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 Pontifical Council for the Pastoral Care of Migrants and Itinerant People

People on the Move

N° 111 (Suppl.), December 2009

 

 

 

SR. LUZ MARIA RODRIGUEZ MORENO MATHEY

PERÚ

 

Presentación

Queridos hermanos en Cristo:

Va mi amor y agradecimiento primeramente al Espíritu Santo, que se ha encargado de traerme.

Mi saludo y agradecimiento a Su Excelencia Mons. Agostino Marchetto Secretario del Pontificio Consejo de la Pastoral para los Migrantes e Itinerantes. Mi saludo al Nuncio Apostólico de la Santa Sede en Colombia Mons. Aldo Cavalli.

Mi saludo al Secretario General de la Conferencia Episcopal Colombiana, Mons. Victor Sanchez.

Desde aquí, Santa Fe de Bogotá, Colombia, va mi cariño y agradecimiento a:

Mons. Hector Miguel Cabrejos Vidarte, Presidente de la Conferencia Episcopal del Perú.

Mons. Lino Panizza Richero, Secretario General de la Conferencia Episcopal Peruana.

Mons. Adriano Tomasi Travaglia, Obispo Auxiliar de Lima.

A los sacerdotes, religiosas y laicos en general.

Mi nombre es Luz Maria Rodríguez de Mathey, de nacionalidad peruana, de 61 años de edad, con 36 años de casada, 3 hijos y 4 queridos nietos.

De profesión maestra de educación primaria, profesión que sólo ejercí dos años, un año antes y un año después de casada, por dedicarme a mi familia. Pertenezco a la parroquia Cristo Sacerdote de San Miguel; en la que soy Ministra extraordinaria y temporal de la Comunión. Ser madre es maravilloso, pero llevar a Cristo lo es mucho más, por lo que le agradezco a mi Señor infinitamente.

Personalmente siento que Él me envía las calles para gozar y compartir el sacramento de Amor con el vagabundo reciclador que se encuentra en la calle, desolado.

Estamos reunidos gracias a Dios y a nuestra madre La Virgen Santísima. Ella, como la primera portadora del Salvador y primera evangelizadora, fue con prontitud a llevar la buena nueva a su prima Santa Isabel, recordándonos que hagamos lo mismo, lo que su Hijo Amado nos dice.

Venimos de muy lejos, somos muchos, pero formamos un solo Cuerpo, enfocándonos a este Primer Encuentro Continental Latinoamericano de la Pastoral de la Calle.

Valoro estos momentos y que, sin conocernos, nuestras almas estén unidas por nuestro Padre Dios, grande en amor, amor que ha derramado en nuestros corazones para que a su vez nosotros podamos darlo a nuestros hermanos de la calle, los abandonados, los marginados, los recicladores de cartón, los vagabundos, los nuevos rostros de Cristo.

Cristo quiere que entremos en sus mundos.

El 29 de junio del presente año nuestro querido Papa Benedicto XVI dio inicio al Año Paulino, conmemorándose 2000 años del nacimiento de Pablo. Que su vida, llena del fuego ardiente divino, nos sirva como fuente de nuestra meditación diaria, dispuestos como Pablo, a pagar personalmente nuestra fidelidad a Cristo, siguiendo sus huellas de discípulo y misionero, esforzándonos hasta lo máximo en ser sus testigos en las situaciones en que nos encontramos, para así agradar a Dios.

No he estudiado teología; soy una simple maestra de primaria y ama de casa... Pero, estoy segura que ustedes comprenderán algunas imprecisiones y algunos errores que en mis reflexiones y en esta exposición puedan encontrar: todo nace del Amor y se perdona en el Amor.

En Rm 8, 16.17, se nos dice que el Espíritu mismo se une a nuestro Espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios, y, si hijos, también herederos y coherederos de Cristo, si compartimos su sufrimiento, para ser también glorificados.

En I Jn 3,16.17.18, se nos dice: “En esto hemos conocido lo que es el Amor: en que Él dio su vida por nosotros y también nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos. Si alguno posee bienes del mundo y ve a su hermano que está necesitado, y le cierra las entrañas, ¿cómo puede permanecer en el amor de Dios? Hijos míos no amemos de palabra ni de boca, sino de verdad.”

Y en Jn 10, 30 dice: “Yo y el padre somos uno”.

Es Dios en Cristo quien nos quiere guiar en nuestro caminar, y es el amor que nosotros, sus hijos, debemos reflejar en los demás, especialmente en el hermano que está en la miseria, el reciclador que vive en la calle, el provinciano que está sin trabajo, que llega a la capital, a la ciudad grande en busca de una vida mejor, pero que al llegar encuentra un mundo tan diferente al que pensó.

También vamos a encontrar como reciclador al hermano que salió de la cárcel, al hermano en drogas, a la mujer maltratada, al niño que fugó de su casa por abuso sexual, o por abuso moral, al anciano que sus hijos ya no quieren atender, al vagabundo....

A todos ellos sólo les queda la calle como vivienda, como fuente de trabajo. Son “ovejas sin pastor”, sin derechos humanos, que la sociedad se los ha negado. Todos los que decimos conocer a Cristo, estamos llamados a escuchar su grito de auxilio y compartir sus sufrimientos. ¿Qué hacer? Atenderlos en sus necesidades mínimas, recobrándoles también en su dignidad de hijos de Dios.

Sólo nos toca poner por obra lo que el libro de oro, la Santa Biblia, nos dice, y escuchar a los sucesores de los apóstoles, nuestros Obispos en Aparecida.

En el numeral 384, Aparecida nos dice:

“El amor de misericordia para con todos los que ven vulnerada su vida en cualquiera de sus dimensiones, como bien nos muestra el Senor en todos sus gestos de misericordia, requiere que socorramos sus necesidades urgentes”.

En el numeral 382, nos recuerda lo que dice Mc 1, 15.

“El plazo se ha cumplido. El reino de Dios esta llegando. Conviértanse y crean en el Evangelio”. La voz del Señor nos sigue llamando como Discípulos Misioneros y nos interpela a orientar toda nuestra vida desde la realidad transformadora del Reino de Dios que se hace presente en Jesús. ¡Acoge con mucha alegría esta buena noticia!

Dios amor es padre de todos los hombres y mujeres de todos los pueblos y razas. Jesucristo es el Reino de Dios que procura desplegar toda su fuerza transformadora en nuestra Iglesia y en nuestras sociedades. En él, Dios nos ha elegido para que seamos sus hijos, con el mismo origen y destino, con la misma dignidad, con los mismos derechos y deberes, vividos en el mandamiento supremo del amor.

El Espíritu ha puesto este germen del Reino en nuestro Bautismo, y lo hace crecer por la gracia de la conversión permanente y de la reconciliación, gracias a la Palabra y los Sacramentos.

El Señor clama que se atienda a sus hijos, a nuestros hermanos abandonados, en sus necesidades más urgentes.

Aunque no contemos aparentemente con los medios necesarios, entremos en el misterio de Dios, creamos que quien hace su voluntad, en él se manifestará que no estamos solos. Él nos acompaña. Demos el primer paso, que lo demás vendrá por añadidura.

La palabra del Señor se cumple: pongámonosla en práctica y quedaremos asombrados. Él es el mismo ayer, hoy y siempre.

El es el Señor de la vida a quien servimos, a quien amamos. Contribuyamos a la Gran Misión, para que cada persona humana que está en necesidad, viva de acuerdo con la dignidad que Dios le ha dado. En nuestros pueblos Latinoamericanos y del Caribe hay millones de hombres, mujeres y niños que no viven con la dignidad que Dios por amor les dio.

La Iglesia Latinoamericana, que formamos todos los presentes, está llamada a ser sacramento de amor, solidaridad y justicia entre nuestros pueblos.

Los Latinoamericanos tenemos como un maestro a quien seguir en Santo Toribio de Mogrovejo, segundo Arzobispo de Lima, que dio su vida por los marginados, los ofendidos, los indígenas de aquel entonces (1538- 1606).

A pesar de que no contaba con los medios de transporte que tenemos hoy en día, Santo Toribio iba en bestia de carga y otras veces a pie, de pueblo en pueblo, por las serranías, hasta encontrar a todos, sobre todo a los pobres, para auxiliarlos espiritualmente y materialmente, y mostrarles a Dios, tanto así que aprendió el idioma nativo para llegar a ellos. Gracias a él, existe el Catecismo en tres idiomas (quechua, aymará y castellano), buscando conocer bien sus costumbres para así acercara Dios a la gente.

Nuestro cardenal Juan Luis Cipriani el 25 de mayo del 2006 hizo un comentario en el programa radial que tiene cada sábado, “Dialogo de Fe”, sobre lo que decía el Papa Benedicto XVI en reunión con Cardenales.

El Papa dijo: “Lo que Santo Toribio hizo, lo podemos hacer nosotros”. El Papa reflexionaba que también hoy se tiene que hacer lo mismo, acercándose a conocer la cultura de los pueblos que Dios le había encomendado. De igual manera tenemos que hacer nosotros, acercándonos a los abandonados, a los vagabundos, a los recicladores de cartón, conversar con ellos para conocerlos, hacer presencia en sus mundos para después evangelizarlos.

Es pues Santo Toribio de Mogrovejo un ejemplo para nosotros, los Latinoamericanos: si él lo hizo, también lo podemos hacer nosotros.

Cabe mencionar a otros santos, como San Martin de Porras y  Nuestra Patrona de America Santa Rosa de Lima, siempre preocupados por los más pobres, los que por su forma de vivir, se santificaron.

El auxilio al pobre debe ser concreto; no nos podemos quedar sólo en palabras, debemos dar nuestro tiempo, compartir lo mucho o lo poco que tengamos; escuchándolos con interés, acompañándolos en sus momentos más difíciles, para poder así socorrerlos como lo haría Jesús.

No los podemos separar de nuestras vidas; formamos con ellos una sola familia humana, cristiana: ellos son nuestros hermanos, porque hemos salido de un mismo padre nuestro, Dios amadísimo. 

¿Que debemos hacer como cristianos católicos?

  1. Ir a buscarlos, ir a su encuentro.
  2. Conversar con ellos, hacer presencia en sus mundos, auxiliarlos en sus necesidades más urgentes, devolviéndoles su dignidad.
  3. Mostrarles a Cristo.
  4. Administrarles los Sacramentos.

1- Ir a buscarlos, ir a su encuentro.

“Al ir a buscarlos les mostramos que nosotros, los católicos, nos interesamos por ellos”.

Hace ya unos años, hago un trabajo apostólico en las calles de Lima donde están los recicladores, los vagabundos, las familias maltratadas, los tuberculosos, los enfermos de VIH, los niños en drogas, las jóvenes en prostitución, otros hermanos en extrema pobreza, y alcohólicos.

El reciclador de cartón puede ir en triciclo, en bicicleta o a pie.

El recicladores tiene como propiedad sus costales acuestas y va en busca de cartón, plástico o algo para ganarse la comida.

El reciclador no cuenta con lo indispensable para vivir dignamente. Su esperanza es: ¿Qué encontraré en la bolsa de basura, para poder vivir un día más?

Cada 10 kg de cartón lo vende en 3 soles, que equivale a un dólar.

Para tener S/. 15 ($5) tendría que reciclar 50kg de cartón; pero este dinero no le alcanza para cubrir las necesidades diarias de su familia como alimentación, vivienda; colegio, vestido etc.

También saca de la basura juguetes malogrados para sus hijos, algo de comer como panes hongueados, fruta malograda, u otros alimentos, para saciar su hambre.

Ver ésta escena, en vivo y en directo, al más insensible lo conmueve.

El reciclador, el mendigo, el drogadicto, el indigente recorre las calles; las noches son cortas para él, sus horas de trabajo son las horas en las que la cuidad duerme plácidamente en sus camas con un buen colchón y muchas frazadas para abrigarse, mientras ellos caminan y caminan, hasta que, cerca del amanecer, ya muy cansados de tanto caminar, sólo les queda un cartón donde recostarse, testigo del palpitar de sus corazones, de sus angustias y de sus pesares: el cartón es su fiel compañero.

Al día siguiente, la misma historia se repite: él esta ahí otra vez, en las veredas, muriéndose de frió, cubriéndose con un plástico que le sirve de frazada. Pasan las horas, pasan los días, pasan las semanas, pasan los meses, pasan los años, y ellos siguen ahí, expuestos a muchos peligros y enfermedades, como el VIH y la TBC, que avanzan a pasos agigantados, fruto de la promiscuidad, ya que nadie defiende su vida. Son ovejas sin pastor, que siguen arrastrados por el ambiente, mientras nosotros conocemos el problema, pero todo sigue igual.

Saludo desde aquí a: “Las Hermanas Misioneras de la Caridad”, a “Los Salesianos”, el “Buen Pastor”, a los “Franciscanos”, a las “Hijas del Crucificado”, a las "Hnas. Benedictinas de la Providencia” y a Otras Congregaciones u ONGS que en mi país contribuyen a menguar el problema. Pero no basta: hay muchos pero muchos más en la calle.

Queridos hermanos: ¿cómo vamos a dar testimonio de que somos hijos de Dios si vivimos a espalda del dolor de nuestros hermanos de la calle, mudos, pacientes en sus mundos sin oportunidades que la sociedad les ha negado? Mi pregunta es ¿Hasta cuando?

¿Acaso ellos, que no tienen una familia como Dios manda, los que no hayan encontrado un cupo en un albergue o asilo, no están en el plan salvifico de Dios?

¿Acaso los que se quedaron en la calle, están excluidos de conocer y gozar de la verdadera vida, de saborear la felicidad venida de Dios?

Ellos no tienen ni lo elemental, el agua elemento básico y esencial para su limpieza personal, por que no les alcanza el dinero para ducharse diariamente; ni siquiera les permiten el ingreso a las duchas públicas por el mal olor que despiden; sólo al mirarlos les niegan la entrada por el miedo que contaminen el servicio.

En ese estado no les podemos hablar de Dios si antes, ellos no se sienten hijos de Dios: devolvámosle la dignidad humana que el Creador les ha dado. Comencemos por llevarlos a un lugar donde se puedan bañar sin sentirse discriminados.

Vayamos pues a buscarlos y comprendamos que en esta búsqueda no estamos solos: es Cristo, nuestro guía y pastor en esto.

Si nuestros Ojos carnales vieran a Jesús en esta  situación, Él nos diría: “Traiganlos a mi casa”.

No podemos asustarnos! La tarea no es fácil, pero estamos con Él. Muchos de nosotros no queremos que la vida se nos complique, pero no debemos olvidarnos que quien es fiel a Dios y da testimonio de su fe con su palabra y su ejemplo, va en el camino correcto.

Los católicos debemos ser siempre “Discípulos y Misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida”.

Tengamos presente que la gracia del Señor no abandona al que le sirve.

Que en nuestra mente sólo esté el rostro divino del Crucificado que nos dice: “ven y me encontrarás, y te saciaras del amor que está reservado para ti”.

En la búsqueda del hermano de la calle, todo cristiano va mostrando que Dios es amor y que por amor a El está llamado a dar al necesitado y al que no conoce, Él que es la fuente del Amor.

La encíclica “Dios es amor” de nuestro querido Papa Benedicto XVI, en el N° 12 dice: “Este actuar de Dios adquiere ahora su forma dramática; puesto que en Jesucristo el propio Dios va tras la «Oveja Perdida», la humanidad doliente y extraviada. Cuando Jesús habla en sus parábolas del pastor que va tras la oveja descarriada, de la mujer que busca el dracma, del padre que sale al encuentro del hijo pródigo y lo abraza, no se trata de meras palabras, sino que es la explicación de su propio ser y actuar.

En su muerte en la cruz se realiza ese ponerse Dios contra si mismo, al entregarse, para dar nueva vida al hombre, y salvarlo: esto es amor en su forma más radical. Fijar la mirada en el costado traspasado de Cristo del que habla Juan (Jn 9,37), ayuda a comprender lo que ha sido el punto de partida de esta carta encíclica “Dios es amor” (1 Jn 4, 8).

Es allí, en la Cruz, dónde puede contemplarse esta verdad. Y a partir de allí se debe definir, ahora, qué es el Amor. Desde esa mirada, el cristiano encontrará la orientación de su vida y de su amar.

Queridos hermanos: todo esta escrito. Nos lo dice la Santa Biblia, nos lo dice el Santo Padre Benedicto XVI en su encíclica, nos lo dicen nuestros Obispos en aparecida, nos lo dicen nuestros Santos de América como Santa Rosa, Santo Toribio de Mogrovejo, San Juan Masias, nuestra queridísima Madre Teresa de Calcuta.

Sólo nos queda ponerlo por obra, ir, por amor, en búsqueda del abandonado, del reciclador de cartón, del vagabundo, del drogadicto, de la prostituta, ellos son nuestros hermanos en Cristo. 

2- Conversar con ellos, hacer presencia en sus mundos.

En este punto, quiero contarles algo de lo que estoy haciendo y recordar a algunas personas e instituciones que me ayudan en esta tarea.

Todos los jueves (Eucarísticos) del año, el Señor ha permitido que vaya a ellos para compartir sus sufrimientos.

Salgo en horas de la madrugada en compañía de tres o cuatro personas, las que el Señor diga, como son madres de familia, chicos de la calle en proceso de conversión, seminaristas, sacerdotes, miembros de congregaciones religiosas, como son:

Hnas. Maristas: Madre Maria Clara.

Hijas Madre do la Iglesia: Madre Graciela Zelada.

Hijas del Crucificado: Voluntarios Italianos

Hnas. Benedictinas de la Providencia: Madre Daniela,  Madre Maruja, Madre Rosario y voluntarias italianas.

 Sacerdotes Diocesanos

  ONG Inti: Voluntarios Españoles.

Me honro en decir que nos ha acompañado para vivir esta experiencia de la pastoral de la calle, a pesar de sus innumerables ocupaciones y de su bronquitis crónica, mi querido Obispo Auxiliar de Lima, Mons. Adriano Tomasi Travaglia, por lo que agradezco al Señor. Gracias a él, se ha podido atender muchas necesidades del hermano en abandono, sólo con su presencia ya se hace notorio que los católicos estamos interesados en ellos. Es muy raro ver a un Obispo ahí en la calle.

A los hermanos de la calle se les lleva pan y quáker calientito, que sale del peculio de mi familia. Esto lo digo con la mayor sencillez, ya que el Señor se encarga de mandar trabajo a la pequeña empresa que tiene mi esposo, para que así pueda solventar el desayuno de los jueves y la cena navideña en diciembre.

Al dar el pan y el quáker, a todo el que lo recibe, se le ha enseñado a que dé solamente “Gracias a Dios”, porque sino fuera por Él nada se podría hacer.

Si todo ser humano supiera con certeza que todo viene de Dios, eso me bastaría para ir por todas las calles el resto de mi vida. Porque al tener en nuestros corazones y en nuestros labios el nombre de Dios, el mundo cambiaría.

El Señor es tan bueno que se manifiesta tanto en las cosas grandes como en las pequeñas. Poco a poco ha ido haciendo conocer “Su Camino”, y manda congregaciones religiosas, sacerdotes, laicos, extranjeros, que pudieran apoyar las necesidades que iban presentándose. 

“Hijas del crucificado"

Ellas tienen una casa donde reciben niñas en pobreza y abandono. Ellas me apoyan con ropa y otros enseres.

Sus voluntarias, que vienen de Italia, siempre comparten “el camino”. Dos de ellas, en diciembre y en mayo respectivamente, enviaron 300 euros, dinero que sirvió para las actividades de diciembre y mayo en la cárcel de mujeres. Concelebraron una misa el Obispo Mons. Adriano Tomasi, el padre Jaime Calvo, encargado de la pastoral carcelaria en la Arquidiócesis, y el padre Luis Ayala, quien confesó a las señoras que lo desearon. Esta Misa fue preciosa: jamás en la historia de la cárcel de máxima seguridad de Chorrillos se había celebrado con tanto fervor. 

“Hermanas benedictinas de la providencia”

Cada vez que la Madre generala, Daniela Barcella, llega al Perú, nos acompaña en el camino. Gracias a ella ahora tienen camas un hogar para drogadictos “Granitos de Mostaza”, guiado por un pastor evangélico Gaspar Espinoza, quien a pesar de ser muy pobre abre las puertas de su casa para albergar a ex convictos, que no tienen a donde ir, al drogadicto, al tuberculoso, al enfermo de VIII, hasta encontrarles un lugar aparente.

Cuando la madre Daniela entró a esa humilde casa los jóvenes dormían en bancas, otros en el suelo. Ella, muy generosa y amorosa amante del Señor, de inmediato les compró amas camarotes, frazadas y sabanas.

En otra oportunidad vio en la calle, a una pareja joven con su bebé  recién nacido. Se acercó amorosamente, les preguntó por qué dormían en el suelo. Ellos le dijeron: “unos días reciclamos y otros vendemos caramelos, y vamos una vez por semana a casa por falta de dinero, ya que queda muy lejos”. Ella inmediatamente les compró un carrito para preparar hamburguesas y con su parrilla, y les dio lo necesario para que comenzaran a trabajar en la puerta de su humilde casa. Hasta ahora recuerdo el rostro de los jóvenes al ver el carrito parrillero; les parecía mentira: una nueva esperanza estaba frente a ellos.

A otros niños abandonados los llevó a su casa, los bañó, les cortó el pelo personalmente, y les dio de comer.

Todo lo hacía con amor y alegría. En ella vi la figura de la Madre Teresa de Calcuta, quien todo lo hacía por amor. En mi corazón guardo un lindo recuerdo. Quiera Dios que pronto vuelva a verla, para abrazarla como hermana en Cristo.

La madre Maruja Cordova, encargada del tópico. Ella les explicaba en la calle la palabra de Dios con mucha claridad y amor. 

“Hijas, Madre de la Iglesia”

La madre Graciela Zelada apenas se enteró por un sacerdote del “Camino”, me ubicó y de inmediato nos acompaño. En ella también vi mucho amor al prójimo.

Ahora la madre Graciela esta aquí en Colombia, en una escuela de su Congregación. 

“Hermanas Misioneras Maristas”

La madre Maria Clara Aldridge nos acompaño con un entusiasmo contagiante. Ella trabaja en su congregación con las mujeres en prostitución. Salir con ella fue maravilloso, una experiencia inolvidable. 

“Parroquia Cristo Sacerdote”

El párroco Luis Sarmiento Andrade colabora con el Camino dando ropa al pobre.

En una oportunidad una chica de la calle, a quien años atrás conocí en un fumadero, se enteró que tenía VIH. Fue al punto de encuentro de dicha parroquia para darme la triste noticia y decirme que quería suicidarse. La lleve al Santísimo, oramos juntas, y luego se la presenté al padre Luis: él con mucho cariño la persuadió a que desistiera de hacer tan horrible acto, y lo logro. 

“Parroquia San Judas Tadeo”

El párroco, Luis Ayala Falla, también nos acompaño en la calle varias veces. Leíamos la palabra y él la explicaba. Colabora con todo lo que puede: ropa, alimentos, dinero en efectivo para enterrar algunos difuntos o para alquilarles a la gente pobre algún departamentito, o para que puedan cubrir algún gasto de enfermedad. Siempre dispuesto a ayudar al necesitado, al que está en la calle, el padre Luis Ayala celebra Misas de sanación que duran tres hermosas horas. Siempre invito a la gente de la calle a que asistan. Ellos, al salir, muy gustosos me dicen que han sentido en su corazón a un Dios que los ama.

La gente que le conoce no se queda defraudada, y en su parroquia se da una permanente peregrinación. Cada vez tiene más fieles por sus lindas y claras homilías. 

“Padres Salesianos”

El padre Pedro Dabrowski.

Cada vez que he llevado jóvenes o niños de la calle los ha recibido con mucho cariño. Siempre tiene tiempo para escucharlos, incansable en trabajar para el Señor.

Me contó que comenzó la Casa de Acogida Don Bosco, con una banca. Ahora es un edificio de 5 pisos, muy hermoso, con acabados de primera. A los jóvenes les enseña a vivir con limpieza y orden y les muestra a Dios con mucho amor. La Casa de Acogida cuenta con varios talleres; el padre se esfuerza en darles lo mejor.

En este sacerdote he visto siempre a Don Bosco encarnado.

Ahora el Padre Pedro esta trabajando en uno de los barrios más pobres de Piura. Hablar de la obra de este Santo sacerdote salesiano, nunca terminaría. 

Padre Rolando Ramo

En una oportunidad encontré agonizando en la vereda a un reciclador, drogadicto, con tuberculosis fulminante. Tenia dos costillas rotas, por lo que no se podía parar. Nadie lo atendía. La gente, para darle de comer, le aventaba alimentos, porque era tan fuerte el olor que despedía que nadie se quería acercar, necesitaba urgente atención medica. Fui donde el padre Rolando, le explique el problema, ordeno a su asistenta social que preparara un informe social, para que se le pudiera internar en el Hogar “San Pedro” de los Misioneros de los Santos Apóstoles de Ricardo Palma (Chosica) a 40 km. de Lima, lugar donde están internados los pacientes, con tuberculosis multidrogoresistentes.

A pesar que es muy engorroso el ingreso, el Padre Rolando hizo lo imposible para que este paciente ingresara. Inclusive, firmó el compromiso de pago de todos los gastos en caso de fallecimiento.

A causa que el personal asistencial del hogar no resistía el mal olor que desprendía del paciente, un joven que me acompañaba lo baño con amor y sin prejuicio, y así se le dejó en cama limpio y atendido por el médico.

Al día siguiente el padre Rolando me llamo a su despacho y me dijo muy suavemente: “Nuestro hermanito ha muerto”. Nos dimos un abrazo, que hasta ahora lo siento: Dios estaba con nosotros. No pude contener las lágrimas: el joven había muerto con dignidad, la que Dios le había dado.

Todo el que llega donde el Padre Rolando, es atendido con Amor; el vive su sacerdocio a flor de piel, me complazco en conocerlo; es otro Don Bosco. 

Centro de salud de San Miguel

Muchas veces los hermanos de la calle, recicladores, drogadictos y otros me piden chequeos médicos, o tratamiento de tuberculosis y VIH SIDA. La Sra. Asistenta Social, Judith Torres Flores, con un corazón de oro da todas las facilidades para sus exámenes o traslados a los hospitales.

Otras veces, hemos tenido que ayudar a enterrar a los indigentes, en el cementerio popular Santa Rosa. Ella siempre dice si, siempre dispuesta a dar sus servicios profesionales.

El hermano (evangélico) Gaspar Espinoza nos facilita los trámites de entierro para los indigentes. 

Serenazgo del distrito de San Miguel

Sr. Alfredo D. Fortunic Galind, Gerente de Seguridad Ciudadana.

Esta autoridad está poniendo su puesto al servicio del prójimo. Muy humanamente esta realizando una obra cristiana, acogiendo adolescentes y jóvenes en riesgo, en su sede, dándoles charlas con asistentas sociales y psicólogas, para así ayudarlos a valorarse como personas, y reinsertarlos en la sociedad. De lunes a viernes, 8 a 3 pm., los prepara para ser futuros serenazgos, policía desarmado municipal, y los sábados realiza deporte con ellos. Además, todos los jóvenes cuentan con su almuerzo diario.

El Sr. Alfredo Fortunic Galindo actualmente cuenta con 100 adolescentes. Lo que esta autoridad esta haciendo es muy ejemplar y cristiano, y además lo hace con mucho cariño y dedicación. 

ONG INTI (Española)

El Señor es tan bueno que ha permitido que ellos se enteren del “Camino”, y así están apoyando con medicinal, ropa y otros enseres que son necesarios para las personas que viven en la calle.

Sus voluntarios, cuando llegan al Perú, se van muy contentos después de haber vivido esta experiencia cristiana. 

Adoratrices de Santa Micaela

Nos apoyan siempre, cuando les llevo alguna jovencita en prostitución, y la Madre Francisca permite que lleve la Palabra a las jóvenes que asisten a sus talleres. 

Hogar Gladis

Cuando se encuentra alguna joven embarazada en abandono, el Hogar Gladis les brinda atención integral a la paciente y a su recién nacido.

El hogar cuenta con una Capilla en la que se expone al Santísimo. 

Casa hogar cima.

Hogar que ofrece una nueva vida, y cuya finalidad es brindarles una nueva alternativa a los jóvenes de la calle. Su fundador Jean Louis Lebel es canadiense.

Cada vez que le he llevado niños y jóvenes de la calle, Jean Louis los recibe con mucho amor, ya que su finalidad es devolverles su autoestima, ofreciéndoles técnicas de orientación, formación y capacitación, que les ayuden en su desarrollo como persona, y a reintegrarse a su familia y a la sociedad.

En esta casa hogar también se cuenta con una pequeña Capilla donde los jóvenes diariamente van en busca del Señor. 

Hogar de vida

Este Hogar acoge cariñosamente a madres y niños con VIH-SIDA. A pesar de sus limitaciones aquí, hay un lugar para la gente que sufre esta enfermedad y es discriminada por la sociedad, a la cual se le brinda un techo y comida, y se les conectan con redes de apoyo como hospitales y personas de buena caridad, que siempre están apoyando sobre todo a los niños.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo: les he expuesto algunas ayudas que recibe el “Camino de Dios”, con nombres propios de personas e instituciones, para poder comprender que el mensaje: “Dios es Amor” se realiza concretamente en personas e instituciones reales de nuestra ciudad.

Todos, los laicos y religiosos, formamos el Cuerpo de Cristo. Desde el papel que desempeñemos, estamos con el deber cristiano de socorrer por amor a Dios, sin esperar recompensa: el Señor no desampara a sus hijos.

Al conversar con ellos, nos enteramos de sus mil necesidades; pero, comencemos por lo más urgente, lo indispensable, como agua para poder asearse, ropa, primer alimento material como espiritual.

Al auxiliarlos estamos aceptándolos, como miembros de la familia de Dios, que somos todos sus hijos. Al sentirse escuchados y atendidos, en sus rostros vuelve la vida, vuelve la esperanza, vuelve la luz. Al ir a buscarlos, estamos siguiendo los pasos de nuestra santa contemporánea, nuestra querida hermana, Madre Teresa de Calcuta, Hostia viva. Ella escribió una oración en la que da la pauta, para ser discípulo y misionero, teniendo como base el amor. 

Oración para aprender a amar

Señor, cuando tenga hambre,

dame alguien que necesite comida;

cuando tenga sed, dame alguien que precise agua;

cuando sienta frió, dame alguien que necesite calor,

cuando sufra, dame alguien que necesite consuelo;

cuando mi cruz parezca pesada, déjame compartir la cruz de otro; cuando me vea pobre, pon a mi lado alguien necesitado;

cuando no tenga tiempo, dame alguien que precise de mis minutos; cuando sufra humillación, dame ocasión para elogiar a alguien; cuando esté desanimado, dame alguien para darle nuevos ánimos; cuando quiera que los otros me comprendan, dame alguien que necesite de mi comprensión;

cuando sienta necesidad de que cuiden de mí, dame alguien a quien pueda atender;

cuando piense en mi, mismo, vuelve mi atención hacia otra persona;

haznos dignos, señor, de servir a nuestros hermanos;

dales, a través de nuestras manos, no solo el pan de cada día, también nuestro amor misericordioso, imagen del tuyo.

Madre Teresa de Calcuta M.C.

 

3. Mostrar a cristo

En este hermoso camino, a pane de auxiliarlos en sus necesidades mas urgentes, también se les lee la palabra de Dios, se les reparte “la Hojita de la Palabra”, para que lean la lectura del domingo y puedan meditar las lecturas de la semana.

Ellos atienden la explicación con mucho interés a pesar del ruido de los autos, en las calles.

Rezamos el Padre Nuestro, saboreándolo y entendiendo lo que el Señor nos ha ensenado. Al hacer la serial de la cruz, se les enseña que lo hagan pausadamente, y crean en la Santisima Trinidad, crean que el padre es Dios: crean que el hijo es Dios, crean que el Espíritu Santo es Dios.

Hago siempre esta aclaración porque en Lima, hay sectas, que lo niegan.

Se les enseña también que se deben de ayudar mutuamente, en lo material, compartiendo lo poco que puedan tener, y espiritualmente, dándose palabras de aliento unos a otros.

Nos citamos con varios de ellos en mi parroquia, y en otra iglesia donde el Padre Luis Ayala celebra la Misa de Sanación. 

4 . Administrar los sacramentos

A algunos hermanos se les ha administrado los Sacramentos de la Iniciación Cristiana: el Bautismo, Primera Comunión, Confirmación. A una familia se les casó después de varios años de convivencia: fue un día muy feliz para sus tres hijos y parientes.

Hermanos permítanme que les comente algo de mis experiencias como cristiana. Como ya les he dicho salgo a las calles, gracias a que Dios hizo que conociera a un hermano, Pepe Rodríguez, maestro, que con su precario sueldo, salía con una galonera de cocoa, a una zona de riesgo (debajo del Puente - Rímac) donde vivían chicos en drogas, familias recicladoras de cartón, chicas en explotación sexual, etc.

El conversaba con ellos, compartía sus angustias y les hablaba de Dios.

El primer día que pise el lugar lloré y lloré al ver tanta necesidad de Dios.

El me dijo: “se fuerte, no vale llorar, solo actúa”. Fue Dios quien me habló por boca del Hermano Pepe. Desde entonces salgo a las calles en busca del hermano abandonado.

Al principio salía solo con 50 panes y una galonerita de quáker y a pie, con una carretilla roja como símbolo del amor de Dios, y acompañada sólo por una persona.

A pesar de que estaba pasando por una ruina económica, ya que perdimos todos nuestros bienes, que mi esposo había adquirido con tanto trabajo, estuve dispuesta a seguir al Señor. No sabia leer la Biblia, hice un curso “Taller de oración y vida”. Poco a poco, en la oración bíblica, el Señor me iba indicando el camino. Él me iba fascinando, me envolvía más y más. Entrar en su misterio era maravilloso; aprendí lo que es Vivir cristianamente; las calles me daban energía. Recuerdo que al principio la gente me decía: “ten cuidado; donde vas es muy peligroso; te pueden hacer daño o contagiarte con una enfermedad”. Pero, lo que no sabían era que salía con mi escudo, mi Dios.

Al principio solo les daba el alimento corporal, y después el Señor me indicó hablarles de Él, con la Biblia en la mano. Hasta ahora lo hago. También llevo la palabra a la cartel de máxima seguridad de mujeres - Chorrillos; y a la cárcel Sarita Colonia para varones, del Callao. El Señor esta haciendo maravillas, tanto los internos y las internas de estos penales, nos reciben con mucho cariño. 

En Éxodo 4, 11, 12 se lee:

Yahvé dice a Moisés:

“¿Quién ha dado la boca al hombre? ¿Quién hace al mudo y al sordo? ¿ Al que ve y al ciego? ¿No soy yo. Yahvé?

“Así pues, vete que yo estaré en tu boca y te enseñaré lo que debes decir”.

Ahora sé que El me prepara día a día, para hablar de El en las cárceles y en las calles. 

En Jeremías 1, 8 se lee:

“No tengas miedo, porque estoy contigo para salvarte”.

Esos pocos panes y esa pequeña galonera de quáker, se fueron multiplicando. Él nos salva de nuestros apuros, todo viene de Él. Se distribuye mil cuatrocientos panes y ciento veinte litros de quáker semanalmente, de nuestro peculio.

Recuerdo que un sacerdote español, el Padre Santiago fundador de la ONG INTI, cuando vino al Perú: y se enteró del Camino, me llamó y conversamos. Me dijo que él me podía ayudar económicamente, que sumara todos los gastos del desayuno, como quáker, azúcar, panes, gas, gasolina, todos los gastos de un ano, que el me lo mandaría, y que le enviara la repuesta por escrito.

Consulté con el Santisimo, sentí que me decía “¿Donde quedará mi Misericordia. Si él me lo daba todo?” Consulté con mi esposo y tuve la misma repuesta; que él con su trabajo cubriría los gastos, y que siempre habría un presupuesto para la calle.

Le respondí al padre Santiago, que le daba muchísimas gracias, pero que confiaba plenamente en el Señor.

Les cuento esto, porque creo que seria maravilloso, que todas las puertas de las parroquias de Lima, del Perú, de América Latina y del Caribe, encabezadas. por sus párrocos, abrieran sus puertas al hermano de la calle, al hermano en abandono, al reciclador, al vagabundo al que duerme en las calles, para dar el primer paso para que pasen la noche en el salón parroquial. Esto asusta, pero creo que si nuestros ojos carnales vieran a Jesús, Él nos diría “tráiganmelos a mi casa”.

De ninguna manera Jesús los dejaría dormir en las calles, menos a los niños y bebes.

Qué lindo fuera que se asearan en la parroquia, que tomaran el primer alimento, y una vez atendidos, se les hablara de Dios.

Si se diera este primer paso urgente, les aseguro que poco a poco el Señor mandaría más comodidades para sus hijos, se abrirían más instituciones y se ejecutarían proyectos más planificados.

Este primer paso se puede dar sin recurrir a grandes presupuestos, ya que casi todas las parroquias tienen salones parroquiales y agua.

El Segundo paso ya el Señor nos lo indicaría.

Tengo la plena seguridad que, si tenemos en nuestro corazón el Deseo grande de complacer al Señor haciendo su voluntad de atender al hermano necesitado, las limosnas se multiplicarían para cubrir todos los gastos necesarios.

Tenemos un padre Dios, rico en todo, o acaso ¿dudamos de su poder? Él es misericordioso y es la fuente del amor; Él si que nos ama.

El Señor no quiere que sólo nos regresemos a nuestros países con tan solo hablar de lo bueno que es Dios, sino que se den pasos concretos a seguir: El quiere que se haga ya.

No seamos como el levita que nada hizo al ver al hermano necesitado. No nos podemos quedar solo como espectadores; vayamos a dar al auxilio efectivo como el Buen Samaritano.

Ya no debemos pensar, como nosotros, lo que nuestra mente humana nos dice; debemos unir nuestra razón a nuestra fe.

Que la fe alimente y guié nuestra razón, así nos estaremos dejándonos gobernar por Cristo, y luego darlo a los demás. Pero ésto solo lo vamos a conseguir por la oración, ese contacto diario con nuestro Dios, para ser como nuestra madre, la Virgen Santisima, y decir “Hágase tu voluntad en mi”. Ella se, dejó llevar por el Espíritu Santo siendo siempre fiel a Él. 

En 1 Cor 9,22.23 leemos:

“Me he hecho débil con los débiles. Me he hecho todo a todos, para salvar a todos, a costa de algunos; y todo esto lo hago por el evangelio, para ser participe del mismo”. 

5.- Conclusiones

En todas nuestras parroquias latinoamericanas debe haber comunidades que se encarguen de la pastoral de la calle, liderada primeramente por los párrocos, religiosas o laicos en general. Esta pastoral da respuesta al Cristo vivo que esta en la calle.

Nuestras parroquias deben renovarse, preparar al auténtico misionero de la Caridad que vaya en busca del abandonado.

En todas las comunidades de nuestras parroquias latinoamericanas se debe fomentar el auxilio desde nuestros hogares al reciclador, enseñándole a clasificar los desperdicios en:

Bolsas para cartón y papel,

Bolsas para vidrios,

Bolsas par desecho de alimentos,

Bolsas para plásticos.

Con esta simple clasificación, estaríamos contribuyendo también a conservar el medio ambiente y protegiendo al reciclador de muchas enfermedades. El reciclador ya no dejaría la basura desparramada en las veredas, ya que este problema es de los municipios. Mientras haya pobreza siempre estarán los recicladores en la calle; veamos este problema como nuestro. No se trata de desaparecerlos sino de ayudarlos.

El municipio local también debe unirse a la Iglesia en esta campana; y todos juntos ayudar a solucionar el problema. El municipio puede hacer campañas publicitarias desde los colegios sobre cómo seleccionar la basura, dónde, como y a que hora depositarla en lugares establecidos. 

En Flp 2, 2-5, leemos:

“Colmad mi alegría, teniendo un mismo sentir, un mismo amor, un mismo ánimo, y buscando todos lo mismo. Nada hagáis por ambición, ni por vanagloria, sino con humildad, considerando a los demás como superiores a uno mismo, sin buscar el propio interés sino el de los demás.

Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo.”

San Vicence de Paul nos enseña a decir: “nuestros amos los pobres”.

Con mucho cariño y respeto, digo que el párroco debe dejar de lado un poquito el papel de administrador e ir más al Campo de vida que está en las canes, llenas de ovejas sin pastor. También los laicos deben ser fieles colaboradores de nuestros párrocos, y hacerles sentir que no están solos, que nosotros también queremos ser testigos fieles de Dios.

El centro de evangelización de los vagabundos y recicladores deben ser nuestras parroquias, abriendo sus puertas. Ellos se sentirán protegidos y escuchados por nosotros los católicos, en donde sabemos que está la verdadera doctrina cristiana, dándoles la ayuda concreta: techo para dormir, aseo personal, primer alimento, y enseñarles la palabra.

En Lima y en toda América Latina hay Congregaciones que siempre lo han hecho, pero no pueden cubrir toda la demanda, son las Parroquias las que hoy deben asumir este reto.

No debemos asustarnos: sé que no es fácil, pero no es imposible: Seamos obedientes al, Papa Benedicto XVI que en su discurso al Episcopado Latinoamericano en Aparecida nos invita a realizar la Gran Misión.

Por ultimo, les recordaré la reflexión que la Beata madre Teresa de Calcuta dice sobre la mayor enfermedad:

"La mayor enfermedad de hoy en día no es la lepra, ni la tuberculosis, sino el sentirse no querido, no cuidado, y abandonado por todos. El mayor mal es la falta de amor y caridad hacia nuestro vecino, el que vive a lado de la calle, asaltado por la explotación, corrupción, pobreza y enfermedad".

Confió en ustedes que escuchan mi poca experiencia vivida, la que aquí expongo con mucha humildad. 

Que Dios y la Virgen Maria los guíen según su voluntad.

 

 

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