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PREFACIO

 

1.- Del mandamiento nuevo dado por Cristo a los suyos, "como yo os he amado, así os améis  los unos a los otros" (Jn 13,34), a la Carta Apostólica Amoris officio, con la que el Papa Pablo VI, el 15 de julio de 1971, instituyó el Pontificio Consejo "Cor Unum" para la promoción humana y cristiana, la Iglesia se ha dado numerosos y varios instrumentos para dar cumplimiento al mandamiento del amor.

 2.- En el curso de la historia, la caridad ha encontrado expresión en grandes santos y testigos, laicos y pastores, religiosos y religiosas, que, de manera personal primero y comunitaria después, han promovido y practicado la reina de las virtudes. Para citar algunos, podemos recordar: Basileo de Cesárea (Asia Menor, †379), Francesco d'Assisi (Italia, †1226), Elisabeth von Thuringen (Alemania, †1231), Martín de Porres (Perú, †1639), Vincent de Paul (Francia, †1660), Francesca Cabrini (U.S.A., †1917) y Josepha Bakhita (Sudán, †1947).

 3.- Especialmente después de la segunda Guerra Mundial el testimonio de la caridad fue poco a poco organizándose. El surgir de las Cáritas Diocesanas y Nacionales, la constitución de la Caritas Internationalis, el nacimiento de Organismo dedicados a las Campañas de Adviento y de Cuaresma, el multiplicarse de las formas asociativas de la caridad en todo el mundo y el creciente empeño caritativo en las comunidades parroquiales, manifiestan la grande fecundidad de la respuesta cristiana al mandamiento del amor.

 4.- Ante las miríadas de iniciativas socio-caritativas surgidas en la Iglesia, el Papa Pablo VI, al acoger también las propuestas formuladas por los Padres Conciliares del Vaticano II y al instituir el Pontificio Consejo "Cor Unum", quiso favorecer la coordinación de todas aquellas iniciativas a fin de que los recursos disponibles pudieran emplearse con mayor eficacia.

 5.- En los primeros treinta años de vida de este Dicasterio, la Asamblea Plenaria, compuesta por Cardinales, Arzobispos, Obispos, Eclesiásticos, Religiosos, Religiosas, Laicos y Laicas a título individual y en representación de las Organizaciones católicas, se ha reunido veintitrés veces. Otras tantas han sido las alocuciones de los Papas Pablo VI y Juan Pablo II que, con su palabra han indicado al Dicasterio la vía maestra para perseguir sus importantes objetivos. El Papa Pablo VI, el 1 de diciembre de 1972, dirigiéndose a los participantes de la II Asamblea Plenaria, afirmó: "La Iglesia tiene la responsabilidad de dar testimonio de Cristo; testimonio que adquiere sentido pleno cuando es dado en nombre de Cristo en la Iglesia... Las actividades de vuestra competencia no alcanzarán todo su significado cristiano si no las situáis en la perspectiva universal del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia". Y el Papa Juan Pablo II, el 27 de octubre de 1979, dijo: "Dos perspectivas inspiraron mi predecesor, el Papa Pablo VI, cuando instituyó el Pontificio Consejo "Cor Unum". La primera, una visión realista de las cosas...pero la segunda, la más importante, se refería a una viva toma de  conciencia de las implicaciones eclesiales de la exigencia evangélica de la caridad con los hombres".

 6.- Cristo, movido por la compasión, realizó en su propia persona la parábola del Buen Samaritano. Él, "beneficiando y sanando" (Hch 10,38), deseaba confirmar con las obras el valor de su mensaje y suscitar la fe en su persona. Sus "signos", como dice el Evangelio de Juan, remiten al amor del Padre, del que él es el mensajero.

 7.- Del mismo modo, la Iglesia, en su acción caritativa, tiene presente a Cristo como único modelo válido. Ésta, gracias a Dios, en un modo que no se queda indiferente ante la miseria humana, intenta siempre fijar la mirada sobre "Jesús, autor y perfeccionador de la fe" (Hb 12.2) y de salvaguardar la naturaleza cristiana en la misión caritativa. Como decía Madre Teresa de Calcuta a sus seguidores: "Se trata de la unificación de nuestros pensamientos con sus pensamientos, de la unificación de nuestras oraciones con sus oraciones, de la unificación de nuestras acciones con sus acciones, de nuestra vida con su vida... Todas nuestras palabras serán inútiles si no nacieran de la profundidad del corazón. Las palabras que no difunden la luz de Cristo, aumentan la oscuridad".

 8.- Invito por lo tanto a la lectura de los discursos de los dos predichos Pontífices y del léxico de conceptos bíblicos-teológicos sobre las varias expresiones de la caridad, juntos recogidos en este volumen. Confío que la meditación atenta de tales páginas pueda protegernos del riesgo de reducir la misión caritativa a mera filantropía y refuerce en nosotros aquel horizonte de fe que es el fundamento de nuestra dedicación a los pobres de todo género.

 

 Ciudad del Vaticano, 15 de julio 2001

 

                                                Paul Josef Cordes

                                                Arzobispo Presidente

 

 

 

 

 

 

 

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