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SALUDO DE S.E. MONS. GIOVANNI LAJOLO,
SECRETARIO PARA LAS RELACIONES CON LOS ESTADOS,
A LOS PARTICIPANTES EN UNA MANIFESTACI
ÓN
POR LA LIBERACIÓN DE LOS REHENES
SECUESTRADOS EN IRAK

Jueves 29 de abril de 2004


Queridos amigos: 

En nombre del Santo Padre saludo cordialmente al arzobispo de Bari, al obispo de Prato, al secretario de la Conferencia episcopal italiana, al representante del obispo de Cesena, a los sacerdotes presentes y a todos vosotros, que os habéis reunido aquí para un momento de oración.
 
Os puedo comunicar que esta mañana, fiesta de santa Catalina de Siena, patrona de Italia, el Santo Padre ha celebrado la santa misa por la liberación de los rehenes detenidos en Irak, así como por todos los que sufren en aquel país. Los ha encomendado a la protección de María, Madre de Cristo y nuestra.

En nombre del único Dios, que juzgará a todos, Juan Pablo II renueva a los secuestradores su apremiante súplica para que devuelvan prontamente a sus familias a las personas secuestradas.

A los rehenes desea que les llegue la expresión de sus sentimientos paternos y su aliento para seguir aguantando con valentía y esperanza la dura prueba que están sufriendo.

A los familiares y a todos los que están unidos a los secuestrados por vínculos de afecto les asegura su cercanía particular en estos momentos de temor y angustia.

El Santo Padre no duda de que se está haciendo todo lo posible y de que no se dejará de intentar nada para garantizar la incolumidad de los rehenes, a fin de lograr cuanto antes su liberación.

Al mismo tiempo, Su Santidad Juan Pablo II da las gracias a todos los que están trabajando para que se restablezca en Irak un clima de reconciliación y diálogo con vistas a la recuperación de la plena soberanía e independencia del país, en condiciones de seguridad para toda la población.

Juan Pablo II exhorta a la querida comunidad católica de Irak y a todos los cristianos del país a seguir trabajando para que se restablezca un clima de concordia y colaboración entre todos los componentes religiosos y sociales del país con vistas al bien común.

El Papa invita a todos a orar a Dios, que ama la vida de cada hombre y no quiere la muerte de nadie, por una conclusión positiva de esta dolorosa situación. En este momento está orando en su capilla, uniéndose a nuestra súplica a Dios.

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