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 Pontifical Council for the Pastoral Care of Migrants and Itinerant People

People on the Move

N° 105, December 2007

 

 

III Congreso Asiático de pastoral de las peregrinaciones y los santuarios 

 

Documento Final 

I. El Acontecimiento

Peregrinaciones y Santuarios, lugares de esperanza. Este fue el tema central del III Congreso Asiático de pastoral de las peregrinaciones y los santuarios, organizado por el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, en colaboración con la Comisión Episcopal para la Pastoral de la Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal del Japón y la Arquidiócesis de Nagasaki. Estaban presentes Obispos, Directores de peregrinaciones y Rectores de Santuarios de los siguientes países: Australia, Corea, Filipinas, India, Indonesia, Japón, Kazajstán, Taiwan, Tailandia y Vietnam. Los tres días de trabajo, del 15 al 17 de octubre, 2007, se llevaron a cabo en Nagasaki (Japón), la ciudad que tiene un santuario dedicado a los 26 Mártires crucificados por la fe en 1597.

En una época atormentada por divisiones, violencias y calamidades naturales, las peregrinaciones y los santuarios son lugares de la esperanza que nace del encuentro con Dios. Esa cita sostiene a las comunidades, fortaleciéndolas en la fe, renovándolas en su estilo de vida, gracias a la conversión, a la reconciliación y a la oración, y las anima al testimonio del Evangelio, a la misión y a la unidad, superando las divisiones. Concretamente, las peregrinaciones y los santuarios son un faro que anuncia y testimonia el Evangelio, prestando también atención al diálogo ecuménico, interreligioso e intercultural. Para realizar mejor esa tarea, el Congreso se ha presentado como un taller, en el que se puede participar de manera activa y creativa, como un espacio de escucha, de profundización y de diálogo para crecer en la esperanza.

La sesión de inauguración comenzó con los saludos de bienvenida del Excmo. Nuncio Apostólico en el Japón, S.E. Mons. Alberto Bottari de Castello; siguió el Vicepresidente de la Conferencia Episcopal Japonesa, S.E. Mons. Leo Jun Ikenaga, quien hizo notar que son siempre más numerosos los que tienen la posibilidad de realizar peregrinaciones al exterior: ellos hacen una experiencia de Dios, de los Santos y de la Iglesia local que visitan, recibiendo un estímulo para su propia fe. Al mismo tiempo, los responsables de los santuarios, en su acogida a los peregrinos crecen en la fe. Enseguida, S.E. Mons. Marcellino Daiji Tani, Presidente de la Comisión para la Pastoral de la Movilidad Humana y Obispo de Saitama, recordó las palabras del Papa Juan Pablo II cuando visitó a Hiroshima en 1981 y afirmó que “recordar el pasado es comprometerse para el futuro”. El Japón, subrayó el Prelado, al haber vivido la experiencia única de sufrimiento por las bombas atómicas, es el lugar ideal para orar por la convivencia pacífica entre los pueblos. Después tomó la palabra el Gobernador de la Prefectura de Nagasaki, el Señor Genjiro Kaneko, que ilustró brevemente la historia y la cultura de la ciudad, en la que floreció el cristianismo con la llegada, en 1550, del primer misionero, San Francisco Javier. El Gobernador pidió, además, a los congresistas, que apoyaran el llamamiento formulado por su Prefectura, en colaboración con la Arquidiócesis de Nagasaki, para que se incluyan los ‘Lugares Cristianos de Nagasaki’ en la lista de la UNESCO de los que son Patrimonio Mundial de la Humanidad (World Heritage).

La introducción de los trabajos del Congreso estuvo a cargo del Arzobispo Agostino Marchetto, Secretario del Consejo Pontificio que había organizado el evento. Él recordó, ante todo, los dos Encuentros anteriores, de Manila (2003) y Seúl (2005), y luego desarrolló el tema de este último Congreso. Observó que los peregrinos marchan hacia los santuarios animados por la esperanza, prerrogativa de los seres humanos, que asombra también a Dios, según la visión de Péguy. Pero no hay que confundirse, limitándose a identificarla con las necesidades materiales humanas que exigen respuestas inmediatas. En la peregrinación se va al encuentro con Dios, fuente de toda esperanza. En este camino hacia lo Absoluto, es importante la tarea de los agentes de pastoral para sostener y guiar a los fieles, de manera que no falten la oración y el debido recogimiento. Hablando, pues, de los santuarios, Mons. Marchetto dijo que se pueden considerar como “estaciones intermedias” en nuestro camino terreno, lugares donde se adquiere un nuevo impulso y la fuerza para marchar en pos del Reino en plenitud, prometido por Dios. En los santuarios todos los peregrinos, incluso los agentes de pastoral que los acompañan, se ven llamados a acercarse al Sacramento de la penitencia para reconciliarse con Dios y consigo mismos, y abrirse a los demás en la caridad. En la peregrinación, por tanto, y en el santuario, los fieles tienen que ver más allá de lo que estiman correspondiente a sus necesidades materiales para comprender cuáles son los verdaderos bienes a los que se debe aspirar. El primer bien es la vida, material y espiritual, que es un don de Dios y en cuanto tal hay que apreciarla y amarla. El que no ama la vida no puede tener caridad con el prójimo y, por consiguiente, no puede hacer el bien. En momentos de angustia y desesperación, es posible olvidar la importancia de este don, pero la presencia del agente de pastoral, que remite a la fe y a la esperanza, podrá dar la capacidad de tener paciencia y la humildad de aceptar el misterio de Dios, confiando en Él también en la oscuridad. El arzobispo Marchetto terminó su intervención con un llamamiento a los participantes para que se organicen peregrinaciones también a los santuarios de los países de Asia, con el objeto de ayudarse mutuamente y ser solidarios entre los miembros de la familia de Cristo, aún escasa numéricamente en este continente.

Se escucharon luego las sugerencias y las reflexiones, en materia de peregrinaciones y santuarios, de S.E. Mons. Orlando B. Quevedo, OMI, arzobispo de Cotabato (Filipinas), Secretario general de la Federación de las Conferencias Episcopales de Asia (FABC), quien centró su intervención en el hecho de que en un continente como el asiático, donde la gente está dotada de un profundo sentido de lo sagrado y de lo espiritual, habría qué preguntarse por qué son tan pocas las peregrinaciones inter-asiáticas a los distintos santuarios. En efecto, partiendo de su experiencia limitada a las Filipinas, ha notado que muchas peregrinaciones se dirigen hacia los santuarios de Europa y hacia Tierra Santa, organizadas por agencias de viaje en colaboración con grupos religiosos. Sin embargo, esas peregrinaciones están muy lejos de las posibilidades y de los sueños de las personas que disponen de normales condiciones económicas; esto, debido a los costos del viaje, que serían seguramente menores si se viajara a las naciones de Asia. Mons. Quevedo hizo notar, además, que la visita de los musulmanes a los santuarios del continente podría ser una ocasión de diálogo sobre temas como la oración, las necesidades humanas y espirituales, la paz y la armonía. Esa visita se podría considerar también como un signo de la común peregrinación de la familia humana hacia el Reino de Dios en plenitud, tema muy presente en el pensamiento de los Obispos de Asia.

Mons. John Murphy, Director en Australia de la Oficina Católica para los Migrantes y Refugiados, habló de la preparación de la 23ª Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará en Sydney del 15 al 20 de julio, 2008. El tema será el siguiente: “Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos” (Hch 1,8). La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) es el mayor encuentro internacional de jóvenes. Fue convocada por el Papa Juan Pablo II por primera vez en 1986. Representa una oportunidad para los jóvenes de todo el mundo, de los 16 a los 35 años de edad, de realizar una peregrinación de fe y, para la Iglesia, de renovarse en el país de acogida. Los australianos se están preparando con fervor a este encuentro de julio del año próximo. Se calcula la presencia de medio millón de personas, procedentes de Australia y de los demás continentes. Se prevé una entusiasmante semana de formación y de celebraciones de la fe.

El arzobispo de Nagasaki, S.E. Mons. Joseph Mitsuaki Takami, PSS, después de dar la bienvenida a su sede a los participantes, desarrolló una sabia relación sobre el tema ‘La esperanza está en quien puede salvar’ (Eclo 34,13), que constituyó una fuente de inspiración y reflexión para los presentes. Comenzó afirmando que en todo país hay muchos lugares adonde las personas se dirigen, poniendo su confianza en sueños, divagaciones y presagios, pero la verdadera esperanza consiste, ante todo, en el ‘temor de Dios’, acompañada por bendiciones de asistencia y protección divina. Compartió, así, con los congresistas, ‘la esperanza según la Escritura’, dividiéndola en cinco puntos específicos. En el primero, ‘la esperanza mesiánica’, el Prelado recordó cómo había evolucionado la esperanza del pueblo judío, comenzando por Abrahán y los Patriarcas, para llegar más adelante al prototipo encarnado en el Rey David, desarrollado luego en el ‘Siervo de Yahveh’ y en el ‘Hijo del Hombre’. Al mismo tiempo, se pasó de una esperanza más bien colectiva a una insistencia en la liberación individual. El segundo punto contemplaba la transformación de la ‘esperanza judía’ en ‘esperanza cristiana’, que es ante todo la continuación de esa misma esperanza que había profesado el pueblo judío. La promesa hecha a Abrahán se realiza ahora completamente en Cristo. El Arzobispo presentó enseguida un tercer punto, a saber: el ‘objeto de la esperanza cristiana’, dirigida ahora hacia Cristo. San Pablo es el teólogo por excelencia de la virtud de la esperanza cristiana y su visión aclara todo el Evangelio, aunque también San Juan, en su primera carta, trata de temas escatológicos cuando afirma: “Seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es” (1 Jn 3,2). Por consiguiente, antes de subrayar lo que distingue las tres virtudes teologales - fe, esperanza y caridad - y su relación mutua, Mons. Takami indicó el lugar que ocupa la ‘esperanza cristiana en la vida cristiana’. Y recordó, igualmente, que la esperanza desaparecerá el día en que todo será revelado y que, mientras tanto, es preciso practicar la virtud de la paciencia y vivir el tiempo presente dirigiendo la mirada hacia la gloria futura. En fin, habló de ‘la esperanza de la peregrinación’, cuyo prototipo es la peregrinación de los judíos al templo de Jerusalén, de la que brotó la comprensión de la gran peregrinación escatológica a la Jerusalén celestial. En su fidelidad a la historia, la Iglesia sigue sus peregrinaciones a los varios santuarios para demostrar la comunión en la fe y en la oración y, sobre todo, para recordar a su pueblo el gran viaje de la esperanza, el que se hace en pos del Señor, Salvador del universo. La esperanza, ante todo, es la que impulsa el alma cristiana a ‘correr para conquistar el premio’; el espíritu de determinación es el que vive según Cristo y soporta las pruebas de la vida.

El Rvdo. P. Javier Gonzalez, OP, Decano del Departamento de Derecho Canónico de las Facultades Eclesiásticas de la Universidad de Santo Tomás en Manila (Filipinas), trató el tema: ‘Vuestra fe y vuestra esperanza descansan en Dios’ (1 Pe 1,21), una propuesta teológica de esperanza y de salvación. Hoy, cuando observamos nuestro mundo caracterizado por divisiones, guerras, violencias, injusticias y amenazado por una ‘cultura de la muerte’ destructiva, debemos poner nuestra esperanza y nuestra confianza en Dios. De este modo, no esperamos simplemente en una mejoría o en un cambio, en un futuro vago, incierto y vinculado a un resultado anhelado, sino en algo que sucede ahora: nos alineamos, pues, con los objetivos, los valores y la ética de Dios. Nos unimos a la comunidad de Dios. En un nivel más profundo, ‘dejamos’ que Dios sea Dios, y creemos y confiamos en que, en su Sabiduría infinita, resolverá nuestros problemas.

El hecho de poner nuestra fe y nuestra esperanza en Dios nos permite hallar el significado, el coraje e incluso la alegría para afrontar situaciones irreparables. Esto implica por lo menos dos consecuencias inmediatas, es decir, una fe viva en el ‘Dios de la esperanza’ como origen y fundamento, y el auténtico goce de una alegría y de una paz victoriosas, como fruto inmediato de esto. El hecho de poner nuestra fe y nuestra esperanza en Dios nos hace mirar hacia el mundo con optimismo teológico, tratar a la humanidad con respeto y compasión, mantener pura nuestra fe y encender nuevamente la esperanza en nosotros. Aplicando, pues, todo esto a la vida y al ministerio de los Rectores de los santuarios, se presentan algunos retos específicos, como el de predicar de manera creíble la Palabra de Dios, estimular la vida litúrgica, promover la participación en la comunidad eclesial, favorecer formas aprobadas de devoción popular, realizar el diálogo ecuménico y ser profetas de la patria celestial.

El Rvdo. P. Leszek Niewdana, SVD, profesor en la Universidad Católica Fu Jen en Taipei (Taiwan), afrontó el tema: ‘La esperanza no engaña’, gracias a la Palabra de Dios, a la Liturgia y a la Diakonía. Un enfoque pastoral, espiritual y sociológico de la esperanza. Observó que en los últimos veinticinco años, el neoliberalismo se ha vuelto una ideología poderosa, adoptada por un número creciente de gobiernos. Se funda en el modelo del  libre mercado y en el concepto de competencia en todos los campos. No obstante los resultados positivos, como la creación de un bienestar sin antecedentes, la disminución de la pobreza, en particular en Asia, el aumento de la libertad individual y la utilización de la creatividad humana, el proyecto neoliberal ha tenido también influencias negativas en la sociedad en general, por ejemplo, con un estancamiento de los salarios bajos y medianos (y el consiguiente empobrecimiento), una mayor diferencia entre los salarios, la incertidumbre en materia de trabajo, la migración económica, etc. Esto ha producido, en millones de individuos, una mayor inseguridad, inestabilidad y un sentimiento de desarraigo o de marginación. El P. Niewdana presentó los resultados positivos y negativos del modelo neoliberal como fuentes potenciales para ‘dar fundamento’ a la esperanza, o para reducirla a una única metáfora ultrasemplificada que, en fin de cuentas, puede desilusionar en la búsqueda de significado y de valor en la vida. Para los cristianos, la esperanza que no engaña es aquella que se realiza en la propia, frenética, existencia histórica, pero que al mismo tiempo se dirige constantemente hacia la felicidad de la vida eterna. La esperanza cristiana, en cuanto tal, es una fuerza espiritual arraigada en las expectativas últimas relativas a la existencia, que al mismo tiempo constituye un apoyo para la condición presente. La Palabra de Dios, la Liturgia y la Diakonía sostienen esta esperanza, fortaleciendo el sentido de estabilidad, de arraigo y de pertenencia, y tienen el potencial para formar una ‘espiral de esperanza’ en la que mostrar preocupación por los demás puede servir de inspiración para la vida de los demás y la propia.

Los participantes se reunieron dos veces en grupos de estudio y sus reflexiones, así como las sugerencias que se desprendieron de los trabajos, fueron las bases necesarias para elaborar las conclusiones y recomendaciones de este documento final.

El tercero y último día comenzó con la lectura del telegrama del Santo Padre, firmado por el Cardenal Tarcisio Bertone, mediante el cual el Pontífice manifestaba su cercanía espiritual en la oración. “La peregrinación - se afirmaba en él - ha sido una práctica de fe desde los albores del cristianismo. Manifestando la auténtica naturaleza de la Iglesia, los peregrinos dan testimonio de Jesucristo, que es el camino, la verdad y la vida, y de este modo revelan a la sociedad la esperanza que no engaña (cf. Rm 5,5). Los Santuarios vinculados a grandes santos o a acontecimientos significativos de la historia de la salvación son refugios acogedores de paz y de armonía que permiten a todos acercarse profundamente a las fuentes de la serenidad, de la verdad y del amor”. El Santo Padre, animando a todos, encomendó los participantes a la intercesión de los Mártires de Asia y envió su Bendición Apostólica.

Las relaciones fueron, pues, tres.

Mons. Peter Cañonero, Presidente de la Asociación de Rectores de Santuarios y Directores de Peregrinaciones de Filipinas (ASRP), habló de esa Asociación en embrión para toda Asia y del futuro desarrollo que se espera. Recordó, en primer lugar, sus comienzos, en el año 2003, con ocasión del Primer Encuentro Asiático en Manila sobre el tema: El Santuario, lugar de acogida y de encuentro, señalando el deseo del Papa Juan Pablo II de que se fortalezcan los vínculos de colaboración entre las distintas Iglesias de Asia. Los resultados positivos de ese encuentro, y del que le siguió en Seúl sobre el tema: Peregrinaciones y Santuarios, dones de Dios-Amor en Asia, hoy, llevaron a afrontar el importante interrogante sobre el futuro de la Asociación. Mons. Cañonero recordó que cada santuario tiene un carisma especial, para los distintos grupos de peregrinos que esperan encontrar lo que buscan, y afirmó que, para adelantar, la Asociación asiática tiene que hacer lo posible por preservar el carácter específico de cada santuario y la espontaneidad que de él brota. Luego formuló votos para que la Asociación sirva de guía para los santuarios que buscan asistencia, y que no se establezcan reglas restrictivas. Y terminó estimulando a los santuarios a que sean lugares de encuentro con el Señor y a trabajar con los Ordinarios locales para que esto pueda llegar a ser una realidad.

El P. Renzo de Luca, SJ, Rector del Santuario de los 26 Mártires de Nagasaki, presentó algunas actualizaciones de su último informe sobre la experiencia de la peregrinación a ese santuario y a la colina de los Mártires. Ilustró la manera de proclamar el Evangelio en dicho santuario, ante todo con las Santas Misas que se celebran el domingo y los días de la semana. La preparación al matrimonio es particularmente importante para la evangelización. En efecto, con la autorización de la Conferencia Episcopal, se pueden celebrar allí matrimonios entre no bautizados. Esto permite un largo período de ‘catequesis’ pre y post matrimonial. El P. de Luca habló luego del ministerio particular de la predicación y de la enseñanza a todos los que llegan como peregrinos, muchos de ellos procedentes de Corea. En fin, mencionó el diálogo ecuménico, haciendo especial hincapié en la catequesis y en la cooperación con los Kakure Kirishitan, los denominados Cristianos Ocultos que han elegido seguir la tradición y la manera de orar de los tiempos de la persecución en el Japón. En la segunda parte de su intervención, el Padre habló de los cambios realizados en la ‘proclamación mixta’, con relación a las visitas de las escuelas y las excursiones con guía, el diálogo interreligioso y los que esperan una curación. La ‘proclamación indirecta’ ha experimentado cambios en el número de los que llegan a la iglesia para hacer investigaciones históricas y técnicas. Los intercambios culturales, igualmente, han tenido un cierto desarrollo, aunque se ha dado más importancia a las expectativas de los que buscan únicamente el exotismo o el misterio. El orador continuó, indicando la necesidad de evitar ambigüedades entre la investigación y la proclamación, lo que podría originar equívocos. En fin, y esto es importante, terminó afirmando que el mayor desafío para el santuario consiste en su intento por ejercer una cierta influencia en la sociedad materialista.

El P. Xavier Packiasami, Rector del Santuario-Basílica de Nuestra Señora de la Salud de Vailankanni (India), describió la historia y el trabajo pastoral que se realiza en este lugar de peregrinación. Según la tradición, la Virgen se apareció a dos chicos no católicos en el siglo XVI y en el siglo XVII, realizando milagros y curaciones. El Santuario, llamado ‘el Lourdes del Oriente’, fue elevado a Basílica menor en 1962 por el Papa Juan XXIII. En 2002, el Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud celebró allí la décima Jornada Mundial del Enfermo. En su mensaje, el Papa Juan Pablo II recordó que “este santuario dedicado a la Madre de Dios es verdaderamente un punto de encuentro para los miembros de las distintas religiones y un ejemplo excepcional de armonía e intercambio interreligiosos”. Esto hace de él algo único. La India es una tierra multicultural, multilingüística y multirreligiosa, y el santuario se ha convertido en una ‘casa de amor’ que atrae a las personas, más allá de la casta, del credo y de la nacionalidad. Se celebran en él continuamente Santas Misas y actos de devoción, debido a la afluencia incesante de visitantes que llegan a implorar la intercesión de la Virgen. Las innumerables curaciones que han tenido lugar hacen de él un santuario realmente sólido. Hay también allí un centro de ejercicios espirituales, uno de encuentros, una casa para ancianos y una para huérfanos.

Las Liturgias del Congreso se desarrollaron con una buena participación de los fieles de la ciudad. La primera, en la Catedral Urakami, fue presidida por S.E. Mons. Agostino Marchetto; la segunda, en el Santuario de los 26 Mártires, por S.E. Mons. Mitsuaki Takami, PSS, y la tercera, en la iglesia de Oura, por S.E. Mons. Joshua Mar Ignathios, de la India. Estas tres iglesias forman todas parte de los ‘Lugares Cristianos de Nagasaki’, que se desea entren a formar parte del patrimonio mundial de la humanidad. Para apoyar esa petición, presentada conjuntamente por la Prefectura y la Arquidiócesis de Nagasaki, los participantes en el Congreso firmaron una carta dirigida al Director del World Heritage Centre de la UNESCO. 

Al terminar los trabajos, los participantes aprobaron las siguientes conclusiones y recomendaciones.

II. Conclusiones

1) Muchos de los que llegan a Nagasaki quedan impresionados por las imágenes de la destrucción provocada por la bomba atómica. La nueva Catedral de Urakami y el bienestar económico de la ciudad son, en cambio, signos de la esperanza de un pueblo que ha hecho posible la reconstrucción.

2) Aplicando esto a la realidad actual, constatamos que nuestros Santuarios son visitados por muchas personas que sufren espiritualmente, en busca de compasión, comprensión y curación. Una de las primeras fuerzas de la curación es su esperanza en Dios, en la Iglesia y en la humanidad. Los responsables de la Pastoral de las Peregrinaciones y de los Santuarios han recibido de Dios la misión de ayudar a estas personas a conocerle a Él, verdadero y único Salvador.

3) La peregrinación, que se practica en la mayor parte de las religiones del mundo y que ya existía antes de la revelación bíblica, es un viaje realizado por creyentes para orar en un lugar consagrado por una manifestación divina o por las obras de una gran figura religiosa. Es una búsqueda de Dios y un encuentro con Él en el contexto de la liturgia.

4) El Evangelio nos dice que Jesús, desde su infancia, solía ir a Jerusalén en peregrinación con motivo de las fiestas. Él mismo declaró que su muerte y resurrección iban a transformar su cuerpo glorificado en nuevo templo, en verdadero centro de culto para sus discípulos (Jn 2,19-21; 4,21-23). Desde ese momento, el nuevo pueblo de Dios - la Iglesia - realiza la verdadera peregrinación escatológica (2Cor 5,6-10; Hb 13,14), que es también el nuevo éxodo (Hch 3,15; 5,31; 1Cor 5,7; Hb 9,11-12); su meta es la patria celestial (Hb 11,16), en la que “el Señor Dios todopoderoso y el Cordero son su templo” (Ap 21,22). De todos modos, la Iglesia, que vive en la historia, está en continua peregrinación hacia los distintos santuarios para expresar su comunión en la fe y en la oración y, sobre todo, para recordarnos que se halla en camino hacia el Señor, Salvador del mundo y bajo su guía. Por esto el cristiano pone su esperanza en Él, que no engaña nunca, sino redime para siempre.

5) La esperanza que acompaña toda nuestra vida es el alma de nuestra determinación para vivir según la enseñanza de Cristo y afrontar todas las pruebas. La certeza llega de la promesa de Dios y de la cruz que redime, y lleva la garantía de la resurrección de Cristo, nuestro “primer fruto” (1Cor 15,12-33). El amor, junto con la fe, suscita y anima esta esperanza.

6) Los Santuarios son lugares de la presencia de Dios: el misterio del Santuario nos recuerda no sólo nuestro origen en el Señor, sino también que el amor de Dios por nosotros es eterno. Él está con nosotros en este momento específico de la historia, con todas las contradicciones y sufrimientos del presente. Los Santuarios, por tanto, recuerdan la presencia viva de Dios entre nosotros y para nosotros; son lugares en los que su fidelidad nos llega y nos transforma. En ellos, el Espíritu obra de manera especial a través de los signos de la nueva alianza que los Santuarios poseen y facilitan. 

7) El significado esencial de los Santuarios en la vida de la Iglesia, traducido propiamente en términos pastorales, está resumido en el canon 1234, el último de los cinco que el Código de Derecho Canónico dedica a los “Santuarios”. En el § 1 del canon se afirma: “En los santuarios se debe proporcionar abundantemente a los fieles los medios de salvación”, y enumera los principales: “predicando con diligencia la palabra de Dios y fomentando con esmero la vida litúrgica principalmente mediante la celebración de la Eucaristía y de la penitencia, y practicando también otras formas aprobadas de piedad popular”. Nosotros, los participantes, aceptamos plenamente el espíritu y la letra de este canon. Dicho texto, en efecto, interpretado en el contexto de nuestra reflexión sobre la fe y la esperanza puestas en Dios, anticipa a los Rectores de los Santuarios importantes desafíos que deberían llegar a ser algunas de las prioridades o preocupaciones principales en el ejercicio de su ministerio pastoral. Desafíos, preocupación ecuménica y otros ministerios, que brotan del significado profético de los Santuarios, representan caminos privilegiados para volver a despertar la esperanza en el mundo.

8) Los participantes afirmaron que el ecumenismo, en una amplia acepción del término, es la meta final del viaje de la humanidad, una meta que no se puede alcanzar sin el diálogo. La visión de la Iglesia católica en Asia es, precisamente, la de la Iglesia-En-Diálogo, como afirma la Federación de las Conferencias Episcopales de Asia (FABC): “Nos comprometemos a llevar el mensaje de Jesús a todas las naciones del Continente. Nuestra aportación consiste en el testimonio de nuestra fe y en facilitar un diálogo de fe y de vida, de Evangelio y cultura, de Iglesia y sociedad”. Es un movimiento hacia el diálogo con otras religiones, culturas y civilizaciones, tan necesario hoy en muchas partes del mundo.

9) Las Peregrinaciones y los Santuarios son oportunidades y lugares privilegiados de paz y reconciliación, si bien no en plenitud de comunión, donde se reúnen no sólo fieles católicos, sino también creyentes de otras religiones. Utilizando las palabras recientes del Santo Padre Benedicto XVI, se espera que sean “lugares de encuentro para la unidad, dentro del respeto de las legítimas diversidades”.

10) Reafirmamos, en fin, que las peregrinaciones pueden ser ocasiones para conocerse mejor, para dar impulso a los lugares de culto y hacer crecer la comunión y la solidaridad entre las comunidades que forman la única Iglesia. Este apoyo entre los miembros de la familia de Cristo en Asia ha de ser un servicio, en todas partes, a la causa de la evangelización y de la promoción humana. 

III. Recomendaciones

1) Los Santuarios deberían ser lugares de oración y de total renovación, con la posibilidad de ofrecer constantemente la oportunidad de acercarse al Sacramento de la Reconciliación, para acompañar espiritualmente a una auténtica conversión y reconciliación, y para una sanación psicológica y espiritual. Deberían incluir, además, programas de renovación familiar, en particular de reconciliación entre los miembros de la familia, y celebraciones significativas de la Eucaristía con la predicación de la Palabra de Dios que inspire y dé un nuevo vigor.

2) La catequesis para los peregrinos cristianos debería ser kerygmática y capaz de llevar a las personas a Dios, nuestro Padre. Habría que impartirla especialmente a pequeños grupos de familias, jóvenes, niños y migrantes. Se podrían prever formas de presentación de la fe cristiana también para los visitantes no cristianos.

3) Habría que proporcionar una atención pastoral especial a los peregrinos para que profundicen la fe y la conciencia del Misterio de Dios, de lo Divino, con una lectura, fundada en la fe, de la historia del Santuario, instrucciones, homilías, presentaciones mediáticas, etc.

4) Las peregrinaciones y los Santuarios deberían ser lugares de solidaridad, accesibles a la gente común, con una particular atención hacia los pobres, proporcionando servicios sociales y estructuras donde los peregrinos puedan descansar y reconfortarse. La caridad se puede expresar también con la acogida, la escucha y la comprensión de los peregrinos.

5) Las peregrinaciones y los Santuarios han de ser ocasiones y lugares de justicia, paz y salvaguardia de la Creación. Deberían ser espacios donde se denuncia la violencia, la injusticia, la cultura de la muerte y la destrucción, tanto de la humanidad como del medio ambiente. Deberían, además, dar oportunidades para impartir una catequesis adecuada contra la discriminación y el empleo inútil de la fuerza.

6) Las peregrinaciones y los Santuarios han de ser ocasiones y lugares de autopurificación y transformación, más que centros de “comercialización espiritual”. Los peregrinos deben ser animados a que purifiquen su fe y resistan a la tentación humana de “utilizar” las peregrinaciones y los Santuarios sólo para pedir a Dios “pequeños favores”. En el santuario es esencial buscar, ante todo, la “Gracia” del Señor, y no tanto gracias con “g” minúscula, o favores.

7) La atención pastoral debería lograr que el ambiente religioso y de oración en los Santuarios no pase a un segundo plano respecto a las preocupaciones materiales y comerciales. Es preciso hacer hincapié en las peregrinaciones como viajes espirituales, más que como excursiones turísticas.

8) Habría que prestar especial atención para evitar la influencia del Pentecostalismo cuando éste es una ‘religión de exaltación emotiva’ y orienta a las personas a formas no estructuradas de religiosidad.

9) Los Rectores de los Santuarios han de ser responsables y transparentes en la utilización de las ofertas recibidas para proyectos de caridad, programas y causas dignas, según las intenciones de aquellos que las han dado y las disposiciones de la autoridad eclesiástica.

10) Habría que crear Asociaciones nacionales de peregrinaciones y santuarios, siguiendo el modelo de la experiencia realizada en las Filipinas, que procuren formar parte de una madura Asociación Asiática de Peregrinaciones y Santuarios. Existe ya un vínculo particular entre los Santuarios dedicados a los Mártires, presentes en varios países. Además, habría que establecer un network con la lista de los santuarios asiáticos y de los lugares de peregrinación más importantes.

11) Con una especial atención a la importancia del diálogo ecuménico e interreligioso, y conscientes de las complejidades de las correspondientes cuestiones, los Directores de las Peregrinaciones y los Rectores de los Santuarios deberían promover encuentros y discusiones a nivel ecuménico e interreligioso. Igualmente, la pastoral debería cuidar de la formación, por lo que se refiere a la fe, y fomentar armoniosas relaciones interreligiosas en el contexto asiático, según las orientaciones de la Iglesia al respecto.

12) Los Directores de las Peregrinaciones y los Rectores de los Santuarios han de animar a la participación en la XXIII Jornada Mundial de la Juventud (Sydney, 15-20 de julio, 2008), porque se establece un ambiente que permite descubrir la importancia de la fe en la vida de los jóvenes. Si la participación física fuera difícil, habría que rezar, de todos modos, por el éxito espiritual del encuentro y para que los jóvenes continúen siguiendo a Jesucristo después de ese acontecimiento. 

En estos días de comunión, reflexión y oración, los participantes sintieron la presencia y la ayuda de los Mártires de Nagasaki. Ellos ofrecieron la vida para que todos puedan creer en el amor del Padre, en la misión salvífica del Hijo y en la guía infalible del Espíritu Santo. Que la Virgen, los Mártires y los Santos de este continente sigan iluminando siempre el camino de la Iglesia en Asia.

 

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