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  Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes

1° Encuentro  Europeo de Directores Nacionales para la Pastoral de la Carretera

Comunicado de prensa

El 1° Encuentro Europeo de Directores Nacionales para la Pastoral de la Carretera se ha llevado a cabo los días 3 y 4 de febrero del 2003 en la sede del Pontificio Consejo  para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes, en el Vaticano.

Han participado 4 Obispos y algunos Directores Nacionales, así como Representantes de Conferencias Episcopales de 11 naciones europeas: Bélgica, Bosnia-Herzegovina, República Checa, Croacia, Francia, Italia, Polonia, Rumania, Eslovaquia, España y Ucrania. A este respecto, es importante relevar la presencia proporcionalmente numerosa y activa del Este Europeo.

La introducción a los trabajos por parte del Presidente del Pontificio Consejo, S. E. Mons. Stephen Fumio Hamao, ha puesto de relieve la novedad del fenómeno de la movilidad humana vista desde la carretera, lo que exige la atención y la caridad pastoral de la Iglesia. En particular - ha dicho el Prelado – “la carretera viene a convertirse en el lugar de expresión de la fraternidad”, a la hora de promover una cultura cristiana de la misma carretera.

El Arzobispo Agostino Marchetto, Secretario del Dicasterio, acogiendo la invitación del Concilio Ecuménico Vaticano II de escrutar los signos de los tiempos (cfr. GS 24), ha delineado algunos criterios de valoración de estos nuevos fenómenos de la movilidad en el sector vial, a fin de responder adecuadamente a ellos, vislumbrando un vasto y nuevo campo de apostolado que requiere nuevos objetos-sujetos pastorales y protagonistas. Se refería a los autotransportistas de mercancías de largo recorrido, a los conductores de automóviles y autobuses, a los turistas, a los responsables de la seguridad del tráfico, a los distribuidores de carburante, etc., así como a los sin morada fija (“los habitantes de la calle”), con preocupación especial por los niños, muchos de los cuales viven en los “pasos subterráneos” de grandes y frías ciudades.

Las carreteras, por tanto, no solamente son arterias de paso, de tránsito, sino también lugares de encuentro de personas. Con ello, las autopistas y las estaciones ferroviarias, con los actuales cambios sociológicos, resultan ser las “plazas” y “areópagos” de la nueva evangelización. De aquí la urgencia de formar agentes pastorales, sacerdotes, diáconos, religiosos/as y laicos, que sepan hacer presente y testimoniar el Evangelio de Jesucristo, el Señor, con métodos y formas de apostolado adecuados y creativos.

Al confrontarse con esta “novedad”, las instituciones y organismos de la Iglesia, las asociaciones y movimientos de inspiración cristiana, como por otro lado la Autoridad Civil y los entes interesados, deberán llevar adelante una mejor coordinación  de energías y recursos en la promoción de la dignidad del hombre, en cuanto usuario de la carretera, poniendo en común  todas sus capacidades de sentido de responsabilidad, fraternidad y solidaridad. En este contexto, a la movilidad del mundo moderno deberá corresponder la movilidad de la caridad pastoral de la Iglesia, así como una renovada atención a este sector por parte de los responsables de la cosa pública. Algunas señales positivas, a este respecto, ya se pueden constatar hoy en día.

Las intervenciones sucesivas de los participantes en la reunión han puesto en evidencia los aspectos positivos  del “fenómeno” actual de la carretera, digámoslo así, alcanzados gracias a las nuevas tecnologías, a las adquisiciones culturales y a comportamientos específicos que promueven la dignidad de la persona y su socialización. La Iglesia mira con simpatía este “fenómeno” e invita a acoger los valores espirituales y teológicos subyacentes que revelan la voluntad bondadosa de Dios hacia la humanidad. En efecto, la carretera puede favorecer el encuentro entre personas, y en una relación más intensa, a la hora de facilitar el viajar, y ofrecer mayor libertad y seguridad al mismo tiempo. La movilidad es pues un valor para el hombre, y puede revelarle también a Dios y ofrecerle la posibilidad de reconocer que el otro es un hermano en humanidad y en fe. El “credo” de hoy, como han definido algunos al movimiento, ha de ser vivido en cada caso por los creyentes con fe, esperanza y caridad. Para el cristiano, animado por estas virtudes teologales y  aquellas cardinales, la carretera se convierte así en un camino de santificación.

 Don Vicente Hernández García, que ha sido Director Nacional  en España, ha ido presentando sucesivamente, larga y profundamente, el pasado y el presente de tal pastoral, delineando el futuro. El empeño de la Iglesia, en este particular sector, se ha iniciado hace tiempo en España, con iniciativas para los camioneros primero, y para otras categorías de usuarios de la carretera, después. El objetivo fue, y sigue siendo, el de sensibilizar las conciencias acerca de la seguridad vial y la responsabilidad recíproca de peatones y conductores.

Don Vicente Hernández ha subrayado también la urgencia de evangelizar además a todos aquellos que están “inmersos” en el tráfico vial, promoviendo en ellos los valores que básicamente nacen del mandamiento del amor y del sentido de respeto a la vida propia y ajena.

El apostolado de la carretera mira pues, sobre todo, a formar una conciencia más atenta a la necesidad de poner las bases para la paz y la convivencia humana, también sobre las carreteras del mundo, a fin de que la sociedad resulte menos agresiva, prepotente y violenta. Se hace, por tanto, urgente el ejercicio de las virtudes sociales, como la afabilidad, el respeto de los derechos y deberes y la prudencia.

La Iglesia pretende pues desvelar el gran drama del sufrimiento causado por los accidentes viales, debidos en un 90% al factor humano. En el siglo XX, en el mundo han muerto 35 millones de personas y 1.500 millones han resultado heridas en accidente de tráfico. Todo ello naturalmente envía un mensaje claro a nuestra solicitud pastoral.

De cara a esta tragedia, debe resultar urgente, incluso agobiante, el empeño común de la sociedad civil y de la Iglesia y comunidades eclesiales, así como de los líderes de los creyentes de las diferentes religiones, hacia una educación vial desde la primera infancia, hacia una atención a las familias de los fallecidos en carretera y hacia los heridos, en disponibilidad a la  mutua comprensión y perdón. El apostolado de la carretera debe también sostener a sus “profesionales”, sensibilizar los mass-media sobre la realidad y problemas del tráfico, así como promover la colaboración  entre los mismos agentes pastorales y los responsables del tráfico vial.  No son de menor importancia las medidas de seguridad de los vehículos, la forma de conducir, la observancia del Código, la reducción de la polución, la salvaguardia de la naturaleza, la atención  al mundo de los seguros automovilísticos.

La atención de los presentes se ha detenido también en la realidad del ferrocarril, analizando las iniciativas ya en acto, así como su posible inclusión en la pastoral de la carretera.

Igualmente se ha tomado en consideración el preocupante problema de los “habitantes de la calle”, con especial preocupación por el dramático número creciente de niños, considerando urgente una acción pastoral global, a parte de las loables iniciativas de caridad ya existentes, conscientes, al menos algunos, de la dificultad de incluir tales acciones en la actual estructura de la pastoral de la carretera.

Posteriormente se han analizado los objetivos del Apostolado de la Carretera en la perspectiva de los Agentes Pastorales, así como para el Pontificio Consejo.

Por lo que respecta a los agentes pastorales, de acuerdo a los testimonios ofrecidos por los participantes de diferentes países, se constata la presencia de diversas personalidades proféticas que trabajan con grupos de usuarios de la carretera, por ejemplo los “motards”. La presencia de este carisma apostólico específico ha de ser objeto de discernimiento por parte de los Obispos con vista a la creación, incluso, de las estructuras pastorales necesarias. Igualmente, se ha de proveer a una conveniente preparación formativa de los agentes pastorales.

Por cuanto se refiere al Pontificio Consejo, se auspicia un servicio de coordinación entre todas las realidades eclesiales del mundo de la carretera, y de aliento y estímulo a las Conferencias Episcopales de aquellos países donde no existe todavía tal apostolado. Más concretamente, se ha debatido la necesidad de hacer un documento sobre esta pastoral, bajo la forma de Directorio o de Orientaciones, así como la oportunidad de celebrar una jornada internacional y de convocar encuentros de ámbito regional en otros continentes, en perspectiva de un eventual congreso mundial.

Al término de este encuentro europeo para Directores Nacionales y Representantes de Conferencias Episcopales para la Pastoral de la Carretera, después de intercambio de noticias y  opiniones y de profundización, se ha decidido, con reconocimiento, apreciar las iniciativas ya en práctica en las Iglesias locales, así como la diversidad de situaciones pastorales en los varios Países. También se ha tomado en consideración el todavía reciente nacimiento a la libertad de Iglesias que han pasado a través del gran mar de la tribulación y persecución, y que están deseosas de conocer las experiencias pastorales en Occidente, no legadas directamente al territorio, de cara a una nueva evangelización.

Reafirmando el intento de proseguir el trabajo emprendido en estos dos días, los participantes han examinado “tácticas” y “estrategias” para el futuro, proponiéndose, entre otros, los siguientes objetivos:

1) promover una mayor sensibilización de la urgencia del Apostolado de la Carretera. En particular, se deberán crear, allí donde no existen todavía, iniciativas y estructuras, aunque sean incipientes, al menos a nivel nacional (en el seno de las Conferencias Episcopales). Se auspicia, al respeto, la formación de grupos de reflexión para estudiar mejor la situación existente e individuar las mejores oportunidades de intervención para el futuro. En los Países donde la Pastoral está ya organizada, ha de  ser incrementada y reforzada, posiblemente con una presencia en todas las diócesis.

2) intensificar entre Conferencias Episcopales intercambios de información y de materiales concernientes a experiencias pastorales, a fin de progresar unidos en este empeño pastoral europeo.

Parece oportuno señalar, a este propósito, una fecha común para la celebración de la Jornada sobre la seguridad vial, en concomitancia posiblemente con iniciativas similares de la Unión Europea, estudiando las modalidades de colaboración civil-religiosa en un intento común de favorecer el bien de la familia humana.

3) preparar una segunda convocatoria de los Directores Nacionales de los organismos pastorales europeos del sector, al cabo de tres años, por iniciativa y coordinación del Pontificio Consejo. Entre tanto, los Directores Nacionales y los representantes de las Conferencias Episcopales proseguirán la consolidación de sus actividades, a presentar en el próximo encuentro.

Ayudará a ello la formulación de algunas Orientaciones generales y prácticas sobre el apostolado de la carretera a cargo del Pontificio Consejo, al que no faltarán  observaciones y sugerencias por parte de todos los participantes al Encuentro.

Constituyendo el problema del tráfico y la Pastoral de la Carretera, en todas partes, aunque de diferente manera, una urgencia, se ha visto necesario, en fin, el intentar realizar Reuniones similares a ésta, de ámbito continental, en previsión de un futuro posible Congreso mundial sobre el tema del apostolado de la carretera, cuando los tiempos estén maduros para un tal acontecimiento.
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