiriéndose luego a los textos petrinos, se subraya la comunión con el Sucesor de Pedro como garantía de unidad en la Iglesia, agregando, inmediatamente, la necesidad de la sinodalidad, no tanto funcional según exigencias jurídicas y de organización, sino como "lugar" para buscar y cumplir la voluntad de Dios. Se aplica el valor de la sinodalidad también al proceso de identificación y maduración del Obispo mismo: "Yo, Obispo en el intercambio estable y ordinario con los Hermanos maduro mi identidad episcopal y la manifiesto". Para dar aún un mayor fundamento a la exigencia de la sinodalidad, se recuerda la tradición común de la Iglesia de Oriente y de Occidente antes de las divisiones. Y se añade la preocupación ecuménica -desde luego no secundaria- de "si estamos convencidos de que unitatis redintegratio es, en este caso, sic et semplicitar, communionis redintegratio", por lo cual la vida sinodal ordinaria se convierte en signo creíble de un auténtico diálogo ecuménico con las Iglesias Orientales Apostólicas y Ortodoxas. Se debe reservar una reflexión también a la dimensión litúrgica del Obispo y a la necesidad de evidenciarla en este ámbito en cuanto Sacerdos Magnus. Para concluir con la multisecular experiencia de las Iglesias Orientales en continua condición de complejidad, multietnicidad y multiconfesionalidad,

[00158-04.03] [IN132] [Texto original: italiano]

S. Em. R. Card. James Francis STAFFORD, Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos.

Una característica distintiva de la gente que vive en las culturas seculares es su insistencia en la naturaleza incompleta y no definida de la realidad. Hay interminables conversaciones, constantes posibilidades, que pueden prolongarse indefinidamente sin un sentido. Todos nosotros formamos parte de una cultura globalizada que tolera los fines claros. Queremos posponer indefinidamente cualquier finalidad. En consecuencia, muchos se ven afectados por una forma benigna de desesperación. La ambivalencia parece ser su inevitable acertijo.

Esta omnipresente ambivalencia tiene unas implicaciones inmensas en la formación de los Christifideles Laici en la esperanza. Viendo como están la cosas en el mundo de hoy, uno se pregunta cómo hombres y mujeres pobres todavía pueden creer que el mañana será mejor. Y sin embargo la esperanza es un incomprensible milagro sembrado en el corazón humano y es el mayor milagro de la gracia de Dios.

La esperanza en el corazón del obispo es una esperanza increíble. Él sabe que Dios nuestro Salvador "quiere que todos los hombres se salven" (1 Tm 2.3). Por tanto, espera que todos sean sean salvados en Cristo. El obispo confía a su pueblo, en la esperanza, a la comunión de los santos y a sus oraciones de intercesión.

Se acerca el día, en el ministerio del obispo, en el que patrones y santos no bastarán.

Cada obispo se eleva, en la esperanza, hacia Aquella cuya santidad es incomparable, Santa María, Madre de la Iglesia. Le pide que proteja a toda la humanidad bajo su cuidado maternal, incluído todo el pueblo de su propia diócesis

Finalmente, la esperanza de Jesús el Buen Pastor ilumina el contenido más íntimo de la esperanza del obispo. Jesús va en busca la oveja perdida. Las noventa y nueve obedientes que permanecieron en la fe y en el amor se quedan solas. Pero por la perdida, por el pecador, el corazón de Jesús se llena de ansiedad y esperanza. En el corazón de Dios encontramos el temblor y el temor de la esperanza. Porque el corazón de Jesús está encogido por el miedo de tener que rechazar a alguien en su libertad.

El mundo necesita de confesores laicos que posean una esperanza heroica, formados en el corazón de Jesús. Exhorto al Sínodo a que recomiende que la Carta Apostólica del Santo Padre pida a los obispos que se ocupen de los laicos con reputación de heroica santidad que viven en sus sus diócesis, y que inicien la investigación canónica que lleve a su canonización.

[00161-04.04] [in135] [Texto original: inglés]

S.E.R. Mons. Vincent COULIBALY, Obispo de Kankan (Guinea)

Junto a la totalidad de la Iglesia-Familia de Dios, los obispos están llamados a ser testimonios del Evangelio en el mundo. En efecto, la evangelización es la gran consigna que Cristo ha dejado a sus discípulos antes de ascender hacia Dios Padre en el día de la Ascensión. Evangelizar no significa solamente y, ante todo, predicar: quiere decir dar testimonio con toda

la propia vida. No significa sólo enseñar sino ayudar a las personas a vivir según el Espíritu del Evangelio. De este modo, mediante nuestras acciones y la participación de nuestra vida, podemos ayudar a los no cristianos a cambiar su vida para vivir según el Evangelio.

Un análisis de la situación de nuestro país y del mundo, después de los numerosos ataques de rebeldes que habíamos sufrido desde setiembre de 2000 hasta marzo de 2001, ha hecho nacer en nuestro corazón de Pastores sentimientos de compasión frente a los sufrimientos de numerosos evacuados y refugiados, a la falta de fe de muchos cristianos, a la gravísima violencia de ciertas autoridades, a la gran sed de dinero y a la falta de honestidad y de conciencia profesional de numerosos compatriotas nuestros. Jesús, el Buen Pastor fue muy sensible ante la miseria del Hombre.

Nuestras comunidades, con el apoyo de sus Pastores:

- deben ser comunidades que rezan. Fueron organizadas jornadas de oración. Invitamos a los cristianos a rezar intensamente, a levantar los ojos y las manos hacia el Señor, que es nuestro escudo. Convencidas de que si Dios no custodia nuestras ciudades y nuestros padres, en vano velarán los guardias en la ciudad y los soldados en las fronteras.

- deben aprender a reflexionar y a obrar concretamente para ayudar a los que sufren y darles un poco de esperanza; estar abiertas a todos para convertirse en lugares donde los pequeños sean acogidos, donde los pobres y los analfabetos tengan voz, donde los evacuados se sientan en su propia casa, los refugiados sean considerados hermanos; comunidades que se comprometan en su ambiente para transformarlo. En este contexto se ha fundado la OCPH, la Cáritas de Guinea.

Finalmente, los acontecimientos dolorosos que hemos conocido nos han inducido a concluir acuerdos de colaboración con numerosos organismos. Agradeciendo con fervor a nuestros benefactores la gran ayuda recibida, promoveremos una evolución de las mentalidades que sostengan el colaboración. La comunión eclesial debería desarrollar un papel más importante en la evolución de las mentalidades, para alcanzar una colaboración en la cual cada pobre sea escuchado y respetado.

[00165-04.05] [IN138] [Texto original: francés]

S. Em. R. Card. Sergio SEBASTIANI, Presidente de la Prefectura para los Asuntos Económicos de la Santa Sede.

Con el agravamiento de la situación de la economía global, después del 11 de setiembre de 2001, se perfila un crecimiento de la desocupación con consecuencias sociales dramáticas. Frente a estas perspectivas el obispo, padre y defensor de los pobres, deberá promover con un mayor esfuerzo y creatividad (cfr. Novo Millennio Ineunte n. 50) obras eficaces y modernas para reducir las nefastas consecuencias tanto de la globalización, inspirada en un desenfrenado liberalismo, como de la nueva crisis económica que se está abatiendo sobre la humanidad. Si el obispo quiere ser imagen de Cristo Buen Pastor, no puede ignorar los signos de creciente desconfianza y los gritos de desesperación presentes en el mundo de hoy. No puede, por tanto, faltar la medicina del consuelo y de la esperanza propias de la "Caritas Pastoralis", cuya laboriosidad debe mostrar a su rebaño "el corazón de Dios". De aquí la necesidad de poner en marcha, en cada diócesis, formas de micro-crédito eficaces y detener el crecimiento de tantos "Lázaros" reducidos a la más extrema miseria. La exitosa experiencia realizada por el economista de Bangaldesh, Prof. Muhammad Yunues, fundador del conocido "Grameen Bank" (banco de la aldea), debería estimular las Caritas locales para que se convencieran de la extrema urgencia y de la necesidad de reducir la llaga de la miseria más extrema, ayudando a los más pobres entre los pobres a fin de permitirles salir de la miseria con sus propias fuerzas, recordando aquello que solía repetir la Sierva de Dios Teresa de Calcuta: "Tened confianza en los pobres: ellos tienen tan poco, pero saben hacer tanto".

[00156-04.03] [IN130] [Texto original: italiano]

AVISOS

BRIEFING PARA LOS GRUPPOS LINGÜÍSTICOS

El sexto briefing para los grupos lingüísticos tendrá lugar el lunes 8 de octubre de 2001 a las 13:10 horas (en los lugares de los briefing y con los Responsables de Prensa indicados en el Boletín N. 2).

Se recuerda que los operadores audiovisuales (cámaras y técnicos) tienen que dirigirse al Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales para el permiso de acceso (muy restringido).

POOL PARA EL AULA DEL SÍNODO

El sexto "pool" para el Aula del Sínodo será formado para la oración de apertura de la Décimo Primera Congregación General del lunes 8 de octubre de 2001 por la mañana.

En la Oficina de Información y Acreditación de la Oficina de Prensa de la Santa Sede (entrando a la derecha) están a disposición de los redactores las listas de inscripción al pool.

Se recuerda que los operadores audiovisuales (cámaras y técnicos) y fotógrafos tienen que dirigirse al Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales para la participación en el pool para el Aula del Sínodo.

Se ruega a los participantes en el pool que estén a las 8:30 horas en el Sector de Prensa montado en el exterior, frente a la entrada del Aula Pablo VI del Sínodo, acompañados por un oficial de la Oficina de Prensa de la Santa Sede y del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales.

BOLETÍN

El próximo Boletín N. 14, relativo a los trabajos de la Décimo Primera Congregación General de la X Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos del lunes por la mañana 8 de octubre de 2001, estará a disposición de los Señores periodistas acreditados una vez concluida la Congregación.

 
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