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 Pontifical Council for the Pastoral Care of Migrants and Itinerant People

People on the Move

N° 102 (Suppl.), December 2006

 

 

ENTREVISTA A LA RADIO VATICANA 

DEL ARZOBISPO AGOSTINO MARCHETTO 

(ANTES DEL ENCUENTRO)

 

 

1) ¿Quién participará en el encuentro y cuál será el objetivo?

R. Estarán con nosotros una cincuentena de representantes de Conferencias Episcopales, congregaciones religiosas, asociaciones e instituciones, provenientes de más o menos veinte Países, prevalentemente europeos, pero con presencia también latino-americana, africana y asiática, a fin de que la reflexión y el intercambio de experiencias - es este el fin del encuentro - se abra al mundo entero, en la medida de lo posible.

Naturalmente nuestra finalidad es pastoral, en el contexto de la mobilidad humana, y también del tráfico y contrabando de seres humanos, que ha llevado a una numerosa presencia de mujeres de la calle en los Países del llamado Primer Mundo, provenientes del Segundo, Tercero e incluso Cuarto Mundo. La Organización Internacional de la Migración (OIM) calcula que cerca de medio millón de mujeres provenientes de Europa Oriental son esclavizadas y obligadas a prostituirse en la Europa Occidental. Por dar otra cifra relativa a Italia, se piensa que el 50% del mercado del sexo “usa” aquí mujeres nigerianas.

El encuentro pretende crear una conciencia más viva de este drama y hacer cooperar, con una cierta coordinación, las fuerzas específicas ya existentes, comprometiendo por lo demás la pastoral ordinaria de las diócesis y también de las parroquias. 

2. ¿Cómo se presenta el "fenómeno" de la prostitución?

R. Son muchos los aspectos del problema: migración, deficiencias familiares y sociales, problemas económicos, explotación, tráfico de seres humanos, etc. Existe ciertamente un compromiso por parte de las Organizaciones Gubernativas y no Gubernativas, y de aquellas ligadas a las Naciones Unidas para combatir la esclavitud de la calle, donde se mezclan dinero, placer y explotación. La presencia católica humana y apostólica es también evidente.

El "fenómeno", digamos, envuelve cada año un millón de personas (me refiero al tráfico de seres humanos), con mujeres y niños en situación de mayor riesgo, provenientes de los Países en vías de desarrollo. Solamente en Thailandia, se calculan entre 150.000 y 200.000 las mujeres de la calle, de las cuales 35.000 tienen menos de 18 años. En Italia, se calcula que son 40.000 las mujeres de la calle, de las cuales 4.000 menores, y muchísimas extraeuropeas.

Después de nuestro Encuentro, podremos disponer de cifras seguras, para dar una base más cierta a nuestro compromiso pastoral. 

3. ¿Qué dice la Iglesia a propósito de la liberación de las mujeres de la calle?

R. Ante todo la Iglesia opera en sus varias expresiones. Lo demuestra la presencia en el encuentro de tantas personas ya comprometidas en el campo de la liberación de la mujer de la calle. Concretamente es así anunciado el Evangelio de la esperanza, también para quien es esclavo.

Partiendo de este testimonio, consideramos también la palabra de la Iglesia, que proclama la dignidad de la mujer, denuncia las situaciones de esclavitud, hace de "abogada" en favor de cuantos son víctimas de la violencia, del tráfico y del contrabando de seres humanos.

Están en juego los derechos humanos, ligados tan profundamente a la causa del Evangelio, que es la del hombre, en su visión integral. 

4. ¿Cómo será posible cambiar esta realidad de explotación y esclavitud?

R. Recordaré, en mi intervención inicial al Congreso, las palabras de Juan Pablo II repetidas por Benedicto XVI: ¡"No tengais miedo"! No debemos tener miedo a afrontar los dramas de nuestro tiempo porque son graves, y debemos también "vencer el mal con el bien". Nuestro congreso es una ocasión para pensar en común, a nivel de Iglesia Universal, con la solicitud participada que viene del Santo Padre por todas las Iglesias, también en relación con este drama del mundo de hoy, de esta nueva esclavitud. La experiencia compartida nos ayudará a establecer algunas orientaciones pastorales comunes, que se traducirán en un apostolado de acogida, con los relativos programas en sus diferentes aspectos, humanos, familiares, sociales, económicos, eclesiales. Puede ser que nuestro congreso constituya una gota de agua dulce en el gran mar salado del sufrimiento humano, pero si no se diera esta gota - en visión de Madre Teresa de Calcuta - alguna cosa faltaría.

 

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