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 Pontifical Council for the Pastoral Care of Migrants and Itinerant People

People on the Move

N° 110, August 2009

 

 

 

Mensaje para el Domingo del Mar 2009

12 Julio 2009

 

 

La industria marítima es una de las actividades fundamentales de nuestra sociedad. Los marinos se encargan de transportar, de un lugar a otro del mundo, más del 90% de los productos, para satisfacer nuestras necesidades y lograr que nuestra vida cotidiana sea más cómoda.

Sin embargo, en contadísimas ocasiones o casi nunca, nos acordamos de estos hombres y mujeres que a menudo trabajan durante meses e incluso años a bordo de barcos transportando mercancías. Muchos de nosotros no han tenido la oportunidad de conocer personalmente a algún marino. Debido a que la mayoría de los puertos modernos se hallan lejos de las ciudades, a la mecanización y a los rápidos ciclos de carga y descarga, la tripulación dispone de poco tiempo para relajarse y para bajar a tierra. Quizá es ésta una de las razones por la que llamamos a los marinos la “gente invisible”. Ya no existe la imagen romántica del marino que está dispuesto a embarcarse para conocer el mundo gratis, dado que esta profesión se ha convertido en algo cada vez más difícil. Aunque en la actualidad los barcos están dotados de tecnología de última generación para que sean más seguros, la vida de los marinos sigue sin ser una vida fácil.

La reciente crisis económica global ha afectado enormemente a la flota mercantil a nivel mundial, con embarcaciones enviadas al desguace, otras que permanecen ancladas en los muelles de diferentes puertos. Los armadores en quiebra despiden o abandonan a las tripulaciones, y los marinos están dispuestos a aceptar trabajos que implican un menor sueldo y menos beneficios. Algunos armadores sin escrúpulos usan la bandera de conveniencia para eludir el cumplimiento de las normas de seguridad marítima sobre condiciones de navegabilidad y de seguridad de las embarcaciones. La piratería es un fenómeno en auge en muchas rutas del transporte marítimo, representando un peligro no sólo para la valiosa carga de las embarcaciones, sino principalmente para la vida de los miembros de la tripulación, que a menudo sufren efectos psicológicos permanentes mientras que sus familias quedan traumatizadas. Asimismo, la criminalización de los marinos y el tratamiento injusto que reciben, en caso de accidentes marítimos, representa otro peligro oculto en su vida.

Al celebrar el Domingo del Mar, nos gustaría expresar nuestra sincera gratitud a los marinos de todas las nacionalidades que son en la actualidad alrededor de 1.200.000, de quienes dependemos para satisfacer muchas de nuestras necesidades diarias, y también a los pescadores, trabajadores del puerto y a sus familias. En este día especial, el Apostolado del Mar, fiel a su misión de servicio y de cuidado pastoral de la gente del mar, desea hacer un llamamiento para que se adopten medidas concretas que aporten mejoras a la industria marítima.    

Animamos pues a los Gobiernos a reconocer la importancia y la urgencia del Convenio sobre el trabajo marítimo, 2006 y del Convenio sobre el trabajo en la pesca, 2007, y su ratificación para que los marinos y los pescadores puedan beneficiarse de ellos.

Pedimos para todos los marinos “trabajo decente y productivo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana”.

Condenamos la piratería y lanzamos un llamamiento a la comunidad internacional para que adopte todas aquellas medidas necesarias destinadas no sólo a la prevención de este fenómeno, sino también a proporcionar cuidado y apoyo a los miembros de la tripulación que experimentan dicha prueba.  

Pedimos que se respete el medio ambiente y se apliquen aquellas legislaciones destinadas a evitar los accidentes que podrían poner en peligro y contaminar los valiosos recursos del mar.

Asimismo, no podemos olvidar a la gente del mar que se encuentra a bordo de viejas embarcaciones, oxidadas y que no están en condiciones de navegar, que para hallar una vida mejor emprende viajes insidiosos y peligrosos que podrían acabar en tragedia.

Pedimos a María Santísima “Estrella del Mar” que guíe y apoye el trabajo de nuestros capellanes y voluntarios en su continua dedicación al anuncio de “la Buena Nueva a toda la creación” (Marcos 16, 15), por consiguiente, también a los marinos.  

 

 

 

X Antonio Maria Vegliò

Presidente

 

 

 

X Agostino Marchetto

 Secretario

 

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