PONTIFICIUM OPUS A SANCTA INFANTIA NIÑOS DE AMERICA, Del martes 25 al domingo 30 de Noviembre de 2003 se realizó uno de los encuentros misioneros más importantes a nivel mundial: el II CONGRESO MISIONERO AMERICANO (CAM 2) equivalente al VII Congreso Misionero Latinoamericano. Enviado del Santo Padre fue S. Em. el Cardenal CRESCENZIO SEPE. El evento contó con la presencia de 3336 delegados provenientes de todos los países del continente. La delegación infantil estuvo compuesta por 300 NIÑOS. En el estadio de Pinula, en las cercanías de la ciudad de Guatemala, el Card. Sepe dirigió a los 6000 niños ahí reunidos para la ocasión y a todos los niños misioneros el siguiente mensaje: Queridos muchachos y muchachas, Que lindo es encontrarnos juntos en esta gran fiesta. Este momento es tan importante, créanme, que puede cambiar el rostro de la Iglesia en América. Deseo, en primer lugar, decirles que el Papa les quiere y que me ha encargado que les traiga su Bendición. ¿Quieren ustedes también al Papa? Ustedes son afortunados porque están viviendo, como protagonistas, un acontecimiento importante que permanecerá en el tiempo como una página maravillosa de la historia de la Iglesia en América. Hay experiencias significativas, que la Iglesia no las celebra sin ustedes. Lo hemos aprendido leyendo el Evangelio, donde se narra que los niños eran los preferidos de Jesús: lo seguían en sus viajes apostólicos, escuchaban sus palabras, jugaban con él mientras hablaba a los adultos, los bendecía, los acariciaba y los curaba. Como nos cuenta el apóstol San Juan, fue un chiquillo, quien entregando a Jesús dos peces y cinco panes, permitió que el Maestro hiciera un gran milagro, dando de comer a más de cinco mil personas. Ustedes son siempre generosos y disponibles, capaces de hacer cosas grandes: por este motivo la Iglesia cuenta con ustedes y les asocia, como centinelas de la misión, a su obra evangelizadora. En Japón, fueron los niños los que enseñaron la lengua japonesa al gran misionero S. Francisco Javier, ayudándolo a traducir el Credo y el Padre Nuestro. Lo acompañaron en su misión y algunos de ellos murieron mártires por testimoniar la fe en Jesús. Cuando el amor de Jesús entra en sus corazones, ustedes chicos y chicas, se convierten en “cristianos de primera”. Su fe resiste a cualquier contrariedad, su alegría es contagiosa y enriquece a la Iglesia de fantasía y de júbilo creativo. Queridos muchachos, la Iglesia les necesita, necesita su genio infantil, su ansia de crecer y de conquistar el mundo, necesita su deseo de trasmitir el Anuncio de Jesús a todo el mundo. Han pasado 160 años, desde cuando la Iglesia ha dado a los niños la misión de salvar a los niños del mundo. En un primer momento, el fundador de la Infancia Misionera, Mons. Carlos Augusto de Forbin-Janson, pidió ayuda a los niños de Francia para salvar, con el bautismo, a los niños del mundo, y hoy, en 110 países existen millones de niños y adolescentes misioneros como ustedes, que rezan, cantan, aman la Iglesia, hacen sacrificios para que todos los chicos y chicas del mundo puedan conocer y amar a Jesús. Hoy, más que nunca, el mundo tiene necesidad de ustedes ya que el sufrimiento de los niños sobre la tierra aumenta cada vez más: niños que no conocen a Cristo, analfabetos, obligados a trabajar, hambrientos, enfermos de SIDA, huérfanos, víctimas de las minas, vagabundos, piden nuestra ayuda, y la Iglesia confía a los niños la salvación de los niños. Ciertamente ustedes no pueden eliminar todo el sufrimiento de los más pequeños, ni tampoco los suyos propios, pero la Iglesia les encomienda a sus oraciones, a sus sacrificios y a su capacidad de acoger y trasformar el dolor en un abrazo de solidaridad cristiana. La Iglesia cree que en el profundo de su corazón, Dios ha puesto la raíz de una vocación misionera y espera, por tanto, su generosa respuesta. La Iglesia les confía a millones de niños que no conocen a Jesús, que no saben lo grande que es el Amor de Dios, el perdón, la fraternidad, la paz, la alegría de sentirse hijos amados y salvados por el Hijo de Dios. Hoy la Iglesia tiene una misión muy importante para ustedes, muchachos de esta generación: muchos adultos han perdido la fe, ustedes pueden con el sufrimiento ofrecido por amor a Jesús, con su entusiasmo e inocencia, abrir para ello un sendero hacia la luz. A ustedes la Iglesia les confía la humanidad entera, ustedes son los jóvenes misioneros de la Iglesia Joven, ustedes pueden ayudar a difundir el Evangelio en esta tierra americana y en todo el mundo. No hace falta esperar a mañana, hoy mismo ustedes pueden difundir la luz del Evangelio siendo misioneros en sus casas, con sus amigos, en sus escuelas, en su ciudad, siempre dispuestos a abrir horizontes lejanos en el mundo: en Africa, Europa, Australia y Asia. Cuando Jesús ha dicho a sus apóstoles “Id por todo el mundo y anunciad el Evangelio a todas las gentes”, estoy seguro, que a su lado se encontraban muchos niños. Estaban siempre escuchándole, curiosos y afectuosos como están ustedes en este encuentro, en las fiestas, y en las celebraciones importantes de la Iglesia. Conociendo los deseos de Jesús, puedo decirles que el llamado no estaba reservado solo a los discípulos, porque delante de sus ojos estaban los muchachos de Palestina y en sus ojos estaban también ustedes, estaban los niños de todos los tiempos, primavera de la Iglesia, abiertos a la Palabra de Jesús y dispuestos a acoger y llevar el Mensaje del maestro a todo el mundo. Ustedes son un tesoro de la Iglesia de América, ámenla, acompáñenla en su difícil camino, sugiéranle el camino de la generosidad jubilosa, denle confianza, ábranle caminos para la Nueva Evangelización y para la misión ad gentes, a aquellos que todavía no conocen a Jesucristo, para que pueda ser signo de salvación para todo el universo. Ustedes son los nuevos misioneros de un mundo renovado por la Fe en Jesucristo. El papa está con ustedes, les renueva su confianza, les abraza con agradecimiento y yo, junto con él, les doy las gracias y les bendigo. Reciban mi afecto y mi reconocimiento. Niños y niñas, chicos y chicas de América ¡nuestra vida es misión!
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