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SYMPOSIA


 

"ARTE, VIDA Y ESPECTACULO CINEMATOGRAFICO"

Roma, 17 al 19 de noviembre de 1998

¿De dónde surge el interés de la Iglesia Católica por el cine, arte por excelencia del siglo XX? El Cardenal Paul Poupard, Presidente del Pontificio Consejo de la Cultura, responde con toda claridad, en la inauguración del Convenio Internacional de estudio dedicado al tema "Arte, Vida y Espectáculo cinematográfico". "El cine" -ha dicho el Cardenal-, "es expresión estética, exigencia espiritual e instancia cultural". El acto se realizó del 17 al 19 de noviembre de 1998 y tuvo como sede el auditorio AGIS en Roma.

Nunca como en estos últimos años del siglo XX, afirma el Cardenal – y en la espera del inicio del nuevo milenio, – el cine se muestra como el arte de mayor vigor, creatividad, impacto, vitalidad; un arte que me atrevería a llamar "fuerte" y ciertamente insustituible, porque toca con frecuencia el bien y el mal, al grado de imponer modas y maneras de vestir, gustos y expectativas. Arte con miles de variantes y posibilidades, de múltiples proyectos técnicos y expresiones, porque la infinidad de posibilidades es alimentada y enriquecida por la fantasía humana. Por ésta y otras razones, el arte tiene cuestionamientos y mucha potencialidad para actuar en lo externo y en el inconsciente del pueblo; puede ser un sorprendente medio que favorezca al verdadero humanismo, pero también, puede ser un instrumento capaz de suscitar en personas menos preparadas y desprovistas de una libre madurez crítica, interrogativos difíciles, angustias, tendencias peligrosas, investigaciones inútiles. La Iglesia es consciente del reto, pues conoce la importancia de la cultura y de las comunicaciones sociales, y sabe que ambos campos son fundamentales para una Pastoral, que conoce la realidad social y en particular la juvenil.

En el umbral del gran milenio, es significativo el considerar la "fuerza" del cine para el mundo de las comunicaciones sociales, que se acompaña con la toma de conciencia de que: los tiempos de las censuras han quedado lejos y que han nacidos otros, tejidos de inter-relación y de propuestas concretas, de sugerencias y de proyectos. Vienen señalados los peligros de la degradación moral y humana en la gran pantalla, pero sopesando su importancia en la fina crítica constructiva y de inteligencia libre orientada hacia la verdad. Las iniciativas promovidas por dos Dicasterios de la Curia Romana y el Comité del Festival del Cine Espiritual "Tertio Millennio" (que ha llegado a su segunda edición gracias a la inteligente dirección artística de Claudio Siniscalchi), son los indicios del gran interés del mundo católico, por abrir una ventana al abigarrado y fascinante mundo del cine.

El Cardenal Paul Poupard, en la Homilía pronunciada en la muy concurrida concelebración que presidió en la Basílica de Santa María en Trastevere, con ocasión de la "semana del arte" y con notable presencia de los participantes al encuentro Internacional, dijo: "La cultura, en sus diferentes manifestaciones, cuando está inspirada y alimentada en la Fe, se coloca al centro de los intereses Pastorales de la Iglesia que mira hacia el nuevo milenio". Así, ella como Mater et magistra, coloca realmente en el cine una parte importante de sus grandes esperanzas; esperanza de contribuir a la difusión de un verdadero humanismo, en el que las artes estén al servicio de la vida del hombre".

Hoy más que nunca, mientras la humanidad se acerca la gran paso hacia el tercer milenio, el cine se presenta como el arte más vital, creativo y fascinante que alcanza a fraguar y casi a imponer, – bueno o malo, – costumbres e ideas, así como orientar gustos y expectativas. En esta dimensión entra la actividad de la Iglesia porque muchos, como lo ha indicado Monseñor John Foley, Presidente del Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales, en su intervención en el Convenio, señaló: "existen aún signos de explotación del ser humano con fines únicamente económicos": violencia, pornografía, rechazo de la vida, superstición, materialismo que, presentes en parte en la producción cinematográfica, manipulan al hombre y lo hacen vulnerable, orillándolo al encierro en sí mismo, al individualismo extremo, a la ignorancia y a la esclavitud; ahí donde debía estar libre y abierto, en la dimensión más profunda del amor y del respeto a Dios, a sí mismo y al prójimo".

He aquí el reto a tomar, se requiere actuar de tal manera que el cine, capaz como lo es de crear momentos de especial intensidad, detenga en sus imágenes un instante la vida, deteniéndola con un lenguaje que puede permitir expresiones de auténtica poesía, se deje llevar de algo que imprima una marca, quizá dolorosa, pero capaz de hacer conocer aquello para lo que el hombre ha sido destinado, para lo que ha sido llamado, es decir: la VIDA. Un mensaje por tanto de VIDA y para la vida; esto debe ser el cine.

Los mensajes surgidos en los diferentes horizontes culturales y de origen profesional, en las intervenciones de los relatores invitados al Convenio, fueron facilitados por la presencia de los moderadores: El P. Ardura, secretario del Pontifico consejo del la Cultura y Mons. Enrique Planas, responsable de la Filmoteca Vaticana. Las tres jornadas matutinas, introducidas por las cálidas motivaciones en el saludo de Giorgio van Straten, Presidente del "Agis", y de Andrea Piersanti, Presidente del "Ente dello Spettacolo", han coordinado a las exposiciones y al debate. Con mucha libertad para facilitar la creatividad cultural, han intervenido dos reconocidas personalidades de la Literatura, como lo es la escritora Rosetta Loy y la filóloga y especialista en historia de la literatura: Jacqueline Risset, quien abordó el tema "Emociones, creatividad, memoria en el cine de Steven Spielberg", esbozó un análisis inteligente del autor que entre comercio y arte, ha sabido transportar emociones limpias, sacadas de la historia y de la fantasía, para dejarlas en la memoria y en la imaginación convirtiéndose en mensaje de vida y de paz para toda la comunidad; la segunda relación versó sobre "El mundo de Dante en la pintura y el cine", describió las relaciones inalienables entre literatura, arte masivo y cinematografía, entre Dante, Boticelli y Fellini.

El aspecto propiamente teológico ha sido expuesto por el Sr. Obispo, Mons. Rino Fisichella, con el tema "Cine y Teología; una provocación recíproca" (se publica íntegramente en esta revista). Directores, guionistas e investigadores en el campo de la historia de la crítica cinematográfica han tenido un espacio considerable: Giuliano Montaldo habló de: "Impaciencia, de la imagen por la intolerancia"; Mario Brenta "¿Cine, real o verosímil?", José María García Escudero venido de Madrid; "Presencia del espíritu en el cine. Espiritualidad explícita y oculta. Aprender a ver cine". Contexto ético y estético abordado también por Armando Fumagalli, de la Universidad Católica de Milán, con el tema: "Los valores en el cine, entre las exigencias éticas y las dinámicas del mercado", y Jhon Wauck, estadounidense, de la Universidad de la Santa Cruz con: "El momento cultural actual en los Estados Unidos, confrontación entre cine, literatura y valores cristiano". El aspecto propiamente artístico ha sido subrayado por el sector de las artes visivas, con una impactante y fascinante relación por el profesor Luciano Caramel de la Universidad de Milán, el cual ha impelido la atención hacia "el arte como proyecto de vida", mientras que Eugen Leahu, venido de Rumanía, ha traído una sabia disertación enfocada sobre la correlación entre estética y teología con: "La creación humana frente a la creación absoluta".

Las tres tardes de verdadero y propio cine, han dejado un gran interés también en el auditorio juvenil, lo mismo que la organización del Convenio, es decir a las tres proyecciones cinematográficas, vistas con atención y curiosidad. Se invitó a tres directores de reconocida fama internacional, y tres representantes de casas cinematográficas diferentes: La Griega, la Italiana y la Rusa. Precedidas de una breve introducción, las tres películas elegidas fueron: LÂ’eternità e un giorno di Theo Angelopoulos, I giardini dellÂ’Eden de Alessandro DÂ’Alatri y Madre e figlio de Aleksandr Sokurov, a saber, las tres dimensiones: Filosófica, Bíblica y Ético–existencial, todas relacionadas con el tema de la vida. Un recorrido de imágenes, insinuaciones, palabras y conceptos, subrayados con la presencia de tres directores de cine, quienes finalizada la proyección han participado en la mesa redonda.

La película de Angelopoulos, vencedora de la Palma de Oro en el festival de Cannes en 1998, ha sido presentada por Fernando Di Giammatteo: "Theo Angelopoulos: la infinita Odisea", en tanto al final han tomado la palabra Tonino Guerra, responsable de la escenografía en la película y conocidísimo colaborador de tantos famosos directores Italianos, Irini Statha, Angela Ales Bello, Michele Francesco Afferrante y Norberto González Gaitano. El film de DÂ’ Alatri, que concursó en la última edición del festival de Venecia, fue precedida de una interesante relación del Jesuita Lloyd Baugh, de la Universidad Gregoriana de Roma, con el tema "El Santo viaje" (Sal 83). Jesús de viaje: Un film de DÂ’Alatri de los tradicionales films sobre Jesús, se ha dado a conocer cómo el "medium" cinematográfico es muy atractivo para las nuevas generaciones que responden con mucho interés a los mass media. Y es absolutamente normal que se haga Teología, Catequesis, con las imágenes cinematográficas. Posteriormente José Manuel Sánchez Caro, de la misma Universidad Gregoriana, presentó el aspecto bíblico con "La historia de una iniziación: perspectiva de un exegeta". Al debate final participó el mismo director, el responsable de la escenografía de la película, Miro Silvera, junto con Massimo Bernardini y Don Dario Viganò. El último día, el crítico de La civiltà cattolica, Virgilio Fantuzzi, ha hecho la introducción de la obra maestra de Sokurov con la densa relación "El tiempo esculpido en la pelicula"; siguieron las intervenciones de Thomas Kufus, el productor del film, la psicoanalista Carla Landi, y los Padres Tomás Spidlík, experto en mística y espiritualidad oriental y Michel Berger, reconocido estudioso e experto de la iconografía oriental.

Todos los participantes del Convenio, al finalizar el tercer día de trabajo, han sido recibidos en audiencia privada por el Santo Padre Juan Pablo II. El mismo Santo Padre ha recalcado la tarea urgente y primaria del cine en el campo de la cultura y de la Evangelización. Ha dirigido palabras de valor y estímulo: "La iglesia considera el cine, como una particular expresión artística del dos mil y lo impulsa en su función pedagógica, cultural y pastoral. En la secuencia del film, confluyen creatividad y progreso técnico, inteligencia y reflexión, fantasía y realidad, sueño y sentimientos" y, puede ser también instrumento insustituible, afirma el Papa, "para transmitir el eterno mensaje de la vida y para describir las extraordinarias maravillas. Al mismo tiempo, puede convertirse fuerte y eficaz lenguaje para censurar la violencia y los atropellos. Así, enseña y denuncia, conserva la memoria del pasado, se hace conciencia viva del presente e impulsa la investigación para mejorar el futuro".

Palabras que son el signo sensible de la renovada y más responsable colaboración entre la Iglesia y el mundo de las artes, de las comunicaciones sociales y del cine. No solamente espectáculo y diversión, sino compromiso para enseñar y disfrutar la sala y la pantalla con madurez, tomando el cine precisamente en su esencia profunda, de modo que sirva para el crecimiento personal y de reflexión sobre la existencia. Entre los efectos especiales y nuevas tecnologías, el mensaje que dirige la Iglesia a todos los sectores que se dedican y viven del cine es claro y confiable: Devolver a dar al cine las razones y los fines por los cuales nació hace cien años, crear conciencia de que éste – continúa el Papa diciendo – "no puede expresar completamente lo que es, sin una clara y continua referencia a los valores morales y a los motivos por los que nació. Corresponde a quienes están comprometidos en este campo explorar con capacidad y experiencia el sentido positivo de la cinematografía, con la ayuda de los escenógrafos, productores y actores, convertirse con su genialidad y fantasía en mensajeros de civilización y de paz, de esperanza y de solidaridad; en una palabra, heraldos de auténtica humanidad".

Aprender a ver y pensar el cine. No sólo amarlo y frecuentarlo. No sólo escribir y discutir del cine. Que no viva sólo de festivales que a veces son vitrinas vacías por crisis de ideas. Del cine, en efecto, pueden surgir mensajes férvidos y creativos dirigidos a un real progreso humano y espiritual, ideas en efecto, que son caminos maestros para hacer crecer una verdadera búsqueda interior, en el diálogo entre todos los hombres y la recíproca comprensión en el mutuo respeto.

Las Propuestas de personas de buena voluntad, son promotoras de cine auténtico, son vehículo de cultura y de espiritualidad y están llamadas a construir el Tertio Millennio Adveniente.

Don Luca Pellegrini
Pontificio Consejo de Cultura

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[English]
Father Luca Pellegrini, of the Pontifical Council for Culture, gives an account of the conference organized by the Council, in co-operation with the Pontifical Council for Social Communications and the Italian Institute of the Performing Arts (Ente dello Spettacolo) on the theme: "Art, life and film. Sensibility, spirituality and culture", which took place in Rome from 17 to 19 November 1998. Film can be a positive vehicle for the expression of true humanism, but it can also arouse anxiety or unhealthy behaviour. The Church is well aware of this challenge and encourages people in the film industry in the pedagogical, cultural and pastoral aspects of their work.

[Français]
LÂ’Abbé Pellegrini
du Conseil pontifical de la Culture présente le Congrès " Art, vie et cinéma. Sens esthétique, exigences spirituelles et défis culturels ", promu par ce Dicastère en union avec le Conseil pontifical des Communications Sociales et en collaboration avec lÂ’Ente dello Spettacolo. Il sÂ’est déroulé à Rome du 17 au 19 novembre 1998. Le cinéma peut être un facteur de promotion de lÂ’humanisme authentique, bien quÂ’il puisse susciter angoisses et tendances dangereuses. LÂ’Église, consciente du défi, le soutient dans sa mission pédagogique, culturelle et pastorale.


"Cine y Teología; una provocación recíproca"

Rino Fisichella
Obispo Auxiliar de Roma

"Los hombres son en general tanto más actores cuanto más civilizados son: adoptan la apariencia de la simpatía, del respeto por el otro, de la moderación, del desinterés, sin por esto desconcertar a ninguno, porque los demás están de acuerdo en que en todo ello no hay total sinceridad. Pero es muy bueno que suceda así en este mundo. Porque a través de estos papeles que se recitan, al final también las virtudes, aparentes y artificiales durante un tiempo, se van despertando poco a poco y pasan a nuestro sentimiento constante".

La cita de I. Kant en su Anthropologie se somete a diversas interpretaciones; y sin embargo, no desentona al comienzo de esta breve reflexión a propósito de la relación entre cine y teología. La provocación que se quiere crear entre ambos, de hecho, ya está arrojada con este texto. Nadie osará disputar el grado de civilización alcanzado por el actual contexto histórico. Si se acepta el texto de Kant se tendrá que deducir con lógica consecuencia que nunca como hoy los hombres son actores. Se desempeña un papel, —a decir verdad no siempre escogido libremente— y con él nos hacemos la ilusión de habernos asegurado el logro de una identidad madura y autónoma. La mayor parte de las veces, sin embargo, sabemos muy bien que lo que estamos recitando es tan sólo un papel, y no siempre el más importante, precisamente porque no lo vivimos plenamente con sinceridad; la vida, en efecto, impone la adopción de otros papeles que obligan a una toma de conciencia del verdadero y genuino papel que hemos sido llamados a desempeñar en la dramaticidad del momento.

¿Por qué la teología habría de ocuparse de cine y viceversa, por qué el cine debería prestar atención a la teología? La pregunta no es obvia. No se puede evitar tampoco con una actitud de suficiencia por parte de ambas, como si se tratase de atravesar un campo minado sobre el cual no se tiene competencia, o, aun peor, como si se invadiese una zona completamente ajena al propio ámbito científico. Responder a la pregunta en cambio, equivale a encontrar las diversas provocaciones que merecen ser escuchadas tanto por la teología como por el cine, de manera que se logre, si no una escucha recíproca, al menos no un desinterés.

La teología desempeña un doble papel. Por una parte tiene que dirigirse al creyente para presentarle las razones de su fe (cf. 1Pe 3,15). Nunca como en este momento ha sido una ciencia completamente peculiar, porque se dirige a quien ya cree, pero precisamente en cuanto creyente tiene necesidad de interrogar su fe y obtener una inteligencia cada vez mayor de ella. Por otra parte, la teología es dialógica. Se encuentra por tanto con las diversas realidades que constituyen la vida del hombre y con ellas busca de alcanzar la verdad última en las cuales cree, comunicando los frutos del camino ya realizado.

El encuentro con el cine tiene lugar en este segundo ámbito. Un pasaje del Concilio Vaticano II puede ayudar a comprender la necesidad del encuentro de la teología con el cine. Se lee en Gaudium et spes: "A su manera, también la literatura y las artes son de gran importancia para la vida de la Iglesia. Estas buscan expresar la índole propia del hombre, sus problemas y su experiencia en el esfuerzo de conocer y perfeccionarse a sí mismo y al mundo, de descubrir su situación en la historia y en el universo, de ilustrar sus miserias y sus alegrías, sus necesidades y sus capacidades y de plantear una mejor condición para el hombre. Así, pueden elevar la vida humana, expresada a través de múltiples formas según los tiempos y los lugares" (GS 62)

He aquí una respuesta autorizada que implica directamente también a la Iglesia: en el cine es posible verificar una peculiar actividad artística mediante la cual la persona expresa la propia capacidad creativa y donde el lenguaje simbólico, imaginativo y poético prevalece sobre el de la ciencia, predominantemente técnico. Ya esta primera dimensión permite afirmar que el lenguaje cinematográfico puede presentarse como una de las mediaciones privilegiadas para expresar el contenido de la fe que, en su esencia, es el misterio de la revelación. Lo que implica mutuamente al cine y a la teología es por tanto, la representación (cine) y la inteligencia (teología) del misterio. En torno a estos términos se desarrollan las grandes preguntas que afectan a toda persona en el descubrimiento de su propio destino. Por su competencia, la teología indaga el misterio y, en algunos aspectos es experta en virtud de la revelación. Al cine, ésta le pide ayuda para salvaguardar el misterio. Sin esta componente se destruye la existencia personal y todo viene a encasillarse en el árido campo de la técnica. La tarea de la humanidad, en cambio, será la de garantizar el mantenimiento del misterio y su inviolabilidad. La teología, pues, puede ayudar al cine a captar los rasgos del misterio entre los repliegues de la existencia, y, al mismo tiempo, a mostrar la grandeza del misterio cuando éste se enfrenta a Dios.

Por mucho que pueda valer, no en el orden de la técnica, sino en el de la representación, el cine no se aleja de otras formas que tratan de representar la existencia del hombre. Cine, teatro, literatura,... están todos en el mismo escenario del mundo para plantear las preguntas fundamentales de la existencia y para tratar de dar una respuesta. El cine, por tanto, es un lenguaje mediante el cual el hombre se expresa a sí mismo, tratando de representar del modo más coherente posible las cuestiones epocales que animan su existencia. El cine participa con pleno derecho en la representación de las preguntas que desde siempre han pertenecido a la vida de la humanidad. Éstas se encuentran siempre inmutables en el corazón del hombre. Las explicita también en la primera página de su última encíclica Juan Pablo II: "¿Quién soy? ¿De dónde vengo y a dónde voy? ¿Por qué la presencia del mal? ¿Qué habrá tras esta vida?... Son preguntas que tienen su origen común en la búsqueda de sentido que desde siempre surge en el corazón del hombre. En efecto, de la respuesta a tales preguntas depende la orientación que se dé a la existencia" (Fides et Ratio, 1).

Mirando bien las cosas, no es justo relegar únicamente a la literatura y al teatro el planteamiento de estas preguntas eternas. En la dinámica de su lenguaje, el hombre ha producido otras formas igualmente útiles y necesarias para expresarse a sí mismo, y entre estas, el cine no se puede considerar ciertamente secundario. Aquí, en efecto, se permite representar la vida, los sentimientos y las reacciones de las personas hasta en los mínimos detalles, dejando traslucir la emoción, la duda, la certeza, o todo aquello que la cámara logra captar con implacable realismo y el director logra personificar. De este lenguaje, la teología recibe el "sentido del hombre" y su vivir. Sin esta componente, la teología permanecería en la oscuridad de la concretitud de la persona y su discurso sobre Dios, así como sus respuestas a la pregunta por el sentido, correrían el riesgo de no ser recibidas. Si su lenguaje no considera al hombre, la vida de la comunicación se interrumpe y se vuelve estéril.

Cuánto más eficaz para el hombre sería la comunicación que proviene del cine si éste hiciese suya la esencia del tema de fe; Cuánto más se escucharía el contenido de la fe si se transmitiese con el lenguaje de la imagen, al cual nuestros contemporáneos son tan sensibles. Para que esto se realice en bien del hombre, es necesario que desaparezcan las incomprensiones, las precomprensiones y las pretensiones que a menudo empujan a los hombres a pensar que son omnipotentes. Al final, habrá que asumir plenamente la metáfora que viene precisamente del mundo del teatro y del cine y llegar a la conclusión de que si es verdad que todos somos actores, también lo es que el actor es solamente un "huésped" (Thomas Mann) en el escenario. Antes o después tiene que dejar el estudio y retornar a la vida cotidiana. Entonces ya no será representación de la realidad que, por muy cercana que sea, es siempre y en todo caso una representación escénica, sino que la realidad verdadera le saldrá al encuentro pidiendo ser acogida y desafiada.

La teología en este momento podrá ser compañera fiel de viaje porque podrá impedir que el drama se transforme en tragedia. Ésta, en efecto, no sólo está capacitada para dar un mensaje de esperanza, sino que por su naturaleza tiene que ser capaz de comunicar esperanza en la fuerza del amor que la sostiene. Ante los grandes desafíos que la vida plantea, la teología tendrá que mostrar el verdadero rostro de la existencia redimida e inserta en Cristo. Aquí se salvaguarda el misterio, la libertad del hombre y su dignidad.

En el curso de los siglos, la Iglesia ha mantenido una reacción discontinua con el mundo del espectáculo. Desde las violentas expresiones de Tertuliano y Agustín, ha pasado a ser artífice de lenguaje teatral y fílmico. El cine, con su fuerza expresiva y con la capacidad narrativa propia que le compete, puede enriquecer la investigación teológica; como ya se aludió, puede presentarle las instancias típicas de una época y hacerle conocer el sensus hominis que encierra en sus secuencias. El movimiento, no obstante, tiene que ser recíproco. También el cine tiene necesidad de confrontarse con la teología para estar en condiciones de mediar la originalidad del mensaje cristiano y el carácter paradójico de su contenido, dando a las preguntas existenciales del hombre la respuesta definitiva. El espectador, entonces, se dará cuenta de que ha tenido lugar algo grande. Quedará impresionado del lenguaje de lo real, pero sostenido por los contenidos que dan verdaderamente sentido a la vida. Probablemente deberá comprender que ya no basta representar un papel en la vida según un guión que otros le han preparado. Descubrirá, en efecto, que como fundamento de su vida tendrá que estar el descubrimiento de una misión a la que quiere adherirse haciéndose partícipe de plenamente de un plan de salvación que está destinado a abrazar el mundo enero.

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[English]
"Why should theology be concerned with film and, likewise, why should films be concerned with theology?" This was the question asked by auxiliary Bishop Rino Fisichella of Rome, in his talk during the "Art, life and film" conference. His approach led him to conclude that film can mediate the content of faith in a particularly effective way. The link between these two areas is that film presents and theology seeks to understand mystery.

[Français]
" Pourquoi la théologie devrait-elle sÂ’occuper du cinéma ? En sens contraire, pourquoi celui-ci devrait-il porter attention à celle-là ? " : telle est la question abordée par Mgr Rino Fisichella, Évêque auxiliaire de Rome, au Congrès " Art, vie et cinéma ". Le cinéma est un instrument privilégié pour exprimer le contenu de la foi. Le mystère réunit le cinéma et la théologie, par la représentation (cinéma) et lÂ’intelligence (théologie).


MARCO MARULIĆ Â– A CATHOLIC HUMANIST AND A MODEL FOR EUROPE IN THE THIRD MILLENNIUM

Rome, 26-29 November 1998

The Pontifical Council for Culture, the Marulianum Centre in Split and the Pontifical Croatian College of Saint Jerome in Rome were the joint organisers of an international conference on Marco Marulić, the Croatian Poet and Catholic Humanist: a Model for Europe in the Third Millennium. The conference was held from 26 to 29 November 1998 in the "Aula Magna" of the Pontifical Gregorian University. It is one of several events the Pontifical Council for Culture is promoting to foster a new Christian humanism on the eve of the third Millennium.

Marco Marulić is as significant a figure now as he ever was, as a layman, as a Christian humanist, as a moralist and as someone who had a profound and authentic spiritual life. His writings were known as far afield as Asia and Latin America, largely through Jesuit missionaries, and they reveal the perennial depth and originality of his thought. He can be seen today as a model for the sort of person whose breadth of learning and vision could fashion a new Christian humanism, the most engaging and timely challenge the Church offers the men and women of the third Millennium.

The list of distinguished participants at the conference included the president of the Pontifical Council for Culture, Cardinal Paul Poupard, who presided on the first day, the CouncilÂ’s secretary, Father Bernard Ardura, the under-secretary, Father Fabio Duque Jaramillo, and some of CroatiaÂ’s bishops: Archbishop Josip Bozanić of Zagreb, Archbishop Ante Jurić of Split and Makarska, Bishop Ratko Perić of Mostar and Dudno, Bishop ÂŽelimir Puljić of Dubrovnik and Archbishop Marijan Oblak, former archbishop of Zara. CroatiaÂ’s ambassadors to the Holy See and to Italy were also present at the inaugural session, as well as Father Franco Imoda, the rector of the Pontifical Gregorian University, who greeted those taking part in the conference. The Marulianum was represented by its director, Professor Bratislav Lučin, and Monsignor Jure Bogdan, as rector, represented the Pontifical Croatian College.

Cardinal Paul Poupard emphasised in his opening address that the importance of the conference lay in "encouraging a new cultural creativity today, in which the inspiration of faith and human genius would not oppose, but rather even complement each other”. He also stressed how opportune it is to focus on the figure of Marco Marulić, who was one of those people who have “made a mark on European culture, and managed to reconcile human wisdom and classical culture with the Christian view of man and reality". The Holy Father also sent a memorable telegram to those taking part in the conference: "On the occasion of the international conference organised by the Pontifical Council for Culture, the Marulianum Centre in Split and the Pontifical Croatian College on Marco Marulić, the Croatian Poet and Catholic Humanist: a Model for Europe in the Third Millennium, the Supreme Pontiff offers his sincere greetings to those taking part and wishes to express his appreciation for a timely initiative which aims to foster a new Christian humanism on the eve of the third Millennium. He hopes this important gathering on the noble figure of an eclectic personality who was a witness to deep and authentic spirituality will reinforce peopleÂ’s commitment to a renewed evangelisation of culture in contemporary society, invokes heavenly graces for the success of the symposium and bestows his Apostolic Blessing, as requested, on your Eminence, the organisers, the speakers and all present. Cardinal Angelo Sodano, Secretary of State".

The conference was organised in three phases, corresponding to the three days it lasted, in order to throw light from different angles on MarulićÂ’s multi-faceted and truly rich personality. The first phase was an examination of the historical, religious and cultural context in which Marulić lived and worked. On the morning of the first day of the conference, there were contributions from Father Tomislav Mrkonjić on “The historical and cultural context of the Mediterranean in the early part of the sixteenth century”, Father Slavko Kovačić on “The historical, civil and ecclesiastical context of Split in MarulićÂ’s time”, Professor Agostino Borromeo on “The pre-Tridentine spiritual context” and Father Stjepan Krasić on “The life and formation of Marulić”.

That afternoon, Professor Bratislav Lučin gave a talk on “MarulićÂ’s Studium Humanitatis” and a brief address on “MarulićÂ’s writings, the history of their publication and the Editio Princeps of the Repertorium”, which he gave instead of Professor Branimir Glavičić, who was unable to be present. Professor Mirko Tomasović then spoke on “Marulić and Croatian literature”.

The second day of the conference focused on Marulić as a master of the spiritual life. The richness of his personality shines out from his many writings, which also testify to the breadth of his cultural vision. Professor Charles Béné dealt with this them in his talk on “Marulić the layman, a master of the spiritual life”, and Bishop Ratko Perić of Mostar developed the theme “MarulićÂ’s influence on spirituality”. The attention Marulić paid to Scripture and to the Fathers of the Church, and his profound knowledge of them, was also taken into consideration. Father Mladen Parlov spoke on “Scripture in the writings and spirituality of Marulić”, and Father Luigi Padovese addressed the theme of “The Fathers in Marulić”.

In the afternoon session, talks by Father Ivan Golub on “MarulićÂ’s anthropology” and by Father Ivan Fuček on “Marulić and the Croatian moralists” went into his spiritual, anthropological and moral outlook. The way he has been received in the Catholic world, in particular in the Jesuit order, was explored in Father Jesús Lopez-GayÂ’s talk entitled “The reception of Marulić in the Society of Jesus”. “Mary in Marulić” was the title of the dayÂ’s last talk, given by Father Gabriel Jurišić.

The third day concentrated, finally, on MarulićÂ’s links with the literary and linguistic world of the time and on his special brand of Christian humanism. In this context, Professor Darko Novaković spoke on “The Davidiade of Marulić and proto-medięval Latin epics”, followed by Professor Janka Jerkov on “Sacred and profane love in MarulićÂ’s Croatian poems”, and, finally, by Professor Josip Bratulić on “Marulić and CroatiaÂ’s Glagolitic tradition”. Archbishop Josip Bozanić of Zagreb gave the concluding address on “The importance and contemporary relevance of Marulić”.

The conference speakers came in large part from Croatia, but there were also lecturers from the Pontifical Gregorian University and from the La Sapienza university in Rome. They were all very competent and highly qualified experts on Marulić, and each was able to contribute, from his or her own area of specialisation, a piece of the mosaic which is made up of the character and writings of Marulić. He was a complex, multi-faceted character, well worth rediscovering and putting forward as a model Christian humanist for the new Christian Millennium. His importance and relevance was emphasised by Archbishop Bozanić in his concluding address: “As we come to the end of these days studying Marco Marulić, I am genuinely convinced that, for many reasons, it was well worth organising this international conference. Marulić is truly a historic person, in the sense that his importance is not limited to a brief period, but he has a message for us, too, on the threshold of the third Millennium. In the first place, Marco Marulić puts forward a Christian humanismÂ…. He bears witness to a common European heritage, and alsoÂ… to a rich variety of linguistic, regional and national traditions. This is particularly important in the age of so-called globalisation, when there is a risk of making man and his culture one-sided".

An extra dimension was added to the the conference by the visit to the "Vittorio Emanuele" Central National Library, where Doctor Martinoli allowed the conference speakers to see and examine the only manuscript copy of the Repertorium and other printed texts by Marulić. What rounded off the conference was a display in the atrium of the Gregorian university of enlarged pictures relating to MarulićÂ’s writings: this was provided by the Marulianum in Split.

Other participants at the conference included students from the Gregorian and from the "La Sapienza" university, in particular from the department of Slavic Studies, as well as a number of RomeÂ’s Croatian population. Everyone was impressed by the scholarly quality of the conference, in which new and original contributions on Marulić were forthcoming. The first, very positive, result was to have brought attention to Marulić beyond the frontiers of Croatia and a circle of enthusiastic connoisseurs of his work, and thus to put him forward as an outstanding representative of European culture both past and present.

On Sunday 29 November those who took part in the conference were invited by Monsignor Jure Bogdan, the rector of the Pontifical Croatian College of Saint Jerome, to a mass at which Cardinal Paul Poupard presided, with a homily delivered by Archbishop Bozanić. A choir from Split led the singing at the mass.

A second stage of the conference is to be held in Split in April 1999. The Marulianum Centre in Split will publish the proceedings of both the Rome and Split sessions together in a single book later in the year.

Rev. Pasquale Iacobone
Pontifical Council for Culture

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[Français]
LÂ’Abbé Iacobone
du Conseil pontifical de la Culture présente le Congrès international " Marco Marulić, Poète Croate et Humaniste Catholique : une proposition pour le troisième millénaire ", organisé sous lÂ’égide de ce Dicastère, en collaboration avec le Centre Marulianum de Split et le Collège Pontifical Croate de Saint-Jérôme de Rome, les 26-29 novembre dernier, à lÂ’Université pontificale Grégorienne. Marco Marulić, laïc, humaniste, moraliste et témoin dÂ’une spiritualité authentique et profonde, est un modèle dÂ’homme accompli, artisan de cet humanisme chrétien plénier qui est la proposition la plus actuelle et urgente que lÂ’Église puisse faire à lÂ’homme du troisième millénaire.

[Español]
El Padre Pasquale Iacobone del Pontificio Consejo de la Cultura, presentó el Convenio Internacional sobre Marco Marulić, Poeta Croata y Humanista Católico: una propuesta para la Europa del tercer milenio, organizado por este Dicasterio en colaboración con el Centro Marulianum de Split y el Pontificio Colegio Croata San Jerónimo con sede en Roma. El Convenio se realizó del 26 al 29 de noviembre de 1998 en la "Aula Magna" de la Pontificia Universidad Gregoriana. Marco Marulić, laico, humanista, moralista y testigo de profunda y auténtica espiritualidad, hoy está presente como modelo de hombre completo, artífice de aquel Humanismo Cristiano que es una propuesta muy actual y de compromiso y que la Iglesia ofrece al hombre del tercer milenio.


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