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 Pontifical Council for the Pastoral Care of Migrants and Itinerant People

People on the Move

N° 106, April 2008

 

 

COMUNICADO FINAL DE LA LXXXIV  ASAMBLEA  PLENARIA DE LOS OBISPOS DE COLOMBIA

 

           

Los Obispos de Colombia, al término de la Asamblea Plenaria, hacemos público el siguiente Comunicado, en el que fijamos nuestra posición y compromiso en relación con los últimos hechos que preocupan al País.

 

1. Como lo expresó el Señor Presidente de la Conferencia Episcopal en el discurso de apertura de la Asamblea, “la Iglesia Católica, con autonomía e independencia, ha estado y estará siempre dispuesta a promover, facilitar y acompañar todos los procesos que puedan conducir a la construcción de una Colombia reconciliada, en paz y con justicia social”.

 

2. Esta decisión está motivada por nuestra fe y compromiso de creyentes: el valor de la vida, el respeto de la dignidad humana, las exigencias evangélicas de perdón y reconciliación, el respeto de los Derechos humanos y por sobre todo, la caridad que nos obliga a actuar en favor de los hermanos que sufren.

 

3. Nos duele particularmente la situación de los secuestrados que además de ser privados injustamente de la libertad, son sometidos a tratos inhumanos y a condiciones de vida que riñen con las más elementales exigencias de los derechos humanos.

En consecuencia, la Iglesia se une al clamor del pueblo colombiano y de la comunidad internacional para exigir la liberación de todos los secuestrados y secuestradas.

 

4. Hacemos un llamado a las FARC para que respondan al clamor del pueblo colombiano y del mundo y acojan nuestra propuesta de Dialogo para concertar una zona de encuentro que permita al Gobierno y a los delegados de las FARC acordar los términos de la liberación de los  secuestrados.

 

5. Nos preocupa el creciente deterioro de las relaciones con el vecino pueblo de Venezuela. Somos dos pueblos hermanos, con una historia común, con relaciones económicas, sociales y culturales y con una población de nacionales que viven y trabajan en uno y otro país.

Por esto pedimos que se recurra a las vías diplomáticas y que se restablezcan las buenas relaciones sobre las bases de respeto mutuo y de no ingerencia en los asuntos internos propios de cada país.

 

6. Hacemos votos porque el País pueda, algún día, disfrutar la alegría de la Paz y redoblamos nuestra oración para que el Señor nos bendiga, nos guarde y nos ayude a descubrir los caminos que conduzcan a nuestro pueblo a esa paz duradera, estable y con justicia social.

Invocamos la protección de la Virgen María, Señora de la Esperanza, a quien encomendamos el fruto de esta Asamblea dedicada a reflexionar sobre la situación de la mujer en la sociedad y en la Iglesia.

 

 

X Luis Augusto Castro Quiroga

Arzobispo  de Tunja

Presidente de la  Conferencia Episcopal

 

 

Bogotá, D.C., 1º de febrero de 2008

 

 

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