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V ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS

ENCUENTRO FESTIVO CON TESTIMONIOS

SALUDO DEL CARD. ALFONSO LÓPEZ TRUJILLO
DIRIGIDO AL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
EN LA APERTURA DEL ENCUENTRO

Ciudad de las Artes y de las Ciencias (Valencia)
Sábado 8 de julio de 2006

 

Santo Padre:

Nos congrega en esta noche, bajo el cielo amable de Valencia, el Señor de la familia y de la vida, a cuyo servicio estáis como Sucesor de Pedro, quien expresaba a Jesucristo que solamente él tenía palabras de vida eterna. Éstas colman todas las aspiraciones del hombre, de las familias, unidas bajo su Alianza. Con su revelación nos ha sido dado todo, como expresaba San Juan de la Cruz.

De esta palabra de vida ha emergido de Vuestro corazón la luz de la fe y de la esperanza para cambiar la bruma, la tristeza y el dolor de la tragedia reciente que ha golpeado a tantas familias, en actitud serena y confiada. Somos un poco de polvo, decía José María Pemán, con afanes de Dios. Él da razones para esperar el Encuentro definitivo con quien es fuente de la vida.

Vuestra Santidad ha tenido la bondad de volver a convocar este V Encuentro Mundial de las Familias.

Con profundo gozo hemos venido preparando las celebraciones de fe que os dignáis ahora presidir. En estrecha unión con esta dinámica Arquidiócesis de Valencia, por cuyas arterias ha circulado en abundancia la santidad, y con la Conferencia Episcopal Española, pronta y solícita, vuestro Consejo Pontificio para la Familia se ha sumado a las energías de tantos, para preparar esta cita histórica. Sentís cercano y vibrante el cariño de esta muchedumbre de fieles que os rodea, como los discípulos a Jesús en la montaña para hacer fuertes las razones de vivir.

Esto lo experimentan particularmente las familias. Sin la presencia del Verbo encarnado, el amor de los esposos no podría ser total, ni seguro el servicio de la educación en la fe a los hijos. Sólo en la familia el hombre adquiere una plena humanidad. Desde el corazón de Dios se hace consistente el don maravilloso de la fe. Este proyecto no se desmorona, sino que cobra renovada vitalidad. Junto a Pedro que aferra en sus manos el timón de la nave de la Iglesia, las familias fundadas en el matrimonio ahondan su gozoso compromiso que los realiza y libera. El diseño de Dios no proviene de la invención humana sino de quien ama personalmente al hombre, lo crea y redime, y le brinda la felicidad duradera.

Santo Padre, habéis fungido como Relator Sinodal del Sínodo sobre la familia que fructificó en la Exhortación Apostólica Familiaris consortio, con su abierta proyección eclesial y social. La proclamación del Evangelio de la familia y su decidida defensa es sello de Vuestro Pontificado. Como institución natural que hunde sus raíces en el amor de Dios no os cansáis de repetir, con Vuestro amado predecesor, el Siervo de Dios, Juan Pablo II, que en esta causa se juega el futuro de los pueblos, de la misma Iglesia, y el porvenir de la evangelización. Hay temas que no son negociables, habéis expresado recientemente.

La fe en las familias, que pasa de mano en mano, como un antorcha, es el mayor regalo que reciben los frutos del amor, imagen de Dios, convertidos en Hijos por las aguas Bautismales.

Las Conclusiones del Congreso Teológico-Pastoral, con más de 9.000 participantes, inspiradas en la doctrina de la Iglesia que pondremos en Vuestras manos, dan nuevas energías para un trabajo de importancia en la pastoral familiar y en el seno de la sociedad. También se han llevado acabo Congresos simultáneos sobre los abuelos y sobre los hijos.

En esta noche queremos ofrecer en la presente celebración de los testimonios, habitual en nuestros Encuentros, una rápida visión panorámica de diversos avances, experiencias, empeños de la vida y en familia.

Formamos una corona de afecto filial y admiración entorno a Vuestra persona, Santo Padre, Pastor universal. Está compuesta por un gran número de Cardenales, arzobispos y obispos, que presiden sus delegaciones de familias de las más diversas latitudes. Gracias, Santo Padre, por acompañar las familias y guiarlas en esta peregrinación para su realización según los valores humanos y cristianos de que tanto el mundo necesita.

Con inmensa alegría después de estos testimonios, esperamos Vuestra enseñanza que ilumina al mundo desde Dios que es caridad.

      

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