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 Pontifical Council for the Pastoral Care of Migrants and Itinerant People

People on the Move

N° 99 (Suppl.), December 2005

 

 

La hospitalidad de la Iglesia particular

en relación con los feriantes y circenses

 

 

Rev. Hna. Maria Eugenia Alegre García

Directora de la Pastoral de Circos y Ferias

España

 

Realidad humana

Es un colectivo formado por grupos familiares que se mueven por las distintas localidades con una función social bien definida “crear ambientes festivos y acercar a la sociedad en general formas de diversión sana y creativa”. Estos colectivos están formados especialmente por CIRCENSES Y FERIANTES DE ATRACCIONES.

Su forma de vida ambulante les presenta ante la sociedad estable como grupos en cierto modo marginados por el desconocimiento que se tiene de estas familias y de la poca valoración de su trabajo como medio cultural y también como medio de vida económica. Tanto circenses como feriantes encuentran a lo largo de su recorrido muchas dificultades, no solo por la dureza de su vida en movilidad sino también por las trabas que constantemente les plantean las distintas administraciones.

Dentro de esta realidad, la atención y educación de sus hijos, poder disfrutar con ellos y seguir la evolución y progreso escolar es su mayor dificultad en una sociedad más plural y con más medios culturales y de intercambio. Los circos, si tienen solucionado bastante bien esta situación de la escolaridad, cuentan con maestros nacionales que imparten su docencia a lo largo de su recorrido, completando el curso como cualquier niño de la sociedad estabilizada. 

Presencia de la Iglesia

La Iglesia, comunidad de creyentes, es consciente de la realidad de estos grupos humanos que encuentran más dificultades en el desempeño de su trabajo laboral, en sus celebraciones religiosas y sacramentales y en la formación cristiana por su constante ir y venir, surge entonces la necesidad de crear una pastoral que acompañe y atienda a estos grupos que se mueven alrededor de la fiesta.

El seguimiento a estos grupos lleva a implicar a los distintos sectores de la Iglesia Diocesana, para ampliar la atención a estas personas y dar respuestas desde las Iglesias locales (Parroquias), durante el tiempo que permanecen en su ámbito territorial.

La Iglesia particular necesita sensibilizarse y facilitar a estos grupos otros espacios distintos que los programados ordinariamente por la comunidad parroquial, porque su movimiento y su horario de trabajo les impiden participar de los actos religiosos organizados para los creyentes de sus respectivas comunidades, además la formación religiosa de estas personas es más de tipo popular que de compromiso.

El Documento “Christus Dominus” señala, sobre el ministerio de los Obispos en relación con sus Diócesis, la preocupación debida a los fieles, que por su condición de vida, no pueden gozar suficientemente del cuidado pastoral común y ordinario de los Párrocos o carecen totalmente de él, y pide en este decreto, la atención especial a estos grupos. 

Las Iglesias locales que preparan y acogen

La Iglesia Diocesana (Pastoral Parroquial) es quien tiene la responsabilidad pastoral de estos grupos familiares de circos y ferias; considerarlos como miembros de pleno derecho, crear servicios más acordes con su experiencia religiosa, su falta de conexión con la parroquia de su lugar de origen y conocer su desarraigo, no solo a nivel religioso sino también social. Para ello es necesario preparar una acogida positiva que desde el primer momento facilite su proceso de integración.

La Preparación: de esta forma, las Iglesias locales desde su atención específica, en los momentos puntuales, pedidos por los grupos de familias que están temporalmente en sus Parroquias, hacen un seguimiento en su caminar religioso y humano a estos grupos, a través de los equipos cristianos de la comunidad y son testigos eclesiales en medio de estas personas.

Sensibilidad en estas comunidades: Las comunidades parroquiales tienen una tarea de sensibilización y cercanía hacia estos grupos sociales, que presentarán a los miembros de su comunidad cristiana, para que sean aceptados como una riqueza y como parte de ese pueblo de Dios que camina por la vida dejando también su mensaje. 

Estructuras para la evangelización

La particular movilidad de los circos y ferias escapa de por si al cuidado espiritual de la actividad ordinaria de los párrocos. Es una evangelización que compete a la Iglesia Diocesana, a través de estructuras formadas en cada Diócesis, desde la acción parroquial, apoyada desde la Conferencia Episcopal Española, que realiza esta tarea desde la Comisión de Migraciones y sus diversos servicios: Apostolado de Circos y Ferias.

Este apostolado está integrado por sacerdotes en varias Diócesis que durante las épocas de permanencia en la zona o ciudad atienden, acompañan, evangelizan, preparan y celebran los sacramentos que solicitan y ofrecen espacios para que manifiesten y expresen su fe y compromiso.

El grupo de laicos se hacen presentes ante estos grupos y realizan aquellas funciones a las que, por distintas circunstancias, no llegan los sacerdotes o en algunos casos, por falta de éstos, son enviados por la comunidad eclesial local a través de la parroquia.

En aquellas zonas o Diócesis en la que no hay delegación de este apostolado, se coordina desde el departamento central y se contacta con las parroquias cercanas a los recintos fériales, en donde se instalan los circos y feriantes, para que acojan e integren a las personas que se acerquen a las celebraciones ordinarias o que demanden la celebración de un sacramento, solicitando la participación del párroco y de la comunidad cristiana para la atención debida, y, en muchos casos especial por sus circunstancias, a estas personas. 

Dificultades que encuentran

El sentido de pertenencia a una comunidad parroquial es un aspecto que estos dos grupos han ido perdiendo por su forma de vida, manera de vivir que, desde los grupos cristianos estables, no se entiende y se desconoce; solamente vemos un grupo de familias con una vida peculiar y con una actividad que nos parece desorganizada y que no encaja en la realidad social en la que nos movemos, realidad programada y más estructurada. Cuando estas personas solicitan una atención pastoral, un bautizo, una comunión, una boda o una misa de difuntos, no se entiende que no se acomoden a la organización, ni horario previsto para los fieles en la parroquia.

Es verdad que resulta menos comprometido tener estas acciones religiosas fuera del ámbito de la comunidad cristiana y que a nuestros grupos de la movilidad les asusta cuando un sacerdote les implica en el hecho religioso que ellos mismos han solicitado y les invita a dar fe de Jesús y a expresar un compromiso en lo que creen; prefieren que celebren el sacramento sin una invitación a un encuentro verdadero con Dios en Cristo. Aún así, encuentran muchas dificultades y falta de sensibilización para entender que no pueden acomodarse a la estructura parroquial, que sus horarios son distintos y que su estancia es temporal y aprovechan los días que tienen menos trabajo; además su ritmo religioso es otro muy distinto al ordinario de nuestras parroquias del mundo normalizado.

Cuesta ver esta realidad y comprender que necesitan una acción específica que se adecue también a su realidad y se faciliten los medios para evangelizar desde estas celebraciones tan puntuales, dentro de la tarea conjunta de la Iglesia. Apoyar estas oportunidades que nos brindan en una realidad, que cada vez prescinde más de las manifestaciones y expresiones de fe en su recorrido. Este apoyo se hace desde la pastoral específica a nivel nacional, pero también la Iglesia local tiene su función de animación y presentación del Evangelio a todos los grupos humanos que se acerquen a sus parroquias.

Nuestros grupos se mueven en un medio rico en colorido, creativo y festivo. Despertar este sentido de la fiesta y de la provisionalidad, apreciar y observar estos valores, enriquece a los distintos grupos cristianos y acerca a la realidad de la vida eclesial, celebraciones que tengan el matiz de la fiesta de la muerte y resurrección de Jesús, de nuestra resurrección en Cristo. 

Líneas operativas de la Iglesia particular:

  • Atención y compromiso: Centrar la atención en la promoción y defensa de la dignidad de estas personas como servicio de evangelización.
  • Potenciar y promover la acción con las gentes de circos y ferias en el medio humano pero especialmente en lo que respecta al cultivo de la dimensión religiosa y la educación en la fe.
  • Sensibiliza sobre la existencia de estos grupos humanos en constante movimiento y sobre su enfoque evangélico; de esta forma tendremos sujetos activos de su mismo mundo.
  • Los recursos pastorales que están al servicio de estas familias desde las parroquias son más amplios y posibilitan el acercamiento a la realidad de la Iglesia y a su participación como miembros en movimiento del gran pueblo de Dios.

 

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