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  Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes

V Congreso Mundial de la Pastoral de los Gitanos

Budapest, Hungría, 30 junio – 7 julio 2003

 

Las políticas de apoyo

a la promoción humana y social de los gitanos

 

Dra. Pinuccia Scaramuzzetti

Italia

 

Consideraciones generales

Introducción

“En todos los continentes se encuentran personas como los gitanos o parecidos. En todos los continentes los no gitanos se han formado una idea de los gitanos y de su encuentro con ellos” (Okeley, citada en Sigona 2002:48). Este estudio pretende reflexionar sobre la existencia objetiva de esta actitud y sobre los modos en que se desarrolla el encuentro.

“Un mundo de mundos”, así es llamado el mundo gitano[1] en el título de un libro (Piasere 1999), y nosotros podríamos llamar “un mundo de contradicciones” el mundo de las políticas sociales a favor de los rom, pues la búsqueda de una solución para cada problema conlleva ulteriores dificultades que, a su vez, requieren ser resueltas.

Naturalmente, ninguna iniciativa ha nacido para dañar, su finalidad ha sido siempre positiva, su aparición sobre la escena política y social es un signo de progreso en la sociedad civil, después o contemporánea de actitudes persecutorias y represivas[2]. Y sin embargo, me atrevería a decir que ninguna de las iniciativas que conozco ha alcanzado el objetivo para que había sido propuesta, bien por escaso conocimiento del objetivo o de los beneficiarios, bien por la breve duración del proyecto. Esto se puede verificar en muchos casos y es una elemento determinante en ambientes donde, en verdad, la discontinuidad es frecuente, pero es preciso conceder tiempo a cada cosa. Seguramente existe también una variable desconocida. Siempre habrá algún aspecto criticable, se encontrarán imprevistos a lo largo del camino, situaciones hostiles que no se alcanzarán a superar, hay que estar dispuesto a rectificar constantemente la dirección, para no perder de vista la meta... Y existen aspectos inevitables en nuestra sociedad que, en algunos casos, hacen peor el remedio que la enfermedad: la poca disponibilidad de las instituciones a la flexibilidad, la rotación del personal, los cambios políticos, la precariedad de las aportaciones económicas. Todos éstos son elementos que, unidos a la inestabilidad de los beneficiarios rom, se topan con la lentitud de la burocracia. Casi nunca se llega a una verificación conclusiva con los propios usuarios y los operadores. Algunos proyectos a breve plazo, que han creado entre los rom dependencia o dejación[3], han debilitado la autonomía desde el interior (Piasere, atti 1990:32) o, en todo caso, han limitado la capacidad de autodeterminación y han dejado cicatrices imborrables. A un periodo breve, ocupado por la iniciativa de las instituciones, siguen siempre largos periodos de silencio (Sigona 2002:107).

Es por estas razones, que me parece más importante considerar los presupuestos, las modalidades con que se desarrollan, los elementos de éxito o de fracaso, y cómo se repiten, la proximidad – lejanía que crean entre gage y rom, o entre rom y rom, para considerar después alguna situación emblemática, más que ofrecer una panorámica de las políticas en marcha. Reflexionando sobre mi experiencia y sobre mis encuentros personales, partiré de esta consideración: las políticas sociales parten de presupuestos que se refieren a

  • el personal enfoque del observador,
  • el concepto y el conocimiento que se tiene del individuo a que se refieren,
  • el objetivo que se quiere alcanzar,
  • el punto de vista del individuo al que se dirige la iniciativa y lo que él espera,
  • el ambiente social más vasto en que se desarrolla la actuación.

El enfoque

El tipo de enfoque depende de los ambientes profesionales y de las épocas históricas. El denominador común, sin tener en cuenta las asociaciones gitanas, de que hablaremos cuando se presentará la ocasión, es su pertenencia al mundo payo y el ser, en todo caso, “externas”, aun cuando se dan grados. “Al observar un sistema de relaciones en el que nos vemos envueltos, por fuerza nos preguntamos sobre nuestra implicación. No existe una mirada inocente, aunque sólo sea por el significado que las palabras han asumido en el transcurso de los siglos” (Brunello 1996:12).

En Italia, los primeros en acercarse al mundo de los rom y de los sinti han sido seguramente personas de Iglesia y educadores, a los que siguieron asistentes sociales, lingüistas, antropólogos, psicólogos, sociólogos, políticos; cada uno desea conseguir objetivos, que son considerados irrenunciables en el ámbito de su propia especialidad, irrenunciables para los gitanos, pero sobre todo para ellos mismos, para su propia ideología, para la realización de sus proyectos, para la culminación de sus investigaciones, para la eleboración de su acción política. Cada uno ha tenido sus motivos personales diversos que han hecho emerger el gitano del fondo donde estaba relegado, en la esfera que Goffman define de la desatención (Sigona 2002:47).

Mi tipo de enfoque – y con ello me presento – es algo híbrido, por cuanto me veo motivada por mi interés eclesial, pero llevo conmigo mi preparación pedagógica, mi pasado de maestra y una pasión antropológica, más intuitiva que científica, a decir verdad. La razón por que algunos me consideran una especialista, nace del hecho de haber vivido casi treinta años entre un pequeño grupo de roma eslovenos, junto a otras tres personas (un sacerdote y dos mujeres laicas), haber hecho un camino de diálogo con otras pequeñas comunidades, que en Italia han hecho una experiencia similar a la nuestra[4], compartiendo, así, con nosotros el conocimiento profundo de otros grupos, haber conocido otros que en Italia trabajan en el campo social, y sobre todo haber tenido la oportunidad de dialogar con tantos amigos[5]. De todas formas, mi conocimiento se limita a la realidad italiana, aunque la información que recibo de otros países de Europa[6] muestra muchas afinidades, y se trata de un enfoque esencialmente a partir de la experiencia.

La imagen del gitano

La imagen del gitano hasta los primeros años 70 (si bien la Iglesia hablaba ya de enculturación) era la de un pobre necesitado de ayuda o de un marginado. Se le trataba como un niño con insuficiencia mental: los niños iban a la escuela especial, se les lavaba y se les mudaba la ropa en la escuela; los adultos eran socorridos más o menos adecuadamente. El término “gitano” abarcaba un estereotipo genérico y esto justifica también las iniciativas de las administraciones que reunían en un única campamento a todos los gitanos presentes en la ciudad. Los gitanos eran personas que no querían vivir de forma “normal”,[7] por culpa de los demás o por elección propia, y había otras personas payas[8] de buena voluntad – ya que esto no era aún considerado como un “deber” de las instituciones y “derecho del ciudadano gitano” – que intentaban mejorar sus condiciones de vida y acercarles a la normalidad, entendiendo por normalidad la casa, la escolarización, el trabajo dependiente, las faldas cortas. Sólo con posteridad los interesados por las minorías, por el respeto de las otras culturas, empezaron a incluir también a los grupos gitanos entre estas categorías y considerar las diferencias de los diversos grupos entre sí.

Los antropólogos, y después los etnógrafos, empezaron a interesarse por los diversos aspectos de su cultura, leyéndola según los parámetros usados para estudiar los demás grupos minoritarios y observando con una cierta fascinación los momentos significativos de su vida.

* Para el antropólogo el rom[9] es una persona interesante.

Los sociólogos se ocupan en buscar los motivos y los culpables de su marginación social, encontrando poco a poco razones – como la desaparición de ocupaciones tradicionales – que después se han revelado poco relevantes.

 * Para el sociólogo el rom es una persona marginada que debe recuperar su propio lugar en la sociedad.

Los maestros – que se basan en la tarea de enseñar un programa preestablecido según un método que cuenta con material didáctico y deberes en casa – se preocuparon, o mejor dicho, fueron invitados por una circular ministerial (1996), por los directores escolares, por los pedagogos interesados en la enculturación, a buscar los motivos por que no se consigue una escolarización suficiente y a experimentar nuevos métodos didácticos. Los alumnos rom o sinti son considerados con frecuencia un problema y son objeto de compasión, de desprecio o de indiferencia.

* El maestro no se siente culpable si este alumno no ha aprendido: no se puede invertir en el éxito de esta persona.

Las personas que trabajan en la política buscan espacios legislativos que permitan a los rom ver tutelados sus derechos en el respeto de su cultura, en especial por lo que hace a su modo particular de vivienda. Es sobre todo en el problema de la vivienda donde se concentran las leyes regionales y las circulares del ministerio del Interior, si bien suelen añadir algunas consideraciones acerca del problema escolar y educativo. No suele tratarse de profesionales de la política y por eso sus enfoques son diferenciados, dependiendo de la formación personal, además del partido.

* Algunos políticos ven el rom como un individuo (y un grupo) peligroso que amenaza la seguridad del orden social y que debe ser alejado[10],

* otros lo consideran una persona que debe ser tolerada, a fin de que pueda alcanzar un estilo de vida suficientemente digno dentro de la legalidad y en armonía con la sociedad de acogida, donde el bien de la sociedad de acogida no es un elemento secundario.

Para todos, pero en especial para quien trabaja en el plan operativo,

* el rom es una persona sin historia, llegado de la nada.

Un día “nació” a su atención y éstos se creen ahora los primeros y los únicos, sin coordinar su intervención con las precedentes, sin pensar que la persona que tiene delante vivió ya en algún lugar en el que estableció relacionas... Sólo la escuela pide algún documento y, a veces, se pone en contacto con los otros maestros. Por lo que hace a los demás, no me consta que busquen referencias para saber si estas personas habían sido ya integradas en algún contexto social, cuáles fueron las dificultades o los éxitos de procesos anteriores. No digo que tengan que recorrer distancias de centenares de kilómetros, pero informaciones entre municipios limítrofes, de barrio a barrio, me parecerían obvias.

En mi opinión, en cada uno de los ámbitos considerados, se ponen en evidencia aspectos parciales de la persona que no siempre se excluyen, al contrario, seguramente coexisten en los rom que encontramos, tal vez con alguna característica más o menos acentuada.

El objetivo

Conocerse para aprender a aceptarse, es un slogan bastante difundido, pero también discutible y el antropólogo, por lo general, no parte de este fondo moral. Su objetivo es conocer, sobre todo hacerse con un esquema cognoscitivo que permita encasillar las informaciones y relacionarlas entre sí, divulgar las informaciones y ponerlas a disposición de los demás. Es por eso que participa en grupos de trabajo en que se estudian situaciones concretas y se analizan proyectos ya realizados[11].

El sociólogo desea derribar las barreras, quitando los obstáculos que impiden a los rom una vida digna, y elaborar un programa de integración social. Por esto apoya las iniciativas y los proyectos tendentes a este objetivo. Se sirven de su trabajo las instituciones, en especial los municipios, pero también las organizaciones ONG, las cooperativas non–profit que en Italia desarrollan actividades de este tipo: gestión de áreas de acampamento, ayuda escolar para los alumnos de las escuelas obligatorias, formación laboral y otras parecidas.

Si bien la escuela, por razones diversas, ha sido uno de los principales interlocutores de los gitanos en los últimos decenios, puede afirmarse que en la escuela este grupo cultural es muy poco conocido, tanto desde el punto de vista antropológico como sociológico[12]. También aquí predomina el imaginario colectivo sobre los gitanos y puede decirse que el interés por el alumno gitano tiene como objetivo, en la mejor de las hipótesis, el de hacerle conseguir el certificado de estudios obligatorios para que pueda encontrar trabajo e integrarse en la sociedad, convertirse en uno como los demás. Se presta poca atención a la plena adquisición del apredizaje de medios para reflexionar sobre la propia cultura e interactuar con la de la sociedad dominante. Tendremos, así, jóvenes casi analfabetos con diploma de escuela media inferior: ¿qué metas podrán alcanzar?

El objetivo del político es promover proyectos que dejen satisfechos al mayor número de personas posible. Según las diversas ideologías, esto puede conseguirse a través de la exclusión: alejando los gitanos de la ciudad a través de la expulsión y del desalojo de los campos de nómadas; a través de la asimilación: promoviendo iniciativas que cancelen su diversidad y les fuercen a hacerse como los demás; o a través del respeto de las diferencias. Con frecuencia sólo la exclusión llega a ser llevada a término, la asimilación encuentra la resistencia de los interesados y los proyectos de integración se topan con la resistencia de la mayoría de la sociedad de acogida, que está de acuerdo sobre el valor de la integración, pero prefiere no verse implicada en el proceso.

El punto de vista del destinatario

Todas estas iniciativas, muchas veces respaldadas por asociaciones y cooperativas no-profit, se dirigen a todo un muestrario de personas gitanas; en Italia son rom (de diferentes grupos) o sinti (también a su vez diversificados ) que se dividen ordinariamente en dos grupos: el de los que soportan los proyectos de modo pasivo, buscando obtener de ellos el mayor provecho, y el de los que quieren participar directamente, bien sea para desempeñar el liderato del grupo, bien para gozar de una situación de privilegio en la sociedad de acogida, obteniendo, además, beneficios materiales. Entrambos observan con recelo el uso del dinero destinado “a ellos” (es decir, presupuestado para diferentes proyectos), no consiguen cuantificarlo, no llegan a comprender por qué alguien, que siempre les fue hostil, ahora esté dispuesto a desembolsar dinero para ellos, cuánto se necesita realmente para los proyectos en curso o si alguien estará sacando algún provecho personal. Cuando la administración del dinero está en manos de los payos, esta desconfianza es sólo una fracción de la desconfianza que impregna todo el mundo payo, pero cuando se trata de sinti, el problema se agrava[13], porque les coloca en una situación de dependencia unos de otros, que no es conforme a la tradición.

A la desconfianza respecto del uso del dinero, se une la fragmentación de las demandas: cada uno tiene su deseo, presenta la cuestión desde su propio punto de vista, que no depende sólo de una visión teórica, sino de relaciones de amistad, de familia, de acuerdos y desacuerdos, en razón de los cuales una iniciativa en curso no se puede seguir a causa de una discusión etc. Los proyectos de autodeterminación muchas veces fracasan porque alguno no está de acuerdo, no cumple con su parte, no quiere verse atado ni siquiera por las decisiones en común, pero también porque lo que se decide hoy se realizará no se sabe cuando, y por entonces las alianzas entre familias, la disponibilidad de quien era el líder en aquel momento habrán cambiado.

Los líderes jóvenes, los que han estudiado y promueven las reivindicaciones culturales, el derecho a no ser discriminados etc., están a favor de las relaciones con los payos y llevan, en realidad, una vida separada, aun cuando a veces forman parte de asociaciones que se proponen objetivos sociales.

La influencia del ambiente social

La incidencia de la situación socio – económica – política de la sociedad de acogida sobre la vida del rom y, en consecuencia, también sobre su posibilidad de desarrollarse en su cultura, es grande. Vivir en un “país de sinti”[14], en un país “bueno para los manghel”, o bien en un país pobre, de donde los otros habitantes emigran para escapar de la miseria, tiene sus diferencias. Es diferente porque quiere decir que habrá o no afluencia de rom extranjeros con los que compartir los recursos, que se actuarán o no políticas sociales. Es diferente, también, representar el 10% de la población local o encontrarse en número tan reducido que ni siquiera se es considerado entre las minorías.

Del cuestionario citado, por ejemplo, se deduce que todos los países de la llamada Europa occidental se ven afectados por la emigración de los rom rumanos: siendo menos “conocidos”, interpelan de forma más urgente a la comunidad sedentaria de los países miembros, en razón de su estado de necesidad y, con frecuencia, la respuesta no tiene en cuenta las relaciones payos – rom ya existentes[15]. Se reacciona como frente a un terremoto (me estoy refiriendo a las costumbres italianas que conozco). El hecho de encontrarse ante una emergencia permite soluciones precarias y la formación de guetos, que nacen como provisionales, pero que, como en los terremotos, nunca se sabe cuando desaparecerán.

El derrumbe de la economía en los países del Este, ha visto recrudecerse la violencia racista. Los rom han figurado entre los primeros parados y con ellos los habitantes de los barrios periféricos de las ciudades donde habitaban: esto ha creado una actitud de rechazo y de intolerancia[16]. El hecho de que un número tan elevado de niños rumanos sea abandonado en los orfanatos (el 45% de los internados) significa que la pobreza ambiente induce a sacrificar los elementos más débiles (Piasere, atti), contradiciendo el lugar común del cariño de los rom por sus niños.

La guerra en Yugoslavia, primero en Bosnia y luego en el Kósovo, ha hecho que los rom provenientes de aquellos países fueran incluidos en el grupo de prófugos y refugiados, y han ido alimentando los grandes campamentos de rom bosnios, macedonios, kosovares en Turín, Brescia, Mestre, Florencia, Pisa o Nápoles, que ha sido tristemente famoso en las páginas de sucesos, porque fue incendiado por los vecinos del barrio de Scampia[17].

Incluso la legislación local determina la elección de los rom extranjeros: en primer lugar las normas sobre la inmigración, las que regulan el status de prógufo o refugiado. Gran parte de las actuaciones sociales dirigidas a estos rom extranjeros tienen precisamente como tema la tutela legal para la adquisición de algún permiso de residencia.

De igual manera, ciertas opciones de política interior introducen variantes de consideración entre los gitanos de los diversos países. No debemos olvidar que, con anterioridad, el haber permitido o prohibido el nomadismo había sido, antes de todo lo ocurrido, un elemento que había dirigido la cultura gitana en un sentido o en otro. Es por este motivo que contamos con historias de sedentarización en España y en Italia meridional, como también en los países ex comunistas. Todo ello influyó, a parte de la cuestión de la vivienda, en la elección de los trabajos, en la escolarización, en el uso de la lengua, en elección del vestido.

Por otra parte, la normativa laboral, ciertas obligaciones relativas a la eliminación de residuos contaminantes (para los recolectores de hierro viejo), a la inscripción en las cámaras de comercio (para la adquisición o venta de ciertos objetos), a los impuestos por ocupación de suelo público (espectáculo itinerante y vendedores ambulantes), la factura fiscal (tiovivos), afectan a los ciudadanos rom o sinti, exactamente como a los demás ciudadanos.

La igualdad de oportunidades

La supresión de obstáculos

En Italia, las iniciativas legislativas referentes a Rom y Sinti, en vigor desde los primeros años 70, deberían haber tenido por objetivo permitir poner en obra cuanto establece la Constitución Italiana en el art. 3: “eliminar los obstáculos de orden económico y social que limitan de hecho la libertad y la igualdad de los ciudadanos, impiden el pleno desarrollo de la persona humana y la efectiva participación de todos los trabajadores en la organización política, económica y social del país”. Obstáculos de orden económico y social son, por ejemplo, los que hacen difícil el conseguir una escolarización “significativa”, la posibilidad de acceder a ofertas de vivienda y a una actividad laboral adaptada a la propia cultura (no en último término el espectáculo itinerante, siempre más obstaculizado), a mantener la propia lengua y las propias costumbres como diferencia positiva y sin avergonzarse.

Una primera circular del Ministerio del Interior, de 1973, que invitaba a los alcaldes a suprimir los obstáculos al acampamento de los nómadas, fue retomada por una disposición de 1985, donde se señalan como prioridades: la inscripción en el censo, la escolarización, la supresión de las prohibiciones de acampamento; critica el uso de edictos de desalojo, “que se limitan a desplazar, junto a los gitanos, los problemas de higiene y de sanidad pública”, en vez de resolverlos.

Después de veinte años, quedan aún por superar todos esos obstáculos.

Algunos ayuntamientos ha creado Oficinas para Extranjeros y Nómadas, que se ocupan de los problemas de todos los gitanos, incluso de los sinti, que de siempre fueron ciudadanos italianos, lo que revela como el gitano es considerado siempre un extranjero.

Las leyes regionales

A partir de 1984 algunas regiones italianas han promulgado leyes dedicadas a la tutela de la etnia y de la cultura rom. Han nacido a partir de una doble presión[18] que, aunque opuestas, en este caso van de la mano: la del gitano y la del no gitano, como consecuencia del hecho de que en las ciudades italianas se habían ido cerrando progresivamente todos los espacios pequeños y autoreglamentados. Los rom y los sinti no sabían ya donde detenerse, pidiendo un terreno de acampada, mostrándose dispuestos a cambio a someterse a ciertas reglas: enviar sus hijos a la escuela y obligarse a buscar un trabajo. Los payos creían justo sacar a los rom de su situación precaria y, por eso, permitían los campo según sus propias condiciones.

La primera ley que apareció fue la del Veneto. “La región Veneto quiere tutelar con formas adecuadas de intervención la cultura de los rom, incluido el derecho al nomadismo y a la acampada en el interior del territorio regional”. Una frase que fue recogida más o menos literalmente en las otras leyes. Dado que las normas de seguridad pública prohíben la acampada libre, el derecho al nomadismo se reveló muy pronto como derecho a la acampada en campos autorizados. Pero también el derecho a la acampada es ilusorio: donde la administración no ha previsto áreas específicas, siempre se puede uno topar con un funcionario que dice: “¿Son nómadas?¡Pues, viajen!” Resulta significativo que los fondos destinados cada año, aunque de poca cuantía, quedan sin ser utilizados en las Regiones. Algunos ayuntamientos prefieren actuar por su cuenta, para no verse vinculados por las indicaciones regionales.

Del mismo modo, la tutela de la cultura se revela muy pronto una utopía irrealizable. En efecto, si tutelar una cultura quiere decir reconocerle el derecho a existir y a desarrollarse según sus propias exigencias, resulta extraño que, cuando no se da largas a cualquier tipo de intervención, las instituciones se preocupen tan intensamente de adecuar el estilo de vida de los rom y de los sinti con el de la sociedad de acogida. La atención prioritaria recae en el campo donde instalarlos, una prioridad que se considera obvia, y de la ley se pasa al reglamento del campo de acampada, con el deseo de prevenir cualquier posible incidente: en muchos casos viene a reglamentar su vida y su estancia con una serie de normas y prohibiciones que determinan criterios de entrada, formas de la vida cotidiana, los castigos[19]. En realidad estas leyes y reglamentos, en general, reiteran, poniendo en práctica una auténtica discriminación, las normas de orden público a las que los rom y los sinti se ven ya sometidos como el resto de los ciudadanos e indican una serie de medidas destinadas más bien a defender la población sedentaria frente a personas consideradas peligrosas. Parece, incluso, que se hubiera querido distinguir entre “gitanos buenos” y “gitanos malos”, pensando, por ejemplo, en un carné para distinguir quien puede entrar en el campo y quien no[20]. Una especie de estrella de David para distinguir quien podía entrar en el gueto.

Las mejores leyes son aquellas menos “definidas”, las que incluyen menos barreras, las más flexibles ante las más variadas situaciones. La llegada a Italia, durante el último decenio, de rom extranjeros provenientes de países donde residían desde hace mucho tiempo, y la tendencia a ignorar las diferencias entre las comunidades gitanas, hace que muchas de aquellas leyes sean inadecuadas. La de Friuli Venezia introduce una observación interesante: se propone salvaguardar “los valores culturales específicos, la identidad histórica y los procesos de cambio de los rom”, conservando así la posibilidad de desarrollarse, adecuándose a las nuevas situaciones.

Viajar y detenerse[21]

“Antes se viajaba de pueblo en pueblo con los caballos y el carromato. Al caer la tarde, muchas veces se hacía alto en alguna granja para alojarse. Los campesinos nos dejaban pasar al establo o bajo el pórtico, y nos daban un poco de paja para dormir, la sopa y la leche para los niños...”

Esta frase de Bibí Alda, una sinta del Piamonte, ha sido repetida muchas veces por los sinti del Veneto o de Lombardía, por los romora eslovenos, por los rom del Abruzzo o de la Calabria...

Junto a la añoranza por los tiempos felices de antes, algo común a todos los pueblos, había la añoranza por el nomadismo: nuestros caminos, todos los pueblecitos que conocía...; también por la autonomía: poder andar, pararse, juntarse con algunas familias, separarse de otras con que las relaciones ya no son tan buenas... Poder decir donde, como y con quien vivir la propia vida.

También en Italia los sinti alternaban periodos de acampada con otros de viaje, en forma muy distinta de como pueden hacerlo hoy. Algunos viandantes se detenían para intercambiar dos palabras, a veces les llevaban algo.

Después, las ciudades y los pueblos empezaron a cambiar. Cada metro de terreno tiene su función, no hay ya espacios libres. Desaparecen las fuentes, los servicios higiénicos públicos... Hay que tratar con las instituciones el permiso de acampada.

Los viejos sinti, incluso aquellos que quedaron fuera de la política de las grandes ciudades y de las experiencias traumáticas de ciertos romà xoraxané, piensan que “con las acampadas ya no se encuentra ninguna novedad, falta el gusto por viajar, por la sorpresa”, y Oliviero, un sinto lombardo, decía: “cuanto más parado está uno, menos cambio hay, aunque sean pocos aquellos que prefieren una estancia prolongada. Los campamentos se convierten en bidonvilles, donde la gente se descuida; es mejor viajar, con lo poco necesario, pero viajar”.  

Viajar – detenerse. Detenerse en los campamentos es algo que afecta a una mínima proporción de los rom y de los sinti que se encuentran en Italia. Calabria, Campania, Puglia, Basilicata, Molise, Abruzzo cuentan con rom que habitan en casas desde hace mucho tiempo. También en las otras regiones existen grupos de sinti o rom que habitan en casas de su propiedad o del ayuntamiento. Se habla con más frecuencia de los “campos”, porque éstas son las situaciones más problemáticas.

El “campamento nómada” (véase los anexos)

Los campamentos más grandes, como el de Turín a mediados de los años 80, sacaron a luz las más grandes contradicciones: “Yo he recibido un requerimiento por haber alojado a mi hijo que no tiene el permiso”. “Todos los días llegan requerimientos y hojas de expulsión: uno porque no haberse inscrito al paro, otro por no haberse vacunado, otro porque no acude al trabajo... Hoy he recibido un requerimiento porque uno de mis niños se quedó en casa muchos días de colegio y ha suspendido”[22].

“El campamento no es sólo un instrumento de control, sino también el medio con el cual se crea un target group, unos usuarios especiales...” (Signoa 2002:13), usuarios, como mínimo, de servicios sociales y escolares.

“Situadas a las afueras de la ciudad, las áreas acondicionadas de acampada son estructuras artificiales realizadas según un plan regulador municipal, que dispone su localización, su extensión y, en algunos casos, determina una precisa disposición espacial de cada vivienda que se encuentra en su interior, cada una con relación a la otra. Los “campamentos nómadas” eran terrenos destinados a la recogida de basuras o terrenos ocupados por huertos ilegales; son, por lo general, terrenos municipales y se convierten en lugares donde tienes que convivir con alguien con quien posiblemente nunca habrías vivido. Las áreas de acampada ilegales eran lugares anónimos que se convertían en familiares porque eras tú quien decidía habitar allí y, con el paso de los años, ahora son ocupados periódicamente por quienes no puede quedarse en las áreas oficiales, o no quieren, y evitan relacionarse con los familiares residentes en los campos oficiales, con los que ha mantenido alguna discusión. Las áreas oficiales son terrenos donde los rom probablemente no hubieran residido nunca y lugares de residencia que los romá convierten en familiares mediante una organización de las relaciones de vecindad, que conlleva la división del campo en patios familiares. Al interior del patio, cuya composición y dimensiones son variables, se recrean determinadas relaciones familiares o no”.[23]

En la mayor parte de los campos de los rom, tanto en los asentamientos ilegales, como en aquellos autorizados, muchos en condiciones de sobreocupación[24], se ha creado una situación invivible. La actuación de las administraciones está fuertemente orientada al control territorial, y degradación+control ha llevado a una dificultad creciente en encontrar lugares donde instalarse.

Algunos ayuntamientos han utilizado los fondos previstos por el decreto ley 390/92 a favor de los desplazados de ex Yugoslavia y han montado algunos campos a medio camino entre los campos para prófugos y los campos para nómadas[25]. A falta de alternativas, los rom intentaban encontrar ahí un sitio, entre otras razones porque ello hacía más fácil, contando con la ayuda de las asociaciones, conseguir los documentos necesarios.[26] A pesar de ser una situación tendente al gueto, permite dar una apariencia de vida normal a un estado de excepción. Nadie puede prever el modelo del campo como una última perspectiva para su vida; se dice: hasta que me compre una casa, un terreno... mientras no consiga los documentos, mientras no encuentre trabajo...

Distanciarse del modelo “campo” significa integrar una pluralidad de fórmulas, significa proponer alternativas. La pluralidad de fórmulas sirve para llevar a cabo, de modo diverso, los criterios de adecuación a la diversidad de situaciones, de exigencias y de proyectos de vida de los interesados. Significa rechazar la idea de que a una población pueda serle prescrita una fórmula particular de vivienda. Las soluciones deben responder tanto a las demandas de sedentarización como a las de nomadismo, a las exigencias diversas que provienen de grupos diversos.

Ante la difícil gestión de los grandes campos, la orientación actual es hacia los campos pequeños, organizados a nivel familiar. Se aconseja igualmente evitar cualquier forma de marginación urbanística; en realidad, los espacios que quedan libres de otras calificaciones y que sean idóneos, son muy pocos y en localidades poco apetecibles (los títulos: Los pueblos de los vertederos de Piasere y La urbanística del desprecio de Brunello, resultan muy elocuentes al respecto), con lo que llegamos a una conclusión: pocos campos y superpoblados, con muchos grupos juntos. Además, como resulta que las ordenanzas municipales, que prohíben la acampada en el territorio municipal fuera de los espacios autorizados, o incluso a la espera de que éstos existan, proliferan en gran cantidad, algunos grupos que antes “pasaban” por una ciudad, ahora se ven definitivamente excluidos. El resultado es la existencia de pocos campos estructurados conforme a las normas legales y muchos campos incontrolados y mal equipados, que han sido objeto de denuncia en “ERRC El país de los campos. La segregación racial de los rom en Italia” (octubre 2000).

Fuera de los campos

El modelo del pequeño campamento de base familiar, que en estos años se ha tomado como modelo en razón de sus dimensiones – no, por tanto, del clásico “campo de nómadas” – también se ha demostrado positivo por el carácter familiar de la instalación, la formación de un espacio doméstico, la posibilidad de autonomía, la flexibilidad de uso, la posibilidad de mantener relaciones con la familia alargada. Se puede observar, por otra parte, el asentamiento por cuenta propia en terrenos adquiridos y, por tanto, en propiedad. Un horizonte de las políticas públicas podría ser el apoyo a las iniciativas privadas de los interesados, creando condiciones para el asentamiento, eliminando obstáculos, etc.

Mi impresión personal es ésta: fuera de los campos – dice Brunello en su libro que la palabra campo recuerda condiciones precarias y de provisionalidad – rom y sinti van a la búsqueda de retomar su propia vida, la autonomía y la autodeterminación de cuando viajaban con los carromatos.

Pienso, igualmente, que “fuera de los campos” rom y sinti dejan de ser para el resto de la población una masa indefinida y de temer, recobran un rostro, un nombre, pueden convertirse en vecinos agradables o fastidiosos, pero en una relación personal paritaria.

Se compra una casa o se alquila, o se compra un terreno. Allí se quedan como si fuera para siempre: se organizan, se buscan relaciones de buena vecindad con los no gitanos. Se quedan quizá por años. Después pasa algo, cualquier cosa: problemas con los vecinos, una defunción, los hijos quieren volver a viajar, se sienten tentados por otras propuestas, y de la noche a la mañana lo dejan todo. Los árboles plantados, queridos uno a uno, las empalizadas artísticamente estudiadas, el amigo fraternal no gitano, todo se ve con ojos extraños, a distancia, y los motivos para marcharse cobran la misma fuerza que antes los que habían tenido para quedarse.

Se viajará por un cierto tiempo, después se encontrará otro lugar, en otro pueblo, se quedarán ahí años y otra vez éste se convertirá en su pueblo. 

Mientras tanto se acogerá en el propio terreno o en el patio delante de la casa la roulotte o el camper de un amigo o de un familiar y, a su vez, buscarán acogida, cuando por algún motivo deban pasar un tiempo en otro lugar.

Son casas de una planta con patio, el mismo tipo de vivienda, pero una forma distinta de vivir, cada uno a su propio aire. Las razones: búsqueda de espacios, economía agrícola, costes contenidos, espacios que se dejan vacíos, posibilidad de vivir entablando relaciones entre grupos familiares. Una relación en la que entra también aquella con los propios muertos: desde el momento en que se decide enterrarles en el cementerio local, el lugar queda “marcado simbólicamente” (Piasere, 1999), es significativo para la propia familia.

Escolarización

¿Por qué en todos los países la escolarización de los niños que viven en los “campos de nómadas” no alcanza resultados satisfactorios? ¿Por qué los niños rom van o no a la escuela? ¿La familia considera la escuela un ambiente educativo?

La política de Tito invitó a los romá a integrarse lo más posible al sistema social y económico del país. Todos los niños debían asistir a la escuela y muchos iban. De los primeros inmigrantes en Turín, por cuanto se refiere a los niños, muchos ya sabían leer y escribir, y parecía que habían tenido ocasión incluso de frecuentar la escuela secundaria. ¿Por qué en Italia no se mantiene la misma asistencia escolar o, mejor, el mismo rendimiento?

“¿Por qué – se preguntan los maestros de las escuelas elementales – los sinti, que son atentos, hablan piamontés, viven en Turín desde hace siglos, son ciudadanos italianos ( pidiendo enseguida una confirmación tranquilizadora de cuanto han dicho, pues “nunca se sabe”) y no son nómadas (y con ello quiero decir que “no van sucios y no sabrías distinguir de las ‘otras’ las madres sinti que acompañan sus hijos a la escuela”) y mandan sus niños a la escuela desde hace muchos más años que los romá, por qué tienen un perfil escolástico (en los resultados, pero sobre todo en la asistencia) inferior?”. “¿No deberían ya haber comprendido la importancia cultural de la escuela, incluso para ser mejores nómadas el día de mañana?”.

Un poco de historia

El primer programa de escolarización sistemática de los niños rom y sinti se inició en 1965, mediante un acuerdo del ministerio de Instrucción Pública, el instituto de Pedagogía de la universidad de Padua y la Opera Nomadi, para la institución de clases especiales “Lacio drom”. El director general de la escuela elemental, doctor Accardo, haciendo gala de una sensibilidad inusual, escribe: “Nos hemos puesto de acuerdo en hablar de escuelas especiales, no porque pensemos que los niños gitanos sean subnormales... sino porque es la fórmula que nos consiente una mayor flexibilidad con vistas a la formación de las clases, en lo referente a la edad, que nos permite incidir desde la escuela materna hasta los dieciséis años, que nos permite un horario y un calendario diversos”[27]. Si se quiere comprobar cómo se hace para alejarse de las buenas intenciones de los promotores de una iniciativa, basta ver las idas y venidas históricas que la siguieron. Según relatan los sinti de diversas ciudades (Reggio Emilia y Verona, por ejemplo), resulta que los niños gitanos eran mantenidos escrupulosamente separados de los no gitanos. En estas escuelas, comedores, duchas, diferentes servicios, usados sólo por los gitanos, establecían el derecho de ciudadanía según el saber leer y escribir.

A finales de los años setenta y principios de los ochenta, las escuelas especiales fueron abolidas, los alumnos fueron integrados en las escuelas normales y, por regla general, se les dieron maestros de refuerzo. La circular ministerial de julio del 86, si bien distingue entre la situación de los alumnos rom y sinti, y la de los discapacitados, daba por buena esta costumbre, precisando que podía ser necesaria por varios motivos, como la discontinuidad en la asistencia, el escaso conocimiento del italiano etc. Diez años después, diversas delegaciones dejaron de “destinar” maestros para los “nómadas”. Mientras tanto, se habían ido difundiendo otros programas de mediación cultural u otras iniciativas públicas o privadas, para el refuerzo de los niños rom y sinti en su vida escolar.

Se trata de medidas que, en el fondo, parecen preocuparse de cómo conseguir la adecuación de estos niños a la institución escolar, sin preocuparse por los motivos por qué nunca se les tiene en cuenta como usuarios protagonistas, sino siempre como asistidos obligados.

El alumno gitano

Existe una diferencia entre la inserción en la escuela de un alumno que se presenta como sinto, y de uno que no se presenta con la etiqueta de la diversidad. Voy a dar un ejemplo. En Verona, entre el 78 y el 83, algunos niños pertenecientes al grupo de Roma eslovenos fueron inseridos en una escuela normal, mientras en una escuela vecina había una clase Lacio Drom. Los niños de la escuela normal mostraron un aprendizaje normal, es decir, según sus capacidades. Estos ex alumnos son ahora padres de otros niños que frecuentan la misma escuela, que no es una escuela especial, pero que actualmente viene identificada, en razón del territorio, como la escuela del “campo”. Estos alumnos presentan una asistencia discontinua y un escaso rendimiento, aunque sean hijos de adultos escolarizados.

Esta misma diferencia en el aprendizaje del mismo niño, según es considerado sólo como alumno o como alumno gitano, viene documentada en algunos trabajos de investigación. Al parecer no son sólo los maestros que se comportan de modo diverso, también es el niño que quiere dar una imagen de sí diversa y las familias que acuden con expectativas diferentes.

La única experiencia escolar de la mayor parte de los niños rom y sinti que viven en los campos, viene definida por una asistencia más bien discontinua de la escuela elemental. El acercamiento resulta muy dificultoso y, sin querer, se reproduce al interior de la escuela la conflictividad que existe entre gitanos y no gitanos en el mundo de los adultos.

En muchos casos, la educación escolar se convierte en una tentativa por proteger (por “salvar”) estos niños, proponiendo un modelo educativo en concurrencia con el familiar. A los niños rom les gusta la costumbre de los payos de ser afectuosos con los niños, por eso procuran una relación física que no se esperan en el ámbito familiar[28]. Puede ser que, en ocasiones, la asistencia escolar de un niño esté condicionada por su capacidad de asumir o no la relación física “afectiva” con la persona del maestro, en un ambiente extraño.

El ambiente escolar

Carlotta Saletti describe muy bien las contradicciones existentes entre ambiente escolar y ambiente doméstico. En muchos casos, aquello que la familia rom reconoce como educador en el ambiente escolar, no siempre coincide con lo que la escuela entiende como oportunidad educativa. El desfase ambiental sólo sería evidente para aquel padre que, en circunstancias concretas, permite que el niño participe en algo educativo en un ambiente que de por sí no es educativo: la presencia de los hermanos mayores o de otros niños rom; la presencia de ‘viejos maestros’ que “vigilan” los niños; la presencia del mediador cultural que controla directamente la integridad física del propio hijo. Por último, y no, por cierto, lo menos importante, el papel de la responsabilidad del niño, que le conceden los adultos, y, por consiguiente, su capacidad en decidir si acudir o no a la escuela. Es importante, seguramente, la salvaguardia de la educación familiar del niño.

Para la escuela todos éstos no son valores, sino contravalores. Con frecuencia, la escuela evita el inscribir más de un alumno “nómada” en una misma clase o en una misma actividad didáctica; dice que el niño en la escuela no debe hablar su lengua y le dispensa de aprender las lenguas extranjeras porque lo cree inútil; niega la identidad familiar, mientras acepta la de conveniencia; requiere la asistencia regular; lava los niños porque deben estar limpios para conseguir la meta de la integración escolar. Esta costumbre, usual en las clases Lacio Drom, parecía pertenecer a tiempos pasados, pero en algunos ayuntamientos sigue en vigencia.

Antes de ir a la escuela “Algún niño no se cambia o no viene bien vestido, porque, como dicen algunos padres: «De todas formas en la escuela los lavan y visten de la cabeza a los pies»; alguno viene sin cambiarse de ropa porque no lo cree necesario; otros se les cambia la ropa todas las mañanas y se les cambia otra vez, todas las mañanas, una hora después, en la escuela, antes de entrar en su aula; algunos se peinan solos, otros no se peinan nunca y otros odian que se les peine en la escuela; los hay que vienen irritados con la madre o con el padre, a campo traviesa, porque no quieren ir a escuela; algunos se despiertan, se levantan, suben al autocar con la sola preocupación de que suban también sus hermanos...”[29].

En el proyecto de Verona se lee: “El niño gitano recibe en su familia la educación para ser un gitano auténtico y justo. Con frecuencia, el educador escolar no es consciente de que debe proponer modelos que, por los menos, no sean manifiestamente contrarios a los de la familia, una actitud que lo dejaría al margen de cualquier proceso educativo”. Pero, ¿hay algún maestro/a que se preocupe por ser marginado? Además, muchas veces no transmite al resto de los alumnos la imagen del niño rom como perteneciente a otra cultura, sino simplemente como un individuo en situación difícil, que debe aprender a ser como los demás.

El resultado es que la relación es vivida, en el mejor de los casos, con una“prudente desconfianza” por ambas partesy con la preocupación de que se limite al mínimo necesario: asistencia mínima, sobre todo por cuanto hace a la duración del currículo escolar, por una parte, mínimo interés (no personal, sino institucional), por la otra.[30] La falta de asistencia escolar se agudiza con frecuencia entre los hijos menores.

Como hace notar Ana Gomes, en los años ochenta la escuela nace como espacio social de imposición y de movilidad a la vez. Aún antes de tener el permiso de instalarse en el campo (es decir antes de la creación de las áreas predispuestas para instalación de los “nómadas”, donde el permiso de acampada está en función de la frecuentación de la escuela), las familias rom y sinti tenían el permiso, si no la obligación, de mandar sus hijos a la escuela y la escolarización se convertía en un vínculo, un instrumento, para la obtención del permiso para instalarse en el campo. Una disposición del Ayuntamiento de Turín, de 1984, que por primera vez acomete cuestiones fundamentales referentes a la regularización del permiso de acampada en el campo de Arrivore, en su formulación prevé la renovación de documentos en función del cumplimiento con la obligación escolar.

La mediación cultural

El niño rom o sinto que encuentre en la escuela una figura y la reconozca como perteneciente a su mismo ambiente, vivirá con menor extrañeza su vida escolar y no podrá pasar por alto la autoridad de una persona que conoce su familia y sus costumbres. Por otro lado, se sentirá protegido frente a las formas de discriminación, que puedan subsistir aún en la escuela, y se sentirá estimulado a comunicar su experiencia y la de su gente con los medios y con la dignidad que puedan hacerle comprensible y bien aceptado por los demás[31].

Una directiva del Consejo de Europa subraya la importancia de la mediación cultural, en particular en el caso de los niños gitanos.

Es preciso observar, a este respecto, que la comunidad había ya iniciado a desempeñar una función de defensa en este sentido. El niño será enviado a escuela cuando esté preparado, y para ello debe aprender algo que le permita estar en clase solo.

A menudo los mayores se hacen responsables de sus hermanos menores y si no los hay, corresponderá a los primos o a los tíos. El padre encarga al niño tareas concretas, para que, en la escuela, se ocupe de su hermanito: los primeros días deberá permanecer siempre con él, y si los maestros no le dejan estar en la misma clase, deberá ir de tanto en tanto a controlar si todo va bien.

Muchas veces son los mismos maestros que organizan el horario escolar de los más pequeños en función del de los mayores, haciendo que los dos vayan a la misma clase (la de los mayores o la del recién llegado) y preparando poco a poco al niño para que pueda ir solo a su propia aula. Incluso los encargados municipales suelen procurar apuntar los niños de un mismo núcleo familiar en una misma escuela[32] y los niños, cuyas familias se sabe que están en discusión permanente o mantienen relaciones conflictivas, en escuelas diferentes. Más aun, en los primeros años ochenta los directores escolares pedían a la delegación que los niños fueran repartidos en las diferentes escuelas “en base a los grupos étnicos y al parentesco”[33].

¿Cómo se siente un mediador cultural en la escuela?

“... para muchos padres, mi presencia en la escuela ha representado la oportunidad de tener a alguien que frecuentaba el ambiente familiar – aún cuando no soy “de la familia” – y se ocupaba de los niños en un ambiente fuera del familiar. De esta forma, en la escuela los padres me confiaban a sus hijos y los niños me veían como punto de referencia. No fue algo en sentido único: la primera vez que entré en una escuela donde iban los niños de la familia alargada del patio donde vivía (mis vecinos de casa y mis pequeños anfitriones) sentí una fortísima impresión de responsabilidad hacia ellos...

Esto quería decir, proteger a los niños en la escuela (y en otros ambientes payos), sin difundir informaciones sobre su vida diaria, que los padres cuidaban de no hacer llegar a la escuela, y al mismo tiempo defender la comunidad. Eventualmente hubiera podido contar en la escuela aquello que los padres me decían que se podía decir en la escuela, respondiendo a alguna petición concreta de tutela. Lo que hubiera contado no hubiera sido realmente verdad para los maestros, pero non era falso a los ojos de las familias” (Saletti)

En Verona el proyecto consistía en introducir en la escuela una maestra, con diploma de cultura rom, y se proponía:

para una integración social más digna y correcta, la mediación entre la escuela y el ayuntamiento correría a cargo de una cooperativa de servicios con finalidades educativas, ya existente y activa en el territorio, no creada a propósito para “los nómadas”;

esta obra de mediación, si bien iniciaba con la experiencia de mediación entre la cultura mayoritaria y la cultura rom, debía considerarse extensible a las otras culturas minoritarias presentes en el territorio;

debía darse preferencia a los asistentes pertenecientes al mismo grupo cultural y lingüístico del alumno, que posean el título requerido por la escuela italiana o, en caso de ciudadanos extranjeros, un título equivalente;

debía contarse con la actividad de otras agencias autónomas o transversales, como lecciones de historia y de cultura, cineforums, audiciones musicales, o la profundización de temas en base a informaciones recogidas en el ambiente de la cultura minoritaria.

El hecho de que el maestro que transmite esta información sea de cultura rom, facilita que los alumnos tengan una actitud más respetuosa hacia los compañeros pertenecientes al mismo grupo y ayudará a reducir los prejuicios. 

Todo ello beneficia a los niños rom, pero es sobre todo la institución escolar que de esta forma está en condiciones de cumplir con su tarea, que es la de educar y instruir a todos los ciudadanos, especialmente a aquellos en edad de escolarización obligatoria.

Los rom y los sinti que colaboran con la institución

En Turín, en 1996, la Opera Nomadi organizó un curso de 200 horas para mediadores culturales. El curso estaba abierto a todos los romà y sinti residentes en los campos. Los inscritos fueron 15. El objetivo era el de disponer un canal de mediación, de comunicación, entre la institución y la comunidad. Se pensaba, además, poder ofrecer a los mismos mediadores oportunidades de trabajo en el Municipio o en las instituciones en general, que se dedican a los romá y sinti (cárceles para menores y para adultos, transporte escolar, servicios sociales, etc.). El objetivo final era el de introducir figuras profesionales nuevas que no debían sustituir a las personas individuales, sino sólo facilitar en un primer momento las intervenciones y el uso de los servicios por parte de los usuarios. En el transcurso de los años sucesivos, diversas asociaciones, entes privados, han realizado cursos de formación para mediadores culturales. Han sido menos frecuentes, en cambio, las oportunidades de trabajo de las figuras profesionales así formadas.

El ambiente que ofrece más oportunidades es el escolar.

Nos hemos referido ya al maestro rom que ha trabajado en Verona durante 4 años. También en Mántua, y posiblemente en otras ciudades, en el interior de los campamentos, existen mediadores pertenecientes a la misma etnia, y en Reggio Emilia, Milán, Laciano, los presidentes de las asociaciones gitanas son rom o sinti.

Se han constatado algunos problemas comunes:

  • en relación con la sociedad gagi

“En realidad tú no serás nunca como nosotros”, decían algunas compañeras a la maestra somni de Verona, y ella no estaba del todo segura de que no tuvieran razón, pero al mismo tiempo sentía el deber de defender su propio ambiente, sin saber hasta que punto era aceptable, hasta donde puede ser comprendido, cuanto serás capaz de soportar frente a los payos, sin hacer un mal papel, sin desautorizarte a ti misma...

  • en relación con la propia familia

La institución espera que el mediador se comportará con todos por igual, ecuánime, pero el mediador es hijo de... y de.., que a su vez son parientes y amigos de... y de... Recordemos este ejemplo:

“Al llegar a la barraca, desde fuera llaman en voz alta a los niños, o – según las relaciones familiares que se dan en aquel momento entre los adultos – entra uno u otro de los dos mediadores culturales que acompañan a los niños al autocar. Se trata de dos muchachos/as residentes en el mismo campo donde trabajan para la asociación o ente que ha ganado el concurso anual para el servicio de autocar escolar. Los dos mediadores tienen por misión, según el contrato, de ir a recoger los niños a casa, hacerlos subir al autocar, acompañarlos a la entrada de la escuela, recogerlos por la tarde y mediar entre la escuela y cada familia” (Saletti).

Esto quiere decir que el mediador tendrá plena autoridad en unos casos y ninguna en otros, que será acusado en el ámbito asociativo de privilegiar sólo su propia familia (Trevisan), pero aquello que para el payo es una vergüenza, para el rom es un deber, y quien hoy acusa, en la misma situación haría lo mismo.

  • en relación con el ámbito gitano

El mediador padece el control social del ambiente, del campo, que puede bloquear cualquier actividad, jurando por los muertos. En una ciudad fue suspendido el servicio de autocar porque el sinto que se ocupaba de él fue objeto de un juramento; en otra, los cambios de mediadores se suceden cada año o año y medio, por las mismas razones.

En realidad estas personas se encuentran entre dos fuegos: la desconfianza del mundo payo que se fía “más” del mediador, pero no del todo; la desconfianza del mundo gitano, que quisiera poder saber qué cosas del propio mundo vienen sacadas fuera, si él está dispuesto a dejar comprobar su función de representación y delegación, cuánto está dispuesto a “lavar” de las ganancias, redistribuirlo entre ellos. El verdadero rom no quiere mandar más allá de la propia familia, o, cuando lo hace, hace como si no mandara[34], ¿cómo, entonces, mandar en nombre de los payos?

No existe una relación individuo – grupo social, como en el mundo no gitano, sino de individuo en la familia y en el grupo social.

El mediador no responde sólo por sí mismo, sino que se representa a sí mismo y a su familia, con los comportamientos que cada individuo de la familia está teniendo. Puede que incluso no los comparta, pero nunca los reprenderá ante los demás, mucho menos ante un payo. El encuentro se detiene en una línea límite donde la mitad privilegiada es la del propio ambiente, que está siempre dispuesta a acoger de nuevo en su interior a sus miembros.

Conclusión

Hubiera sido un verdadero placer, poder enumerar una serie de situaciones felices, proyectos muy bien realizados que cada cual pudiera copiar según las exigencias de su país. En realidad, en esta intervención hemos subrayado sobre todo las dificultades, hemos buscado identificar las trampas en las que no caer. Las indicaciones más significativas que podemos extraer de ello, son, a mi entender, las siguientes:

- Conocida la diversidad, no debemos atribuirla a toda costa a las personas que encontramos. No debe convertirse en una jaula, por cuya razón si un rom o un sinto quiere vivir en un mundo diverso, tener una vivienda diversa, mandar a sus hijos a una escuela no específicamente étnica, no pueda hacerlo, porque si lo hace, se aparta de la imagen elaborada por los mejores investigadores.

- Al conocer un grupo de romá, o de sinti o de roma, no se pueden atribuir a todos las mismas características. Las leyes regionales han resaltado con la palabra “nómada” un tratamiento especial de la cultura rom. Algunos sostienen que esto no es verdad, porque para algunos el nomadismo no es un atributo, mientras otros mantienen que se privilegian los instalados en un lugar fijo y no a los nómadas, y que se impide el nomadismo. Ambas cosas pueden ser ciertas, es suficiente que no se generalice siempre. Tal vez, a partir de la observación aparecerán características comunes, pero esto se evidencia “después”, no a priori, pienso que es incorrecto hacerlo antes.

- Nuestras políticas sociales parten de una concepción piramidal de la sociedad: todos los grupos tienen un representante, después el representente de los representantes, etc. Después se baja de la cumbre a la base. Entre los rom no es así. Quizás no se puede evitar la dificultad de las dos situaciones sociales que se encuentran – diálogo entre comunidad con poder centralizado y comunidad de tipo acéfalo, como lo llama Piasere[35] - pero se podrá intentar mitigar la diversidad, buscando pequeñas soluciones locales, pequeñas pirámides, que desde el punto de vista experimental han demostrado ser las soluciones mejores. La mirada de conjunto, por otro lado, no debería llevar a la generalización, sino ofrecer la posibilidad de aprovechar la experiencia de unos para comprender los otros.


Soluciones emblemáticas del punto de vista de la vivienda

Estas soluciones de vivienda han sido escogidas por su diversidad en cuanto a su puesta a punto, asistencia, moradores, consultas a las personas que viven ahí y sus posibilidades de decisión, y también porque son representativas de muchas otras situaciones existentes.

Anexo n. 1

Los campamentos de Torino y Strada Arrivore[36]

A partir de 1983, a cargo de la Oficina de Extranjeros y Nómadas, se efectúan regularmente censos y controles en las áreas de acampada autorizadas e ilegales. Los policías municipales señalaban, en una ficha impresa, el barrio, la localidad, el tipo de campo; después la nacionalidad, el tipo y número de vehículos, el tipo de campamento, el número presumible de personas, otros detalles del campamento (actividades ejercidas, situación higiénica, situación de orden público y seguridad pública), “eventuales quejas de los ciudadanos”[37] y servicios (servicios higiénicos, escolares, sociales). Ezio Marcolungo, en un sondeo realizado en abril/mayo de 1983, señala, además de la localidad del “asentamiento” – así lo definía él –, la “etnia” a que pertenecía el núcleo familiar, el número de individuos, de carromatos, barracas o tiendas, la presencia o ausencia de servicios higiénicos, de fuentes y las escuelas frecuentadas. No pocas veces las encuestas realizadas eran elaboradas por segmentos de edad, indicando, además del número de menores, el número de niños en edad de escolaridad obligatoria (de seis a catorce años).

Para la definición de los grupos registrados, a veces se usa el criterio étnico, otras se hace según la actividad laboral ejercida, según la religión, la lengua, el periodo de inmigración en Italia. Las definiciones no son siempre claras y a menudo resultan imprecisas.

Con la Ordenanza del Consejo Municipal de 1984, la Administración municipal dispone el equipamiento de los campos nómadas en áreas periféricas de la ciudad, en su mayoría en terrenos municipales: antiguos terrenos de descarga, terrenos de poco interés para la construcción, áreas previstas para parques (y, por tanto, sólo provisionalmente utilizadas como áreas de acampada). Para romá y sinti los lugares de la ciudad donde se puede acampar o donde no se debe, tienen características diferentes de las que presuponen los criterios de habitabilidad definidos por las oficinas municipales. Existen áreas que son abandonadas porque han ocurrido episodios graves y/o, dentro del campo, lugares donde es mejor no construir la chabola. La muerte de una persona, en muchas ocasiones, provoca el desmantelamiento o el incendio pedazo a pedazo de la chabola en la que vivía y obliga a los familiares a construir una nueva vivienda en otra zona del campo, si no el abandono definitivo del campo o de la ciudad.

En los años sucesivos, del 1984 y 1985, la presencias totales registradas en las zonas de acampamento del territorio de la ciudad fueron siempre inferiores a las novecientas unidades. Mientras tanto, la administración municipal comenzó a concentrar los presentes en áreas de acampada equipadas para ello.

En cuanto a la regularización de los documentos, más por lo que se refiere a los romá que a los sinti, las cuestiones fundamentales de que se ocupa la Oficina de Extranjeros y Nómadas tienen que ver con los permisos de acampada en el campo, la residencia y el permiso de estancia. Con la asignación de la residencia en las áreas de acampada, se intensifica el control formal político de la Administración Municipal frente a los romá y sinti presentes en el territorio. La residencia vincula los desplazamientos en el territorio, formaliza, por tanto, la presencia física de las familias, y da acceso a derechos (si no privilegios u obligaciones): sanitarios, educativos (la asistencia a la escuela obligatoria), profesionales (actividad laboral), etc.

En muchos casos, el interés de los particulares por la residencia tiene como objeto el de poner a su nombre un coche (de otro modo se pone a nombre de algún payo de paso), además de la renovación del permiso de permanencia. Parece que, muchos romá provenientes de las regiones balcánicas entraron en el país con visados de entrada regulares. La mayoría se encuentra aún sin permisos regulares de residencia, dada la amplia discrecionalidad con que la comisaría, durante aquellos años, concedía los permisos.

En 1988, con la apertura de la última área de acampada, las áreas equipadas del Ayuntamiento de Turín para la acampada de los romá y sinti son cuatro: Areopuerto, Arrivore, Le Rose, Sangone. Desde hace años, en la ciudad hay otras dos áreas de acampada para sinti, sinti que trabajan en tiovivos (en activo o en pensión), administradas por el Ayuntamiento, pero pertenecientes a dos sindicatos.

El “campo nómadas” de la carretera Arrivore, nació como área de acampada provisional, en un solar de unos 2.500 metros cuadrados, en el interior de unos terrenos destinados a área verde pública de unos 40.000 metros cuadrados, pero en el curso de los años el área de acampada se fue alargando más allá de los límites previstos. Durante los primeros años, las familias de kanjaria se transfieren de una área a otra, mientras los núcleos familiares de xoraxané romá son cada vez más numerosos. Poco a poco van llegando otros núcleos familiares (emparentados o no con los primeros) que van instalando sus viviendas al interior del área, que se va expandiendo de forma permeable. Se trata de núcleos familiares que antes vivían en otras áreas (ilegales, según la administración municipal) de la ciudad, en la periferia o en otras ciudades. Los agentes de los servicios municipales que trabajaban en la coordinación del área, cuentan que las presencias aumentaron rápidamente, pasando de cien a doscientas unidades en pocos años. De la lectura de los documentos archivados en la Oficina de Extranjeros y Nómadas, resulta que el número de presencias aumentaba constantemente durante los años 80 y 90, pero también que se observaba una gran movilidad en cuanto a las familias efectivamente presentes. Muchas familias abandonaban el área y se marchaban, algunas se quedaban algunos meses o un año. En 1985, la mayoría de familias que estaban viviendo en el área de Arrivore, había llegado a Italia por lo menos hacía una decena de años. De todas formas, un fuerte incremento de los individuos ahí domiciliados se debió a la llegada de núcleos familiares prófugos, a partir de 1992. Éstos conservan una identidad distinta al interior del campo. Diversos modelos de habitación, religión, lengua, vestido, diferente opinión ante la escolarización de los hijos, aunque provengan de los mismos países. Se les llama “kaloperi” y se les considera campesinos pobres. En el momento de la encuesta, según los datos de la Oficina de Extranjeros y Nómadas del Ayuntamiento de Turín, los residentes en el área eran unos 320, formando 73 familias. Los que “pasan” por el área de acampada son bosnios, serbios, rumanos, gagé.

Desde un punto de vista émico, el espacio físico del “campo nómadas” define y es definido por las identidades familiares. En el “campo nómada” donde se realizó la investigación, las identidades con que nos topamos son xoraxané romá, ciudadanos bosnios, “ergaši, argati, rundaši, kaloperi”, musulmanes, en su mayoría no practicantes. Desde un punto de vista institucional, por el contrario, el “campo nómadas” define un lugar que describe una identidad no étnica, ni cultural, sino política: el “nómada”, el “no ciudadano” y, por supuesto, el gitano.

El área de acampada surge como espacio social impuesto (se prohíbe la acampada ilegal) y que permite acceder a ciertos derechos (la acampada en el campo permite obtener la residencia y, por tanto, los documentos, el permiso de permanencia); se convierte en un espacio de la comunidad (instaurando una relación económica con la sociedad de los gagé); es un lugar de acampada ideal, convirtiéndose en regulador del flujo social en su interior. Otros criterios, como aquellos familiares o culturales, servirán para definir la estructura social del área de acampada, bien por el número de presencias (sobre todo determinando quienes sean los individuos presentes, al excluir algunos núcleos familiares), bien en la colocación espacial de las viviendas. En efecto, las relaciones de parentesco determinan una precisa colocación de las barracas en el campo (en el que se agrupan por separado las viviendas de los diversos grupos familiares alargados) y la imposibilidad para algunos de instalarse en el área a causa de conflictos familiares. Éstos últimos son los principales casos en los que se da el nomadismo, ya que la familia viaja de un área a otra, permaneciendo temporalmente en otras ciudades o en áreas irregulares, y regresando de vez en cuando a la misma área de acampada. De esta manera, el campo va adquiriendo una organización en su interior que no corresponde a un proyecto institucional ni está sujeta al control externo.

Anexo n. 2

Verona – calle la Rizza[38]

En Verona, desde los primeros sesenta, junto a sinti, rom de los Abruzzi, algún grupo de khorakhané romá, vive un grupo de roma eslovenos, que obtuvieron la ciudadanía italiana después de la guerra. Después de alguna experiencia de campamentos municipales, donde convivían todos los grupos, se toleró, con el paréntesis de alguna orden de desalojo, la acampada espontánea de rom y sinti ciudadanos italianos. Cuando en 1984 se publicó la ley regional del Veneto, los roma eslovenos pidieron al Ayuntamiento que a cada grupo familiar le fuera asignado un terreno que tuviera la función y la situación formal de vivienda popular. Después de una larga negociación, se dispuso el terreno de calle La Rizza, dividido en ocho patios, 4 y 4, uno frente al otro con una calle sin salida en el centro (esta salida única en forma de embudo se ha revelado un defecto grave), asignando cada patio a una familia. La idea era disponer los patios de forma que reflejaran la forma de la acampada espontánea.

Después de algunos años de “asistencia intensa” – iniciada ya en el área precedente no equipada – con cursos de alfabetización para los adultos, ayuda para la escuela en el interior del campo, contratación de una romni para la limpieza de la escuela, ayudas económicas, con el cambio de administración estas familias fueron olvidadas. Cada uno hizo su propia vida, decidiendo por sí mismo en todo, apuntando sus hijos a la escuela, trabajando de forma autónoma o dependiente, o simplemente sin trabajar, plantando árboles, chabolas, prefabricados, defendiendo su autonomía frente a la administración, que quería hacer de este terreno un campo de nómadas, o mejor: “el campo nómadas de Verona”. La administración quería, de esta forma, dar por cumplidas las disposiciones de la ley regional y no tener más obligaciones, por ejemplo para con el grupo de sinti. El descuido de las personas ha sido total, mayor que la de los payos del barrio: el asistente social responsable no pisaba nunca el campo y nadie sabía si en estos patios había niños que no acudían a la escuela obligatoria o ancianos necesitados de asistencia.

En la actualidad, una administración progresista que cree en la tutela y no en la autodeterminación, ha “adosado” a los patios equipados grupos de eslovenos (los roma provenientes de otras ciudades, parientes de aquellos que habitan en los patios, que antes eran desalojados periódicamente), bosnios y rumanos, que no sabían dónde colocar. De esta forma, se encuentran codo con codo grupos asistidos y grupos independientes, gente que paga cuanto consume: agua, electricidad, agua, y gente que no paga nada, no en consideración de los ingresos, sino porque pertenece a uno u otro grupo. Parece una situación que va a provocar el derrumbe del experimento, pero se halla ahora en evolución...

Anexo n. 3

Trento[39]

El área de acampada fue creada en diciembre de 1992. Ocupa algo más de 4.000 metros cuadrados y comprende 25 patios. Cada espacio era previsto para contener una roulotte, pero al ser éstas muchas más, el espacio libre es realmente poco. Las roulottes se hallan a lo largo del perímetro y al centro hay un kiosco que sirve para distribuir el tráfico. Junto a la entrada, en un edificio de construcción, se halla la escuela maternal, el aula para refuerzo escolar, las oficinas de los asistentes. Al otro lado se encuentran los servicios.

La mayor parte de las familias son sinti de Lombardía, Gackane, estrajxarja, presentes en Trento desde hace decenios y que antes vivían en un campo sin equipamiento. No se dio la posibilidad de escoger donde y junto a quien colocar su kampina, pero los sinti se las arreglaron con una organización interna y se cambiaron los patios. Resalta en este campo la cantidad de personas ligadas a los servicios sociales privados o públicos que trabajan aquí: 2 cooperativas de solidariedad social, 4 proyectos del ayuntamiento de Trento, la Parroquia, 2 personas por parte de la escuela. Administra el campo una cooperativa y los asistentes hacen turnos, asegurando una presencia de 11 horas. También depende de la cooperativa la persona que cuida del orden en la plaza.

Un sinto estrajxari mantiene el contacto con la institución, formando parte de un consejo municipal que se ocupa de la ley provincial 15/85 relativa a la tutela de los gitanos, No todos le reconocen esta función de representación, aunque no quieran sustituirlo.

La actividad de los asistentes es ante todo burocrática: pago de recibos, renovación de permisos, inscripción en la escuela... Se les llama para cualquier problema o necesidad.

Anexo n. 4

Pisa[40]

En Pisa, hacia la mitad de los 80, se formó espontáneamente un campamento de dimensiones considerables, integrado por Macedonios, Serbios, Bosnios y Croatas, en el pueblo de Tortellini. Era en condiciones irregulares y pequeños grupos de separaban continuamente del núcleo principal a la búsqueda de nuevos lugares. En 1991 una ordenanza del alcalde dispuso el desalojo definitivo del campo. Algunos romá se unieron a familiares acampados en Modena, Foggia, Florencia, otros se desparramaron en pequeños grupos. Los atentados del 95, la bomba carta dejada en un libro de cuentos y la colocada en una muñeca ofrecida por un transeúnte en un semáforo, fueron de los motivos que indujeron a los romá a defenderse, creando de nuevo un gran acampamento provisional, primero en Tombolo, después en Coltano. Al mismo tiempo se hicieron censos, encuentros entre Asociaciones, discusiones con asociaciones gage, como la Asociación de defensa del territorio de Coltano y Tombolo, pueblos donde se habían creado viviendas.

Actualmente la administración de Pisa está buscando soluciones diferentes al alejamiento forzado, escuchando los deseos de los interesados, separando los grupos fijos de los migrantes, teniendo en cuenta los lazos de parentesco y evaluando los informes de los asistentes sociales privados y públicos.

Se trata de romá que en Kosovo, Macedonia, Bosnia y Serbia no practicaban el nomadismo. Los Macedonios, por ejemplo, provienen del barrio muy poblado de Shuto Orizari en Skopje, un asentamiento con su propia autonomía política, administrativa y asociativa, más parecido a los barrios periféricos de las grandes ciudades musulmanas, que no a un campo de nómadas. La forma diversa de vivienda nace de la necesidad de abandonar un lugar y es fruto de las circunstancias.

Las posibles soluciones de vivienda, previstas por el Ayuntamiento de Pisa, incluyen, además de campamento, la reestructuración de edificios y casas abandonadas, a fin de satisfacer los deseos de los interesados. El problema común es la falta de permiso de residencia, y por eso la preocupación prioritaria es la de ofrecer protección jurídica.


Obras citadas

 AA. VV.ROM número único, fundación Migrantes, noviembre 1989, p. 39-42.

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Barontini, Michele, “I campi nomadi a Pisa”, en: L’urbanistica del disprezzo a cura di Piero Brunello, Manifestolibri, 1996, Roma.  

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Piasere, Leonardo, “Povertà e ricchezza”, en: Atti Convegno UNPRES, Bologna, 1990.

Piasere, Leonardo, “Autorità e potere”, en: Atti Convegno UNPRES, Giulianova, 1994.

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Scaramuzzetti, Giuseppina, Â“Normale come me”, en: Autogestione Politica Prima, periodico di Azione Mag, Verona, 2001/4.

Scaramuzzetti, Giuseppina, “Abitare”, en: Servizio Migranti, rivista della fondazione Migrantes, Roma, 2002.

Sigona, Nando, Figli del ghetto, Nonluoghi libere edizioni, 2002, Civezzano (TN).

Todesco, Daniele, Zingari e territorio: le politiche dei Comuni nel veronese, Tesi scuola superiore di servizio sociale, 1986, Verona.

Tomasi, Piergiorgio, “La vita in un campo nomadi regolamentato: il caso di Trento”, en: Italia Romanì, vol. 2° a cura di L. Piasere, CISU, 1999, Roma.

Trevisan, Paola, Sinti in Emilia. Rapporto per il progetto The education of the gipsy childhood in Europe. Dipartimento di studi sociali, Università di Firenze, 2002.


[1] He procurado usar la palabra “gitano”, aunque no sea mi costumbre y aunque sé que es aborrecida por los propios interesados, para no confundirla con el autónimo “rom”, que es el nombre con el que se define el grupo mismo, y porque no sé si los participantes a este congreso están dispuestos a aceptar la tendencia de la Comunidad Europea de extender este nombre a todos los grupos de gitanos. En Italia, la denominación “rom e sinti” abarca casi toda la población gitana presente en el territorio. En otros momentos usaré la palabra “rom” con otra acepción.
[2] Ya a raíz de las primeras recomendaciones de la comunidad europea y de la resolución de la Conferencia de los Entes Locales y Regionales del 81 en Italia, Todesco concluía “la aceptación y la concientización, parecen ser el primer gran paso para salir de los caminos seculares, hechos de ordenaciones y acusaciones, o de las modernas sooluciones de englobamiento” (1986:25)
[3] Hay que tener presente también lo que dice Sigona en la p. 108: “Un aspecto extremadamente interesante y central hoy es la relación entre una política centrada en la idea de civilización del gitano y de la superación de la ruptura con la sociedad industrial y moderna, y que concede, por tanto, un papel en primer plano a la intervención de los servicios sociales y a los organismos de voluntariado y asistencia, y la situación de dependencia y de dejación tan difundida entre los rom”.
[4] Se trata de comunidades o de personas individuales: sacerdotes, religiosos y laicos relacionados con el UNPReS, Ufficio Nazionale per la Pastorale fra i Rom e i Sinti, sector de la fundación Migrantes, que quieren ser la presencia de la Iglesia que es en Italia, en medio de los Rom i Sinti.
[5] Recuerdo, en representación de todos, a Leonardo Piasere, profesor de antropología cultural en la universidad de Florencia, y a los investigadores de su grupo, que me permitieron tener acceso a su proyecto Opreroma.The education of the gipsy childhood in Europe.Dipartimento di studi sociali, Università di Firenze, 2002.
[6] Cuestionario del Pontificio Consejo, rellenado por diversos directores nacionales en 2002.
[7] Scaramuzzetti: Normale come me, en ”Autogestione Politica Prima”, periódico de Azione Mag, Verona 2001/4.
[8] Payas = no gitanos/as.
[9] El término es usado aquí como etnómino (grupo humano caracterizado en una forma determinada) y heterónomo (grupo humano diferente del nuestro).
[10] Carteles con propuestas de un referendum para expulsar los gitanos de Verona.
[11] Cfr. Opre roma.
[12] Ana Gomes, Intervención en la I parte del “Progetto Luna Park” 1997 Verona, Provveditorato agli studi.
[13] Paola Trevisan, prog. cit., Sinti in Emilia: II parte.
[14] Los sinti dicen de una zona: es un lugar de sinti, para decir que en aquellos lugares los sinti viajaban habitualmente y eran bien tratados. En este mismo sentido, los rom eslovenos dicen “maara mistacia”, nuestros lugaricos.
[15] El ejemplo de Verona (It.) – Para hallar una solución, por lo menos un poco digna, para un grupo de rom rumanos (250: numerosos para la ciudad) no se tuvo en cuenta la línea política en la que se había insistido hasta el momento: pequeños grupos homogéneos, que se ubican en los lugares de la ciudad que les son familiares y que se relacionan con las instituciones según el principio de la autodeterminación. Los rom rumanos fueron colocados en un “territorio de los sinti”, ya ocupado de un grupo de sinti mucho menos numeroso. Fueron confiados completamente a la asistencia de un instituto religioso en colaboración con la admnistración. Un pequeño grupo “por exceso de número” fue integrado a las soluciones de vivienda previstas para unas pocas familias de rom eslovenos, ya organizados desde hace 13 años. Los motivos alegados fueron: 1) se trata de una situación de emergencia, 2) los rom deben mostrarse acogedores entre ellos.
[16] Ver Scaramuzzetti en Germania 1992, rimpatriati gli zingari rumeni, 1993, Roma, “Servizio Migranti”, pág. 115. Los ataques contra los albergues de los asylanten, sobre todo gitanos, ocurridos en Rostock, como inicio de actos de racismo y vandalismo que se extendieron a otras regiones, la bomba a Oberwart en 1995, que mató 4 rom, la bomba carta, metida en una muñeca y regalada a una niña rom en Pisa (Italia) en aquel mismo año.
[17] El libro de Sigona arranca de este suceso.
[18] Ver ROM, número único, fundación Migrantes, noviembre 1989, p. 39-42.
[19] En algunos casos, como en Turín, el reglamento del campo ha sido anterior a la misma ley regional.
[20]Se propuso, sin llegar a realizarse, en 1997 en Roma y en Palermo. Existe, por el contrario, el vigilante que prohíbe la entrada a quien no tiene autorización, sea rom o payo (p.e. Cagliari).
[21] Scaramuzzetti, en Servizio Migranti, rivista della fondazione Migrantes, Roma 2002.
[22] Rom, p. cit.
[23] Carlotta Saletti, Bambini del “campo nomadi”, Roma, CISU, en prensa.
[24] Abitazioni, en “Rom e sinti un’integrazione possibile”, segundo informe sobre la integración de los inmigrados en Italia – Comisión para la integración de los inmigrantes.
[25] Estos hechos generaron en un grupo de ciudadanos, muy activos en política, la convicción de que aquellas personas recibían un subsidio diario del Estado (equivalente a la suma acordada a las instituciones que estaban al frente); difundieron capilarmente la noticia; distribuyeron unas postales impresas que sólo debían ser firmadas y mandadas al presidente de la República: “También yo quiero hacerme gitano rom para recibir la ayuda de 35.000 liras diarias”.
[26] Brunello compara estas situaciones con la formación de los guetos en las ciudades italianas del siglo XVI. 1996:17.
[27] Citado en Rapporto di Paola Trevisan, Progetto Opreroma, p. 56.
[28] Saletti, Trevisan, obras citadas.
[29] Saletti, op. cit.
[30] Proyecto de mediación cultural, por Piasere-Scaramuzzetti, para la escuela elemental Lenotti de Verona. En: Pamela Hudorovich.
[31] Piasere Scaramuzzetti, programa cit.
[32] En los casos en que los niños de un campo no frecuenten una única escuela, como sucede en las ciudades más pequeñas.
[33] De las notas de un seminario del ‘Gruppo di lavoro “nomadi” ‘, impartido 2/3/84, Turín.
[34] Piasere, “ Povertà e richezza” en Atti Convegno UNPRES, Bologna 1990.
[35] Piasere, “ Dialogo fra comunità a potere centralizzato e comunità di tipo acefalo”, en Atti Convegno UNPRES, Giulianova 1994.
[36] Este apartado ha sido tomado de la obra citada de Carlotta Saletti.
[37] Censo de 3 de mayo 1983, realizado en el barrio 16 por el cuerpo de policía urbana.
[38] Aportación a cargo de la ponente.
[39] Información de: Piergiorgio Tomasi, “ La vita in un campo nomadi regolamentato: il caso di Trento”, en: Italia Romanì, vol. 2, a cargo de L. Piasere, CISU 1999 Roma.
[40] Información sacada de: Michele Barontini “ I campi nomadi a Pisa”, en: L’urbanistica del disprezzo, a cargo de Piero Brunello, Manifestolibri 1996 Roma, y de “ Le città sottili”, proyecto de la ciudad de Pisa, nov. 2002.
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