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PONTIFICIAE ACADEMIAE


 

PRIMERA SESIÓN PÚBLICA COMÚN
DE LAS ACADEMIAS PONTIFICIAS

Hace ahora un año se concluía el proceso de revisión de las Academias pontificias, con la aprobación de los nuevos estatutos por parte del Papa y la creación del Consejo de coordinación entre Academias pontificias (6 de noviembre de 1995), tal y como informábamos en Culturas y Fe 4 (1996/1) 52-54. Esta nueva fase en la andadura de las Academias pontificias ha dado su primer fruto un año después, con la primera sesión pública anual presidida por el Papa, que ha tenido lugar el jueves 28 de noviembre de 1996 en el Aula del Sínodo de los Obispos. Las actas de esta sesión serán publicadas en breve por la Libreria Editrice Vaticana.

En presencia del Sacro Colegio cardenalicio y del Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, los representantes de las 7 Academias integradas en el Consejo de coordinación presentaron, desde la perspectiva propia de cada Academia, una "Contribución al humanismo cristiano en el alba del tercer milenio". El Cardenal Paul Poupard —Presidente del Consejo de coordinación— inició la sesión dando la palabra a Mons. Victor Saxer, Presidente de la P. Academia Romana de Arqueología. Éste exami-nó el humanismo literario del Renacimiento y el humanismo artístico-arqueológico del tardo Renacimiento y Barroco. En la conclusión consideró que a partir de 1968 se está dando una transformación cultural más profunda aún que la del paso de la Antigüedad al Renacimiento, por la desaparición de los valores humanísticos tradicionales y el desarrollo galopante de la cultura tecnológica. A continuación, Mons. Brunero Gherardini, Vicesecretario de la P. Academia Teológica Romana, insistió en los dos pilares del humanismo cristiano: la creaturalidad del hombre, con un ser participado de Dios, y su recreación en Cristo, que lo redime con su gracia. Sólo desde estos principios se puede promover la verdadera vocación del hombre y superar los humanismos reduccionistas o nihilistas. Por su parte, el P. Gaspar Calvo Moralejo, O.F.M., Presidente de la P. Academia Mariana Internacional, presentó el íter histórico de la Academia en sus 50 años de existencia. Desde 1950 hasta 1996 ha organizado 12 Congresos Mariológicos Internacionales. Esta experiencia se ha reflejado en un número imponente de publicaciones en el campo de la Mariología (142 volúmenes). Destacó además su orientación ecuménica y su carácter franciscano. Actualmente está en preparación el gran Congreso Mariológico-Mariano del año 2000. El P. Luigi Favero, S.M., Magister de la P. Academia "Cultorum Martyrum", destacó que los mártires no son sólo testigos de la fe cristiana, sino también de la "humanitas" cristiana, de un modo de vida nuevo. Nuestra civilización, opulenta y decadente, necesita hoy más que nunca el testimonio de un cristianismo total como el de los mártires. Por parte de la P. Academia de la Inmaculada —presidida por el Cardenal Andrzej Maria Deskur— intervino Sor Nicoletta Reschini, de la Orden de Vírgenes de Roma, que después de hacer un esbozo de la antropología cristiana destacó que la figura de María realiza de modo perfecto, en su identidad y en su interioridad personales, la imagen del hombre según el designio divino.

A media mañana hizo acto de presencia el Santo Padre Juan Pablo II, que fue recibido por el Cardenal Poupard con un discurso de bienvenida (cf. infra, pp. 3-8). Se reanudaron las ponencias con la intervención del P. Luigi Bogliolo, S.D.B., Secretario General de la P. Academia Romana de Santo Tomás de Aquino y de Religión Católica, que habló sobre "La dignidad del hombre", exaltando la excelencia de su naturaleza espiritual, manifestada especialmente en el intelecto. El nivel espiritual es ontológicamente superior al material; por su espíritu, el hombre supera el espacio y el tiempo y se asemeja a Dios. Por último, el Prof. Vitaliano Tiberia, Presidente de la P. Insigne Academia de Bellas Artes y Letras de los Virtuosos del Pantheon desarrolló el tema de "La representación sagrada como medio para redescubrir el humanismo cristiano". La obra de arte sacro es el fruto de un acto creativo del hombre que hace realidad la representación de lo divino por medio de la belleza. Gracias al arte el hombre puede cantar el poema de la creación que se abre cada día ante sus ojos, superando lo útil y lo prosaico para elevarse hasta el Creador. La vida sin arte, sin una dimensión a la vez ética y estética, no sería vida.

La sesión terminó con el discurso conclusivo del Papa (cf. infra, pp. 8-12). En él, el Santo Padre anunció la institución de un Premio de las Academias pontificias, con el cual se quiere incentivar a los jóvenes talentos que surjan en los cinco campos culturales representados por las Academias pontificias: teología y filosofía (A. Teológica y A. de Santo Tomás), mariología (A. Mariana y A. de la Inmaculada), arqueología, historia religiosa y culto a los mártires (A. de Arqueología y "Cultorum Martyrum"), bellas artes y letras (A. de Bellas Artes y Letras de los Virtuosos del Pantheon). El premio, que será entregado cada año por el Papa durante las sesión pública anual de las Academias, será de 30 millones de liras italianas, con las cuales se subvencionarán publicaciones, becas o exposiciones culturales. Se le concederá a quien contribuya de modo significativo al desarrollo de las ciencias religiosas, del humanismo cristiano o de sus expresiones artísticas. El primer premio, del año 1997, corresponderá al área filosófico-teológica. Como rasgo más novedoso de este nuevo Premio instituido por el Papa cabe destacar que no está dirigido a artistas o estudiosos consumados, sino más bien a los jóvenes. Más que de un "punto de llegada" —como es por ejemplo el caso de los premios Nóbel— se trata de un "punto de partida", de un incentivo o impulso para jóvenes que prometen y que pueden hacer aportaciones significativas en orden a la construcción de un nuevo humanismo cristiano.

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[Français]
Conformément à la réforme des Académies pontificales désormais coordonnées par le Conseil pontifical de la Culture, leur première Assemblée commune, voulue et présidée par Jean- Paul II, s'est réunie sur le thème: "Contribution des Académies pontificales à l'humanisme chrétien, au seuil du IIIe millénaire".

[English]
The Pontifical Academies, which have been reformed and are now co-ordinated by the Pontifical Council for Culture, held their first joint assembly, in accordance with the wishes of John Paul II, who presided. The theme was: "The contribution of the Pontifical Academies to Christian Humanism at the dawn of the Third Millennium".


L'HUMANISME CHRÉTIEN AU SEUIL DU 3E MILLÉNAIRE

Adresse d'hommage du Cardinal Paul Poupard
Président du Conseil de Coordination des Académies pontificales

Paul Cardinal POUPARD

Très Saint-Père,

Aujourd'hui est un grand jour qui marque une nouvelle étape dans l'histoire séculaire du dialogue entre l'Eglise et la culture. En effet, depuis le début de Son pontificat, Votre Sainteté a eu le souci d'établir les conditions propices pour promouvoir une rencontre féconde entre l'Eglise appelée à annoncer la Bonne Nouvelle du Christ et les cultures du monde dans lequel nous vivons, souvent marquées par le relativisme moral, par l'indifférence religieuse et même par une non-croyance diffuse. Vous nous exhortez inlassablement, pour qu'en cette décisive fin de siècle, et même de millénaire, nous ne manquions pas de répondre également aux attentes des hommes de bonne volonté qui ne partagent pas pleinement notre foi; pour que nous devenions les témoins et les porteurs de l'engagement pastoral, attentifs à développer avec tous un dialogue ouvert dans le domaine immense de la culture, dimension fondamentale de l'esprit qui instaure une relation entre les hommes et qui les unit dans ce qu'ils ont de plus caractéristique, leur commune humanité. Votre Sainteté l'a réaffirmé solennellement dans sa Lettre apostolique sous forme de Motu proprio Inde a Pontificatus, dans laquelle vous avez confié au Conseil pontifical de la Culture la charge de suivre et de coordonner l'activité des Académies pontificales, afin de rendre plus efficiente la présence qualifiée du Saint-Siège dans le domaine de la culture, à travers un renouveau et une coordination entre les Académies pontificales (25 mars 1993, AAS 85 [1993] 549-552).

1. Renouveau des Académies pontificales

Saint-Père, cette intime conviction ne nourrit pas seulement votre riche et prestigieux enseignement, mais elle oriente également tout votre Magistère apostolique. Dans cette perspective, et sur les traces de Votre vénéré Prédécesseur, le Pape Paul VI, qui en nourrissait le projet, Votre Sainteté a voulu que les Académies pontificales les plus anciennes et les plus illustres fussent invitées elles aussi à se renouveler, comme l'ont déjà fait les Facultés ecclésiastiques et les Universités catholiques. Les Académies suivantes ont déjà opéré ce renouveau:

  • L'Académie pontificale théologique romaine,

  • L'Académie pontificale romaine de Saint-Thomas d'Aquin et de Religion catholique,

  • L'Académie pontificale de l'Immaculée,

  • L'Académie pontificale Mariale internationale,

  • La vénérable Académie pontificale des Beaux-Arts et des Lettres des Virtuoses au Panthéon,

  • L'Académie pontificale "Cultorum Martyrum",

  • L'Académie pontificale romaine d'Archéologie.

Qu'il me soit dès à présent permis d'exprimer à Votre Sainteté un remerciement fervent et filial, également au nom des illustres Présidents et Académiciens réunis ici, pour Votre invitation providentielle à opérer une révision des statuts en vue d'une plus grande et plus efficace activité académique. Je peux témoigner de l'engagement assumé par ces sept Académies pontificales pour promouvoir une présence plus étendue et plus qualifiée du Saint-Siège dans le domaine de la culture, comme vous l'avez souhaité, Très Saint-Père, dans le Motu Proprio Inde a Pontificatus.

2. Au service de la mission pastorale du Pape et du Saint-Siège

En effet, sans le moindre préjudice pour leur caractère scientifique, la nature même de ces Académies est profondément marquée par leur qualification et leur spécificité. Ce sont des Académies pontificales, c'est-à-dire non seulement des Institutions culturelles et scientifiques de l'Eglise, mais elles sont également étroitement liées au Souverain Pontife et au Saint-Siège. Dans le cadre de ses compétences et de l'autonomie légitime qui lui revient, chaque Académie pontificale se consacre avec rigueur scientifique à la recherche et à l'étude de haut niveau pour le progrès de la science et le développement de la culture, au service de la mission pastorale du Souverain Pontife et du Saint-Siège.

Très Saint-Père, en considérant l'évolution des courants culturels contemporains, ainsi que la vocation de l'homme et de toute la communauté humaine devant Dieu, Vous avez jugé opportun d'insister sur le dialogue entre la foi et la culture. La tâche de l'Eglise consiste aujourd'hui à réaliser au milieu des profondes transformations culturelles qui touchent de vastes régions du monde, la mission qui lui a été confiée par Jésus. Cette exigence absolue d'évangélisation est étroitement liée au ministère pastoral qui est au premier plan de la mission du Pape. Pour réaliser ce mandat important d'annoncer le salut, la Bonne Nouvelle du Christ Sauveur, il est nécessaire pour le Successeur de Pierre, Pasteur universel de l'Eglise, ainsi que pour le Saint-Siège, de bénéficier d'une contribution compétente et adaptée de haut niveau, apportée par des hommes et des femmes de culture, largement reconnus dans leur domaine et en même temps respectueux de la mission et du Magistère pontifical.

Très Saint-Père, en demandant aux Académies pontificales de réviser leurs statuts, Vous leur avez fixé certains objectifs de grande portée: renouvellement des structures, des méthodes, des programmes et des objectifs, dans une perspective plus étendue d'étude et de réflexion, afin que ces Académies pontificales renouvelées deviennent un instrument privilégié dans le dialogue nécessaire entre la foi et la culture.

Conformément à cette mission, les sept Académies concernées se sont volontiers engagées à porter à terme la révision de leurs statuts, source de renouveau fécond, de telle sorte que, en 1995, Votre Sainteté a pu leur accorder son approbation autorisée.

Afin de perfectionner le travail heureusement commencé, vous avez eu la bienveillance de créer, le 6 novembre de la même année 1995, le Conseil de Coordination des Académies pontificales, dont la présidence est confiée au Cardinal Président du Conseil pontifical de la Culture, afin de coordonner, dans une perspective commune, l'activité des sept Académies pontificales qui, jusqu'à présent, font partie du Conseil de Coordination, visant à promouvoir la recherche interdisciplinaire et à apporter un retentissement plus étendu à leur travail, à travers différents moyens, en particulier à travers la Séance commune annuelle et solennelle que Votre Sainteté nous fait l'honneur de présider aujourd'hui pour la première fois. Merci Très Saint-Père pour Votre présence parmi nous. Elle permet de donner un vaste écho public au renouveau réalisé par les Académies pontificales et stimule une prise de conscience publique de leur engagement dans l'avenir.

3. A travers l'étude, la recherche et la création

Dans leur riche diversité de domaines spécifiques et de ressources humaines, ces Académies pontificales ont une capacité intellectuelle, spirituelle et artistique d'une grande importance. Institutions internationales, les Académies pontificales réunies ici constituent pour Votre Sainteté et pour le Saint-Siège un point de référence tout à fait sûr, grâce à l'étude méthodique de la plus authentique Tradition de l'Eglise ainsi que des multiples réalités culturelles contemporaines. Les études philosophiques, théologiques, historiques, artistiques et archéologiques menées, les manifestations culturelles organisées, ainsi que les travaux publiés par les Académies pontificales, forment une Summa à laquelle de nombreuses personnes peuvent puiser pour mieux connaître et approfondir la réalité culturelle de notre temps. Le savoir, entendu dans son sens le plus large, cultivé par les Académiciens pontificaux dans une perspective scientifique et interdisciplinaire, est donc un service rendu à l'Eglise et, de façon inséparable, un service rendu à l'homme, dans la mesure où il apporte au Successeur de Pierre, au Saint-Siège et à l'Eglise une contribution d'une grande valeur scientifique ou artistique et stimule les Académiciens pontificaux à coopérer au progrès du savoir humain.

En tant que service rendu à l'Eglise et au monde, la tâche des Académies pontificales ne s'arrête pas à l'accomplissement des fonctions mentionnées jusqu'à présent. Dans les circonstances actuelles, où les diverses cultures traversent des périodes d'instabilité et de crise au niveau des choix, dans lesquels se dessinent de nouveaux courants culturels d'une ampleur et d'une influence étendues, l'Eglise ressent la nécessité de contribuer à sa manière propre au développement de courants culturels nourris et façonnés par les valeurs chrétiennes.

C'est pourquoi le devoir de promouvoir la recherche dans les différentes disciplines du ressort des Académies pontificales se fait toujours plus urgent. Il importe également d'encourager les jeunes étudiants et chercheurs à entreprendre et à porter à terme un travail de longue haleine, qui réponde à la forte demande d'approfondissement, de professionnalisme et de diffusion de la culture inspirée par la foi chrétienne. Dans sa séance du jeudi 20 juin 1996, le Conseil de Coordination des Académies pontificales a longuement examiné les diverses possibilités offertes aux Académies pontificales d'encourager en particulier les étudiants, les chercheurs et les artistes, comme j'ai eu l'occasion d'en référer à Votre Sainteté, que je remercie pour son accueil bienveillant et pour son encouragement à poursuivre sur la même voie de l'humanisme chrétien.

4. Contribution des Académies pontificales au Grand Jubilé

Dans cette ligne, le Conseil de Coordination a entrepris de choisir un thème culturel extrêmement vaste, pour offrir à chacune des Académies la possibilité d'apporter sa contribution propre et spécifique. Il a été établi que durant la période de trois ans qui nous sépare de l'An 2000, chaque Académie choisira un certain nombre d'initiatives, comme contribution à l'humanisme chrétien à l'aube du IIIe millénaire.

Avec toute l'Eglise, les Académies pontificales sont confrontées à un défi culturel immense. En tenant compte des courants culturels actuels, qui portent souvent à penser et à agir sans référence à la foi chrétienne et dans une perspective relativiste dans le domaine de l'éthique et des valeurs, les Académies pontificales s'engagent à promouvoir un nouveau printemps de la culture chrétienne.

Au cours de son Pontificat fécond et providentiel, Votre Sainteté ne cesse de rappeler à notre esprit et à notre coeur le souci apostolique du salut de l'homme et de la vérité sur l'homme. Comme vous l'avez dit dans Votre grande Encyclique-programme Redemptor hominis: En réalité, seul le Verbe, en révélant le mystère du Père et de son Amour, manifeste pleinement l'homme à lui-même et lui découvre la sublimité de sa vocation (cf. n. 8), reprenant l'invitation pressante de la Constitution pastorale Gaudium et spes du Concile Vatican II, à promouvoir, en cette fin de siècle, un humanisme chrétien authentique et renouvelé, qui corresponde à la vérité sur l'homme, cette vérité qui est enracinée dans le mystère du Verbe de Dieu incarné —Vérité parfaite qui introduit dans la véritable intelligence— et illuminée par l'Esprit de Jésus: Ego sum Via, Veritas et Vita.

De la recherche théologique à la création de l'oeuvre d'art, les Académiciens pontificaux se consacrent, sous l'impulsion décisive de Votre Sainteté, et la diligence généreuse des Illustres Présidents réunis dans le Conseil de Coordination, à promouvoir une profonde et harmonieuse conscience de l'homme, dans la plénitude de sa nature illuminée par la lumière divine. De l'intériorité chrétienne à la culture de l'amour jaillit le nouvel humanisme souhaité pour le nouveau millénaire.

Très Saint-Père, toujours attentifs à recevoir vos orientations éclairées pour nourrir l'action des Académies pontificales renouvelées, nous Vous demandons filialement une Bénédiction apostolique particulière en signe d'encouragement pour poursuivre le dialogue difficile, mais si prometteur, entre l'Evangile de Vie et la culture, Tertio millennio adveniente. Si le temps revêt une importance fondamentale dans le christianisme, car JésusChrist Verbe incarné, a assumé notre temps en le transformant en Kairòs de grâce, la joie du Grand Jubilé ne peut que devenir, en même temps, créatrice de culture pour une nouvelle aube de vie chrétienne dans l'Esprit d'intelligence et d'amour de Jésus, lumière véritable qui éclaire tout homme (Jn 1, 9).

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[English]
Cardinal Paul Poupard stresses how closely the Pontifical Academies are bound to the pastoral mission of the Supreme Pontiff. The Pope can count on them for a high quality contribution in the fields of the intellect, spirituality and art. It is a real Summa of knowledge, both scientific and interdisciplinary in its orientation. After a successful process of self-evaluation and co-ordination, and looking to the new millennium, each of the Academies is in a position to make its own specific contribution to the development of a culture imbued with Christian values.

[Español]
El Cardenal Paul Poupard pone de relieve que las Academias pontificias están, como tales, estrechamente ligadas a la misión pastoral del Sumo Pontífice. Gracias a ellas el Papa cuenta con un aportación de alto nivel en el campo intelectual, espiritual y artístico, que forma una auténtica Summa del saber, cultivado con una orientación científica e interdisciplinar. Habiendo coronado felizmente su proceso de autorrevisión y de mutua coordinación, las Academias pontificias contribuyen, cada una desde su específico campo de competencia, al desarrollo de una cultura impregnada de valores cristianos, en la perspectiva del nuevo milenio.


UNE CONTRIBUTION À L'HUMANISME CHRÉTIEN

Discours du Saint-Père

Messieurs les Cardinaux,
Vénérés frères dans l'épiscopat,
Mesdames et Messieurs!

1. C'est pour moi une grande joie de pouvoir présider, ce matin, la première séance publique des Académies pontificales, organisée et préparée de façon opportune par le Conseil de Coordination. Depuis que mon Vénéré Prédécesseur, le Serviteur de Dieu Paul VI, entreprit l'oeuvre de renouveau des Académies, vous avez poursuivi cette initiative avec patience et détermination durant toutes ces années, dans le but de rendre chacune de vos institutions plus adaptées aux instances culturelles naissantes. Je remercie tous ceux qui, au cours de ces décennies, ont travaillé dans ce but et je suis heureux de sceller par la rencontre d'aujourd'hui le chemin accompli jusqu'à présent. En effet, pour la première fois, j'accueille les Académies renouvelées, prêtes pour une action plus incisive dans le dialogue fécond entre Evangile et culture au seuil du nouveau millénaire.

Ma reconnaissance s'adresse aux illustres Présidents et aux membres éminents de chaque Académie pontificale qui, à la lumière de leur longue et riche expérience, se sont engagés pour une présence renouvelée de leurs Institutions respectives au coeur des cultures de notre temps, en promouvant cette collaboration interdisciplinaire systématique que le progrès scientifique rend désormais indispensable. Je veux également exprimer ma reconnaissance au Conseil pontifical de la Culture et, de façon particulière, à son Président, le Cardinal Paul Poupard, qui a coordonné ce travail et qui en a présenté un résumé concis dans la cordiale adresse de salut qu'il vient de m'adresser.

Je salue les Cardinaux qui ont voulu, par leur présence, donner du lustre à notre réunion, et j'adresse une pensée respectueuse aux illustres Représentants du Corps diplomatique, venus ici pour la circonstance. En ce moment, ma pensée se tourne avec respect vers tous les centres académiques du monde, où d'innombrables hommes et femmes de culture, réunis par un noble idéal, mettent en communion permanente la science, l'expérience et la sagesse, afin de contribuer à tracer un chemin de civilisation, où chaque homme et chaque femme puisse parvenir à la pleine réalisation de ses plus hautes aspirations. Illustres Académiciens, votre contribution spécifique est d'une grande importance dans ce domaine et je vous remercie pour le travail que vous accomplissez généreusement.

2. S'il est vrai que chaque Académie pontificale a une tâche propre et un domaine particulier d'activité, il est tout aussi vrai que la récente réforme répond à une exigence de coordination nécessaire du travail respectif, tout en sauvegardant l'autonomie légitime de chacune. L'initiative de coordonner de façon opportune les programmes est née du désir de faire des Académies pontificales un sujet privilégié dans le dialogue entre foi et culture à notre époque. Cette tâche revient en soi à chaque institution chrétienne à vocation intellectuelle, car la pensée chrétienne est ouverte à la vérité, où qu'elle soit; c'est une pensée disposée à se confronter avec les opinions différentes d'autres traditions religieuses et culturelles présentes dans l'univers.

A cet égard, chacun sait la contribution apportée dans le domaine culturel par les différents Organismes du Saint-Siège ou par ceux qui y sont liés: de la Congrégation pour la Doctrine de la Foi à celle pour l'Education catholique, du Conseil pontifical de la Culture aux Commissions pontificales pour les Biens culturels et d'Archéologie sacrée, des Archives secrètes et de la Bibliothèque apostolique aux Musées du Vatican, des Universités pontificales existant dans l'Urbs aux différents centres de culture catholique présents dans le monde. Les Académies pontificales sont à un titre particulier des sujets du dialogue entre foi et culture.

Il faut cependant immédiatement préciser que la condition pour dialoguer de la meilleure façon possible avec les cultures différentes est d'être nous-mêmes créatifs. Avant le dialogue formel, ce sera la créativité du penseur, du chercheur et de l'artiste chrétien —chacun selon les exigences propres à son domaine de recherche— qui fera de lui un interlocuteur crédible et stimulant; héritier d'un très riche patrimoine culturel, le penseur, tout autant que l'artiste chrétien, est appelé à présenter cet immense trésor avec une grande honnêteté à l'égard de l'interlocuteur non-croyant. Mais cela n'est pas suffisant. Il est également appelé à élaborer des propositions originales qui, tout en étant solidement enracinées dans la parole de Dieu et dans la tradition de l'Eglise, soient en mesure d'affronter les problèmes nouveaux et d'offrir des réponses valables aux instances présentes dans les courants culturels contemporains. En puisant à pleines mains à la source intarissable de la Révélation, il peut recueillir l'un des aspects de la "beauté ancienne et toujours nouvelle" qui resplendit sur le visage du Rédempteur, pour alimenter une authentique veine créative dans les différents secteurs de l'expression humaine. L'histoire de vingt siècles de semailles évangéliques illustre amplement la splendide moisson qui a mûri, sous les cieux les plus variés, dans le domaine fécond de l'humanisme chrétien.

3. En cette fin de siècle et de millénaire, les Académies pontificales ont la tâche de collaborer, selon leur génie propre, à la préparation du Grand Jubilé de l'An 2000. Je sais que le thème que vous avez choisi, comme contribution particulière à cette vaste action de réflexion et d'engagement spirituel et missionnaire, est précisément celui de l'humanisme chrétien. C'est une décision que j'approuve et que j'encourage. Que cela soit votre domaine de recherche et d'action pour les prochaines années: un défi véritablement magnifique!

Le mystère de l'Incarnation a donné une impulsion extraordinaire à la pensée et au génie artistique de l'homme. En réfléchissant précisément sur l'union des deux natures, humaine et divine, dans la personne du Verbe incarné, les penseurs chrétiens ont pu préciser le concept de personne comme centre unique et inimitable de liberté et de responsabilité, à qui doit être reconnu une liberté inaliénable. Ce concept de personne s'est révélé être comme la pierre d'angle de toute civilisation authentiquement humaine. En considérant les siècles écoulés, il n'est pas difficile de se rendre compte que le mystère de l'Incarnation a très souvent orienté la raison humaine vers des horizons inaccessibles et jamais atteints, donnant vie à des systèmes de pensée au souffle et à la profondeur admirables. Il suffit de penser aux écrits des Pères de l'Eglise, ou bien aux Sommes théologiques médiévales, parmi lesquelles se distingue la Summa de saint Thomas d'Aquin, et aux oeuvres de tant d'autres penseurs et chercheurs chrétiens.

C'est une réalité! Le mystère de l'Incarnation a suscité, au cours des deux millénaires désormais écoulés, une foi, une joie, un émerveillement qui n'ont pas cessé d'être une source d'inspiration pour le génie chrétien, qui s'est exprimé à travers de splendides oeuvres d'art: de l'architecture à la peinture, de la sculpture à la musique, de la littérature à d'autres formes artistiques.

4. En l'An 2000, nous nous préparons à célébrer cet événement extraordinaire, qui partage l'histoire en deux —avant et après le Christ— et, en même temps, en constitue le trait d'union. Je suis certain qu'à la lumière de cet événement, les Académies pontificales sauront offrir une contribution originale à l'édification d'un humanisme chrétien renouvelé, en présentant l'humanité du Christ comme modèle pour les générations du nouveau millénaire. Un programme splendide: créer ce qui est beau, puiser à ce qui est bon, saisir et exprimer ce qui est vrai!

La fécondité culturelle du message évangélique, qui s'est manifestée dans de si nombreux chefs-d'oeuvre au cours des siècles, ne s'est certainement pas affaiblie. Le grand idéal des Béatitudes reste pour l'homme —pour l'homme de chaque époque, de chaque lieu, de chaque culture— une source d'inspiration incomparable de par l'émerveillement qu'il suscite et le souffle qu'il apporte à sa capacité d'être et d'agir, de contempler et de créer.

5. Mesdames et Messieurs, que chacun de vous, conscient du rôle fondamental de la culture, puisse renouveler avec audace son propre engagement créatif à une époque comme la nôtre, que le Concile Vatican II n'a pas hésité à définir: "une nouvelle époque de l'histoire humaine" (Gaudium et spes, n. 54).

La foi dans le Christ, Verbe incarné, nous ramène, avec un regard neuf, à l'homme. Dans un certain sens, elle nous permet de croire dans l'homme, créé à l'image et à la ressemblance divine, microcosme du monde et en même temps icône de Dieu. Une vision anthropologique d'une telle ampleur constitue un ferment d'une force spirituelle incomparable pour dépasser les limites de chaque culture, en assimilant ses possibilités créatrices. Si l'on pense aux hésitations et aux incertitudes caractéristiques de notre époque, tout cela se présente comme facteur d'une authentique métamorphose. En effet, de la crise contemporaine naît un appel à créer un "nouvel humanisme" (ibid., n. 55), qui restitue à l'homme sa pleine dimension humaine, en l'aidant en même temps à prendre conscience de son extraordinaire vocation divine. Les Pères de l'Eglise le répétaient sans cesse: "Dieu s'est fait homme, afin que l'homme devienne Dieu" (Saint Athanase, Sur l'Incarnation du Verbe, 54, 3, PG 25, 192). En quête de liberté et de vérité, d'amour et de beauté, l'homme trouve dans la contemplation du Verbe de la Vie, Fils de Dieu et Fils de Marie, "des raisons de vivre et d'espérer" (Gaudium et spes, n. 31). C'est là que se trouve la source intarissable de la culture qui rend l'homme "plus homme" (ibid., n. 41).

6. Mesdames et Messieurs, il ressort des présentes réflexions que les Académies pontificales, précisément en vertu de leur héritage prestigieux, représentent un potentiel important et une riche source d'espérance pour l'Eglise et pour l'humanité. Sachez être des témoins efficaces de l'éternelle nouveauté de l'Evangile, en montrant comment le patrimoine chrétien constitue un humus culturel extraordinairement fécond.

Pour vous aider dans l'accomplissement de cette tâche, j'ai décidé d'instituer un Prix des Académies pontificales, qui entend encourager les talents ou les initiatives prometteuses, qui apparaîtront dans les différents domaines culturels que vous cultivez: théologie et mariologie, archéologie, histoire religieuse et culte des martyrs, lettres et arts. Sur la proposition du Président du Conseil de Coordination des Académies pontificales, j'aurai moi-même la joie, s'il plaît à Dieu, d'attribuer chaque année ce Prix à son éminent destinataire, à l'occasion de la séance publique des Académies.

Mesdames et Messieurs, que la Bonne Nouvelle de l'amour salvifique de Dieu, dont l'Eglise est détentrice, inspire sans cesse votre activité et votre créativité. Et que les Académies pontificales, renouvelées et prêtes à relever les défis du nouveau millénaire, comme une puissante symphonie, témoignent de l'éternelle nouveauté de Dieu et des merveilles de la création.

Dans ce but, je prie le Seigneur qu'il vous comble de ses dons infinis d'intelligence, de sagesse et d'amour, pour un nouveau printemps de culture chrétienne "tertio millennio adveniente". J'accompagne ces voeux de ma Bénédiction apostolique.

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[English]
Pope John Paul II encourages Christian intellectuals and artists to demonstrate creativity rather than merely presenting their cultural heritage. The mystery of the Incarnation is to be brought alive by presenting Christ as the model for younger generations. This involves a remarkable programme of creating beauty, achieving goodness, grasping and expressing the truth. To help the Academies support and encourage fresh young talent, the Holy Father will award a Prize every year.

[Español]
El Papa Juan Pablo II anima a los estudiosos y artistas cristianos a demostrar una creatividad que vaya más allá de la presentación del propio patrimonio cultural. El misterio de la Encarnación se ha de actualizar presentando la humanidad de Cristo como modelo para las nuevas generaciones. Se trata de un programa espléndido: crear la belleza, alcanzar la bondad, captar y expresar la verdad. Para apoyar los jóvenes talentos que vayan surgiendo en los diferentes campos culturales cultivados por las Academias, se instituye un Premio que será entregado cada año por el Santo Padre.


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