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 Pontifical Council for the Pastoral Care of Migrants and Itinerant People

People on the Move

N° 104, August 2007

 

Entrevista de la Radio Vaticana al Arzobispo Agostino Marchetto EN LA OCASIÓN DE LA 93ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado*

  

1) Pedimos al Arzobispo Marchetto que nos recuerde brevemente el Mensaje del Papa para esta ocasión.

El tema del Mensaje Pontificio con ocasión de la 93ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado es la familia migrante. En el momento de nuestra presentación, dicho mensaje ha tenido un importante eco en los medios de comunicación, porque evidentemente el argumento tratado es de gran actualidad. Después de llamar la atención en torno a las dificultades que hoy afronta el instituto de la familia, el Papa subraya el compromiso de la Iglesia para defenderla e invita a todos para que tutelen y promuevan la familia, especialmente en el ámbito de las migraciones, en los campos de refugio y también en la delicada y a veces poco ventajosa condición de los estudiantes extranjeros. De hecho, se habla de casi 200 millones de migrantes por razones económicas, de cerca de 9 millones de refugiados y de aproximadamente 2 millones de estudiantes extranjeros. Asimismo, hay que tener presentes los desplazados, las víctimas del tráfico de seres humanos, etc. 

2) Concretamente, ¿cuáles son las sugerencias que contiene el Mensaje?

El Papa remite explícitamente a la Convención Internacional para la protección de los derechos de todos los trabajadores migrantes y de los miembros de sus familias; dicha Convención presenta de modo formal un marco de tutela extendida precisamente a las familias. El Santo Padre estimula para que los Estados la ratifiquen. Pero este marco debe ser completado a través de decretos legislativos, jurídicos y administrativos específicos y, sobre todo, mediante una red de servicios, de asociaciones, de centros de escucha y de asistencia socio-pastoral, a los que se refiere el Mensaje. 

3) Se trata, por tanto, de iniciativas específicas. ¿Cuál es la razón que las sostiene?

En efecto, las actividades mencionadas no están destinadas a sí mismas, sino tienen como punto focal a la persona humana. Sólo el reconocimiento de la dignidad humana de todos los migrantes, por un lado, y el reconocimiento de parte de los mismos migrantes de los valores de la sociedad que los acoge, por el otro, hacen posible la justa integración de las familias en los sistemas sociales, económicos y políticos de los países de acogida. Aquí hay que considerar también la dimensión religiosa. Por tanto, en el marco de un nuevo orden mundial, una gestión equilibrada de los flujos migratorios y de la movilidad, en general, puede comportar beneficios para toda la familia humana, a partir de medidas concretas que favorezcan la emigración regular y las reunificaciones familiares, con la protección sobre todo de las mujeres y de los menores. De todos modos también aquí los derechos humanos son el fundamento de la paz y del desarrollo integral de las personas y de los pueblos. 

4) El Santo Padre ha querido recordar las difíciles condiciones de las familias de los refugiados. ¿Algún comentario al respecto, Excelencia?

En la actualidad existe la tendencia de proteger el orden y el bienestar ante la amenaza que muchos ven en la continua llegada de los extranjeros, en la mezcla de los migrantes y refugiados. Por tanto, también para con estos últimos, que buscan protección ante las violencias y los peligros a su vida, se va difundiendo una visión negativa, alimentada por tensiones políticas y sociales, contraria a la legislación internacional y que los medios de comunicación no tienen en debida cuenta. Esto perjudica también a las reunificaciones familiares. Asimismo, existe una inadecuada financiación de la asistencia humanitaria que empeora las condiciones de vida incluso en los campos de acogida, especialmente para las mujeres y los niños, que más fácilmente están expuestos al peligro de abusos despreciables.  


 

* 11 de enero de 2007. 

 

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